Me
despierto sobresaltada. No oigo a las niñas. No hay gritos ni carreras. Cuando
mis ojos enfocan veo la carretera ante mi. Me había olvidado que me quedé
dormida llorando al salir del internado. Estamos de vuelta a Asunción y San
Isidro empieza a ser ya un recuerdo.
Delante don Francisco y la hermana Esperanza comentando el camino y yo con
algo que me está pinzando el corazón, me falta la respiración, me falta algo y
creo que es el internado. La última vez que vi a esos niños hace apenas dos
horas, las lágrimas corrían por sus mejillas, incluso Laurita, siempre
sonriente, estaba roja y moqueando. "Añandú"(guaraní), "Estoy
sintiendo" que mi corazón me pide dar media vuelta y olvidarme del mundo
entero. ¿La razón? Pues bien, esta vez no seré yo quien escriba el capítulo, lo
escriben ellas y sus cartas de despedida, al final descubriréis por qué me he
entregado sin condiciones a ellos:
"Olvidarme de ti eso es imposible, iluminaste
los días que pasé contigo con tu alegría y tu sonrisa, iluminaste nuestro
corazón con cada pasito, esa huella
siempre quedará marcada. TE QUIERO MUCHÍSIMO, eres una chica excelente, nunca
cambies tu forma de ser y sigue luchando siempre por seguir adelante"
(Merlyna)
"Gracias por enseñarme a cantar, algún día me
verás cantando en los mejores
escenarios, algún día mi sueño se hará realidad y te llevaré siempre en mi
memoria"(Eliana)
"Hola Olaya, te quiero muchísimo y te llevaré
siempre en mi corazón, quiero preguntarte qué día vas a volver. Quiero que
sepas que siempre te recordaré" (Leticia)
"Te escribo esta carta porque quiero que
sepas que eres la mejor amiga que he tenido, gracias por enseñarme tantas cosas
como los números romanos, matemáticas y todo lo demás. No quiero que te vayas"
(Perla)
"Olaya, quiero que el próximo año puedas
volver con nosotras y te recibiremos con mucho cariño y alegría, sos la mejor
entre las voluntarias, la más linda y la más buena y nunca te olvidaré"
(Anahí)
"Hola amiga, primeramente decirte que
San Isidro siempre será tu casa. Nunca he encontrado una amiga tan linda,
amable cariñosa, respetuosa y nunca voy a olvidar los momentos felices que
pasamos juntas, en especial las clases de FLAUTAA!!" (Lourdes
Patricia)
"Gracias por venir junto a nosotras, te
amo mucho, no te voy a olvidar y te voy a esperar siempre" (Wilma)
"Hello my friend! Te escribo este recuerdo,
no con tristeza, sino con alegría de haberte conocido, porque eres una mujer
genial e inteligente. Guardo muchos momentos que nadie podrá romper ni sacar
porque los tengo en mi corazón. Están ocupando el lugar de los mejores
recuerdos. Gracias por ofrecerme tu amistad, por darme el cariño de mamá, por
enseñarnos sobre la fotografía, por los momentos felices y muchos otros. No voy
a dejar que el dolorde tu viaje venza los momentos felices. Yo te quiero como
si fueras mi madre, eres tan especial para mí. Desde que llegaste, desde que
escuché tu nombre, sabía que algo de mí me acercaba a ti como un imán y luego
tu no tardaste en abrirme la puerta de tu amistad. Voy a rezar por ti y por tu
familia y para que algún día puedas volver. No olvides que San Isidro ya es tu
hogar(...)" (Marlis)
"Oli cuando llegaste a San Isidro, nos
alegramos porque no te conocíamos e íbamos a conocer tu alegría, tu vida y esa
sonrisa tan hermosa y cálida que nos llena de entusiasmo. No sé como expresarme
, sólo puedo decirte que te quiero un montón y que le doy gracias a Dios y a la
Virgen por ponerte en mi camino, por enseñarme tantas cosas que valoro y
aprecio con todo el cariño que te tengo. No te olvides de que Paraguay es tu 2º
terreno y que no pierdo la esperanza de que algún día sea yo quien pueda
visitarte y juntas sentir la brisa del mar y viajar por España. Nunca
abandonaré mis sueños sin darle la oportunidad de hacerlos realidad. Todos los
momentos buenos que hemos pasado se quedan grabados en el corazón y nada ni
nadie podrán arrancarlos porque están llaveados con amor. Sos mi amuleto de la
buena suerte". (Dahiana)
"Lastimosamente, todo lo que te quiero
decir no cabría en este cuaderno. Sé que no he compartido tanto contigo como
otras chicas, pero si desde lejos estuve admirando tu forma de ser que me ha
gustado mucho. Quiero que sepas que eres una chica muy linda y buena , espero
que nunca cambies y que no dejes que nada ni nadie borre de tu cara esa sonrisa hermosa que
tienes. Quiero que sepas que acá en Paraguay
siempre va a haber una chica que te recuerda con mucha alegría y que
siempre te va a recordar con los brazos abiertos...." (Soledad)
Estas
cartas son sólo una parte de todas las que han escrito. Una parte mínima del
cariño y el amor que incondicionalmente te entregan estos pequeños que tiene
que despedir cada poco tiempo a quienes pasan por sus vidas como un suspiro.
