jueves, 7 de noviembre de 2013

MINI ENTREVISTA SOBRE EL BLOG EN TELEVIGO!

MINI ENTREVISTA SOBRE EL BLOG EN TELEVIGO! gracias a mi amigo @carlosleiro y a todo el Paraguay por haberme permitido vivir esta experiencia!

Entrevista de Carlos Leiro en Televigo a Olaya López blogger mimisionenparaguay.blogspot.com.es

http://www.youtube.com/v/dM8AROcBPIo?version=3&autohide=1&feature=share&showinfo=1&autohide=1&attribution_tag=R8qOY6GdVKuAvHbIY4VCdw&autoplay=1

Ha pasado más de un mes desde mi vuelta, he regresado directamente al punto de partida, me he vuelto a contagiar de los vicios y desesperanzas de este ansiado primer mundo, pero en mi corazón sigue siendo vuestro recuerdo el que ilumina mi sonrisa.

miércoles, 2 de octubre de 2013

CAPÍTULO 75: DEJAVÚ. CAPÍTULO FINAL

 Siento que ya he vivido esto, la historia se repite cada vez con más fuerza. Veo atardecer mientras el avión cierra sus puertas. Atrás he dejado entre lágrimas a mis amigas de Cluny en Paraguay. Si soy sincera tengo más miedo que sueño ahora mismo: miedo al regreso, miedo a mi vida entre la civilización más "moderna" y "avanzada", miedo al "primer" mundo.
Parece que ellas tampoco querían que me fuera: Gloria sujetaba con fuerza la funda del portátil contra su pecho como sabiendo que en el momento en el que la soltara, todo acabaría.
"Pasajeros del vuelo 1263 con destino ESEIZA pueden embarcar por la puerta 4" Esa frase provocó un segundo de shock en todas nosotras, un segundo en el que no hubo palabras y alguien paró el tiempo mientras nos mirábamos a los ojos suspirando por dentro.
No quiero llorar pero cada apretón, cada abrazo y cada una de sus palabras me hacen explotar...no soy la única, en sus ojos se ve el esfuerzo por no seguirme en cada una de las lágrimas, pero sobretodo, de seguir conmigo hasta el final. Da igual los controles de seguridad que pase ni el tiempo que tarde en la fila, porque cada vez que miro hacia atrás, ellas siguen ahí. Siguen mirándome fijamente, siguiendo mis pasos, dando botes para que las vea, saludándome con la mano...No se van hasta el último momento, no se han ido hasta que ya no las puedo ver.
El cielo está rojo, las luces se apagan de golpe y le horizonte de polvo y sombras del atardecer me despide: se va el día, me voy yo. Las luces de la pista parecen las de un estadio que despide a su campeón. JB giro a la derecha, 1980m giro a la derecha, pasamos DB y llegamos a la pista E20; un último giro a la izquierda y una parada en seco. Del silencio al ensordecedor sonido de los motores en aceleración en apenas un segundo, a medida que el tren de aterrizaje se despega del suelo, la gravedad hace que mi cuerpo empuje su peso hacia el suelo, como no queriendo partir del Paraguay.
Hay que ser positivo pero hay que ser realista:  quizás un día, quizás no sea demasiado tarde.
El día empezaba a las 5 y media de la mañana. Me he comprometido a ir a Villa Hayes a entrevistar a las hermanas fundadoras de la misión de Cluny en Paraguay. Me he comprometido y la verdad no me quiero ir sin ese testimonio tan valioso que en unos años será un tesoro del tiempo y la historia. Gloria ha venido a mi puerta sonriente, como siempre, a buscarme para partir con premura pues debemos estar cuanto antes de vuelta; quedan los niños, las despedidas y temas de las maletas por resolver.
Esta noche he dormido apenas 4 horas: la tarde de ayer se alargó hasta casi la madrugada. Resulta que me han dado la sorpresa de llevarme a un restaurante de una ex-alumna de pozo Colorado en la ciudad, vamos todas, las 6, como un equipo tanto en cuerpo como en ilusión porque la verdad que este tipo de salidas no se dan todos los días en las comunidades religiosas. Llegamos al restaurante y lo teníamos para nosotras solas: al tratarse de un bufet, pocos son los clientes que tienen en las noches, cuando las familias prefieren recoger la comida y cenar en la comodidad del hogar. Pero para nosotros mejor, somos las reinas y señoras recibiendo mimos de los camareros y el metre que están totalmente entregados a nuestra visita: nos dan un curso de cómo doblar servilletas con forma de flor, de "chapeu do Papa"...me meo de la risa con mi propia torpeza y acabo dándole un toque "personal" a mi doblez maestra: básicamente lo que mejor me sale es tirarla sobre el plato, retorcerla y decir voi lá! ¡Viva el eclectismo! Después de la clase nos propusimos hincharnos a comer: ¡un bufet asiático y paraguayo para nosotras solas! Llenamos los platos de colores y sabores especiales y nos reíamos tratando de adivinar qué nos metíamos en la boca. De verdad que me lo pasé en grande, disfrutamos como niñas: sin prejuicios, sin fronteras, sin  barreras; sólo un grupo de amigas con vidas tan distintas entre sí como apasionantes en pleno siglo XXI.

