martes, 17 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 68: NO LLORES POR MÍ...SAN ISIDRO











Me despierto sobresaltada. No oigo a las niñas. No hay gritos ni carreras. Cuando mis ojos enfocan veo la carretera ante mi. Me había olvidado que me quedé dormida llorando al salir del internado. Estamos de vuelta a Asunción y San Isidro empieza a ser ya un recuerdo.  Delante don Francisco y la hermana Esperanza comentando el camino y yo con algo que me está pinzando el corazón, me falta la respiración, me falta algo y creo que es el internado. La última vez que vi a esos niños hace apenas dos horas, las lágrimas corrían por sus mejillas, incluso Laurita, siempre sonriente, estaba roja y moqueando. "Añandú"(guaraní), "Estoy sintiendo" que mi corazón me pide dar media vuelta y olvidarme del mundo entero. ¿La razón? Pues bien, esta vez no seré yo quien escriba el capítulo, lo escriben ellas y sus cartas de despedida, al final descubriréis por qué me he entregado sin condiciones a ellos:

"Olvidarme de ti eso es imposible, iluminaste los días que pasé contigo con tu alegría y tu sonrisa, iluminaste nuestro corazón con  cada pasito, esa huella siempre quedará marcada. TE QUIERO MUCHÍSIMO, eres una chica excelente, nunca cambies tu forma de ser y sigue luchando siempre por seguir adelante" (Merlyna)

"Gracias por enseñarme a cantar, algún día me verás  cantando en los mejores escenarios, algún día mi sueño se hará realidad y te llevaré siempre en mi memoria"(Eliana)

"Hola Olaya, te quiero muchísimo y te llevaré siempre en mi corazón, quiero preguntarte qué día vas a volver. Quiero que sepas que siempre te recordaré" (Leticia)

"Te escribo esta carta porque quiero que sepas que eres la mejor amiga que he tenido, gracias por enseñarme tantas cosas como los números romanos, matemáticas y todo lo demás. No quiero que te vayas" (Perla)

"Olaya, quiero que el próximo año puedas volver con nosotras y te recibiremos con mucho cariño y alegría, sos la mejor entre las voluntarias, la más linda y la más buena y nunca te olvidaré" (Anahí)
 
"Hola amiga, primeramente decirte que San Isidro siempre será tu casa. Nunca he encontrado una amiga tan linda, amable cariñosa, respetuosa y nunca voy a olvidar los momentos felices que pasamos juntas, en especial las clases de FLAUTAA!!" (Lourdes Patricia)

"Gracias por venir junto a nosotras, te amo mucho, no te voy a olvidar y te voy a esperar siempre" (Wilma)

"Hello my friend! Te escribo este recuerdo, no con tristeza, sino con alegría de haberte conocido, porque eres una mujer genial e inteligente. Guardo muchos momentos que nadie podrá romper ni sacar porque los tengo en mi corazón. Están ocupando el lugar de los mejores recuerdos. Gracias por ofrecerme tu amistad, por darme el cariño de mamá, por enseñarnos sobre la fotografía, por los momentos felices y muchos otros. No voy a dejar que el dolorde tu viaje venza los momentos felices. Yo te quiero como si fueras mi madre, eres tan especial para mí. Desde que llegaste, desde que escuché tu nombre, sabía que algo de mí me acercaba a ti como un imán y luego tu no tardaste en abrirme la puerta de tu amistad. Voy a rezar por ti y por tu familia y para que algún día puedas volver. No olvides que San Isidro ya es tu hogar(...)" (Marlis)

"Oli cuando llegaste a San Isidro, nos alegramos porque no te conocíamos e íbamos a conocer tu alegría, tu vida y esa sonrisa tan hermosa y cálida que nos llena de entusiasmo. No sé como expresarme , sólo puedo decirte que te quiero un montón y que le doy gracias a Dios y a la Virgen por ponerte en mi camino, por enseñarme tantas cosas que valoro y aprecio con todo el cariño que te tengo. No te olvides de que Paraguay es tu 2º terreno y que no pierdo la esperanza de que algún día sea yo quien pueda visitarte y juntas sentir la brisa del mar y viajar por España. Nunca abandonaré mis sueños sin darle la oportunidad de hacerlos realidad. Todos los momentos buenos que hemos pasado se quedan grabados en el corazón y nada ni nadie podrán arrancarlos porque están llaveados con amor. Sos mi amuleto de la buena suerte". (Dahiana)

