jueves, 5 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 57: ¿QUÉ HAGO YO AQUÍ?




Cuando me preguntaron en España, qué era lo que podía enseñar a los niños, planteé mi proyecto al rededor de un curso de nuevas tecnologías y la creación de un periódico. En Asunción, con los niños del comedor organizamos una semana de los talentos otra del periódico con redacciones, titulares, dibujos, recortes y fotografías realizados íntegramente por los pequeños. Es difícil llevar adelante una clase de niños con años tan diferentes y edades de desarrollo completamente distintas (no es lo mismo un niño de 13 años de la ciudad , que uno que vive a la orilla de un río casi en la calle).
La mayor diferencia con los niños de Pozo es que esto es un internado. Cuando suena la campana no se van a sus casas, sólo salen de una actividad para empezar otra y así pasar el día. Por eso el trabajo de cualquier voluntario se triplica en materia , tiempo y esfuerzos.

Es frustrante como quieres abarcarlo todo pero a veces tu cuerpo te pide que pares, que ya es suficiente. Mi corazón quiere pasar las 24 horas del día con ellos pero os juro que sin 3 cafés al día no hay cuerpo que lo aguante. El ritmo aquí es frenético con el tiempo contado y medido al milímetro por las campanas y los silbatos. Las comidas son apuradas e interrumpidas por el teléfono y la puerta, igual que los desayunos, las meriendas y hasta las cenas. Así debe ser para no descuidar de los pequeños en ningún momento. A veces, estamos comiendo y el silencio se rompe por pasos que se acercan como en manada. De broma, muchas veces digo que parecen una marabunta y que el suelo tiembla, porque suelen venir corriendo al salir de las clases o del comedor.

Este ritmo de vida nos lleva a los adultos a un reparto de tareas que va desde cuidar el recreo hasta dar clase. Ahí es donde yo quería llegar. Con el director Haníbal, nos sentamos a cuadrar mi horario poco tiempo después de llegar. Y así durante 3 semanas voy a hacer lo siguiente: a los de 7º grado les voy a dar un taller de comunicación centrado en hacer entrevistas porque tienen muchos problemas de timidez y expresión verbal sobretodo en castellano (aquí el guaraní es la lengua más usada); a los de 8º les enseño taller de fotografía e imagen para que les ayude a expresarse y conocer el mundo bajo otra perspectiva más abierta que la del protegido mundo de San Isidro; y por último don los de 9º, vamos a organizar un periódico igual que en Asunción pero con mayor exigencia dada la edad y  la formación que tienen. Bueno por último no, me olvidaba de las clases de canto y las de flauta de todos los días a as 12,30 incluyendo sábados y domingos donde hay varios grupos a distintas horas. ¡Ah! y el proyecto de los miércoles con los más pequeños: juegos y actividades de ocio y tiempo libre durante dos horas y también del apoyo escolar de lunes a viernes de los chicos de 4º y 5º.

Ayer di las primeras clases del taller de entrevista y del de fotografía. He de deciros que es la primera vez que lo hago, nunca he dado clases antes y siempre as he recibido pero algo me llama poderosamente la atención de ser profesor: el poder de transmitir. Es fácil asumir algo que uno mismo lee y para eso están los libros, pero un profesor no se limita (o no se debería limitar) a eso. Un profesor es como un profeta de una pasión: debe hacer que sus alumnos se emocionen e interesen tanto como él en la materia que imparte. En mi caso, aunque es la primera vez, el instinto y el amor por mi trabajo hizo que de mi boca salieran clases enteras que ni tan siquiera estaban preparadas.
Veía a los chicos como miraban atentamente cada fotografía que les mostraba, como se reían con cada anécdota, como respondían a cada pregunta y de repente, me sentí al otro lado del universo que hasta ahora había vivido. Ya no soy una niña, nunca más ocuparé el lugar que ocupan ellos ahora mismo. El tiempo de la escuela se acabó para mi.
Una sensación de nostalgia y buenos recuerdos se acumulan en mi mente. Recuerdo hasta la guardería con los bocatas de chorizo y nocilla en el recreo; el colegio antiguo en el que empecé a aprender; la secundaria, sus amores y exigencias; el bachillerato y la presión de la universidad; la universidad y sus libertades....así hasta llegar a hoy.
Y hoy, eme aquí, enfrente de veinte tantos adolescentes (hace nada era yo uno de ellos) que esperan que yo sea de quien aprendan algo en la vida.  En realidad es una responsabilidad en la que no me había parado a pensar antes de esta manera.
Desperté de mi nube de sueño mientras ellos estaban concentrados en su tarea de final de clase: definir qué es para ellos la fotografía ahora que les he explicado qué es más allá de las fotos del Facebook.
Todo empezó hace una hora, cuando les hice la misma pregunta y ninguno me supo responder. 

Tras la definición teórica les hice entender por qué la fotografía era un arte, les enseñé las fotos del parto en Capi´ibary, les hablé de la famosa foto del beso entre el militar y la enfermera la final de la guerra en Times Square; de mi amigo Antonio Pampliega (periodista que entrevisté el año pasado) y de sus experiencias en Siria fotografiando el horror de la guerra; les hablé de la fotografía como máquina del tiempo y de cómo era una evolución de las pinturas que hoy en día aún podemos ver en cuevas como las de Altamira....Bueno vaya que hice un popurrí entre lo que recordaba de la carrera y anécdotas que tengo de estos años o cosas que simplemente descubrí sobre fotografía en el uso diario de la cámara.
Sin darnos cuenta pasó la hora hasta llegar a la pregunta de nuevo: "¿Qué es la fotografía? " . Esperaba que sus respuestas se ciñeran a la parte teórica del principio de la clase, que me dijeran algo así como que era el arte de captar imágenes con una cámara o que me describieran las partes de una reflex. Pero me sorprendí y emocioné cuando leí la respuesta de una de las chicas: "Para mi, la fotografía antes eran imágenes y colores pero ahora que cuentas muchas cosas sobre la fotografía, he entendido que las fotos son testigos de momentos bonitos, malos, irrepetibles, de dolor, etc. que hacen llegar una historia al mundo sin tener que vivirla. La fotografía es como un arma que sirve para tener un buen fin en la vida"

"Un arma que sirve para tener un buen fin en la vida"  Creo que no encuentro una definición mejor. Puede que haya una más técnica o exacta, pero para mí no hay una mejor. Es realmente un arma: un arma contra las injusticias, un arma de denuncia, un arma de recuerdo, un arma de emociones y sentimientos, un arma pacífica que sin necesidad de pólvora, mecha o agentes químicos nocivos puede cambiar el mundo.

Tengo la suerte de  enseñar y ser enseñada, de escuchar y ser escuchada y como dijo un gran hombre que conocí aquí : "De aprender algo nuevo cada día, porque el día que no aprendas algo, debes dejar de enseñar".

Dejadme que muestre con mi arma cada una de sus caras, cada una de sus luchas y emociones, sentimientos y pasiones. Dejaros llevar por sus sonrisas y sus lágrimas, por sus aventuras y fracasos, dejad que os dispare muy adentro y no los olvidéis nunca porque cada uno de ellos es una parte del futuro , del hoy y del mañana. Dejad que sus ojos os cuente su cuento, dejaros emocionar y no le tengáis miedo a sentir algo por ellos, no tengáis miedo a cogerles cariño ni a dejaros llevar. Dejad que su recuerdo permanezca y que nadie lo pueda borrar. Éste es mi trabajo:











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