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jueves, 7 de noviembre de 2013

MINI ENTREVISTA SOBRE EL BLOG EN TELEVIGO!

MINI ENTREVISTA SOBRE EL BLOG EN TELEVIGO! gracias a mi amigo @carlosleiro y a todo el Paraguay por haberme permitido vivir esta experiencia!

Entrevista de Carlos Leiro en Televigo a Olaya López blogger mimisionenparaguay.blogspot.com.es

http://www.youtube.com/v/dM8AROcBPIo?version=3&autohide=1&feature=share&showinfo=1&autohide=1&attribution_tag=R8qOY6GdVKuAvHbIY4VCdw&autoplay=1

Ha pasado más de un mes desde mi vuelta, he regresado directamente al punto de partida, me he vuelto a contagiar de los vicios y desesperanzas de este ansiado primer mundo, pero en mi corazón sigue siendo vuestro recuerdo el que ilumina mi sonrisa.

miércoles, 2 de octubre de 2013

CAPÍTULO 75: DEJAVÚ. CAPÍTULO FINAL

 Siento que ya he vivido esto, la historia se repite cada vez con más fuerza. Veo atardecer mientras el avión cierra sus puertas. Atrás he dejado entre lágrimas a mis amigas de Cluny en Paraguay. Si soy sincera tengo más miedo que sueño ahora mismo: miedo al regreso, miedo a mi vida entre la civilización más "moderna" y "avanzada", miedo al "primer" mundo.
Parece que ellas tampoco querían que me fuera: Gloria sujetaba con fuerza la funda del portátil contra su pecho como sabiendo que en el momento en el que la soltara, todo acabaría.
"Pasajeros del vuelo 1263 con destino ESEIZA pueden embarcar por la puerta 4" Esa frase provocó un segundo de shock en todas nosotras, un segundo en el que no hubo palabras y alguien paró el tiempo mientras nos mirábamos a los ojos suspirando por dentro.
No quiero llorar pero cada apretón, cada abrazo y cada una de sus palabras me hacen explotar...no soy la única, en sus ojos se ve el esfuerzo por no seguirme en cada una de las lágrimas, pero sobretodo, de seguir conmigo hasta el final. Da igual los controles de seguridad que pase ni el tiempo que tarde en la fila, porque cada vez que miro hacia atrás, ellas siguen ahí. Siguen mirándome fijamente, siguiendo mis pasos, dando botes para que las vea, saludándome con la mano...No se van hasta el último momento, no se han ido hasta que ya no las puedo ver.
El cielo está rojo, las luces se apagan de golpe y le horizonte de polvo y sombras del atardecer me despide: se va el día, me voy yo. Las luces de la pista parecen las de un estadio que despide a su campeón. JB giro a la derecha, 1980m giro a la derecha, pasamos DB y llegamos a la pista E20; un último giro a la izquierda y una parada en seco. Del silencio al ensordecedor sonido de los motores en aceleración en apenas un segundo, a medida que el tren de aterrizaje se despega del suelo, la gravedad hace que mi cuerpo empuje su peso hacia el suelo, como no queriendo partir del Paraguay.
Hay que ser positivo pero hay que ser realista:  quizás un día, quizás no sea demasiado tarde.
El día empezaba a las 5 y media de la mañana. Me he comprometido a ir a Villa Hayes a entrevistar a las hermanas fundadoras de la misión de Cluny en Paraguay. Me he comprometido y la verdad no me quiero ir sin ese testimonio tan valioso que en unos años será un tesoro del tiempo y la historia. Gloria ha venido a mi puerta sonriente, como siempre, a buscarme para partir con premura pues debemos estar cuanto antes de vuelta; quedan los niños, las despedidas y temas de las maletas por resolver.
Esta noche he dormido apenas 4 horas: la tarde de ayer se alargó hasta casi la madrugada. Resulta que me han dado la sorpresa de llevarme a un restaurante de una ex-alumna de pozo Colorado en la ciudad, vamos todas, las 6, como un equipo tanto en cuerpo como en ilusión porque la verdad que este tipo de salidas no se dan todos los días en las comunidades religiosas. Llegamos al restaurante y lo teníamos para nosotras solas: al tratarse de un bufet, pocos son los clientes que tienen en las noches, cuando las familias prefieren recoger la comida y cenar en la comodidad del hogar. Pero para nosotros mejor, somos las reinas y señoras recibiendo mimos de los camareros y el metre que están totalmente entregados a nuestra visita: nos dan un curso de cómo doblar servilletas con forma de flor, de "chapeu do Papa"...me meo de la risa con mi propia torpeza y acabo dándole un toque "personal" a mi doblez maestra: básicamente lo que mejor me sale es tirarla sobre el plato, retorcerla y decir voi lá! ¡Viva el eclectismo! Después de la clase nos propusimos hincharnos a comer: ¡un bufet asiático y paraguayo para nosotras solas! Llenamos los platos de colores y sabores especiales y nos reíamos tratando de adivinar qué nos metíamos en la boca. De verdad que me lo pasé en grande, disfrutamos como niñas: sin prejuicios, sin fronteras, sin  barreras; sólo un grupo de amigas con vidas tan distintas entre sí como apasionantes en pleno siglo XXI.

Cuando llegamos a casa (cosa que tratamos de retrasar lo más posible), me dijeron que esperara en la puerta de mi habitación que tenían que traerme algo. La Hermana Esperanza apareció por el pasillo entre las planteras cargada de paquetes de papel de estraza con lazos de regalo. Cuando me quise dar cuenta estaba cargada de sorpresas para mi madre para mi abuela y lo mejor de todo: un termo de cuero personalizado para mi. Era un termo como los que llevo viendo desde que llegué a Paraguay: un termo grande, orondo más bien, propio para el agua fría del tereré en las tardes más calurosas de mi querido Chaco; era de color marrón oscuro y claro y tenía grabada una inscripción en la guampa y en el cuero del termo: GRACIAS OLAYA Fdo: PARAGUAY. Siempre había tenido curiosidad por esos termos customizados con los nombres o insignias de sus dueños pero jamás me imaginé que tendría uno mío. Un termo que sabían que quería y que no dudaron en regalarme en nombre de la congregación y supongo que con el corazón de tantos otros que han compartido conmigo estos  casi 70 días de puro sentimiento.  Mi única preocupación, dónde meterlo. Digamos que a  las aerolíneas no entienden de recuerdos, de despedidas ni de sentimientos y que para ellas llevar un termo en la mano no es un regalo, es simplemente, sobrepeso a 50 dólares el kilo. "Aunque tenga que llenarlo de bragas, me lo llevo" dije con total naturalidad. Las hermanas se rieron y con esa mezcla de sentimientos; entre la gratitud, el principio de nostalgia y el cansancio, me puse a hacer la maleta.
La mañana comenzó como un día cualquiera en el comedor, pero como ya os dije antes, un poco más temprano: me fui a Villa Hayes con Gloria a entrevistar a las hermanas Rosa y Ascensión, fundadoras de la misión en Paraguay.
Por el camino disfruté de cada vista, de cada metro recorrido, de cada paisaje, del puente del río Paraguay....de todo por última vez. He dormido tres horas, apenas he terminado la maleta y no he podido preparar la entrevista. Mi mayor miedo: quedarme dormida o peor aún, quedarme en blanco y desaprovechar la oportunidad, perder esos valiosos minutos de testimonios que difícilmente podrán repetirse: ahora o nunca.
Después de un perfecto desayuno de chocolate caliente y pan con mantequilla nos ponemos manos a la obra. La primera: la hermana Rosa. Los años que tenga no importan demasiado, cada centímetro de arruga corresponde a un mes de su vida, cada mueca a una experiencia, y cada una de sus miradas perdidas, a los miles de recuerdos que aún conserva su memoria. Comienza tímida, indecisa, mirándose en el iphoto como en un espejo hasta que se familiariza con la cámara; luego, me da mil vueltas en naturalidad y desparpajo, pasados 5 minutos.
La entrevista dura asi 40 minutos, en ella hablamos de todo: los comienzos, las etapas más fáciles , más difíciles, la diferencia cultural, la fe, las sectas... .Me interesa sobretodo que ella, como todas las personas de cierta edad, son vestigios de tiempos pasados, máquinas del tiempo al alcance de todos que muchas veces dejamos pasar desapercibidas sin valorar que son testigos únicos del tiempo.

Cuando termina una reflexión final me hace pensar en el sacrificio que estas mujeres han hecho de toda una vida: "Vale la pena entregar la vida al Señor en cualquier misión, pero si es una misión, misión, más todavía" Me habla y sus ojos se iluminan, se la ve radiante, feliz a pesar de no haber llevado la vida que otros llevarían, una vida común al margen de la entrega absoluta a una creencia ¿Quién soy yo o nadie para juzgar la felicidad? Imaginad por un momento que Dios no existiera, que las leyes de la física pudieran explicar la vida más allá de la muerte como un simple tránsito energético que nada tuviera que ver con ninguna deidad conocida....que no hubiera nada al otro lado. ¿Qué importaría si así fuera? Esta mujer ha vivido una vida feliz y vivirá la muerte con una ilusión que va más allá de la preocupación de la podredumbre carnal...¿sólo por eso, no son aquellos que creen en algo más felices?¿no son acaso más afortunados que cualquier otro que viva su existencia con el miedo a un final permanente lleno de vacío? Esta mujer al final de sus vidas no le teme al vacío, a la nada, porque considera que morir es el principio de la vida eterna. ¿No sería más fácil afrontar la muerte si todos tuviéramos esa fe? La fe, en cualquier sentido, se está perdiendo quizás por eso llenamos nuestras vidas de artificios que dejen nuestra mente en blanco para no tener miedo, miedo a desaparecer sin dejar rastro; miedo en definitiva  a pensar en todo aquello que tememos.
Al margen de la religión, la fe, en lo que sea, debería mover el mundo, pero parece un concepto agonizante en tiempo modernos...
Volviendo al tema, que divago más que un político para explicar los sobresueldos bajo mano, la siguiente en  sentarse fue la hermana Rosa.
De ella me sorprendió su relato, en parte, he de confesarlo, me apenó. No la vi como la hermana Ascensión, no noté esa chispa en sus ojos al hablar de su vida, no sentí esa alegría, sino que percibí, y ella misma me confesó que le hubiera gustado hacer más en la vida. Que quizás , si volviera atrás, cambiaría momentos de cierta desgana o de dejarse llevar, por un chute de cafeína y más recuerdos que poder contarme hoy. Creo que está algo deprimida y eso afecta a su testimonio, estoy segura que por mucho que diga, esa cabeza suya y ese corazón la están traicionando; estoy segura que detrás de esa aparente desidia hay miles de historias pendientes por contar.
Una foto rápida de familia y de vuelta corriendo a Asunción, hoy es mi último día y quiero pasarlo con los niños del comedor. Ayer les he comprado (me niego a comprarles caramelos), juguetes de estos pequeñitos que se meten en las piñatas y hoy se los quiero regalar cuando estén todos en la comida.
La cantidad de cosas pendientes y la falta de tiempo me abruman. Como en todos los viajes el tema de las maletas, el sobrepeso, la facturación, los vuelos, etc. pone nervioso a cualquiera, pero además este viaje no se merece un hasta luego corriente, se merece una despedida a la altura de lo vivido.
Creo que estoy viviendo todo ahora mismo como una zombi, sin reparar realmente en que cada momento del día y cada hora ya no se repetirán mañana.
Preparo corriendo  una presentación con diapositivas parecida a la de Pozo pero más  a la carrera todavía, cierro las maletas, llamo a la compañía, termino la presentación de Power Point de la Hermana Cristina, envío el diseño del logo de las camisetas...todo sin perder un segundo, pero afortunadamente, parece que la mañana se ralentiza y me permite hacerlo todo sin pausa pero sin prisa.
Llego al comedor, como siempre, nada más poner un pie en la verja, los niños, sobre todo los más pequeños se me abalanzan corriendo sobre cualquier parte de mi cuerpo que aún conserve un centímetro al cual agarrarse: en cada dedo de la mano llevo un niño, colgados en los brazos, agarrados de mi cintura e incluso colgados de mis piernas como monos. De seguir así nos vamos a caer, pero vaya, que es lo que menos me importaría y no cambiaría esta sensación por ninguna otra. Creo que están intentando lesionarme para que me quede...xdxd.
Las hermanas me ayudan a preparar el equipo técnico y comienza la presentación. Como en Pozo, a cada fotografía, se ríen, se  sorprenden y se ilusionan. La Hermana Esther me da un codazo y me dice: "Vamos a tener que poner presentaciones de estas todos los días porque es la primera vez que comen tranquilos jejej." Las notas de I Believe I Can Fly acompañan cada diapositiva y todos nos emocionamos.
Cuando termina les entrego los juguetitos que reavivan toda esa energía y diablura que les caracteriza: "Yo no quiero este" "Dame el otro" "Dame más"....suspiro....hay cosas que no cambian xdxd
Cuando ya me dirigía a la cocina para repartir el zumo, me requirieron en el centro del comedor: tenían una sorpresa preparada. Zacarías y Montse, dos de los niños, estaban pegados a la pizarra con las manos hacia atrás, ocultando algo en su espalda. Todos en más o menos silencio y me dicen: tenemos algo para ti.
Zacarías se puso todo nervioso, ya no sabía dónde meter la cabeza de la vergüenza y se reía compulsivamente. Me dio un sobre de estraza enorme lleno de cartas y recuerdos de TODOS los niños del comedor, cada uno había escrito algo, había metido en esa carta sus recuerdos y vivencias conmigo y , algunos, incluso habían incluido regalos: unos pendientes, una pulsera. "Mira mi carta" "¡No! mira la mía" y se peleaban porque viera la suya primero. Por desgracia, el tiempo no me daba y tuve que guardar todo rápidamente en el sobre jurándoles que leería todas y cada una de ellas en el avión.
Pero la cosa no había terminado, Montse seguía esperando su turno. Me acerqué a ella y le dije: "¿ Y tú también tienes algo para mi? ¡Madre mía!". Me dio un abrazo y un beso enormes y sacó de su espalda un cartel de cartulina con muchas frases de amistad, de amor, etc. En el centro del cartel, un muñeco en forma de corazón que tenía...¡Más cartas dentro!. Mi corazón iba a cien por hora, no había lágrimas en mis ojos sino expectación por leer esas cartas; pero por otro lado mi cabeza no paraba de repetir "Por favor, que quepan en la maleta, que quepan en la maleta" Tracé mil planes secundarios si no cabían: me imaginé atándolas con cuerda a mi cintura para pasarlas por los controles, metiéndolas dentro de los pantalones bombachos, de la capucha de mi sudadera....cualquier sitio me parecía bueno con tal de que no dejar ni uno sólo de esos regalos atrás.
Salir del comedor fue una odisea aún mayor que la que viví ese mismo día cuando llegué. Ahora sí que no podía andar, no me dejaban. Se me colgaban literalmente de cualquier centímetro libre (incluso del culo) para rogarme que no me fuera. La hermana Esther me miraba y no podía dejar de reírse mientras intentaba que llegáramos sanas y salvas hasta la puerta. Los abrazos, los susurros en el oído y los te quieros y no te vayas  fueron constantes hasta el final....tan constantes que siguen sonando ahora mismo en mi cabeza.
Ha sido la experiencia más inolvidable de mi vida, ha sido la locura más maravillosa que he cometido, el endeudamiento más justo y el cariño y tiempo mejor regalados.
Gracias a los que lo habéis leído y vivido conmigo, gracias a los que os quedáis para seguir luchando y a otros como yo que dejasteis huella. Gracias a la gente que compró algo en el mercadillo solidario y me permitieron afrontar los primeros gastos, gracias a todos los que de alguna manera, aunque fuera leyendo, habéis hecho posible este sueño.
Gracias a los niños, gracias al Paraguay, gracias mis hermanitas....GRACIAS EN GENERAL.

