¡Al fin! sábado de descanso después de una feliz e intensa semana cargados de chiquillos. Se les adora, pero su consumo en exceso puede ocasionar pérdidas graves de energía.
Así que la Hermana Esther me arrastró literalmente a lo que fue una mezcal entre tour turístico y recados de fin de semana. Dentro de poco, se organiza una rifa para recaudar fondos para el comedor y por eso nos hemos recorrido parte de las calles del microcentro de Asunción para recoger los premios que han donado amigos y colaboradores de empresas: un equipo de fútbol de Cerro, una Biblia para niños y seguimos esperando una licuadora que no acaba de llegar.
Tras la recogida, nos acercamos a la Plaza de la Democracia donde los artesanos que perduran de la semana del folclore (el pasado 22 de julio) exponen hasta el 6 de agosto sus hermosas creaciones: cántaros, trabajos en cuero, punto artesanal, tricota, ganchillo, hilo, amacas...todo un universo de colores y texturas en el que es muy fácil perderse.
De pronto, el sonido de tambores y música de desfile nos distraen y acercan al gentío que marcha calle abajo con banderas y trajes típicos.

Sin saberlo nos habíamos encontrado con la celebración de 50 aniversario de AFS, una de las asociaciones de programas interculturales con más historia, que opera en 50 países acercando a jóvenes voluntarios a otras culturas para trabajar en entornos en proceso de desarrollo.

Justo el desfile se paró en la puerta del Panteón de los Héroes y nos dio la excusa perfecta para conocer el emblemático monumento en honor y recuerdo. En el centro al entrar, una fosa que muestra protegidos por banderas los restos de soldados, niños y generales que descansan desde la Guerra de la Triple Alianza y la Guerra del Chaco.
Dentro del recinto se encuentra el oratorio de la Virgen de nuestra Señora Santa María de la Asunción y todas las paredes que lo forman están repletas de placas honoríficas de reconocimiento a Generales, Armada Paraguaya, Fuerzas Aéreas etc, llegadas de todos los rincones y estamentos del mundo para velar por la memoria de los caídos en las guerras. En el centro del panteón, la inscripción "Mi Fe, Mi país" ,escrita en latín, es el mejor resumen de las hazañas de todos los que allí descansan en paz.
Salimos de nuevo a la calle con el jolgorío residual de los jóvenes que han quedado rezagados; volvemos a introducirnos en el mercado para unas últimas compras.

Pero lo mejor del lugar son sus maravillosas y acogedoras gentes: cariñosos, amables y ¡sin ánimo de lucro! quiero decir, obviamente si venden pues mejor que mejor, pero me refiero a que se puede mantener una maravillosa conversación sobre sus obras sin verse forzado a un intercambio económico. Niños lijando, papás bordando y gentes al fin y al cabo, pasando una divertida tarde de sábado. La humildad es algo que se lleva en la sangre.
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