¿Alguna
vez habéis tenido uno de esos días en los que parece que la nostalgia y la
melancolía te persiguen? días en lo que no sabes por qué pero te pasas las
horas a punto de llorar, con los ojos humedecidos esperando que cualquier
detalle los haga estallar. Yo ayer tuve uno de esos. Desde que llegué es la
primera vez que soy consciente de que se acaba. En dos semanas estaré volando
de nuevo rumbo al antiguo mundo y todo lo que ahora es real parecerá un sueño.
Mientras cuidaba a los pequeños que veían Tarzán, recorría sus caritas
intentando marcarlas a fuego en mi mente para no olvidarlas nunca. Pensaba en
el primer que llegué y que los miraba de la misma forma pero sin conocer a
ninguno. Hoy, una semana y pico después
ya no son sólo niños sino también amigos
en miniatura con los que he pasado momentos inolvidables.
De
repente el padre de Jane, el profesor bajito y simpático, hizo una de sus
gracietas y los niños estallaron en risas. ¡Creo que la cosa más bella del
mundo es la sonrisa de un niño! y ya si se ríe a carcajadas supera con creces
cualquier otra hermosura del universo: las arruguitas que se les hacen en los
ojos, los hoyuelos, esos dientes a medio salir y torcidos pero blancos como la
leche y como no, ese sonido único en el mundo al que debería llamársele
"Esencia de alegría". Os explico por qué esencia; esencia porque es
puro , esencia porque es inocente, esencia porque es espontáneo y esencia
porque tiene el poder de cambiar el mundo durante unos segundos.
Llena
de esas esencias estaba la clase cuando mis ojos se dieron cuenta de que esa
era la señal que llevaban esperando todo el día y tuve que girar la cabeza
hacia la puerta muy rápido cuando me di cuenta de que dos lágrimas me corrían
por las mejillas. Pensaba en la carita de Blásida, en los ojos llenos de vida y ternura de Laura a la que cariñosamente llamo "Yo quiero" porque siempre te pide algo; a Francisco, un pequeño que tiene dos padres mudos y es clavado a Juan José Ballesta; a Pamela y sus ojos de mil colores que siempre te miran esperando cariño; Ariel y su carita triste y negrita que parece un dulce lacasito...
Ese
nudo de mi garganta comenzó a apretarse más arriba oprimiéndome el pecho como
si estuviera sujetando una presa rebosante de agua.
En esto que pasó por
delante de mis ojos un bicho negro que se movía rápido en el suelo y destacaba en
la arena que estaba iluminada por los farolitos de la noche. Me acerqué casi
sin darme cuenta y avancé hasta estar bien segura de lo que era: ¡una
tarántula! Sus ocho patas eran gordas y peludas, perfectamente sincronizadas a
gran velocidad para esconderse de nuevo en la protección de la noche. De la
cabeza a los pies un escalofrío me recorrió el cuerpo y toda la piel se me puso
de gallina mientras me quedé petrificada por el miedo: le tengo pánico a las
arañas. Una vez cuadno estaba en casa de mi abuela en Galicia, vi una de esas
gorditas pequeñas y me asusté tanto que solté la tartera de comida que estaba
sujetando y salí corriendo hacia el baño, me desnudé y me metí debajo de la
ducha...hasta ese punto de ridículo llega mi fobia. Así que imaginaos ver a diez centímetros de tus pies y a 40 de
tu cara ¡una tarántula!.
Esa
especie de shock me sirvió para dejar de llorar al instante porque creo que
dejé hasta de respirar. Con toda la calma que tuve, pensé en no montar un
escándalo con 60 pequeños detrás y me volví a mi silla con la cara pálida y sin
quitarle el ojo de encima a la trayectoria del bicho. Por seguridad levanté los
pies y me consolé al ver que los niños
ni siquiera llegaban con los pies al suelo , por lo menos no va a empezar a
chillar uno porque la araña le esté trepando la pierna porque con el miedo que
le tengo capaz que de una mala reacción cojo un palo y le rompo una pierna a la
pobre criatura (xdxd).
Parecía
que el nudo se había ido desde que vi la araña, pero es imposible no ponerte un
tanto sentimental al final de una película de Disney y creo que esa sensación
se contagió rápida e intensamente porque al salir, muchas de las niñas vinieron
a darme, a parte de los besos de buenas noches de rigor, un increíble y
duradero abrazo. Un abrazo de esos que no quieres soltarte, un abrazo de
necesidad, de cariño, de seguridad en los brazos del otro, un abrazo sincero.
Creo
que en ese momento el nudo que tenía en el estómago había subido ya por la
garganta y casi se quería salir por los dientes, las mejillas, los lagrimales y
1hasta por las orejas! En poco más de una semana, todos estos abrazos se
convertirán en recuerdos.
pd:
Ahora bien, que si todos los recuerdos fueran como estos abrazos, daría mi alma
al diablo por conservarlos. :)
pd2: Ahora mismo empieza a llover de nuevo, parece que voy a tener que venir más a menudo pues se ve que Galicia me persigue :)
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