Cuando llegamos a casa (cosa que tratamos de retrasar lo más posible), me dijeron que esperara en la puerta de mi habitación que tenían que traerme algo. La Hermana Esperanza apareció por el pasillo entre las planteras cargada de paquetes de papel de estraza con lazos de regalo. Cuando me quise dar cuenta estaba cargada de sorpresas para mi madre para mi abuela y lo mejor de todo: un termo de cuero personalizado para mi. Era un termo como los que llevo viendo desde que llegué a Paraguay: un termo grande, orondo más bien, propio para el agua fría del tereré en las tardes más calurosas de mi querido Chaco; era de color marrón oscuro y claro y tenía grabada una inscripción en la guampa y en el cuero del termo: GRACIAS OLAYA Fdo: PARAGUAY. Siempre había tenido curiosidad por esos termos customizados con los nombres o insignias de sus dueños pero jamás me imaginé que tendría uno mío. Un termo que sabían que quería y que no dudaron en regalarme en nombre de la congregación y supongo que con el corazón de tantos otros que han compartido conmigo estos  casi 70 días de puro sentimiento.  Mi única preocupación, dónde meterlo. Digamos que a  las aerolíneas no entienden de recuerdos, de despedidas ni de sentimientos y que para ellas llevar un termo en la mano no es un regalo, es simplemente, sobrepeso a 50 dólares el kilo. "Aunque tenga que llenarlo de bragas, me lo llevo" dije con total naturalidad. Las hermanas se rieron y con esa mezcla de sentimientos; entre la gratitud, el principio de nostalgia y el cansancio, me puse a hacer la maleta.
La mañana comenzó como un día cualquiera en el comedor, pero como ya os dije antes, un poco más temprano: me fui a Villa Hayes con Gloria a entrevistar a las hermanas Rosa y Ascensión, fundadoras de la misión en Paraguay.
Por el camino disfruté de cada vista, de cada metro recorrido, de cada paisaje, del puente del río Paraguay....de todo por última vez. He dormido tres horas, apenas he terminado la maleta y no he podido preparar la entrevista. Mi mayor miedo: quedarme dormida o peor aún, quedarme en blanco y desaprovechar la oportunidad, perder esos valiosos minutos de testimonios que difícilmente podrán repetirse: ahora o nunca.
Después de un perfecto desayuno de chocolate caliente y pan con mantequilla nos ponemos manos a la obra. La primera: la hermana Rosa. Los años que tenga no importan demasiado, cada centímetro de arruga corresponde a un mes de su vida, cada mueca a una experiencia, y cada una de sus miradas perdidas, a los miles de recuerdos que aún conserva su memoria. Comienza tímida, indecisa, mirándose en el iphoto como en un espejo hasta que se familiariza con la cámara; luego, me da mil vueltas en naturalidad y desparpajo, pasados 5 minutos.
La entrevista dura asi 40 minutos, en ella hablamos de todo: los comienzos, las etapas más fáciles , más difíciles, la diferencia cultural, la fe, las sectas... .Me interesa sobretodo que ella, como todas las personas de cierta edad, son vestigios de tiempos pasados, máquinas del tiempo al alcance de todos que muchas veces dejamos pasar desapercibidas sin valorar que son testigos únicos del tiempo.

Cuando termina una reflexión final me hace pensar en el sacrificio que estas mujeres han hecho de toda una vida: "Vale la pena entregar la vida al Señor en cualquier misión, pero si es una misión, misión, más todavía" Me habla y sus ojos se iluminan, se la ve radiante, feliz a pesar de no haber llevado la vida que otros llevarían, una vida común al margen de la entrega absoluta a una creencia ¿Quién soy yo o nadie para juzgar la felicidad? Imaginad por un momento que Dios no existiera, que las leyes de la física pudieran explicar la vida más allá de la muerte como un simple tránsito energético que nada tuviera que ver con ninguna deidad conocida....que no hubiera nada al otro lado. ¿Qué importaría si así fuera? Esta mujer ha vivido una vida feliz y vivirá la muerte con una ilusión que va más allá de la preocupación de la podredumbre carnal...¿sólo por eso, no son aquellos que creen en algo más felices?¿no son acaso más afortunados que cualquier otro que viva su existencia con el miedo a un final permanente lleno de vacío? Esta mujer al final de sus vidas no le teme al vacío, a la nada, porque considera que morir es el principio de la vida eterna. ¿No sería más fácil afrontar la muerte si todos tuviéramos esa fe? La fe, en cualquier sentido, se está perdiendo quizás por eso llenamos nuestras vidas de artificios que dejen nuestra mente en blanco para no tener miedo, miedo a desaparecer sin dejar rastro; miedo en definitiva  a pensar en todo aquello que tememos.
Al margen de la religión, la fe, en lo que sea, debería mover el mundo, pero parece un concepto agonizante en tiempo modernos...
Volviendo al tema, que divago más que un político para explicar los sobresueldos bajo mano, la siguiente en  sentarse fue la hermana Rosa.
De ella me sorprendió su relato, en parte, he de confesarlo, me apenó. No la vi como la hermana Ascensión, no noté esa chispa en sus ojos al hablar de su vida, no sentí esa alegría, sino que percibí, y ella misma me confesó que le hubiera gustado hacer más en la vida. Que quizás , si volviera atrás, cambiaría momentos de cierta desgana o de dejarse llevar, por un chute de cafeína y más recuerdos que poder contarme hoy. Creo que está algo deprimida y eso afecta a su testimonio, estoy segura que por mucho que diga, esa cabeza suya y ese corazón la están traicionando; estoy segura que detrás de esa aparente desidia hay miles de historias pendientes por contar.
Una foto rápida de familia y de vuelta corriendo a Asunción, hoy es mi último día y quiero pasarlo con los niños del comedor. Ayer les he comprado (me niego a comprarles caramelos), juguetes de estos pequeñitos que se meten en las piñatas y hoy se los quiero regalar cuando estén todos en la comida.
La cantidad de cosas pendientes y la falta de tiempo me abruman. Como en todos los viajes el tema de las maletas, el sobrepeso, la facturación, los vuelos, etc. pone nervioso a cualquiera, pero además este viaje no se merece un hasta luego corriente, se merece una despedida a la altura de lo vivido.
Creo que estoy viviendo todo ahora mismo como una zombi, sin reparar realmente en que cada momento del día y cada hora ya no se repetirán mañana.
Preparo corriendo  una presentación con diapositivas parecida a la de Pozo pero más  a la carrera todavía, cierro las maletas, llamo a la compañía, termino la presentación de Power Point de la Hermana Cristina, envío el diseño del logo de las camisetas...todo sin perder un segundo, pero afortunadamente, parece que la mañana se ralentiza y me permite hacerlo todo sin pausa pero sin prisa.
Llego al comedor, como siempre, nada más poner un pie en la verja, los niños, sobre todo los más pequeños se me abalanzan corriendo sobre cualquier parte de mi cuerpo que aún conserve un centímetro al cual agarrarse: en cada dedo de la mano llevo un niño, colgados en los brazos, agarrados de mi cintura e incluso colgados de mis piernas como monos. De seguir así nos vamos a caer, pero vaya, que es lo que menos me importaría y no cambiaría esta sensación por ninguna otra. Creo que están intentando lesionarme para que me quede...xdxd.
Las hermanas me ayudan a preparar el equipo técnico y comienza la presentación. Como en Pozo, a cada fotografía, se ríen, se  sorprenden y se ilusionan. La Hermana Esther me da un codazo y me dice: "Vamos a tener que poner presentaciones de estas todos los días porque es la primera vez que comen tranquilos jejej." Las notas de I Believe I Can Fly acompañan cada diapositiva y todos nos emocionamos.
Cuando termina les entrego los juguetitos que reavivan toda esa energía y diablura que les caracteriza: "Yo no quiero este" "Dame el otro" "Dame más"....suspiro....hay cosas que no cambian xdxd
Cuando ya me dirigía a la cocina para repartir el zumo, me requirieron en el centro del comedor: tenían una sorpresa preparada. Zacarías y Montse, dos de los niños, estaban pegados a la pizarra con las manos hacia atrás, ocultando algo en su espalda. Todos en más o menos silencio y me dicen: tenemos algo para ti.
Zacarías se puso todo nervioso, ya no sabía dónde meter la cabeza de la vergüenza y se reía compulsivamente. Me dio un sobre de estraza enorme lleno de cartas y recuerdos de TODOS los niños del comedor, cada uno había escrito algo, había metido en esa carta sus recuerdos y vivencias conmigo y , algunos, incluso habían incluido regalos: unos pendientes, una pulsera. "Mira mi carta" "¡No! mira la mía" y se peleaban porque viera la suya primero. Por desgracia, el tiempo no me daba y tuve que guardar todo rápidamente en el sobre jurándoles que leería todas y cada una de ellas en el avión.
Pero la cosa no había terminado, Montse seguía esperando su turno. Me acerqué a ella y le dije: "¿ Y tú también tienes algo para mi? ¡Madre mía!". Me dio un abrazo y un beso enormes y sacó de su espalda un cartel de cartulina con muchas frases de amistad, de amor, etc. En el centro del cartel, un muñeco en forma de corazón que tenía...¡Más cartas dentro!. Mi corazón iba a cien por hora, no había lágrimas en mis ojos sino expectación por leer esas cartas; pero por otro lado mi cabeza no paraba de repetir "Por favor, que quepan en la maleta, que quepan en la maleta" Tracé mil planes secundarios si no cabían: me imaginé atándolas con cuerda a mi cintura para pasarlas por los controles, metiéndolas dentro de los pantalones bombachos, de la capucha de mi sudadera....cualquier sitio me parecía bueno con tal de que no dejar ni uno sólo de esos regalos atrás.
Salir del comedor fue una odisea aún mayor que la que viví ese mismo día cuando llegué. Ahora sí que no podía andar, no me dejaban. Se me colgaban literalmente de cualquier centímetro libre (incluso del culo) para rogarme que no me fuera. La hermana Esther me miraba y no podía dejar de reírse mientras intentaba que llegáramos sanas y salvas hasta la puerta. Los abrazos, los susurros en el oído y los te quieros y no te vayas  fueron constantes hasta el final....tan constantes que siguen sonando ahora mismo en mi cabeza.
Ha sido la experiencia más inolvidable de mi vida, ha sido la locura más maravillosa que he cometido, el endeudamiento más justo y el cariño y tiempo mejor regalados.
Gracias a los que lo habéis leído y vivido conmigo, gracias a los que os quedáis para seguir luchando y a otros como yo que dejasteis huella. Gracias a la gente que compró algo en el mercadillo solidario y me permitieron afrontar los primeros gastos, gracias a todos los que de alguna manera, aunque fuera leyendo, habéis hecho posible este sueño.
Gracias a los niños, gracias al Paraguay, gracias mis hermanitas....GRACIAS EN GENERAL.