Y esto nos lleva de nuevo al avión a los miles de kilómetros que ya me separan de vosotros. A esos kilómetros que me hacen desear más que nada en el mundo, que  el armario de mi casa se convierta en una puerta como la de Narnia pero al Paraguay, para seguir velando por vuestros sueños, para veros crecer reír o llorar pero sobretodo para no olvidaros jamás.
Este blog ha sido mi pequeña contribución a un mundo que necesita cambiar. Un mundo que tiene que mirar más allá de las fronteras del egoísmo y la autocompadecencia. Ha sido un blog de viajes, de experiencias en el que he puesto mi corazón y cada una de mis vivencias sin reparar en censuras o florituras. 75 capítulos que reflejan tal y como los he vivido momentos de desesperación, de alegría de emoción, de impotencia y , en definitiva, de todas las emociones que el mundo se ha olvidado que son humanas con toda la humildad que una experiencia de este tipo te proporciona.
Espero que tú que has decidido coger el relevo, tú que serás el próximo en vivir todo lo que he vivido ya, aproveches cada segundo de tu tiempo con el único consejo que te puedo dar: ayuda y déjate ayudar, que la vida es corta, el tiempo vuela y todo llega a su final.

martes, 24 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 74: LAS ÚLTIMAS 24 HORAS DE MI VIDA

