Cuando
me preguntaron en España, qué era lo que podía enseñar a los niños, planteé mi
proyecto al rededor de un curso de nuevas tecnologías y la creación de un
periódico. En Asunción, con los niños del comedor organizamos una semana de los
talentos otra del periódico con redacciones, titulares, dibujos, recortes y
fotografías realizados íntegramente por los pequeños. Es difícil llevar
adelante una clase de niños con años tan diferentes y edades de desarrollo
completamente distintas (no es lo mismo un niño de 13 años de la ciudad , que
uno que vive a la orilla de un río casi en la calle).
La
mayor diferencia con los niños de Pozo es que esto es un internado. