domingo, 8 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 60: UN NUDO EN EL ESTÓMAGO



 
¿Alguna vez habéis tenido uno de esos días en los que parece que la nostalgia y la melancolía te persiguen? días en lo que no sabes por qué pero te pasas las horas a punto de llorar, con los ojos humedecidos esperando que cualquier detalle los haga estallar. Yo ayer tuve uno de esos. Desde que llegué es la primera vez que soy consciente de que se acaba. En dos semanas estaré volando de nuevo rumbo al antiguo mundo y todo lo que ahora es real parecerá un sueño. Mientras cuidaba a los pequeños que veían Tarzán, recorría sus caritas intentando marcarlas a fuego en mi mente para no olvidarlas nunca. Pensaba en el primer que llegué y que los miraba de la misma forma pero sin conocer a ninguno. Hoy, una semana  y pico después ya no son sólo niños  sino también amigos en miniatura con los que he pasado momentos inolvidables.
De repente el padre de Jane, el profesor bajito y simpático, hizo una de sus gracietas y los niños estallaron en risas. ¡Creo que la cosa más bella del mundo es la sonrisa de un niño! y ya si se ríe a carcajadas supera con creces cualquier otra hermosura del universo: las arruguitas que se les hacen en los ojos, los hoyuelos, esos dientes a medio salir y torcidos pero blancos como la leche y como no, ese sonido único en el mundo al que debería llamársele "Esencia de alegría". Os explico por qué esencia; esencia porque es puro , esencia porque es inocente, esencia porque es espontáneo y esencia porque tiene el poder de cambiar el mundo durante unos segundos.
Llena de esas esencias estaba la clase cuando mis ojos se dieron cuenta de que esa era la señal que llevaban esperando todo el día y tuve que girar la cabeza hacia la puerta muy rápido cuando me di cuenta de que dos lágrimas me corrían por las mejillas. Pensaba en la carita de Blásida, en los ojos llenos de vida y ternura de Laura a la que cariñosamente llamo "Yo quiero" porque siempre te pide algo; a Francisco, un pequeño que tiene dos padres mudos y es clavado a Juan José Ballesta; a Pamela y sus ojos de mil colores que siempre te miran esperando cariño; Ariel y su carita triste y negrita que parece un dulce lacasito...
Ese nudo de mi garganta comenzó a apretarse más arriba oprimiéndome el pecho como si estuviera sujetando una presa rebosante de agua. 
En esto que pasó por delante de mis ojos un bicho negro que se movía rápido en el suelo y destacaba en la arena que estaba iluminada por los farolitos de la noche. Me acerqué casi sin darme cuenta y avancé hasta estar bien segura de lo que era: ¡una tarántula! Sus ocho patas eran gordas y peludas, perfectamente sincronizadas a gran velocidad para esconderse de nuevo en la protección de la noche. De la cabeza a los pies un escalofrío me recorrió el cuerpo y toda la piel se me puso de gallina mientras me quedé petrificada por el miedo: le tengo pánico a las arañas. Una vez cuadno estaba en casa de mi abuela en Galicia, vi una de esas gorditas pequeñas y me asusté tanto que solté la tartera de comida que estaba sujetando y salí corriendo hacia el baño, me desnudé y me metí debajo de la ducha...hasta ese punto de ridículo llega mi fobia. Así que imaginaos  ver a diez centímetros de tus pies y a 40 de tu cara ¡una tarántula!. 
Esa especie de shock me sirvió para dejar de llorar al instante porque creo que dejé hasta de respirar. Con toda la calma que tuve, pensé en no montar un escándalo con 60 pequeños detrás y me volví a mi silla con la cara pálida y sin quitarle el ojo de encima a la trayectoria del bicho. Por seguridad levanté los pies  y me consolé al ver que los niños ni siquiera llegaban con los pies al suelo , por lo menos no va a empezar a chillar uno porque la araña le esté trepando la pierna porque con el miedo que le tengo capaz que de una mala reacción cojo un palo y le rompo una pierna a la pobre criatura (xdxd).
Parecía que el nudo se había ido desde que vi la araña, pero es imposible no ponerte un tanto sentimental al final de una película de Disney y creo que esa sensación se contagió rápida e intensamente porque al salir, muchas de las niñas vinieron a darme, a parte de los besos de buenas noches de rigor, un increíble y duradero abrazo. Un abrazo de esos que no quieres soltarte, un abrazo de necesidad, de cariño, de seguridad en los brazos del otro, un abrazo sincero.
Creo que en ese momento el nudo que tenía en el estómago había subido ya por la garganta y casi se quería salir por los dientes, las mejillas, los lagrimales y 1hasta por las orejas! En poco más de una semana, todos estos abrazos se convertirán en recuerdos.
pd: Ahora bien, que si todos los recuerdos fueran como estos abrazos, daría mi alma al diablo por  conservarlos. :)
pd2: Ahora mismo empieza a llover de nuevo, parece que voy a tener que venir más a menudo pues se ve que Galicia me persigue :)





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