Puede parecer exagerado, pero es así: mi vida no será la misma dentro de 24 horas.  Como un cronómetro marcha atrás, los minutos más que nunca se hacen irrepetibles y los segundos parece que se escuchan a cada tic-tac del reloj. 
Ahora sí que sí, esto se acaba: se acaban los despertares a las 6 de la mañana, las voces de los niños,los rezos, se acaban las comidas en comunidad y las constantes tareas pendientes; ya no hay más viajes ni despedidas porque esta es la definitiva.
Volveré de nuevo a España y su constante crisis, al agobio por la falta de empleo, a preocuparme por el precio de la gasolina y a ver como pasan los días sumida en la misma rutina que tenía antes de venirme. Entonces todo esto que ahora vivo y siento en mi carne me parecerá un sueño. Un sueño intenso y apasionado, pero al fin y al cabo un sueño. Como todos los buenos sueños irá cayendo en el olvido con el paso de los días, de los meses, de los años...hasta que un día pueda regresar a soñar de vuelta a Paraguay. 
Aquí he aprendido a ver los problemas que todos consideramos aplastantes en el primer mundo con más objetividad, a valorar el techo sobre el que duermo y el plato que cada día tengo en mi mesa sin preocupaciones; he aprendido que las apariencias engañan, que el dolor más intenso se puede ocultar tras una enorme sonrisa y que el amor en la mirada de un niño puede cambiar el rumbo de un día entero.
Supongo que esta reflexión la hacen todas las personas que pasan un tiempo en un entorno más deprimido que el suyo, donde la pobreza hace valorar cada detalle que te parece evidente en tu acomodada vida cotidiana. Pero no me preocupa recordar cuánto valoro cada cosa que tengo ahora mismo, eso es fácil; me preocupa hacer de este sentimiento algo permanente que pueda contagiar a los demás y que no se me olvide en cuanto vea el primer escaparate de ZARA.
Cada sociedad y sus depresiones pero todas ellas deprimentes igualmente y mi pregunta:¿cómo voy a hacer entender a los que he dejado todo lo que he vivido en estos meses? ¿cómo voy a explicarles que ya no soy la misma chica que se despedía de ellos en el aeropuerto? Por mucho que haya escrito y por muy bien que lo explicara, los sentimientos, de momento, sólo le pertenecen a uno: las veces que he llorado de impotencia por la historia de un niño, las que he reído de absoluta felicidad...imágenes que se repiten en mi cabeza como en una pantalla gigante que sólo yo puedo ver.
¿Y si ahora cuando llegue no encajo? ¿y si ni siquiera soy capaz de comprender el mundo en el que vivo? ¿Y si todo lo que pasa en mi entorno, la gente que me rodea me parece de repente una superficial?¿Y si yo misma dentro de un mes vuelvo a ser la misma de antes? ¿Cómo voy a aceptar un contrato basura después de haber luchado tanto por los derechos de otros?
Mañana a estas horas, estaré volando a de vuelta a mi realidad repasando mentalmente todos los momentos vividos que volverán a mi con cada vez más intermitencia en mi vuelta al día a día.
Quiero agradecer a todos los que han formado parte de esta experiencia, para bien o para mal, el que la hayan compartido conmigo. A los lectores fieles que hacéis de mi diario de abordo un estímulo para vuestras vidas y la mía, a los que descubristeis Paraguay a través de mis palabras, a esos que habéis llorado y reído con cada historia, a todas las personas que me he encontrado en este camino y en definitiva a todos los que me habéis hecho llegar hasta este momento en el que meto en mi maleta 18 kilos de ropa, 4 kilos de regalos y miles de kilos de recuerdos únicos.
Especial agradecimiento a mis hermanitas de San José de Cluny en todas las comunidades del Paraguay especialmente a las de Asunción, por haberme hecho sentir una más de la familia, por ser mis hermanas postizas y compañeras de batallas, por aprender fotografía , por vivir con tanta alegría una vida que no vale para cualquiera y en definitiva por creer en mi. Me llevo de Paraguay amigas, hermanas y en ocasiones madres que han sido un ejemplo de entereza cuando me fallaban las fuerzas. Seguid luchando por todas las causas nobles de las que he sido testigo con esa actitud luchadora y sin perder la sonrisa que os hace únicas:
Hermana María, no cambies nunca, con tu dulzura y tu personalidad haces más fácil la vida de los demás. Tienes un don que te hace especial: cuando alguien se acuerde de ti, siempre recordará una cosa: tu sonrisa. 
Hermana Ilda, eres joven pero tienes las ideas más claras que muchos adultos "maduros"; sin importarte lo que opinen los demás sobre tu vida, caminas firmemente con tus convicciones, no pierdas nunca esa fe tan envidiable.
Hermana Esther, eres fuerte y tu carácter hace que consigas lo que te propones. Eres igual que yo, adicta a esos pequeños diablillos que nos consumen la vida pero sin los cuales no podríamos vivir. Que puedan contar contigo muchos, muchos, muchos años más.
Hermana Gloria, tienes algo que mi madre define como ángel, cautivas a los que se acercan a ti y cuando hablas, la ternura de tu voz conmueve al mundo. Vas por delante de los quehaceres sin hacerte apenas notar, eres como esos duendes que todo el mundo querría tener a su lado, que trabajan mientras uno duerme. Gracias por hacerme reír hasta llorar.
Hermana Esperanza, naciste líder y morirás líder. Una líder positiva que contagia un espíritu de superación y renovación constante a cuantos se cruzan por tu camino. Dejas tras de ti una estela que grita: TODO ES POSIBLE , el tiempo es oro. Nos parecemos mucho y por eso mi mejor consejo es que nos tomamos la vida a veces como una carrera en la que hay constantes metas pero jamás un final. Debemos luchar por no correr tan rápido que no aprovechemos los momentos por pensar ya en el siguiente escalón.
De Paraguay me llevo un corazón que pesa al menos 50 kilos más de lo que me pesaba cuando llegué, un cuerpo (el mío) que también lleva 6 kilos más que cuando lo traje y un libro de recuerdos tan intensos, que el azul, el blanco y el rojo de la bandera han teñido mi sangre del mismo color.

Sólo el tiempo me dará las respuestas a todas mis preguntas, sólo mis actos concluirán si realmente he aprendido algo de todo lo vivido, sólo mis pies serán testigos de los caminos recorridos y sólo Dios sabe si me voy para no volver jamás. 

Ahora entiendo por qué desde pequeñita quería venirme de voluntariado, por qué quería casarme en las cataratas del Iguazú sin conocerlas si quiera y por qué el destino me puso en este avión y no en otro....

No siempre ha sido fácil: he visto broncearse los cuerpos de la gente en España, mientras el mío engordaba y empalidecía; he visto cómo sus melenas lucían más lindas en vacaciones mientras la mía se me caía a manos llenas;he visto sus pieles maquilladas y tersas mientras las bolsas de mis ojos crecían cada día; he visto sus fotos en la playa cuando yo estaba tiritando con la bufanda al cuello...pero al fin y al cabo, fotos iguales a la de otros veranos, sin cambios, sin más retos que los de salir cuantas más noches mejor...es cierto que pude haber descansado, es cierto que pude haber viajado a hoteles de lujo, tomado el sol de la mañana a la noche...pero entonces no existiría
este blog, ni esta experiencia, ni siquiera existiría yo tal y cómo soy ahora: más gorda, más pálida, más ojerosa y hasta con piojos pero  sobretodo, mucho más feliz. :)

23 horas 59 minutos, 23 horas 58 minutos, 23 horas 57 minutos de vida...de esta vida.





lunes, 23 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 73: LA MAGIA DE LAS CATARATAS DE IGUAZÚ: SIGUIENDO LA RUTA QUETZAL

El día no parecía acompañar demasiado, las nubes de tormenta asomaban en el horizonte mientras el viento comenzaba a soplar cálido y fuerte como el principio de un ciclón. Las ventanas comenzaron a batirse mientras cenábamos y nosotras sólo podíamos pensar que nos esperaba un viaje de 8 horas de noche, camino a Iguazú.
Las hermanas le pedían a San Martín que barriera sus nubes hacia el Chaco Central donde hace tanta falta el agua como el alimento, pero pronto, comenzaron a caer las primeras gotas mientras el cielo se iluminaba a ritmo de sonoros tambores.
Desde pequeña, cuando vi un documental sobre la ruta Quetzal, siempre he dicho que me casaría en las cataratas del Iguazú. Mañana, no tan lejos de ese sueño, voy a verlas por primera vez en mi vida.
Llegamos a la terminal con la cautela y el tiempo propios de la hermana Esperanza, que hasta que no nos metimos en el autobús, no se quedó tranquila. Es una mujer que hace tanto y quiere hacer más todavía, que la vida a su lado sucede a otro ritmo. Nos parecemos bastante en ese sentido. Ella siempre piensa que las cosas son posibles si se trabaja por ellas, que no hay que dejarle margen a la suerte más allá de sus oraciones y que más vale ahora que mañana.