"Lastimosamente, todo lo que te quiero decir no cabría en este cuaderno. Sé que no he compartido tanto contigo como otras chicas, pero si desde lejos estuve admirando tu forma de ser que me ha gustado mucho. Quiero que sepas que eres una chica muy linda y buena , espero que nunca cambies y que no dejes que nada ni nadie  borre de tu cara esa sonrisa hermosa que tienes. Quiero que sepas que acá en Paraguay  siempre va a haber una chica que te recuerda con mucha alegría y que siempre te va a recordar con los brazos abiertos...." (Soledad)

Estas cartas son sólo una parte de todas las que han escrito. Una parte mínima del cariño y el amor que incondicionalmente te entregan estos pequeños que tiene que despedir cada poco tiempo a quienes pasan por sus vidas como un suspiro. Voluntarios como yo, que han compartido su día a día por muy poco tiempo que fuera. Prometí que no lloraría, les he reñido a ellas por llora cuando me iba, porque debíamos alegrarnos por habernos encontrado en la vida, por compartir buenos momentos, irrepetibles e inolvidables. Quien esté libre de llorar que me tire una caja de clínex porque no he podido mantener mi promesa.

Cada una de ellos me ha pedido que les deje un regalo de recuerdo, pero obviamente no he podido reunir 300 recuerdos así que le he propuesto al director y hermano Aníbal crear el HUELLACÁN, un árbol de los recuerdos adornado por los zapatos de todos los que han pasado por allí y han dejado huella. Así lo hemos hecho. No sé si durará para siempre, ni tan siquiera si seguirán allí la próxima semana, pero mis botas descansan ahora al lado del monumento de San Isidro y allí colgadas en el cielo llevan escrito un mensaje: "Olaya. SEPT 13: NUNCA DEJÉIS DE SOÑAR".
Ahora estoy con ellas bajo ese árbol mirando al cielo y diciéndoles que cuando estén tristes o quieran recordarme sólo deben mirar hacia arriba y pensar que un día hubo una chica tan enamorada de San Isidro que quiso dejar su huella para siempre. JAMÁS ME IRÉ DE AQUÍ SI ME LLEVÁIS EN VUESTROS CORAZONES POR MUY LEJOS QUE ESTÉ.

Si algún día encontráis este blog y lo leéis, he aquí mi carta para vosotr@s:

Queridos niños y niñas de San Isidro:

Sois la luz que ilumina el mundo, pequeños ángeles caídos del cielo para recordarnos que la esperanza del ser humano está puesta en niños como vosotros. Sois el futuro del mundo y el presente regalo de corazones rotos como lo estaba el mío cuando os encontré. Doy gracias al destino por haberme permitido conoceros. He vuelto a ser niña, a jugar a la goma, a la comba, a polis y a cacos, a tocar la flauta a cantar todo el día sin cesar...Sois la droga más adictiva del mundo.
No me olvidaré de esas carcajadas inocentes,  de esas vocecitas agudas, de veros pescar con el agua por las rodillas y los pies enterrados en el fango, de las llantinas que os entran cuando un amigo os decepciona, de veros abrir esos ojitos cada mañana.... en definitiva, no me olvidaré jamás de que como ya os he dicho una vez, me habéis recordado todo lo que en esta vida, merece la pena.

Vosotros profesores, no os rindáis a pesar del cansancio, tomaros un tiempo al día para pensar lo afortunados que sois porque tenéis en vuestras manos criaturas insaciables de cariño, que regalan todo cuanto tienen por un abrazo. Estáis salvando vidas que sino fuera por la escuela, se perderían en medio del Chaco. Estáis dándole a estos niños un futuro más allá del trabajo en el campo y la miseria de la supervivencia. Empapad bien estas esponjas que dejarían seco el río más caudaloso. Aquí sois padres, madres, amigos y confidentes de 300 personitas que dependen las 24 horas de vosotros y que cada año se lanzan al mundo fuera de la protección que sólo encuentran en San Isidro. En ese mundo, contagiarán a quienes les rodean de todo lo aprendido en estas 80 hectáreas, actuarán cómo han actuado con ellos y serán adultos sanos a los que les han permitido ser niños cuando les correspondía. Alegraros porque sois custodios de la infancia que en otros lugares se está perdiendo y recordad que cada cosa que dais ellos os la devuelven multiplicada por todo lo que tienen.
 
Vine con las manos vacías literalmente y me voy con las muñecas llenas de recuerdos, de pulseras, de anillos que no han dudado en regalarme a pesar de ser, en ocasiones, lo único que tenían. Les daba igual quedarse sin nada con tal de que algo suyo viajara conmigo para que no les olvidara. Pero mis queridos niños...¡olvidaros sería totalmente imposible! Lucharé por recordar tan nítidas como las recuerdo hoy, cada una de vuestras caritas sonrientes por el resto de mi vida.

Una voluntaria que ha encontrado en San Isidro mucho más de lo que ha dado.

Olaya López Alonso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario