jueves, 12 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 63: DESCUBRIENDO LA VIDA DE UN DÍA CUALQUIERA



"Nos iremos el lunes" dijo la Hermana Esperanza. Mi corazón se paró durante un momento, dejé de respirar durante unos segundos de forma inconsciente; mi cara sintió el calor de la tarde y mis ojos se abrieron como platos. "!No¡, quiero decir ¿no nos íbamos el viernes?! respondí sin casi darme cuenta de tono y dejándome llevar por todo lo que sentía en ese momento. "Podemos mirarlo "dijo, pero mi cabeza seguía asediada por la premura del tiempo: "No puede ser...es...demasiado pronto, no me quiero ir de aquí" . De repente me di cuenta de que debía volver a la realidad y que sí o sí , fuera el lunes o el viernes, esta historia se acababa: se acaba el vivir en Paraguay, se acaba el despertarme con los correteos de las niñas a las 5 y media de la mañana, se acaba peinarlas, se acaban las clases de flauta, los consejos de amor, se acaba consolarlas, reñirlas , se acaba despertarme y acostarme sin saber qué día es porque pasa demasiado rápido...
Llevo todo el día sin parar. Por la mañana clase de entrevista y foto a los de 7º y 8º,después proyecto con los más pequeños y un paseo por los proyectos del resto de cursos para reportarlos. Viene la hermana Esperanza (la regional)esta tarde y las niñas se preparan para su visita: toca peinarlas, cuidarlas en la ducha y ayudarlas a ordenar sus enseres. Después de cenar hay acostarlas y vigilar que se pasen toda la noche bailando en el baño....
La mañana fue intensa, digamos que aunque en principio les apasiona el tema de la entrevista, cambiar lengua por foto y mi presencia, en seguida, aparece la vagancia y el calor se convierte en su mejor aliado. Les cuesta mucho expresarse, atender, escribir y en seguida los de 7º (14 años) te dicen que están cansados de copiar 9 diapositivas a letra 20 y que "No da gusto". A regañadientes de algunos y entre las risas de otros, sacamos la clase adelante con bastante éxito: creo que han llegado a la conclusión que las entrevistas sirven para descubrir cosas increíbles del mundo y las personas que nos rodean. Se han entusiasmado cuando les he dicho que van a entrevistar ellos mismos al director y hermano de la congregación de La Salle, Aníbal y al final me han sorprendido con su curiosidad. Al principio de la clase, las preguntas que se les ocurrían para la entrevista eran : ¿cuántos años tienes? ¿ de que equipo eres? ¿tienes hermanos?, etc. Tras explicarles los diferentes tipos de preguntas y entrevistas y el fin que pretenden, les he pedido que cada uno escribiera una pregunta para Aníbal: " ¿No te has arrepentido nunca de ser hermano?" "¿Cómo llegaste a ser director de la escuela después de ser alumno?" . Creo que ahora sí empiezan a pensar como auténticos periodistas y sobre todo, como personas críticas.
Ahora fotografía. Sin duda los de octavo son diferentes, se ve que a la mayoría el tema les apasiona. Les puse un vídeo de 5 minutos de resumen de la historia de la fotografía: no era demasiado bueno, ni extenso, ni todo bien explicado que quisiera, pero al menos esos 5 minutos de audio e imágenes en movimiento captarían más su atención que yo con una tiza dictando teoría de la fotografía desde el encerado. Después del vídeo, un repaso por 25 fotografías que cambiaron el mundo: sus personajes, autores y la historias que esconden. Estaban callados, atentos, sorprendidos y emocionados al mismo tiempo: veía cómo abrían sus ojos como platos  con fotografías del genocidio nazi, cómo se emocionaban con el beso entre la enfermera y el marine en Times Square o cómo intentaban descubrir más leyendas escondidas en la mítica portada de Abbey Road de los Beattles...
Terminada la parte teórica, salimos al patio para que pusieran en práctica lo aprendido estas dos semanas. Mi cámara ya está algo tocada por el clima y tanto uso, pero aún así supieron sacarle partido y en fila de a uno, me mostraron su visión sobre el patio del recreo. Hay algo mágico en saber transmitir una pasión y creo que es el saber contagiarla.

Miércoles a las 14:00, hora del proyecto con los más pequeños. Ellos no cosen, no tocan guitarra, no bailan sevillanas....su proyecto es jugar y me parece bien. Pero con cerca de 45 grados a la sombra lo único que espero es que ni ellos ni yo nos desmayemos en el intento. Buscando una sombra, mi cerebro relacionó rápidamente sombra y escondite y empezamos el juego: 20 enanos, 80 hectáreas de terreno y una hora de juego para encontrarse. Finalmente no se me perdió ninguno...todo un milagro.
