sábado, 21 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 72: LA PIJAMADA: HISTORIAS PARA NO DORMIR

A las 6 de la tarde las primeras niñas empezaban a llamar a la puerta, a toda prisa, terminé de descargar algunas canciones que quería ponerles en la noche y la película "Cadena de favores". Me imaginaba la pijamada como una noche entre amigas, de risas y dormir cuando las fuerzas ya no le llegaran a la sin hueso. Debí pensar que esta vez yo sería la adulta responsable y no una más de ellas por mucho que así lo quisiera. Las 14 chicas llegaron semipuntuales y colocamos las mesas del comedor para dejarle sitio a los cordones. Cada una transportó su colchón y se prepararon para venir todas a la misa de las 7. 
Parecía que la homilía estaba pensada para ellas, el padre Clever, habló del machismo de la Iglesia y de la sociedad sin pelos en la lengua y reclamó que la lucha de la mujer por conseguir su sitio en el mundo, debe pasar obligatoriamente porque la mujer aprenda a respetarse. Estoy totalmente de acuerdo, tanto de su visión de una iglesia adaptada al siglo XXI, con mujeres líderes capaces de ejercer las mismas funciones de un hombre, como que la base de cualquier cambio social pasa por el respeto. El respeto de la mujer a sí misma y en especial el de estas adolescentes por lo que representan. Muchas escuchaban atentas mirándome de vez en cuando como buscando mi aprobación sobre lo que decía el sacerdote, y aunque las más rebeldes, parecían mirar a otro lado, siempre había un momento en el que inevitablemente alguna palabra se les colaba en el subconsciente. Me sentía orgullosa de verlas allí, juntas, compartiendo algo más que la calle y los cotilleos. Incluso al final de la misa, cuando el sacerdote pidió colaboración para la rifa que está organizando el comedor, ellas fueron protagonistas. Sentí por un momento que eran el centro de ese pequeño mundo en el que nos encontrábamos y que esa atención las sonrojaba. Son niñas muchas de ellas faltas de cariño, de atención, de personas a las que les importe lo más mínimo dónde están y con quien, y ahora mismo, eran las protagonistas de un templo.
Salimos de misa y organizamos la cena, 27 perritos calientes que me había dejado preparados la Hermana Esther, bolsas de gusanitos y zumo de naranja. Todo empezó a descontrolarse minutos después. 
Como siempre, la comida es un problema. En un ambiente en el que escasea, se convierte en una verdadera obsesión y aunque la primera ronda de perritos fue bastante tranquila, la ansiedad por un hambre que no sabían tan siquiera si iban a tener, las llevaba a reclamar aún con medio perrito en la mano, el siguiente. 
 Después de cenar las dejé un ratito que ensayaran los bailes que me querían mostrar mientras me duchaba y me ponía el pijama. Cuando volví en seguida, se pusieron a bailar. Dramáticamente, descubrí cómo funciona la mente de un pederasta. Entendí muy a mi pesar como en la debilidad humana hay espacio para el deseo sexual con niñas que apenas rozan la pubertad. La enfermedad de esas mentes, que ya no necesitan excusa, se acrecentaría si las viesen bailar. Niñas, porque a los 13 o 14 años sigues siendo una niña, contoneando sus caderas, abriendo sus piernas y restregándose entre ellas con cualquier tipo de actitud, menos con inocencia. Desgraciadamente, los bailes latinos, en especial el regueton, no hacen ningún favor en este aspecto pues han creado toda una cultura de adoración sexual al rededor de ellos: "Es como se baila esto, me decían", mientras yo miraba horrorizada movimientos que probablemente habré imitado yo en algún momento de mi adolescencia.
Cuando terminó el baile las senté separadas de aquellas que las habían observado y le pregunté al público: ¿Qué opináis de la actuación?. "Purete" (muy bien) , decían todas. Pero la cosa cambió cuando les pregunté ¿Si fuérais chicos que las vieran bailar qué opinaríais?. Algunas me decían que escogerían a la que bailara mejor, otras me se quedaban pensando. Entonces me puse a bailar yo, imitando lo que habían hecho ellas. Un ataque de risa generalizado duró varios minutos y luego acabaron confesando que parecía un baile de una cualquiera "Pues eso es en lo único que van a pensar los chicos que os vena bailar".Seguimos escuchando música pero un grupo de ellas, haciéndose las valientes, comenzaron a meterse con otra que no les caía bien antes de la pijamada. La pobre, que intentaba también parecer más chula que ellas y más fuerte, estaba destrozada. En este conflicto estábamos cuando entraron la hermana Gloria y la hermana Ilda que me ayudaron a calmar los ánimos y juntas reflexionamos con  las niñas sobre el sentido de la pijamada: "No es una noche de baile nada más, las hemos elegido para que tengan la oportunidad de resolver todas esas dudas propias de la adolescencia y que no son fáciles de aclarar en la calle, queremos que esto sea más una convivencia en laque todas aprendamos algo, que una noche que pase de balde". 