Me siento como en una excursión con la escuela, pero es raro, porque ahora las que antes eran mis cuidadoras son mis compañeras de viaje. Es curioso que en un autobús de dos pisos, a las que más se nos oía era a nosotras: cantamos, reímos y hasta jugué a probarme el velo para ver cómo me quedaba. 
La hermana María colocó su velo por delante de los ojos a modo de pañuelo y las demás se lo quitaron para dormir a gusto. Entonces me di cuenta que detrás de cada velo había una mujer que si bien antes ya conocía, ahora era más evidente. Me las imaginaba vistiendo de calle, luciendo modelitos o paseando por qué no en una vida paralela con sus hijos y sus maridos por el parque. 
Mucho hemos hablado en este viaje sobre sus vidas, sobre si no han pensado en elegir otros caminos, sobre la maternidad y el amor terrenal. Ahora que ya me voy es más fácil hacer preguntas, es más fácil tener largas conversaciones sobre la vida y sus misterios, porque ahora ya no son personas que me interesan desde un punto de vista periodístico por lo peculiar de haber elegido un tipo de vida tan poco común y entendido; sino porque ahora, son más que cualquier otra cosa, mis amigas.
Parece increíble que esté diciendo esto (pensarán algunos), pero yo pienso ¿y por qué no?. Podemos tener amigos albañiles, ingenieros, prostitutas, ¿pero no monjas?. Mi madre siempre me enseñó que lo importante de una persona no es su físico o su profesión, el dinero que tenga o las influencias, sino su interior; si es buena persona,no se necesitan más explicaciones. 
Bueno pues andábamos las chicas y yo de pijamada en el autobús con risas por aquí por allá, compartiendo galletitas, haciéndonos fotos hasta que en un momento de la noche (no recuerdo muy bien cual), el ruido de la lluvia en los cristales y la comodidad de los asientos reclinables nos vencieron y sucumbimos a un profundo sueño que duró 7 horas.
Cerca de las 7 de la mañana llegamos a Ciudad del Este, última ciudad paraguaya en la frontera con Brasil. Allí, los trámites de la aduana nos hicieron bajar del autobús y pude contemplar como aquella ciudad era ya un moderno icono del primer mundo, muy lejos de los paisajes de pobreza del Chaco y el interior del país: pantallas luminosas, centros comerciales, tiendas y edificios modernos y altos...
Era domingo y estaba saliendo el sol, en ese momento, éramos las únicas habitantes de sus calles. Al otro lado, Brasil, con su verde y su bandera ondeando al viento anunciándose desde la lejanía: en pocos minutos estaría en otro país de nuevo, otra lengua, otra moneda...y sólo por cruzar un puente.
El río Paraná se veía hermoso con las luces del alba, la oscuridad de la noche se peleaba en el reflejo del agua con los primeros colores de la mañana. En el medio una isla, como un cerro verde y esplendoroso, parecía un trozo de selva que flotaba en el río: frondosa, impenetrable...desde lejos parecía el escondite perfecto para un pirata. 
Bajamos de nuevo en la aduana cuando pasamos el puente, ahora sí, Brasil, aquí me tienes; a punto de cumplir un sueño de la infancia bajo tu bandera. El viento de la tormenta aún se sentía y agitaba con fuerza la inmensa bandera brasileira empapada por la lluvia. Estábamos ya en Foz do Iguaçú a dos autobuses de distancia de mis queridas cataratas.
Después de un buen desayuno en la terminal, por cierto no esperéis desayunar algo dulce si no lo buscáis bien porque la costumbre, al menos en la parte en la que estuvimos, es meterte algún tipo frito como la empanada entre pecho y espalda a golpe de 8 de la mañana.
El café me hizo volver a la realidad y mentalizarme ahora sí, de que ya estábamos cada vez más cerca. En apenas una hora como mucho, vería de cerca y si el tiempo me lo permitía, el paraíso natural con el que soñaba de niña.
Dos autobuses más tarde y un par de anécdotas después, llegamos a la entrada del parque. Allí una vez comprado el boleto (que varía de precio según el país del que procedas) nos subimos a un autobús panorámico que lleva desde el principio del parque al sendero turístico de las cataratas que se hace a pie.
Yo me atrevía a ir arriba, sin cristales, sintiendo con mi recién adquirido chubasquero, el agua en mi cara azotando cada vez más intensamente: la mala suerte me persigue, así que me voy al otro lado del mundo dos meses y justo el único día que voy a hacer turismo, llueve.
Pero el recorrido aún así era hermoso, los árboles y el bosque eran tan frondoso que apenas se veía un palmo más allá del asfalto. Enredaderas verdes cubrían los troncos de los árboles y los pájaros volaban de copa en copa como si estuvieran en el paraíso.
Fin de trayecto, paseo de las cataratas. Bajamos del autobús con el tiempo justo de inmortalizar con mi cámara el momento y echar a andar de nuevo. El tiempo apremia cuando una tormenta se avecina.
Descendimos por la ladera de la montaña siguiendo el sendero turístico sin ver nada más que bosque. De pronto tras una curva las vi a lo lejos. Me quedé sin palabras. Enormes torrentes de agua blanca y espuma que descendían con la fuerza de mil impulsos hacia el vacío. Una humedad intensa me hizo pensar que estaba lloviendo,pero no, era el agua en suspensión que se alzaba en el cielo por encima de nuestras cabezas al chocar bruscamente contra el río. Aunque todavía estaban lejos, no había lugar a la redonda que se escapara de su sonora presencia y de esa cortina de agua que levantaban en el aire.
Nos paramos en la primera vista panorámica, enmudecidas por lo que teníamos delante sólo pude señalar a la cámara para que alguien nos sacara una foto. Haciendo la foto estábamos cuando un Quatí se acercó a mi mochila para buscar comida. ¡Más lindo! libre, suelto, corriendo entre los turistas pero sin asustarse, es más, se acercaba a la gente como pidiéndoles algo de comer. Me fijé bien y descubrí al menos diez entre los arbustos y correteando en la esplanada, con sus patitas, con ese andar tan gracioso y ese hocico respingón...