Y esto nos lleva de nuevo al avión a los miles de kilómetros que ya me separan de vosotros. A esos kilómetros que me hacen desear más que nada en el mundo, que  el armario de mi casa se convierta en una puerta como la de Narnia pero al Paraguay, para seguir velando por vuestros sueños, para veros crecer reír o llorar pero sobretodo para no olvidaros jamás.
Este blog ha sido mi pequeña contribución a un mundo que necesita cambiar. Un mundo que tiene que mirar más allá de las fronteras del egoísmo y la autocompadecencia. Ha sido un blog de viajes, de experiencias en el que he puesto mi corazón y cada una de mis vivencias sin reparar en censuras o florituras. 75 capítulos que reflejan tal y como los he vivido momentos de desesperación, de alegría de emoción, de impotencia y , en definitiva, de todas las emociones que el mundo se ha olvidado que son humanas con toda la humildad que una experiencia de este tipo te proporciona.
Espero que tú que has decidido coger el relevo, tú que serás el próximo en vivir todo lo que he vivido ya, aproveches cada segundo de tu tiempo con el único consejo que te puedo dar: ayuda y déjate ayudar, que la vida es corta, el tiempo vuela y todo llega a su final.

martes, 24 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 74: LAS ÚLTIMAS 24 HORAS DE MI VIDA