La hermana Gloria tiene un don para hablar. Su tono de voz es dulce pero firme como si te masajeara el tímpano cuando suena, es realmente de esas voces cálidas que te pasarías horas escuchando y gracias a eso, las niñas se calmaron. Les puse el tema "Respétense", de Mestiza y Neblina, un rap que habla de forma directa, dura y sin tapujos de la realidad de muchas de las niñas de hoy en día: el sexo sin control, el mal uso de las redes sociales y el peligro del embarazo adolescente.
Escucharon atentamente y algunas incluso varias veces la canción. Después les preguntamos qué era lo que habían entendido de la letra, qué quería decir realmente y si estaban de acuerdo. Conseguimos captar su atención los minutos suficientes como para que la conversación derivara en historias personales realmente dramáticas que cada una de estas niñas guarda para sí y enmascara de una falsa rebeldía.
Una de las niñas comenzó diciendo: " Mi madre me tuvo a los 14 años después de haber intentado abortar varias veces". Inmediatamente la sala entera, incluso las más rebeldes y reacias, escuchaban sin pestañear su testimonio: "Tenía problemas con la droga y cuando yo tenía 6 años ella murió, tengo 4 hermanos a los que no he vuelto a ver desde entonces. Yo anduve de casa en casa y nadie me decía que mi madre había muerto, sólo que estaba de viaje y volvería al año siguiente. Así hasta que cumplí 8 años y ya me dijeron la verdad. Me adoptó una señora pero sin ningún tipo de papeles, su marido me quería, pero ella jamás me consideró su hija. Durante los 5 años que estuve en su casa, siempre me trató como una criada: "Tú eres mi criada y estarás conmigo hasta que yo lo diga", me decía. "
A medida que iba abriendo su corazón, todo el dolor de estos años salían por sus lágrimas que caían en el colchón como gotas de tormenta. "Cuando ya no podía más, me adoptaron los hermanos de mi mamá ya hora vivo con ellos y estoy bien; pero cuando oigo a las niñas quejarse de sus mamás, decir que las odian o que no las soportan, les digo: "Quieran por favor a sus madres, que al menos las tienen vivas". Dicho esto se oyeron en el silencio narices moqueando y cuando levanté la mirada, todas las pequeñas lloraban. Al lado de la que contaba la historia, otra que se había sentado a su lado para intentar consolarla, lloraba a moco tendido. Pero más aún lloraban cuando la niña dijo: "Mi sueño por el que rezo a Dios todos los días, es encontrar a mis hermanos, volverlos a ver y que todos estén vivos y bien, que no les haya pasado nada e irnos a vivir todos juntos a una casa grande". 
La sinceridad  de la joven me conmovió y su historia nos caló hondo a todas esta noche, desde las hermanas hasta las niñas, todas aprendimos algo que va más allá del aspecto físico o el aparente carácter de una persona que en su interior puede esconder un baúl de sentimientos guardados bajo la llave de la vida.
Hubo muchas anécdotas esta noche no tan conmovedoras: intentos de fuga, peleas y desde luego una de las noches más largas de mi vida. No fue la pijamada que esperaba, no fue el comportamiento ideal que pudieron tener, no fue fácil y hubo momentos en los que hubiera llamado a sus padres para que las recogieran. En ocasiones, pensaba cuánto me había equivocado con esta idea, quién me habría mandado meterme en semejante berenjenal yo sola, cuándo finalmente se quedarían dormidas antes de acabar con mi paciencia...pero entonces recordé la historia de la niña, subí a desayunar y hablando con las hermanas me dijeron: "Olaya, enhorabuena porque has introducido un nuevo método de formación y evangelización: la pijamada. Créenos que aunque haya sido duro, difícil y cansado, ha servido para mucho más de lo que te imaginas". 
Quizás sea cierto, quizás sea el camino y la puerta a una nueva forma de abrirse a los pequeños, de tratar sus problemas desde el cariño del trato más personal separado del bullicio del comedor, quizás haya merecido la pena....¡Qué diablos, sólo porque esa niña encontrara un segundo de paz en su calvario y compartiera su dolor, ya ha merecido la pena! 
Y ahora os dejo, se me cierran los ojos, el calor me aplasta los párpados todavía más que el cansancio...ha sido una noche larga, en todos los sentidos.
pd: me sorprendió no emocionarme por el testimonio de la niña, descubrí con pena, que quizás me estoy insensibilizando y eso me horroriza. . ¿Será que han sido demasiadas vivencias intensas, demasiadas historias impactantes en estos dos meses de voluntariado?No quiero convertirme en esa masa de borregos que se sienten ajenos al mundo porque ya lo han visto y vivido todo...será el cansancio que ralentiza mis sentidos...mañana espero recuperar la perspectiva emotiva de la vida.


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