En la segunda hora del proyecto me recorro las diferentes actividades que se realizan. Dos niñas de las mayores hacen de guías y puerta por puerta descubro profesores y alumnos entregados a su tarea. La primera parada, la hermana Valentina que enseña croché a las niñas. En cuanto me ven con la cámara, el aula se convierte en una competición por mi atención y el objetivo: "Sacáme un poco..."(entonación latina) "Aquí, aquí". "Mira que lindo mi pañito..." Todas y cada una me enseñan con orgullo lo que yo considero obras de arte dada mi absoluta ignorancia en labores de costura.  Siguiente parada: el Ñandutí. Como ya he explicado en otros capítulos, es un tipo de entramado de costura típico paraguayo que se parece a la tela de una araña. Hasta ahora no había visto el proceso completo y la verdad me sorprenden las habilidades y dedicación de las pequeñas: primero lo cosen sobre un bastidor unido a la tela muy tirante sobre la que realizan los dibujos. 
Luego, una vez terminado el dibujo, el bastidor se almidona para endurecer  las formas que luego se recortarán con una tijera o cúter para dejar finalmente el hilo al descubierto y utilizarlo en decoración, cuadros, pendientes, etc. Sentadas bajo la sombra de un árbol o en una sala con el ventilador, la estampa es entrañable, como  si hubiera retrocedido a la España de mi abuela y las labores que se enseñaban entonces en la escuela.
Otro grupo de chicos realiza artes plásticas en otra aula; hoy toca un comecocos con forma de sapito que cada uno se encarga de personalizar. Me hace gracia una de las chicas que ha conseguido que su sapita se convierta en una princesa de largas pestañas y corona con ojos azules intensos.
De camino nos encontramos un grupo bastante extraño: algunos portan escobas y arrastran carretillas; otros sin embargo llevan guitarras. ¿Será que es un grupo musical de estos modernos como Mayú Maná? Se ríen y me dice el profesor que en ese grupo hay dos labores, unos se encargan del mantenimiento de limpiar y recoger el suelo o las aulas y el otro mientras toca guitarra con el profesor Óscar. A segunda hora los de la guitarra cambian las cuerdas por la escoba y viceversa.
En otras aulas hay más profes con niñas cosiendo, pintando sobre diferentes telas, jugando al ajedrez y observo con admiración la agilidad de sus dedos y la aguja, de la seriedad con la que trabajan y de ilusión con la que me muestran sus progresos.
Escucho voces altas en esta clase antes de entrar. Parece que están reunidos. Es la clase de teatro con el hermano Fernando. Cuando conocí a Fernando enseguida me di cuenta de que tenía un carácter distinto al resto. Es argentino y con él las risas y el buen ambiente están aseguradas, lo que no quita que si la conversación lo requiere, se implica y forma seria y argumentando sin tapujos cualquier tema. Es de esas personas abiertas para las que los tabús son simplemente innecesarios.
Ahora lo observo hablar con los chicos de teatro en corro, están debatiendo sobre la clase en sí, poniendo en común las opiniones de cada uno para participar más, trabajar mejor y en definitiva abrirse al escenario de la vida. Tras la intensidad del coloquio, en el que me sorprende cómo se implican algunos de ellos, toca soltarse con un juego de expresión corporal: los chicos tienen una centella en el cuerpo, como una especie de chispa que tienen que expresar con movimientos y pasarle a un compañero suyo. Me meo de la risa viendo como se mueven, realmente han conseguido vencer la timidez tanto que algunos parecen estar poseídos por un demonio que les provoca terribles espasmos...xdxd.
Me voy a regañadientes para seguir la visita porque realmente me encantaría quedarme como alumna y jugar a la chispita. Creo que sería el proyecto que más me gustaría si fuera alumna.
Cruzamos de nuevo entre los edificios hasta llegar a un pabellón semi-cubierto en el área de los chicos. Allí Iván, otro de los jóvenes profesores enseña danza paraguaya a un grupo de chicos y chicas en el escenario. Él es profesor y también baila con ellos, enseñándoles cada paso y repitiendo cada movimiento una y otra vez para que salga lo más perfecto posible.