Puede parecer exagerado, pero es así: mi vida no será la misma dentro de 24 horas.  Como un cronómetro marcha atrás, los minutos más que nunca se hacen irrepetibles y los segundos parece que se escuchan a cada tic-tac del reloj. 
Ahora sí que sí, esto se acaba: se acaban los despertares a las 6 de la mañana, las voces de los niños,los rezos, se acaban las comidas en comunidad y las constantes tareas pendientes; ya no hay más viajes ni despedidas porque esta es la definitiva.
Volveré de nuevo a España y su constante crisis, al agobio por la falta de empleo, a preocuparme por el precio de la gasolina y a ver como pasan los días sumida en la misma rutina que tenía antes de venirme. Entonces todo esto que ahora vivo y siento en mi carne me parecerá un sueño. Un sueño intenso y apasionado, pero al fin y al cabo un sueño. Como todos los buenos sueños irá cayendo en el olvido con el paso de los días, de los meses, de los años...hasta que un día pueda regresar a soñar de vuelta a Paraguay. 
Aquí he aprendido a ver los problemas que todos consideramos aplastantes en el primer mundo con más objetividad, a valorar el techo sobre el que duermo y el plato que cada día tengo en mi mesa sin preocupaciones; he aprendido que las apariencias engañan, que el dolor más intenso se puede ocultar tras una enorme sonrisa y que el amor en la mirada de un niño puede cambiar el rumbo de un día entero.
Supongo que esta reflexión la hacen todas las personas que pasan un tiempo en un entorno más deprimido que el suyo, donde la pobreza hace valorar cada detalle que te parece evidente en tu acomodada vida cotidiana. Pero no me preocupa recordar cuánto valoro cada cosa que tengo ahora mismo, eso es fácil; me preocupa hacer de este sentimiento algo permanente que pueda contagiar a los demás y que no se me olvide en cuanto vea el primer escaparate de ZARA.
Cada sociedad y sus depresiones pero todas ellas deprimentes igualmente y mi pregunta:¿cómo voy a hacer entender a los que he dejado todo lo que he vivido en estos meses? ¿cómo voy a explicarles que ya no soy la misma chica que se despedía de ellos en el aeropuerto? Por mucho que haya escrito y por muy bien que lo explicara, los sentimientos, de momento, sólo le pertenecen a uno: las veces que he llorado de impotencia por la historia de un niño, las que he reído de absoluta felicidad...imágenes que se repiten en mi cabeza como en una pantalla gigante que sólo yo puedo ver.
¿Y si ahora cuando llegue no encajo? ¿y si ni siquiera soy capaz de comprender el mundo en el que vivo? ¿Y si todo lo que pasa en mi entorno, la gente que me rodea me parece de repente una superficial?¿Y si yo misma dentro de un mes vuelvo a ser la misma de antes? ¿Cómo voy a aceptar un contrato basura después de haber luchado tanto por los derechos de otros?
Mañana a estas horas, estaré volando a de vuelta a mi realidad repasando mentalmente todos los momentos vividos que volverán a mi con cada vez más intermitencia en mi vuelta al día a día.
Quiero agradecer a todos los que han formado parte de esta experiencia, para bien o para mal, el que la hayan compartido conmigo. A los lectores fieles que hacéis de mi diario de abordo un estímulo para vuestras vidas y la mía, a los que descubristeis Paraguay a través de mis palabras, a esos que habéis llorado y reído con cada historia, a todas las personas que me he encontrado en este camino y en definitiva a todos los que me habéis hecho llegar hasta este momento en el que meto en mi maleta 18 kilos de ropa, 4 kilos de regalos y miles de kilos de recuerdos únicos.
Especial agradecimiento a mis hermanitas de San José de Cluny en todas las comunidades del Paraguay especialmente a las de Asunción, por haberme hecho sentir una más de la familia, por ser mis hermanas postizas y compañeras de batallas, por aprender fotografía , por vivir con tanta alegría una vida que no vale para cualquiera y en definitiva por creer en mi. Me llevo de Paraguay amigas, hermanas y en ocasiones madres que han sido un ejemplo de entereza cuando me fallaban las fuerzas. Seguid luchando por todas las causas nobles de las que he sido testigo con esa actitud luchadora y sin perder la sonrisa que os hace únicas:
Hermana María, no cambies nunca, con tu dulzura y tu personalidad haces más fácil la vida de los demás. Tienes un don que te hace especial: cuando alguien se acuerde de ti, siempre recordará una cosa: tu sonrisa. 
Hermana Ilda, eres joven pero tienes las ideas más claras que muchos adultos "maduros"; sin importarte lo que opinen los demás sobre tu vida, caminas firmemente con tus convicciones, no pierdas nunca esa fe tan envidiable.
Hermana Esther, eres fuerte y tu carácter hace que consigas lo que te propones. Eres igual que yo, adicta a esos pequeños diablillos que nos consumen la vida pero sin los cuales no podríamos vivir. Que puedan contar contigo muchos, muchos, muchos años más.
Hermana Gloria, tienes algo que mi madre define como ángel, cautivas a los que se acercan a ti y cuando hablas, la ternura de tu voz conmueve al mundo. Vas por delante de los quehaceres sin hacerte apenas notar, eres como esos duendes que todo el mundo querría tener a su lado, que trabajan mientras uno duerme. Gracias por hacerme reír hasta llorar.
Hermana Esperanza, naciste líder y morirás líder. Una líder positiva que contagia un espíritu de superación y renovación constante a cuantos se cruzan por tu camino. Dejas tras de ti una estela que grita: TODO ES POSIBLE , el tiempo es oro. Nos parecemos mucho y por eso mi mejor consejo es que nos tomamos la vida a veces como una carrera en la que hay constantes metas pero jamás un final. Debemos luchar por no correr tan rápido que no aprovechemos los momentos por pensar ya en el siguiente escalón.
De Paraguay me llevo un corazón que pesa al menos 50 kilos más de lo que me pesaba cuando llegué, un cuerpo (el mío) que también lleva 6 kilos más que cuando lo traje y un libro de recuerdos tan intensos, que el azul, el blanco y el rojo de la bandera han teñido mi sangre del mismo color.

Sólo el tiempo me dará las respuestas a todas mis preguntas, sólo mis actos concluirán si realmente he aprendido algo de todo lo vivido, sólo mis pies serán testigos de los caminos recorridos y sólo Dios sabe si me voy para no volver jamás. 

Ahora entiendo por qué desde pequeñita quería venirme de voluntariado, por qué quería casarme en las cataratas del Iguazú sin conocerlas si quiera y por qué el destino me puso en este avión y no en otro....