Voluntarios como yo, que han compartido su día a día por muy poco tiempo que
fuera. Prometí que no lloraría, les he reñido a ellas por llora cuando me iba,
porque debíamos alegrarnos por habernos encontrado en la vida, por compartir
buenos momentos, irrepetibles e inolvidables. Quien esté libre de llorar que me
tire una caja de clínex porque no he podido mantener mi promesa.
Cada
una de ellos me ha pedido que les deje un regalo de recuerdo, pero obviamente
no he podido reunir 300 recuerdos así que le he propuesto al director y hermano
Aníbal crear el HUELLACÁN, un árbol de los recuerdos adornado por los zapatos
de todos los que han pasado por allí y han dejado huella. Así lo hemos hecho.
No sé si durará para siempre, ni tan siquiera si seguirán allí la próxima
semana, pero mis botas descansan ahora al lado del monumento de San Isidro y
allí colgadas en el cielo llevan escrito un mensaje: "Olaya. SEPT 13:
NUNCA DEJÉIS DE SOÑAR".
Ahora
estoy con ellas bajo ese árbol mirando al cielo y diciéndoles que cuando estén
tristes o quieran recordarme sólo deben mirar hacia arriba y pensar que un día
hubo una chica tan enamorada de San Isidro que quiso dejar su huella para
siempre. JAMÁS ME IRÉ DE AQUÍ SI ME LLEVÁIS EN VUESTROS CORAZONES POR MUY LEJOS
QUE ESTÉ.
Si
algún día encontráis este blog y lo leéis, he aquí mi carta para vosotr@s:
Queridos niños y niñas de San Isidro:
Sois la luz que ilumina el mundo, pequeños
ángeles caídos del cielo para recordarnos que la esperanza del ser humano está
puesta en niños como vosotros. Sois el futuro del mundo y el presente regalo de
corazones rotos como lo estaba el mío cuando os encontré. Doy gracias al
destino por haberme permitido conoceros. He vuelto a ser niña, a jugar a la
goma, a la comba, a polis y a cacos, a tocar la flauta a cantar todo el día sin
cesar...Sois la droga más adictiva del mundo.
No me olvidaré de esas carcajadas
inocentes, de esas vocecitas agudas, de
veros pescar con el agua por las rodillas y los pies enterrados en el fango, de
las llantinas que os entran cuando un amigo os decepciona, de veros abrir esos
ojitos cada mañana.... en definitiva, no me olvidaré jamás de que como ya os he
dicho una vez, me habéis recordado todo lo que en esta vida, merece la pena.
Vosotros profesores, no os rindáis a pesar
del cansancio, tomaros un tiempo al día para pensar lo afortunados que sois
porque tenéis en vuestras manos criaturas insaciables de cariño, que regalan
todo cuanto tienen por un abrazo. Estáis salvando vidas que sino fuera por la
escuela, se perderían en medio del Chaco. Estáis dándole a estos niños un
futuro más allá del trabajo en el campo y la miseria de la supervivencia.
Empapad bien estas esponjas que dejarían seco el río más caudaloso. Aquí sois
padres, madres, amigos y confidentes de 300 personitas que dependen las 24
horas de vosotros y que cada año se lanzan al mundo fuera de la protección que
sólo encuentran en San Isidro. En ese mundo, contagiarán a quienes les rodean
de todo lo aprendido en estas 80 hectáreas, actuarán cómo han actuado con ellos
y serán adultos sanos a los que les han permitido ser niños cuando les
correspondía. Alegraros porque sois custodios de la infancia que en otros
lugares se está perdiendo y recordad que cada cosa que dais ellos os la
devuelven multiplicada por todo lo que tienen.
Vine con las manos vacías literalmente y me
voy con las muñecas llenas de recuerdos, de pulseras, de anillos que no han
dudado en regalarme a pesar de ser, en ocasiones, lo único que tenían. Les daba
igual quedarse sin nada con tal de que algo suyo viajara conmigo para que no
les olvidara. Pero mis queridos niños...¡olvidaros sería totalmente imposible!
Lucharé por recordar tan nítidas como las recuerdo hoy, cada una de vuestras
caritas sonrientes por el resto de mi vida.
Una voluntaria que ha encontrado en San
Isidro mucho más de lo que ha dado.
Olaya López Alonso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario