sábado, 14 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 65: YO YA NO SÉ QUÉ PENSAR


"Este domingo me va a llamar mi mamá"
 "Pero¿ cómo lo sabes?"
"El profesor Aníbal la va a llamar para decirle que me llame, pero tienes que hablarle"
"¿Y qué quieres que le diga mi amor, que te llame más?"
"No, que me voy contigo a España".
Se llama Leti y tiene 9 años, su madre lleva sin llamarla y sin venir a verla cerca de mes y medio. El otro día cuando una de las mamás de otra chica vino, ella se me acercó y me abrazó fuerte; la miré y tenía un río de lágrimas corriendo por sus mejillas. "Me hace recordar a mi mamá, yo quiero que venga". Si la voz de un niño cuando llora es desgarradora, más lo es cuando llora porque echa de menos a su madre. Hay momentos en los que tragar saliva es la única opción para intentar salir del paso, pero es que desde que llegué esta niña lleva esperando día tras día, fin de semana tras fin de semana, la llamada de su madre. Cada vez que cuido el recreo y tengo el teléfono se me pega como una lapa intentando adivinar el número que llama incluso antes que yo. Le digo siempre que no se preocupe que su mamá seguro que la está llamando pero que la línea está ocupada porque otras niñas están hablando con sus mamás también; otras veces le digo que no hay señal, que la cobertura no llega y que es culpa de la tormenta o de la antena. Lo cierto es que desde que llegué cada día me invento una excusa, pero se me están acabando. Las hermanas me dicen que seguramente no la dejará venir su patrón o que no podrá llamar por el mismo motivo. No puedo concebir que esta mujer no haya podido llamar a su hija ninguna de las 24 horas que tiene un día en 45 días que lleva ya sin hacerlo. Si es por culpa del patrón desde luego la sociedad está empezando a enloquecer en un sinsentido abominable: ¿cómo puede ser que no le deje tiempo, al menos un rato en un domingo para que venga a ver a su pequeña?; de todas formas ahí también está el espíritu de la persona, del trabajador que si esa situación es cierta, debe rebelarse. Es cierto que el trabajo es necesario para vivir, pero no se puede vivir para trabajar y los derechos del ser humano, de una madre y su pequeña deberían estar sobradamente por encima. Es fácil decirlo y habría que analizar las circunstancias en las que se encuentra la mujer, pero si fuera mi hija, sacaría tiempo, fuerzas y oportunidad para que alguien me dejara al menos llamarla para decirle que estoy bien y que la quiero. ¡Cochino y asqueroso dinero que mueve el mundo! Además si fuera porque esta mujer se está haciendo rica, pues oye habrá quien lo viera hasta necesario pero....¿semejante sacrificio para ni tan siquiera sobrevivir con  cuánto 600.000 guaraníes al mes en el mejor de los casos? (unos 100 euros).

Me comentaba el hermano Aníbal hace poco, que esta situación es muy habitual en la zona del chaco. Latifundios con trabajadores explotados que malviven o sobreviven convencidos por sus patrones de que al menos ahí, un plato de comida no les va a faltar. La ley les obliga a los patrones a pagarles un seguro médico a los trabajadores que les cubra a ellos y a sus hijos menores, pero obviamente si se hace en España, ¿por qué iba a ser diferente aquí en el medio de ninguna parte?.





Los patrones juegan con la falta de formación y la inseguridad de los estancieros, que bajo la promesa de un plato caliente en la mesa, un techo (literalmente, porque en la oferta no asegura tan siquiera el agua, ya no digo potable) y una falsa comodidad se ven atrapados antes las promesas de sus jefes. Dice Aníbal que no protestan por su situación por miedo a perder los trabajos, a que sus propios compañeros se pongan en contra, a perder lo poco que tienen...Pero es verdad que algunos se han levantado, han exigido su seguro médico y que les paguen sus atrasos, en estos casos de momento la justicia, siempre les ha dado la razón. Pero la minoría que lucha es simplemente eso, una minoría. El conformismo paraguayo. Un pueblo que se rige en su mayoría por el "Así no más" y que tras siglos de historia sigue cayendo en manos de caciques (que son los únicos con algo de iniciativa) que buscan enriquecerse a toda costa. Es decir, aquí hay dos problemas, un pueblo conformista que no busca mejorar, y la parte de la sociedad que alimenta esta filosofía porque les conviene el estancamiento del progreso.
Muchos patrones les dicen a sus trabajdores cuando éstos quieren marcharse en busca de algo mejor: "Y te vas a marchar a la aventura, sin tener nada seguro, con tus hijos en la escuela, sin ahorros...aquí por lo menos no te falta la comida y tus hijos pueden estudiar "¡Ala! ya está, convencidos y de vuelta con el fardo a las tres paredes de su humilde morada, trabajando más de 12 horas al día hasta que llegue el momento en que su salud no les permita seguir.  El salario mínimo interprofesional en Paraguay es exactamente de 1.658. 200 que son 278,64 euros para una jornada completa. Que alguien me diga si esta irrisoria cantidad de dinero que sólo se cobra en el mejor  de los casos, es decir en cadenas de supermercados y establecimientos que cumplen la ley, puede servir para prosperar. Alguien me decía el otro día que el salario mínimo parece el salario máximo. Incluso aquí en la escuela, que no está reconocida por el Ministerio como un internado, por lo que sólo se perciben escasos rubros para los profesores y a regañadientes, por un trabajo casi de 24 horas al día y la exigencia diaria que requiere en período lectivo incluyendo fines de semana y feriados, incluso aquí, como decía, ese es el salario que cobran los docentes "Les da para sobrevivir, porque aquí no pagan comida ni casa, cubren sus gastos y algún extraordinario como una estufa, ropa, el macatero, pero no desde luego para ahorrar y permitirse con su trabajo un futuro mejor a pesar del esfuerzo."
Ayer en Filadelfia se me volvía a retorcer el hígado al ver a la comunidad nivaclé (una de las poblaciones de indígenas mayoritarias del chacho), sentada en el suelo delante del supermercado, con sus ropas sucias y desaliñadas, bajo la sombra esperando que los viniesen a recoger en un improvisado campamento. "Son culturas diferentes, chocamos en cuanto a tradiciones y formas de ver la vida"me decía Hatz Borshman uno de los guías del museo de Filadelfia.
Me pregunto hasta que punto la cultura debe respetarse cuando sólo hace acrecentar las diferencias entre ricos y pobres, señores y esclavos, limpios y sucios...¿qué debemos considerar cultura y hasta qué punto el conformismo paraguayo lo es?.

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