Antes
que nada, perdón por escribir tan tarde pero no hemos parado en todo el día y
no he tenido tiempo de volcar el material hasta ahora. Esta mañana muy temprano
he quedado con la trabajadora social del comedor, Lili, con ella y con una de
las voluntarias de Madrid hemos ido barrio abajo cerca del cauce del río a
buscar a una madre que finalmente ni sus hijos sabían donde estaba. Sus hijos hace tiempo que no pasan por el comedor, no van a
apoyo escolar y eso nos hace temer lo peor. Andamos durante más de dos horas
callejeando hasta el río. Dos horas dan para contar muchas verdades sobre la
vida en Paraguay para los más desfavorecidos. Lili nos cuenta que es invierno,
ha medida que nos acercamos al río notamos el fango en los pies y las calles se
vuelven un barrizal. Vemos casas hechas con maderos y uralita en medio de
auténticos basureros.
Lili nos explica que los emigrantes del campo que vienen
a la capital se asientan en los terrenos baldíos de las orillas del río y que
ahora en invierno deben abandonar a toda prisa esas casas debido a que las
lluvias hacen crecer el caudal y todo se inunda…No hay una fecha, ni una hora
concreta como es lógico, la naturaleza no avisa; puede ser de mañana o
madrugada, puedes estar en la calle o en la cama cuando el agua te llegue al
cuello. Nos quedamos pasmadas con lo que para ella es algo típico, normal y
esperado de la vida en los barrios. De hecho, nos cuenta que el Gobierno que
conoce de esta situación, habilita terrenos más hacia arriba y algunos
materiales para que estas familias se puedan asentar de forma temporal hasta la
bajada del caudal. Por el camino nos encontramos a Ronaldo y a su mamá; ellos
no han tenido tiempo de sacar sus cosas de casa, su ropa, mantas y utensilios
han quedado titaniczados hasta que
las aguas vuelvan a su cauce. No tienen baño, viven entre escombros la mujer y
sus dos hijos el menor de apenas 2 años. Hoy no han venido al comedor por la
helada de esta noche, apenas podían moverse de la cama del frío. Sin comida,
sin ropa, sin agua,etc. Nos invita a pasar a su chamizo y humildemente nos dice
que no ha tenido tiempo de ordenarlo. No llega ni ha 20 metros cuadrados la
casa entera, los colchones arrejuntados como camas, sofás e improvisadas mesas,
las mantas arremolinadas en los agujeros para tapar el frío y poco o nada más
para vivir. Aún así sonríe y nos trata con una hospitalidad asombrosa, apenas
se la entiende al hablar porque le faltan los dientes de arriba, pero no hace
falta…sólo con mirarla se puede ver su humildad en los ojos…eso sí, no suelta
al pequeño Ronaldo de su lado ni un minuto del día; pensaréis que es lógico dad
la situación, pero os sorprendería saber cuántas “madres” en la misma situación
no saben ni quieren saber dónde están sus hijos. La calle: la guardería; la
pelota: su maestro y la vida…la vida al parecer un macabro juego…
No hay comentarios:
Publicar un comentario