viernes, 13 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 64: CAMINO A FILADELFIA

Hoy la hermana Esperanza me ha llevado a ver Filadelfia. Hemos salido a las 6 de la mañana y he dejado la habitación de la semanera cuando aún las pequeñas estaban dormidas.
Muchos piensan que lo interesante de viajar es llegar al destino, en mi opinión el viaje en sí es lo más interesante. Es en esas largas horas de coche, autobús, transbordos, taxis, etc. cuando surgen las mejores conversaciones, las anécdotas y para mi, cuando se viven las horas más intensas.
Creo que un medio de transporte tiene la capacidad de crear momentos únicos, canciones en la carretera y conversaciones más profundas que la vida diaria. En un blog con más tiempo os explicaré la cantidad de cosas que he aprendido hoy en Filadelfia: sobre los menonitas, su persecución por Stalin, su llegada a Paraguay, las tradiciones de su comunidad, etc, pero hoy no quiero dejar pasar de largo el viaje.
Son 6 horas de camino, 3 de ida y 3 de vuelta por la ruta transchaco, una carretera de asfalto que tiene baches, boquetes y badenes cada cual peor que el anterior y tremendamente peligrosos. Por ella circulan vehículos utilitarios los que menos, camionetas, furgones pero sobretodo camiones. Camiones de 28 metros de largo de día y de noche en una carretera sin  iluminación, sin arcenes, sin barreras, sin señales de tráfico...es decir, una carretera que cada vez que llegas a tu destino has sobrevivido a la muerte.
Dicho y hecho, delante nuestra un camión se había salido de la carretera. Estaba inclinado sobre el monte pero por suerte no había volcado. El conductor parecía estar comprobando los daños pero él estaba bien, lo peor, el susto claro...bueno y a saber cómo saca ahora el camión del monte...
Don Francisco, el chófer de las hermanas que nos lleva, nos comenta que seguramente intentaría esquivar un bache pero que la inercia del remolque arrastró la cabeza del camión y lo sacó de la pista.
La conversación siguió su curso en esos términos y una anécdota llevó a otra hasta que la hermana Esperanza nos contó al historia de la hermana Micaela cuando pasábamos por el puente de Río Verde: "Micaela era una monja que estaba aprendiendo a conducir y antes este puente era de tablas de madera. Iban en el coche ella y un sacerdote que venía de dar misa en Pozo Colorado, fue sobre el 8 de febrero, pocos días después de llegar yo a Paraguay en el 76. Perdió el control del vehículo y se cayeron al río. La hermana Micaela murió en el acto, el sacerdote pudo salir arrastrándose del vehículo y esperar que un coche lo socorriese. Un avión trasladó el cuerpo de la hermana y al sacerdote herido desde una estancia cercana hasta Asunción. Ella tenía pocos más de 40 años. Jamás se me olvidará". Sólo un segundo más tarde una cruz clavada en un cerro a la orilla del río apareció frente a nosotros. "Esa es la cruz, ahí pasó".
Me intriga mucho la vida de la hermana Esperanza, siempre tiene alguna historia de sus muchos años de misionera en el Chaco, o en Argentina. Hoy le he preguntado por su profesión: enfermera. "Cuando llegué aquí venía de trabajar en hospitales en los que había unos equipos de la mejor tecnología del momento, una gran cantidad de médicos y enfermeras. Sin embargo aquí era mi responsabilidad la salud de los indígenas y de la gente que me rodeaba. Acudían a mi y yo simplemente me encomendaba a Dios para procurar ayudarles. No tenía demasiados medicamentos y había cosas que tenían que tratarlas en la ciudad, pero no siempre podían". Me quedé callada pensando si hacerle o no la pregunta que me rondaba desde que empezamos a hablar. No por morbo, sino más bien por interés humano: "¿Se te ha muerto alguien?".  Sin embargo no titubeó al decirme: "Sí". Vi desde el asiento de atrás del coche como su mano se movió al pecho como un acto reflejo: "Cada historia la llevo grabada aquí (se tocó el pecho) y aquí" ( y con el índice señaló su cabeza). Pude notar que su mirada se dirigió entonces al horizonte de tierra del camino y se perdió en el recuerdo: "Nunca me olvidaré de una pequeña que vivía de Pedro Pepeña "(misión indígena que las hermanas tuvieron que abandonar hace apenas un par de años). "Era la mayor de una pareja joven, pero no tendría más de 7 años. Ese año toda la escuela fue presa de una horrible gripe que atacaba a los bronquios y a los pulmones, estaban enfermos profesores y alumnos. Ella llegó con los mismos síntomas y le di el remedio igual que al resto. A los pocos días, sus padres la trajeron de vuelta al dispensario. Estaba peor. Cuando le levanté la camiseta me di cuenta de que tenía unas manchas en la barriguita, como si hubiera vasos sanguíneos rotos. Esto no es una gripe, pensé. En ese momento las opciones más probables eran la leucemia o algún otro problema sanguíneo que se escapaba de los medios que teníamos allí. No podía hacerle ni un simple análisis "(la voz se le resquebraja en ciertas frases y carraspea pero sin llegar a dejar que los recuerdos le impidan terminar la historia).  Le dije al padre que la debía llevar con urgencia a un hospital que estaba cruzando ya la frontera con Argentina. Para llegar allí, tenía que atravesar un río en una balsa o usar un rudimentario teleférico con su hija enferma. Haciendo un gran esfuerzo su padre la llevó y le hicieron análisis. No llegaban los resultados y cuando llamamos al hospital para preguntarles, resulta que habían perdido las muestras. Volvieron a mi consulta y la niña estaba peor, así que la hermana Mercedes , el padre y yo, nos fuimos en coche hasta el hospital de nuevo. Lo que más me quedó grabado fue el momento en el que la niña se despidió de su madre en su casa, la madre no podía venir porque estaba a punto de dar a luz y mientras la abrazaba muy fuerte la niña le decía en guaraní: Mamá me muero, mamá me muero. Entonces el padre la arrancó de los brazos de su madre y la apretó muy fuerte contra su pecho y emprendemos el camino. Nos perdimos en la ruta de tierra porque era de noche y todos los caminos parecen iguales, pero finalmente conseguimos llegar. A los pocos días su padre me llamó por teléfono, no pudieron hacer nada por la niña, murió. Aún hoy seguimos sin tener un diagnóstico..."
El silencio se hizo en el coche y ninguno habló durante un rato, otras historias siguieron a esta...otras historias que harían llorar al director de Titanic, historias que quizás con otros medios, en otra parte del mundo, no lo serían...
pd: perdón que de momento este capítulo no tiene fotografía pero creo que las mejores imágenes son las que cada uno imagina en su cabeza al leer una historia como ésta.

1 comentario:

  1. A mí Philadelphia es una de las ciudades que me más me ha gustado visitar, ya que está llena de encanto, cultura e historia, a mí vuelta me he currado una mini-guía de viajes....

    Os dejo el enlace, ya que supongo que le pueda venir bien a algún lector.

    Guía turística de Philadelphia

    Saludos

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