"Este
domingo me va a llamar mi mamá"
"Pero¿ cómo lo sabes?"
"El
profesor Aníbal la va a llamar para decirle que me llame, pero tienes que
hablarle"
"¿Y
qué quieres que le diga mi amor, que te llame más?"
"No,
que me voy contigo a España".
Se
llama Leti y tiene 9 años, su madre lleva sin llamarla y sin venir a verla
cerca de mes y medio. El otro día cuando una de las mamás de otra chica vino,
ella se me acercó y me abrazó fuerte; la miré y tenía un río de lágrimas
corriendo por sus mejillas. "Me hace recordar a mi mamá, yo quiero que
venga". Si la voz de un niño cuando llora es desgarradora, más lo es
cuando llora porque echa de menos a su madre. Hay momentos en los que tragar
saliva es la única opción para intentar salir del paso, pero es que desde que
llegué esta niña lleva esperando día tras día, fin de semana tras fin de
semana, la llamada de su madre. Cada vez que cuido el recreo y tengo el
teléfono se me pega como una lapa intentando adivinar el número que llama
incluso antes que yo. Le digo siempre que no se preocupe que su mamá seguro que
la está llamando pero que la línea está ocupada porque otras niñas están
hablando con sus mamás también; otras veces le digo que no hay señal, que la
cobertura no llega y que es culpa de la tormenta o de la antena. Lo cierto es
que desde que llegué cada día me invento una excusa, pero se me están acabando.
Las hermanas me dicen que seguramente no la dejará venir su patrón o que no
podrá llamar por el mismo motivo. No puedo concebir que esta mujer no haya
podido llamar a su hija ninguna de las 24 horas que tiene un día en 45 días que
lleva ya sin hacerlo. Si es por culpa del patrón desde luego la sociedad está
empezando a enloquecer en un sinsentido abominable: ¿cómo puede ser que no le
deje tiempo, al menos un rato en un domingo para que venga a ver a su pequeña?;
de todas formas ahí también está el espíritu de la persona, del trabajador que
si esa situación es cierta, debe rebelarse. Es cierto que el trabajo es
necesario para vivir, pero no se puede vivir para trabajar y los derechos del
ser humano, de una madre y su pequeña deberían estar sobradamente por encima.
Es fácil decirlo y habría que analizar las circunstancias en las que se
encuentra la mujer, pero si fuera mi hija, sacaría tiempo, fuerzas y
oportunidad para que alguien me dejara al menos llamarla para decirle que estoy
bien y que la quiero. ¡Cochino y asqueroso dinero que mueve el mundo! Además si
fuera porque esta mujer se está haciendo rica, pues oye habrá quien lo viera
hasta necesario pero....¿semejante sacrificio para ni tan siquiera sobrevivir
con cuánto 600.000 guaraníes al mes en
el mejor de los casos? (unos 100 euros).
Me comentaba el hermano Aníbal hace poco, que esta situación es muy habitual en la zona del chaco. Latifundios con trabajadores explotados que malviven o sobreviven convencidos por sus patrones de que al menos ahí, un plato de comida no les va a faltar. La ley les obliga a los patrones a pagarles un seguro médico a los trabajadores que les cubra a ellos y a sus hijos menores, pero obviamente si se hace en España, ¿por qué iba a ser diferente aquí en el medio de ninguna parte?.
Los
patrones juegan con la falta de formación y la inseguridad de los estancieros,
que bajo la promesa de un plato caliente en la mesa, un techo (literalmente,
porque en la oferta no asegura tan siquiera el agua, ya no digo potable) y una
falsa comodidad se ven atrapados antes las promesas de sus jefes. Dice Aníbal
que no protestan por su situación por miedo a perder los trabajos, a que sus
propios compañeros se pongan en contra, a perder lo poco que tienen...Pero es
verdad que algunos se han levantado, han exigido su seguro médico y que les
paguen sus atrasos, en estos casos de momento la justicia, siempre les ha dado
la razón. Pero la minoría que lucha es simplemente eso, una minoría. El
conformismo paraguayo. Un pueblo que se rige en su mayoría por el "Así no
más" y que tras siglos de historia sigue cayendo en manos de caciques (que
son los únicos con algo de iniciativa) que buscan enriquecerse a toda costa. Es
decir, aquí hay dos problemas, un pueblo conformista que no busca mejorar, y la
parte de la sociedad que alimenta esta filosofía porque les conviene el estancamiento
del progreso.
Muchos
patrones les dicen a sus trabajdores cuando éstos quieren marcharse en busca de
algo mejor: "Y te vas a marchar a la aventura, sin tener nada seguro, con
tus hijos en la escuela, sin ahorros...aquí por lo menos no te falta la comida
y tus hijos pueden estudiar "¡Ala! ya está, convencidos y de vuelta con el
fardo a las tres paredes de su humilde morada, trabajando más de 12 horas al
día hasta que llegue el momento en que su salud no les permita seguir. El salario mínimo interprofesional en
Paraguay es exactamente de 1.658. 200 que son 278,64 euros para una jornada
completa. Que alguien me diga si esta irrisoria cantidad de dinero que sólo se
cobra en el mejor de los casos, es decir
en cadenas de supermercados y establecimientos que cumplen la ley, puede servir
para prosperar. Alguien me decía el otro día que el salario mínimo parece el
salario máximo. Incluso aquí en la escuela, que no está reconocida por el
Ministerio como un internado, por lo que sólo se perciben escasos rubros para
los profesores y a regañadientes, por un trabajo casi de 24 horas al día y la
exigencia diaria que requiere en período lectivo incluyendo fines de semana y
feriados, incluso aquí, como decía, ese es el salario que cobran los docentes
"Les da para sobrevivir, porque aquí no pagan comida ni casa, cubren sus
gastos y algún extraordinario como una estufa, ropa, el macatero, pero no desde
luego para ahorrar y permitirse con su trabajo un futuro mejor a pesar del
esfuerzo."
Ayer
en Filadelfia se me volvía a retorcer el hígado al ver a la comunidad nivaclé
(una de las poblaciones de indígenas mayoritarias del chacho), sentada en el
suelo delante del supermercado, con sus ropas sucias y desaliñadas, bajo la
sombra esperando que los viniesen a recoger en un improvisado campamento.
"Son culturas diferentes, chocamos en cuanto a tradiciones y formas de ver
la vida"me decía Hatz Borshman uno de los guías del museo de Filadelfia.
Me
pregunto hasta que punto la cultura debe respetarse cuando sólo hace acrecentar
las diferencias entre ricos y pobres, señores y esclavos, limpios y
sucios...¿qué debemos considerar cultura y hasta qué punto el conformismo
paraguayo lo es?.
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