No siempre ha sido fácil: he visto broncearse los cuerpos de la gente en España, mientras el mío engordaba y empalidecía; he visto cómo sus melenas lucían más lindas en vacaciones mientras la mía se me caía a manos llenas;he visto sus pieles maquilladas y tersas mientras las bolsas de mis ojos crecían cada día; he visto sus fotos en la playa cuando yo estaba tiritando con la bufanda al cuello...pero al fin y al cabo, fotos iguales a la de otros veranos, sin cambios, sin más retos que los de salir cuantas más noches mejor...es cierto que pude haber descansado, es cierto que pude haber viajado a hoteles de lujo, tomado el sol de la mañana a la noche...pero entonces no existiría
este blog, ni esta experiencia, ni siquiera existiría yo tal y cómo soy ahora: más gorda, más pálida, más ojerosa y hasta con piojos pero  sobretodo, mucho más feliz. :)

23 horas 59 minutos, 23 horas 58 minutos, 23 horas 57 minutos de vida...de esta vida.





lunes, 23 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 73: LA MAGIA DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: SIGUIENDO LA RUTA QUETZAL

El día no parecía acompañar demasiado, las nubes de tormenta asomaban en el horizonte mientras el viento comenzaba a soplar cálido y fuerte como el principio de un ciclón. Las ventanas comenzaron a batirse mientras cenábamos y nosotras sólo podíamos pensar que nos esperaba un viaje de 8 horas de noche, camino a Iguazú.
Las hermanas le pedían a San Martín que barriera sus nubes hacia el Chaco Central donde hace tanta falta el agua como el alimento, pero pronto, comenzaron a caer las primeras gotas mientras el cielo se iluminaba a ritmo de sonoros tambores.
Desde pequeña, cuando vi un documental sobre la ruta Quetzal, siempre he dicho que me casaría en las cataratas del Iguazú. Mañana, no tan lejos de ese sueño, voy a verlas por primera vez en mi vida.
Llegamos a la terminal con la cautela y el tiempo propios de la hermana Esperanza, que hasta que no nos metimos en el autobús, no se quedó tranquila. Es una mujer que hace tanto y quiere hacer más todavía, que la vida a su lado sucede a otro ritmo. Nos parecemos bastante en ese sentido. Ella siempre piensa que las cosas son posibles si se trabaja por ellas, que no hay que dejarle margen a la suerte más allá de sus oraciones y que más vale ahora que mañana.

Me siento como en una excursión con la escuela, pero es raro, porque ahora las que antes eran mis cuidadoras son mis compañeras de viaje. Es curioso que en un autobús de dos pisos, a las que más se nos oía era a nosotras: cantamos, reímos y hasta jugué a probarme el velo para ver cómo me quedaba. 
La hermana María colocó su velo por delante de los ojos a modo de pañuelo y las demás se lo quitaron para dormir a gusto. Entonces me di cuenta que detrás de cada velo había una mujer que si bien antes ya conocía, ahora era más evidente. Me las imaginaba vistiendo de calle, luciendo modelitos o paseando por qué no en una vida paralela con sus hijos y sus maridos por el parque. 
Mucho hemos hablado en este viaje sobre sus vidas, sobre si no han pensado en elegir otros caminos, sobre la maternidad y el amor terrenal. Ahora que ya me voy es más fácil hacer preguntas, es más fácil tener largas conversaciones sobre la vida y sus misterios, porque ahora ya no son personas que me interesan desde un punto de vista periodístico por lo peculiar de haber elegido un tipo de vida tan poco común y entendido; sino porque ahora, son más que cualquier otra cosa, mis amigas.
Parece increíble que esté diciendo esto (pensarán algunos), pero yo pienso ¿y por qué no?. Podemos tener amigos albañiles, ingenieros, prostitutas, ¿pero no monjas?. Mi madre siempre me enseñó que lo importante de una persona no es su físico o su profesión, el dinero que tenga o las influencias, sino su interior; si es buena persona,no se necesitan más explicaciones. 
Bueno pues andábamos las chicas y yo de pijamada en el autobús con risas por aquí por allá, compartiendo galletitas, haciéndonos fotos hasta que en un momento de la noche (no recuerdo muy bien cual), el ruido de la lluvia en los cristales y la comodidad de los asientos reclinables nos vencieron y sucumbimos a un profundo sueño que duró 7 horas.
Cerca de las 7 de la mañana llegamos a Ciudad del Este, última ciudad paraguaya en la frontera con Brasil. Allí, los trámites de la aduana nos hicieron bajar del autobús y pude contemplar como aquella ciudad era ya un moderno icono del primer mundo, muy lejos de los paisajes de pobreza del Chaco y el interior del país: pantallas luminosas, centros comerciales, tiendas y edificios modernos y altos...
Era domingo y estaba saliendo el sol, en ese momento, éramos las únicas habitantes de sus calles. Al otro lado, Brasil, con su verde y su bandera ondeando al viento anunciándose desde la lejanía: en pocos minutos estaría en otro país de nuevo, otra lengua, otra moneda...y sólo por cruzar un puente.
El río Paraná se veía hermoso con las luces del alba, la oscuridad de la noche se peleaba en el reflejo del agua con los primeros colores de la mañana. En el medio una isla, como un cerro verde y esplendoroso, parecía un trozo de selva que flotaba en el río: frondosa, impenetrable...desde lejos parecía el escondite perfecto para un pirata. 
Bajamos de nuevo en la aduana cuando pasamos el puente, ahora sí, Brasil, aquí me tienes; a punto de cumplir un sueño de la infancia bajo tu bandera. El viento de la tormenta aún se sentía y agitaba con fuerza la inmensa bandera brasileira empapada por la lluvia. Estábamos ya en Foz do Iguaçú a dos autobuses de distancia de mis queridas cataratas.
Después de un buen desayuno en la terminal, por cierto no esperéis desayunar algo dulce si no lo buscáis bien porque la costumbre, al menos en la parte en la que estuvimos, es meterte algún tipo frito como la empanada entre pecho y espalda a golpe de 8 de la mañana.
El café me hizo volver a la realidad y mentalizarme ahora sí, de que ya estábamos cada vez más cerca. En apenas una hora como mucho, vería de cerca y si el tiempo me lo permitía, el paraíso natural con el que soñaba de niña.
Dos autobuses más tarde y un par de anécdotas después, llegamos a la entrada del parque. Allí una vez comprado el boleto (que varía de precio según el país del que procedas) nos subimos a un autobús panorámico que lleva desde el principio del parque al sendero turístico de las cataratas que se hace a pie.
Yo me atrevía a ir arriba, sin cristales, sintiendo con mi recién adquirido chubasquero, el agua en mi cara azotando cada vez más intensamente: la mala suerte me persigue, así que me voy al otro lado del mundo dos meses y justo el único día que voy a hacer turismo, llueve.
Pero el recorrido aún así era hermoso, los árboles y el bosque eran tan frondoso que apenas se veía un palmo más allá del asfalto. Enredaderas verdes cubrían los troncos de los árboles y los pájaros volaban de copa en copa como si estuvieran en el paraíso.
Fin de trayecto, paseo de las cataratas. Bajamos del autobús con el tiempo justo de inmortalizar con mi cámara el momento y echar a andar de nuevo. El tiempo apremia cuando una tormenta se avecina.
Descendimos por la ladera de la montaña siguiendo el sendero turístico sin ver nada más que bosque. De pronto tras una curva las vi a lo lejos. Me quedé sin palabras. Enormes torrentes de agua blanca y espuma que descendían con la fuerza de mil impulsos hacia el vacío. Una humedad intensa me hizo pensar que estaba lloviendo,pero no, era el agua en suspensión que se alzaba en el cielo por encima de nuestras cabezas al chocar bruscamente contra el río. Aunque todavía estaban lejos, no había lugar a la redonda que se escapara de su sonora presencia y de esa cortina de agua que levantaban en el aire.
Nos paramos en la primera vista panorámica, enmudecidas por lo que teníamos delante sólo pude señalar a la cámara para que alguien nos sacara una foto. Haciendo la foto estábamos cuando un Quatí se acercó a mi mochila para buscar comida. ¡Más lindo! libre, suelto, corriendo entre los turistas pero sin asustarse, es más, se acercaba a la gente como pidiéndoles algo de comer. Me fijé bien y descubrí al menos diez entre los arbustos y correteando en la esplanada, con sus patitas, con ese andar tan gracioso y ese hocico respingón...