La implicación y sacrificio de los docentes que viven 24 horas al día 365 días del año aquí, es realmente admirable. Realmente por mucho que te gusten los niños, es inevitable acabar por los suelos después de un día con ellos. Yo lo sé y llevo aquí a penas dos semanas, no me puedo imaginar si viviera aquí...
El penúltimo punto de mi paseo (creo que mis guías están pelín hartas de mi ya) es la enfermería. En ella, la hermana Raquel (enfermera de San José de Cluny) alecciona a un grupo mixto de chicas y chicos a cortar gasas, hacer pequeñas bolitas de algodón para curar heridas y otras pequeñas tareas para que, aquellos que piensan dedicarse a la salud en un futuro, se vayan relacionando con el medio. "A mí me marea la sangre" dice uno que quiere ser enfermero.  No puedo evitar reírme con el comentario viéndolo tan concentrado que está cortando un trozo de gasa.
Ya casi en casa (la casa de las hermanas donde vivo), oigo un sonido que me transporta inmediatamente a España, más concretamente a mi querida Andalucía, tierra de maravillosos amigos y recuerdos: las sevillanas. Alicia, psicóloga y voluntaria española que lleva todo el año aquí, enseña a un grupo a bailar sevillanas. Se mueven con la gracia de un adolescente (es decir poca o casi ninguna) y la timidez por la cámara hace que sus movimientos sean aún más graciosos. Cuando se van olvidando que estoy ahí es cuando observo que algunos tienen arte y siguen a Alicia atentamente. No pude evitar arrancarme a cantar con un acento andaluz que desde luego no tengo pero que mi garganta no pudo contener: "Esa gitana, esa gitana, se conquista bailando por sevillanas...¡OLE!".
Muchos de los que leéis el blog entenderéis que cuando uno está lejos de casa, de la tierra, de su gente y su cultura, cualquier reminiscencia de ella por pequeña que sea se clava inmediatamente al corazón como si de repente toda la tierra a la que perteneces se te hubiera metido dentro: algo así como una especie de posesión divina que le entra a un español cuando ve tortilla de patata en Alemania por ejemplo. XD
Las más pequeñas, que me persiguen y son mi sombra constante (ay que me las como!!) se animan al oír la música y ellas también quieren bailar. Blásida se pone mis gafas de sol y se arranca a bailar bachata como si fuera un adulto. Otras de las niñas bailan con Ali o por parejas siguiendo su propio ritmo. Si no fuera por el calor y el cansancio, creo que nos pasaríamos la tarde bailando.
Suena la campana, hora de la merienda y de repente el patio que hasta ahora parecía un desierto, se llena de pies diminutos corriendo al comedor y los gritos devuelven a los pájaros (hasta ahora los reyes del silencio) a sus nidos.
Oigo un lloro desconsolado, como cuando ya no te queda aire y la falta de respiración te provoca una especie de ronquido...me acerco a Camila. No me da tiempo a preguntarle qué le pasó cuando me dicen que se cayó y se clavó los dientes de arriba en el labio. Me quedo a cuadros ( a mi madre le pasó lo mismo de pequeña y por lo que me contó le dolió de lo lindo). Efectivamente. Le abro la boca y observo la marca de las paletas (las tiene muy grandes) en el labio inferior, por dentro se ve un agujero de carne roja y sangre, por fuera de la boca un corte confirma mis temores: los dientes atravesaron el labio saliéndole por fuera. 

La hermana Raquel no está, ha ido a llevar a una niña al médico a Pozo Colorado y ahora mismo estoy sola con ellas. La llevo inmediatamente a enjuagarse la boca con agua limpia, la calmo pero creo que estoy más nerviosa que ella aunque estoy haciendo esfuerzos para que parezca que tengo la situación bajo control. Me tranquiliza descubrir que ha sido un corte limpio, el diente no ha sufrido daños y lo peor ha sido el susto y lo escandaloso del golpe.
A lo lejos veo a la hermana Vicenta y corro a su lado, le explico que pasó pero no se alarma, realmente, parece que llevar tantos años entre chiquillos la ha acostumbrado a estas cosas y otras peores. "Eso les pasa por jugar a dar saltos en las camas, tiene que esperara a que vuelva Raquel". Al verla tan sosegada, me calmo también pero sigo sintiéndome mal por la pequeña.
A veces, en estas situaciones y otras, me pregunto si realmente mi profesión es tan útil aquí como la de un voluntario que fuera médico, arquitecto, ingeniero...mi única arma es la palabra, ¿bastará para cambiar el mundo? Sólo el tiempo lo dirá.







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