miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 69: UN JUGUETE, UNA ILUSIÓN.




Muchas veces hemos visto la propaganda de esta campaña que comenzó en el 2000 impulsada por RNE y la Fundación Crecer Jugando. Hoy me he acordado de esas campañas que antaño veía por la televisión y que hoy he vivido algo parecido en mis propias carnes. Como ya sabéis los que me seguís cada día, he vuelto a Asunción y al comedor para niños de la calle (no les gusta que les llamen así), que tienen las hermanas de San José de Cluny cerca de la costanera. El caso es que hoy se ha organizado en el comedor una feria del juguete.
Una feria modesta, con juguetes donados, pero por muy modesta que fue la feria la ilusión de los pequeños no lo fue para nada. Bien temprano se apostaron en la puerta mirando tumbados en la reja hacia el interior del patio del comedor para ser lo primeros en entrar. Cuando me vieron sonaban gritos por todas partes : "OLAYAAAAA, OLAYAAAA" repetían sin cesar. Hoy no me responde el ánimo, así que fui lo más efusiva que pude moviendo sin cesar los brazos en señal de saludo desde la distancia.
Las profes y las hermanas numeraron cada juguete y como en cualquier tómbola hicieron números para cada premio. Separados por varones y nenas, casi 100 juguetes esperaban ansiosos recibir a sus dueños e imaginaros los dueños como estaban. Antes de comer, tumbados en el suelo, miraban por las rendijas del garaje por si sus ojitos podían descubrir qué números correspondían a cada juguete en la oscuridad.
Ayer fue gracioso, resulta que hay un micrófono con su pie muy profesional aunque se ve que es de juguete y una de las niñas, Belén casi se pone de rodillas para pedirle a la hermana que amañara el sorteo: "¡Ay hermana por favor! tooodiiito lo que quieras voy a hacer, pero dame ese micrófono. Yo te digo como hacerlo, mira, tu le pones un número, por ejemplo el 3 y sin que nadie se de cuenta me das a mi el 3 también, y así hermana".
Yo me moría de la risa como estos enanos discurren las trampas y artificios sin necesidad de esforzarse.
Bueno, volviendo al tema, tras la comida se repartieron los números y con un orden que me asombró en estos chicos, se colocaron en filas separados por sexos esperando entregar su número para recibir el tan ansiado juguete.
Hubo un pequeño error de comunicación y se le pusieron los números a los juguetes equivocados, unos que estaban ya bastante viejitos, pero ellos estaban tan ansiosos y contentos por el regalo, que aunque fueran algunos rotos o incompletos, la alegría era la misma: cantimploras, carteras, mochilas, robots, coches, etc.
Al final el pie de micro sigue durmiendo en el garaje junto con la ilusión de Belén en que algún día sea suyo, como otras niñas, piensa ser una cantante famosa y por qué no éste, el comedor, puede ser su primer escenario.
Rápidamente el reparto terminó y cuando me di la vuelta, me encontré a los niños haciéndolos suyos, montando los robots, creando historias, jugando a las aventuras, a las carreras...Otros no estaban contentos con el juguete que les había tocado y andaban intentando convencer a sus compañeros para un trueque que no siempre era justo. Bueno básicamente es una muestra de la vida y de la sociedad en miniatura: conformistas y disconformes, comerciantes y compradores, líderes y sumisos, todo empieza ese día que decides cambiar tu juguete por el que realmente te gusta.

pd: yo los veía contentos con una simple dentadura de plástico y pensaba...yo,que en mis navidades contaba más de cien regalos, que tenía un escaparate de juguetería sólo para mi....yo que ahora los veo a ellos con una centésima parte de todo lo que yo he tenido y que ahora adorna cajas y cajas en un desván...












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