Seguimos ladera abajo, cada vez más ruido, más agua, más belleza en el más puro estilo de la naturaleza.
Cada mirador era una sorpresa, un descubrimiento de una columna de agua nueva, de un río que salía entre los árboles o de los barcos de turistas que se acercaban a la caída del agua peligrosamente.
El color grisáceo del cielo se fundía con el color del agua y la tormenta había teñido de marrón algunas cascadas, el efecto era como una gran cascada de chocolate y nata que caía sobre el río para desaparecer entre el remanso.

En mitad del paseo, unas nubes azules muy oscuras invadieron el cielo, ahora el contraste con el agua blanca y la espuma era evidente. Aproveché para hacer todas las fotografías posibles pero cuando estábamos llegando al paso a nivel para bajar a la rompiente de las cataratas, la lluvia comenzó a caer como el monzón y no había chubasquero en el mundo que cubriera mi mochila, la cámara y mi persona al mismo tiempo. Arriesgué la cámara varias veces dejándola a merced de la intemperie, hasta que, por momentos dejó de funcionar. La pequeña GO-PRO que con tanto esfuerzo compré, se descargó sin haberla siquiera utilizado y fue tan inútil como un bolígrafo sin tinta para un escritor...
Esperamos casi media hora en la tienda de regalos esperando que San Martín barriera las nubes (como dice la Hermana María), pero no llegó a descampar cuando volvimos a la pasarela, ahora para acercarnos lo más posible a la caída del agua. Entre el paraguas, el chubasquero y las bolsas que le había puesto a las cámaras para intentar que se mojaran lo menos posible, creo que parecía más un deshecho gigante que una persona.
El cordón que ajusta la capucha se me debió enganchar y se me fue deshaciendo y enrollando por la cámara, el cuello y todo aquel que se acercaba. La hermana Gloria cada vez que me veía se reía porque toda yo era un casino (como se dice en Italia). Aún así no me resignaba a tratar de inmortalizar ese momento que había imaginado desde que era pequeña. 
Empapada como un pito, mojada desde los pies a la cabeza pero feliz saliendo por la pasarela casi a rastras porque no quería irme de allí. Yo creo que ninguna queríamos. A pesar de la lluvia era un paisaje tan único que te imnotizaba: las cascadas y las formas que dibujaba el agua al caer, ese ensordecedor sonido que parecía venir desde las entrañas de la tierra y esa extraña sensación de tener los pies pegados con cola al suelo...
No vimos el sol ni por un instante, hoy me he levantado con un resfriado de los de quedarse en cama varios días, pero no hubiera cambiado lo que viví ayer por nada del mundo.Lugares así te recuerdan que la verdadera belleza de la vida está en cosas que nada dependen de los hombres, sólo de la naturaleza y del increíble curso del planeta.





martes, 17 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 68: NO LLORES POR MÍ...SAN ISIDRO











Me despierto sobresaltada. No oigo a las niñas. No hay gritos ni carreras. Cuando mis ojos enfocan veo la carretera ante mi. Me había olvidado que me quedé dormida llorando al salir del internado. Estamos de vuelta a Asunción y San Isidro empieza a ser ya un recuerdo.  Delante don Francisco y la hermana Esperanza comentando el camino y yo con algo que me está pinzando el corazón, me falta la respiración, me falta algo y creo que es el internado. La última vez que vi a esos niños hace apenas dos horas, las lágrimas corrían por sus mejillas, incluso Laurita, siempre sonriente, estaba roja y moqueando. "Añandú"(guaraní), "Estoy sintiendo" que mi corazón me pide dar media vuelta y olvidarme del mundo entero. ¿La razón? Pues bien, esta vez no seré yo quien escriba el capítulo, lo escriben ellas y sus cartas de despedida, al final descubriréis por qué me he entregado sin condiciones a ellos:

"Olvidarme de ti eso es imposible, iluminaste los días que pasé contigo con tu alegría y tu sonrisa, iluminaste nuestro corazón con  cada pasito, esa huella siempre quedará marcada. TE QUIERO MUCHÍSIMO, eres una chica excelente, nunca cambies tu forma de ser y sigue luchando siempre por seguir adelante" (Merlyna)

"Gracias por enseñarme a cantar, algún día me verás  cantando en los mejores escenarios, algún día mi sueño se hará realidad y te llevaré siempre en mi memoria"(Eliana)

"Hola Olaya, te quiero muchísimo y te llevaré siempre en mi corazón, quiero preguntarte qué día vas a volver. Quiero que sepas que siempre te recordaré" (Leticia)

"Te escribo esta carta porque quiero que sepas que eres la mejor amiga que he tenido, gracias por enseñarme tantas cosas como los números romanos, matemáticas y todo lo demás. No quiero que te vayas" (Perla)

"Olaya, quiero que el próximo año puedas volver con nosotras y te recibiremos con mucho cariño y alegría, sos la mejor entre las voluntarias, la más linda y la más buena y nunca te olvidaré" (Anahí)
 
"Hola amiga, primeramente decirte que San Isidro siempre será tu casa. Nunca he encontrado una amiga tan linda, amable cariñosa, respetuosa y nunca voy a olvidar los momentos felices que pasamos juntas, en especial las clases de FLAUTAA!!" (Lourdes Patricia)

"Gracias por venir junto a nosotras, te amo mucho, no te voy a olvidar y te voy a esperar siempre" (Wilma)

"Hello my friend! Te escribo este recuerdo, no con tristeza, sino con alegría de haberte conocido, porque eres una mujer genial e inteligente. Guardo muchos momentos que nadie podrá romper ni sacar porque los tengo en mi corazón. Están ocupando el lugar de los mejores recuerdos. Gracias por ofrecerme tu amistad, por darme el cariño de mamá, por enseñarnos sobre la fotografía, por los momentos felices y muchos otros. No voy a dejar que el dolorde tu viaje venza los momentos felices. Yo te quiero como si fueras mi madre, eres tan especial para mí. Desde que llegaste, desde que escuché tu nombre, sabía que algo de mí me acercaba a ti como un imán y luego tu no tardaste en abrirme la puerta de tu amistad. Voy a rezar por ti y por tu familia y para que algún día puedas volver. No olvides que San Isidro ya es tu hogar(...)" (Marlis)

"Oli cuando llegaste a San Isidro, nos alegramos porque no te conocíamos e íbamos a conocer tu alegría, tu vida y esa sonrisa tan hermosa y cálida que nos llena de entusiasmo. No sé como expresarme , sólo puedo decirte que te quiero un montón y que le doy gracias a Dios y a la Virgen por ponerte en mi camino, por enseñarme tantas cosas que valoro y aprecio con todo el cariño que te tengo. No te olvides de que Paraguay es tu 2º terreno y que no pierdo la esperanza de que algún día sea yo quien pueda visitarte y juntas sentir la brisa del mar y viajar por España. Nunca abandonaré mis sueños sin darle la oportunidad de hacerlos realidad. Todos los momentos buenos que hemos pasado se quedan grabados en el corazón y nada ni nadie podrán arrancarlos porque están llaveados con amor. Sos mi amuleto de la buena suerte". (Dahiana)

"Lastimosamente, todo lo que te quiero decir no cabría en este cuaderno. Sé que no he compartido tanto contigo como otras chicas, pero si desde lejos estuve admirando tu forma de ser que me ha gustado mucho. Quiero que sepas que eres una chica muy linda y buena , espero que nunca cambies y que no dejes que nada ni nadie  borre de tu cara esa sonrisa hermosa que tienes. Quiero que sepas que acá en Paraguay  siempre va a haber una chica que te recuerda con mucha alegría y que siempre te va a recordar con los brazos abiertos...." (Soledad)

Estas cartas son sólo una parte de todas las que han escrito. Una parte mínima del cariño y el amor que incondicionalmente te entregan estos pequeños que tiene que despedir cada poco tiempo a quienes pasan por sus vidas como un suspiro. Voluntarios como yo, que han compartido su día a día por muy poco tiempo que fuera. Prometí que no lloraría, les he reñido a ellas por llora cuando me iba, porque debíamos alegrarnos por habernos encontrado en la vida, por compartir buenos momentos, irrepetibles e inolvidables. Quien esté libre de llorar que me tire una caja de clínex porque no he podido mantener mi promesa.

Cada una de ellos me ha pedido que les deje un regalo de recuerdo, pero obviamente no he podido reunir 300 recuerdos así que le he propuesto al director y hermano Aníbal crear el HUELLACÁN, un árbol de los recuerdos adornado por los zapatos de todos los que han pasado por allí y han dejado huella. Así lo hemos hecho. No sé si durará para siempre, ni tan siquiera si seguirán allí la próxima semana, pero mis botas descansan ahora al lado del monumento de San Isidro y allí colgadas en el cielo llevan escrito un mensaje: "Olaya. SEPT 13: NUNCA DEJÉIS DE SOÑAR".
Ahora estoy con ellas bajo ese árbol mirando al cielo y diciéndoles que cuando estén tristes o quieran recordarme sólo deben mirar hacia arriba y pensar que un día hubo una chica tan enamorada de San Isidro que quiso dejar su huella para siempre. JAMÁS ME IRÉ DE AQUÍ SI ME LLEVÁIS EN VUESTROS CORAZONES POR MUY LEJOS QUE ESTÉ.

Si algún día encontráis este blog y lo leéis, he aquí mi carta para vosotr@s:

Queridos niños y niñas de San Isidro:

Sois la luz que ilumina el mundo, pequeños ángeles caídos del cielo para recordarnos que la esperanza del ser humano está puesta en niños como vosotros. Sois el futuro del mundo y el presente regalo de corazones rotos como lo estaba el mío cuando os encontré. Doy gracias al destino por haberme permitido conoceros. He vuelto a ser niña, a jugar a la goma, a la comba, a polis y a cacos, a tocar la flauta a cantar todo el día sin cesar...Sois la droga más adictiva del mundo.
No me olvidaré de esas carcajadas inocentes,  de esas vocecitas agudas, de veros pescar con el agua por las rodillas y los pies enterrados en el fango, de las llantinas que os entran cuando un amigo os decepciona, de veros abrir esos ojitos cada mañana.... en definitiva, no me olvidaré jamás de que como ya os he dicho una vez, me habéis recordado todo lo que en esta vida, merece la pena.

Vosotros profesores, no os rindáis a pesar del cansancio, tomaros un tiempo al día para pensar lo afortunados que sois porque tenéis en vuestras manos criaturas insaciables de cariño, que regalan todo cuanto tienen por un abrazo. Estáis salvando vidas que sino fuera por la escuela, se perderían en medio del Chaco. Estáis dándole a estos niños un futuro más allá del trabajo en el campo y la miseria de la supervivencia. Empapad bien estas esponjas que dejarían seco el río más caudaloso. Aquí sois padres, madres, amigos y confidentes de 300 personitas que dependen las 24 horas de vosotros y que cada año se lanzan al mundo fuera de la protección que sólo encuentran en San Isidro. En ese mundo, contagiarán a quienes les rodean de todo lo aprendido en estas 80 hectáreas, actuarán cómo han actuado con ellos y serán adultos sanos a los que les han permitido ser niños cuando les correspondía. Alegraros porque sois custodios de la infancia que en otros lugares se está perdiendo y recordad que cada cosa que dais ellos os la devuelven multiplicada por todo lo que tienen.
 
Vine con las manos vacías literalmente y me voy con las muñecas llenas de recuerdos, de pulseras, de anillos que no han dudado en regalarme a pesar de ser, en ocasiones, lo único que tenían. Les daba igual quedarse sin nada con tal de que algo suyo viajara conmigo para que no les olvidara. Pero mis queridos niños...¡olvidaros sería totalmente imposible! Lucharé por recordar tan nítidas como las recuerdo hoy, cada una de vuestras caritas sonrientes por el resto de mi vida.

Una voluntaria que ha encontrado en San Isidro mucho más de lo que ha dado.

Olaya López Alonso.

sábado, 14 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 65: YO YA NO SÉ QUÉ PENSAR


"Este domingo me va a llamar mi mamá"
 "Pero¿ cómo lo sabes?"
"El profesor Aníbal la va a llamar para decirle que me llame, pero tienes que hablarle"
"¿Y qué quieres que le diga mi amor, que te llame más?"
"No, que me voy contigo a España".
Se llama Leti y tiene 9 años, su madre lleva sin llamarla y sin venir a verla cerca de mes y medio. El otro día cuando una de las mamás de otra chica vino, ella se me acercó y me abrazó fuerte; la miré y tenía un río de lágrimas corriendo por sus mejillas. "Me hace recordar a mi mamá, yo quiero que venga". Si la voz de un niño cuando llora es desgarradora, más lo es cuando llora porque echa de menos a su madre. Hay momentos en los que tragar saliva es la única opción para intentar salir del paso, pero es que desde que llegué esta niña lleva esperando día tras día, fin de semana tras fin de semana, la llamada de su madre. Cada vez que cuido el recreo y tengo el teléfono se me pega como una lapa intentando adivinar el número que llama incluso antes que yo. Le digo siempre que no se preocupe que su mamá seguro que la está llamando pero que la línea está ocupada porque otras niñas están hablando con sus mamás también; otras veces le digo que no hay señal, que la cobertura no llega y que es culpa de la tormenta o de la antena. Lo cierto es que desde que llegué cada día me invento una excusa, pero se me están acabando. Las hermanas me dicen que seguramente no la dejará venir su patrón o que no podrá llamar por el mismo motivo. No puedo concebir que esta mujer no haya podido llamar a su hija ninguna de las 24 horas que tiene un día en 45 días que lleva ya sin hacerlo. Si es por culpa del patrón desde luego la sociedad está empezando a enloquecer en un sinsentido abominable: ¿cómo puede ser que no le deje tiempo, al menos un rato en un domingo para que venga a ver a su pequeña?; de todas formas ahí también está el espíritu de la persona, del trabajador que si esa situación es cierta, debe rebelarse. Es cierto que el trabajo es necesario para vivir, pero no se puede vivir para trabajar y los derechos del ser humano, de una madre y su pequeña deberían estar sobradamente por encima. Es fácil decirlo y habría que analizar las circunstancias en las que se encuentra la mujer, pero si fuera mi hija, sacaría tiempo, fuerzas y oportunidad para que alguien me dejara al menos llamarla para decirle que estoy bien y que la quiero. ¡Cochino y asqueroso dinero que mueve el mundo! Además si fuera porque esta mujer se está haciendo rica, pues oye habrá quien lo viera hasta necesario pero....¿semejante sacrificio para ni tan siquiera sobrevivir con  cuánto 600.000 guaraníes al mes en el mejor de los casos? (unos 100 euros).

Me comentaba el hermano Aníbal hace poco, que esta situación es muy habitual en la zona del chaco. Latifundios con trabajadores explotados que malviven o sobreviven convencidos por sus patrones de que al menos ahí, un plato de comida no les va a faltar. La ley les obliga a los patrones a pagarles un seguro médico a los trabajadores que les cubra a ellos y a sus hijos menores, pero obviamente si se hace en España, ¿por qué iba a ser diferente aquí en el medio de ninguna parte?.





Los patrones juegan con la falta de formación y la inseguridad de los estancieros, que bajo la promesa de un plato caliente en la mesa, un techo (literalmente, porque en la oferta no asegura tan siquiera el agua, ya no digo potable) y una falsa comodidad se ven atrapados antes las promesas de sus jefes. Dice Aníbal que no protestan por su situación por miedo a perder los trabajos, a que sus propios compañeros se pongan en contra, a perder lo poco que tienen...Pero es verdad que algunos se han levantado, han exigido su seguro médico y que les paguen sus atrasos, en estos casos de momento la justicia, siempre les ha dado la razón. Pero la minoría que lucha es simplemente eso, una minoría. El conformismo paraguayo. Un pueblo que se rige en su mayoría por el "Así no más" y que tras siglos de historia sigue cayendo en manos de caciques (que son los únicos con algo de iniciativa) que buscan enriquecerse a toda costa. Es decir, aquí hay dos problemas, un pueblo conformista que no busca mejorar, y la parte de la sociedad que alimenta esta filosofía porque les conviene el estancamiento del progreso.
Muchos patrones les dicen a sus trabajdores cuando éstos quieren marcharse en busca de algo mejor: "Y te vas a marchar a la aventura, sin tener nada seguro, con tus hijos en la escuela, sin ahorros...aquí por lo menos no te falta la comida y tus hijos pueden estudiar "¡Ala! ya está, convencidos y de vuelta con el fardo a las tres paredes de su humilde morada, trabajando más de 12 horas al día hasta que llegue el momento en que su salud no les permita seguir.  El salario mínimo interprofesional en Paraguay es exactamente de 1.658. 200 que son 278,64 euros para una jornada completa. Que alguien me diga si esta irrisoria cantidad de dinero que sólo se cobra en el mejor  de los casos, es decir en cadenas de supermercados y establecimientos que cumplen la ley, puede servir para prosperar. Alguien me decía el otro día que el salario mínimo parece el salario máximo. Incluso aquí en la escuela, que no está reconocida por el Ministerio como un internado, por lo que sólo se perciben escasos rubros para los profesores y a regañadientes, por un trabajo casi de 24 horas al día y la exigencia diaria que requiere en período lectivo incluyendo fines de semana y feriados, incluso aquí, como decía, ese es el salario que cobran los docentes "Les da para sobrevivir, porque aquí no pagan comida ni casa, cubren sus gastos y algún extraordinario como una estufa, ropa, el macatero, pero no desde luego para ahorrar y permitirse con su trabajo un futuro mejor a pesar del esfuerzo."
Ayer en Filadelfia se me volvía a retorcer el hígado al ver a la comunidad nivaclé (una de las poblaciones de indígenas mayoritarias del chacho), sentada en el suelo delante del supermercado, con sus ropas sucias y desaliñadas, bajo la sombra esperando que los viniesen a recoger en un improvisado campamento. "Son culturas diferentes, chocamos en cuanto a tradiciones y formas de ver la vida"me decía Hatz Borshman uno de los guías del museo de Filadelfia.
Me pregunto hasta que punto la cultura debe respetarse cuando sólo hace acrecentar las diferencias entre ricos y pobres, señores y esclavos, limpios y sucios...¿qué debemos considerar cultura y hasta qué punto el conformismo paraguayo lo es?.