Seguimos ladera abajo, cada vez más ruido, más agua, más belleza en el más puro estilo de la naturaleza.
Cada mirador era una sorpresa, un descubrimiento de una columna de agua nueva, de un río que salía entre los árboles o de los barcos de turistas que se acercaban a la caída del agua peligrosamente.
El color grisáceo del cielo se fundía con el color del agua y la tormenta había teñido de marrón algunas cascadas, el efecto era como una gran cascada de chocolate y nata que caía sobre el río para desaparecer entre el remanso.

En mitad del paseo, unas nubes azules muy oscuras invadieron el cielo, ahora el contraste con el agua blanca y la espuma era evidente. Aproveché para hacer todas las fotografías posibles pero cuando estábamos llegando al paso a nivel para bajar a la rompiente de las cataratas, la lluvia comenzó a caer como el monzón y no había chubasquero en el mundo que cubriera mi mochila, la cámara y mi persona al mismo tiempo. Arriesgué la cámara varias veces dejándola a merced de la intemperie, hasta que, por momentos dejó de funcionar. La pequeña GO-PRO que con tanto esfuerzo compré, se descargó sin haberla siquiera utilizado y fue tan inútil como un bolígrafo sin tinta para un escritor...
Esperamos casi media hora en la tienda de regalos esperando que San Martín barriera las nubes (como dice la Hermana María), pero no llegó a descampar cuando volvimos a la pasarela, ahora para acercarnos lo más posible a la caída del agua. Entre el paraguas, el chubasquero y las bolsas que le había puesto a las cámaras para intentar que se mojaran lo menos posible, creo que parecía más un deshecho gigante que una persona.
El cordón que ajusta la capucha se me debió enganchar y se me fue deshaciendo y enrollando por la cámara, el cuello y todo aquel que se acercaba. La hermana Gloria cada vez que me veía se reía porque toda yo era un casino (como se dice en Italia). Aún así no me resignaba a tratar de inmortalizar ese momento que había imaginado desde que era pequeña. 
Empapada como un pito, mojada desde los pies a la cabeza pero feliz saliendo por la pasarela casi a rastras porque no quería irme de allí. Yo creo que ninguna queríamos. A pesar de la lluvia era un paisaje tan único que te imnotizaba: las cascadas y las formas que dibujaba el agua al caer, ese ensordecedor sonido que parecía venir desde las entrañas de la tierra y esa extraña sensación de tener los pies pegados con cola al suelo...
No vimos el sol ni por un instante, hoy me he levantado con un resfriado de los de quedarse en cama varios días, pero no hubiera cambiado lo que viví ayer por nada del mundo.Lugares así te recuerdan que la verdadera belleza de la vida está en cosas que nada dependen de los hombres, sólo de la naturaleza y del increíble curso del planeta.





sábado, 21 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 72: LA PIJAMADA: HISTORIAS PARA NO DORMIR

A las 6 de la tarde las primeras niñas empezaban a llamar a la puerta, a toda prisa, terminé de descargar algunas canciones que quería ponerles en la noche y la película "Cadena de favores". Me imaginaba la pijamada como una noche entre amigas, de risas y dormir cuando las fuerzas ya no le llegaran a la sin hueso. Debí pensar que esta vez yo sería la adulta responsable y no una más de ellas por mucho que así lo quisiera. Las 14 chicas llegaron semipuntuales y colocamos las mesas del comedor para dejarle sitio a los cordones. Cada una transportó su colchón y se prepararon para venir todas a la misa de las 7. 
Parecía que la homilía estaba pensada para ellas, el padre Clever, habló del machismo de la Iglesia y de la sociedad sin pelos en la lengua y reclamó que la lucha de la mujer por conseguir su sitio en el mundo, debe pasar obligatoriamente porque la mujer aprenda a respetarse. Estoy totalmente de acuerdo, tanto de su visión de una iglesia adaptada al siglo XXI, con mujeres líderes capaces de ejercer las mismas funciones de un hombre, como que la base de cualquier cambio social pasa por el respeto. El respeto de la mujer a sí misma y en especial el de estas adolescentes por lo que representan. Muchas escuchaban atentas mirándome de vez en cuando como buscando mi aprobación sobre lo que decía el sacerdote, y aunque las más rebeldes, parecían mirar a otro lado, siempre había un momento en el que inevitablemente alguna palabra se les colaba en el subconsciente. Me sentía orgullosa de verlas allí, juntas, compartiendo algo más que la calle y los cotilleos. Incluso al final de la misa, cuando el sacerdote pidió colaboración para la rifa que está organizando el comedor, ellas fueron protagonistas. Sentí por un momento que eran el centro de ese pequeño mundo en el que nos encontrábamos y que esa atención las sonrojaba. Son niñas muchas de ellas faltas de cariño, de atención, de personas a las que les importe lo más mínimo dónde están y con quien, y ahora mismo, eran las protagonistas de un templo.
Salimos de misa y organizamos la cena, 27 perritos calientes que me había dejado preparados la Hermana Esther, bolsas de gusanitos y zumo de naranja. Todo empezó a descontrolarse minutos después. 
Como siempre, la comida es un problema. En un ambiente en el que escasea, se convierte en una verdadera obsesión y aunque la primera ronda de perritos fue bastante tranquila, la ansiedad por un hambre que no sabían tan siquiera si iban a tener, las llevaba a reclamar aún con medio perrito en la mano, el siguiente. 
 Después de cenar las dejé un ratito que ensayaran los bailes que me querían mostrar mientras me duchaba y me ponía el pijama. Cuando volví en seguida, se pusieron a bailar. Dramáticamente, descubrí cómo funciona la mente de un pederasta. Entendí muy a mi pesar como en la debilidad humana hay espacio para el deseo sexual con niñas que apenas rozan la pubertad. La enfermedad de esas mentes, que ya no necesitan excusa, se acrecentaría si las viesen bailar. Niñas, porque a los 13 o 14 años sigues siendo una niña, contoneando sus caderas, abriendo sus piernas y restregándose entre ellas con cualquier tipo de actitud, menos con inocencia. Desgraciadamente, los bailes latinos, en especial el regueton, no hacen ningún favor en este aspecto pues han creado toda una cultura de adoración sexual al rededor de ellos: "Es como se baila esto, me decían", mientras yo miraba horrorizada movimientos que probablemente habré imitado yo en algún momento de mi adolescencia.
Cuando terminó el baile las senté separadas de aquellas que las habían observado y le pregunté al público: ¿Qué opináis de la actuación?. "Purete" (muy bien) , decían todas. Pero la cosa cambió cuando les pregunté ¿Si fuérais chicos que las vieran bailar qué opinaríais?. Algunas me decían que escogerían a la que bailara mejor, otras me se quedaban pensando. Entonces me puse a bailar yo, imitando lo que habían hecho ellas. Un ataque de risa generalizado duró varios minutos y luego acabaron confesando que parecía un baile de una cualquiera "Pues eso es en lo único que van a pensar los chicos que os vena bailar".Seguimos escuchando música pero un grupo de ellas, haciéndose las valientes, comenzaron a meterse con otra que no les caía bien antes de la pijamada. La pobre, que intentaba también parecer más chula que ellas y más fuerte, estaba destrozada. En este conflicto estábamos cuando entraron la hermana Gloria y la hermana Ilda que me ayudaron a calmar los ánimos y juntas reflexionamos con  las niñas sobre el sentido de la pijamada: "No es una noche de baile nada más, las hemos elegido para que tengan la oportunidad de resolver todas esas dudas propias de la adolescencia y que no son fáciles de aclarar en la calle, queremos que esto sea más una convivencia en laque todas aprendamos algo, que una noche que pase de balde". 
La hermana Gloria tiene un don para hablar. Su tono de voz es dulce pero firme como si te masajeara el tímpano cuando suena, es realmente de esas voces cálidas que te pasarías horas escuchando y gracias a eso, las niñas se calmaron. Les puse el tema "Respétense", de Mestiza y Neblina, un rap que habla de forma directa, dura y sin tapujos de la realidad de muchas de las niñas de hoy en día: el sexo sin control, el mal uso de las redes sociales y el peligro del embarazo adolescente.
Escucharon atentamente y algunas incluso varias veces la canción. Después les preguntamos qué era lo que habían entendido de la letra, qué quería decir realmente y si estaban de acuerdo. Conseguimos captar su atención los minutos suficientes como para que la conversación derivara en historias personales realmente dramáticas que cada una de estas niñas guarda para sí y enmascara de una falsa rebeldía.
Una de las niñas comenzó diciendo: " Mi madre me tuvo a los 14 años después de haber intentado abortar varias veces". Inmediatamente la sala entera, incluso las más rebeldes y reacias, escuchaban sin pestañear su testimonio: "Tenía problemas con la droga y cuando yo tenía 6 años ella murió, tengo 4 hermanos a los que no he vuelto a ver desde entonces. Yo anduve de casa en casa y nadie me decía que mi madre había muerto, sólo que estaba de viaje y volvería al año siguiente. Así hasta que cumplí 8 años y ya me dijeron la verdad. Me adoptó una señora pero sin ningún tipo de papeles, su marido me quería, pero ella jamás me consideró su hija. Durante los 5 años que estuve en su casa, siempre me trató como una criada: "Tú eres mi criada y estarás conmigo hasta que yo lo diga", me decía. "
A medida que iba abriendo su corazón, todo el dolor de estos años salían por sus lágrimas que caían en el colchón como gotas de tormenta. "Cuando ya no podía más, me adoptaron los hermanos de mi mamá ya hora vivo con ellos y estoy bien; pero cuando oigo a las niñas quejarse de sus mamás, decir que las odian o que no las soportan, les digo: "Quieran por favor a sus madres, que al menos las tienen vivas". Dicho esto se oyeron en el silencio narices moqueando y cuando levanté la mirada, todas las pequeñas lloraban. Al lado de la que contaba la historia, otra que se había sentado a su lado para intentar consolarla, lloraba a moco tendido. Pero más aún lloraban cuando la niña dijo: "Mi sueño por el que rezo a Dios todos los días, es encontrar a mis hermanos, volverlos a ver y que todos estén vivos y bien, que no les haya pasado nada e irnos a vivir todos juntos a una casa grande". 
La sinceridad  de la joven me conmovió y su historia nos caló hondo a todas esta noche, desde las hermanas hasta las niñas, todas aprendimos algo que va más allá del aspecto físico o el aparente carácter de una persona que en su interior puede esconder un baúl de sentimientos guardados bajo la llave de la vida.
Hubo muchas anécdotas esta noche no tan conmovedoras: intentos de fuga, peleas y desde luego una de las noches más largas de mi vida. No fue la pijamada que esperaba, no fue el comportamiento ideal que pudieron tener, no fue fácil y hubo momentos en los que hubiera llamado a sus padres para que las recogieran. En ocasiones, pensaba cuánto me había equivocado con esta idea, quién me habría mandado meterme en semejante berenjenal yo sola, cuándo finalmente se quedarían dormidas antes de acabar con mi paciencia...pero entonces recordé la historia de la niña, subí a desayunar y hablando con las hermanas me dijeron: "Olaya, enhorabuena porque has introducido un nuevo método de formación y evangelización: la pijamada. Créenos que aunque haya sido duro, difícil y cansado, ha servido para mucho más de lo que te imaginas". 
Quizás sea cierto, quizás sea el camino y la puerta a una nueva forma de abrirse a los pequeños, de tratar sus problemas desde el cariño del trato más personal separado del bullicio del comedor, quizás haya merecido la pena....¡Qué diablos, sólo porque esa niña encontrara un segundo de paz en su calvario y compartiera su dolor, ya ha merecido la pena! 
Y ahora os dejo, se me cierran los ojos, el calor me aplasta los párpados todavía más que el cansancio...ha sido una noche larga, en todos los sentidos.
pd: me sorprendió no emocionarme por el testimonio de la niña, descubrí con pena, que quizás me estoy insensibilizando y eso me horroriza. . ¿Será que han sido demasiadas vivencias intensas, demasiadas historias impactantes en estos dos meses de voluntariado?No quiero convertirme en esa masa de borregos que se sienten ajenos al mundo porque ya lo han visto y vivido todo...será el cansancio que ralentiza mis sentidos...mañana espero recuperar la perspectiva emotiva de la vida.


viernes, 20 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 71: COCINA DE RESACA, RECETAS DE PAN Y BIZCOCHO CASERO

Para mí estas recetas que os voy a mostrar hoy, son cocina de resaca, pero de resaca de cansancio. A las 3 de esta tarde, hora paraguaya, la hermana María, la sobrina de la hermana Esther (Aida) y yo nos hemos puesto manos a la obra con el calor húmedo de la primavera en el ambiente y con la siesta atragantada.

Para muchos de vosotros serán recetas de resaca de fiesta, por la hora en la que las voy a publicar; otros tendréis resaca de una semana dura en el trabajo y por ahí también os va a ayudar a endulzaros la vida.
Ya sea porque llegáis de fiesta muertos de hambre creyéndoos Arguiñano a las 4 de la mañana, porque la peli se os alargó en medio de la noche y el Open Cor ya está cerrado o porque simplemente os apetece, hoy os traigo, desde Paraguay dos suculentas y fáciles recetas: DE PAN Y TARTA.

Os he de aclarar antes de empezar, que no es un pan cualquiera, si lo hacéis bien, pueden ser los bollitos de pan más ricos del mundo (os lo dice una experta en comer xd) y en cuanto a la tarta (que aquí en Paraguay llaman torta), es más bien, un bizcocho esponjoso y suave que está jugoso a pesar de no llevar ningún relleno. A mi personalmente, no me gustan esos bizcochos secos que se te atoran en la garganta y casi necesitas que vengan los bomberos para que te enchufen la manguera en la boca y eso baje...es por eso que si sois de esa clase de gente como yo, adoraréis este bizcocho.


ELABORACIÓN DE LA TORTA


  1.  Batemos dos claras de huevo hasta punto de nieve.
  2. Agregamos las yemas y seguimos batiendo hasta que el color sea uniforme.
  3. Le sumamos a la mezcla la taza de azúcar y seguimos removiendo hasta que se deshagan los grumos.
  4. Ponemos media taza de aceite vegetal y removemos.
  5. Agregamos dos tazas de harina y hacemos un hueco en el medio de la harina para poner las 2 cucharadas de Royal. Tapamos con la harina el Royal para que no salte con la leche.
  6. Agregamos dos tazas de leche y batimos bien toda la mezcla hasta que sea uniforme. 
  7. Le añadimos ralladura de limón, de naranja o vainilla al gusto.

  • Precalentamos el horno a 180º durante 10 minutos. Untamos la bandeja con aceite o mantequilla incluso en los costados para que no se pegue. El horno debe calentar durante los primeros 20 minutos sólo por la parte inferior, una vez que veamos que la masa sube y que hay burbujas en la superficie, encendemos la parte superior y dejamos cocinar hasta que se dore.

TIP: Puedes ser creativo, una vez que te salga bien esta receta, experiment añadiéndole a la mezcla nueces, toppinsg de chocolate, fresas deshidratadas...la imaginación no tiene límites.

ELABORACIÓN DE LOS BOLLITOS DE PAN:

  1. En un bol grande mezclamos la levadura, el azúcar, la harina,la leche y el aceite TIP:  Un consejo sobre la leche, se puede agregar a la leche del tiempo un poco de agua bien caliente en el fondo de la taza para calentarla. Con una cuchara mezclamos todos lo ingredientes en el recipiente elegido.
  2. Una vez echa la mezcla, agregamos taza a taza la harina amasando cada vez para que quede suave. TIP: si nos echamos en las manos un poquito de aceite, la masa no se nos pegará y podremos moverla mejor.
  3. Amasamos toda la mezcla varias veces.
  4. Después de amasar bien la mezcla, vamos separando trocitos de masa con las manos y haciendo bolas del tamaño de nuestra palma.

    TIP: para que quede más esponjoso y suave, amasamos y una vez redondeado, introducimos dos dedos (el índice y el corazón) por debajo de la masa apretujándola hacia arriba como quien aprieta un trozo de plastilina haciendo un círculo con los dedos gordo e índice de la otra mano. Cuando la masa rebose por esa mano, agarramos esa bolita y girándola la despegamos de nuestros dedos.
  5. Colocamos las bolitas en una bandeja de horno a cierta distancia unas de otras ya que al hinchar se pueden fusionar.
  6. Una vez conseguida la masa, tapamos el recipiente con un pañito para que suba la mezcla. Esperamos unos 30- 40 minutos para que suba la masa y precalentamos el horno a 200º. 
  7. Cuando ya esté caliente dejamos el pan hornear al gusto (suelen ser 40-50 minutos).

Os digo porque lo acabamos de hacer, que dos horneadas de bollitos y un bizcocho para 10 personas, están terminados en poco más de una hora.
                                                                               PD: No vayáis a creer que todo esto lo sabía yo antes de que Aída, sobrina de la hermana Esther, nos lo enseñara esta tarde. Por eso le quiero agradecer desde aquí su paciencia y talento. En breve será una estupenda mamá. :)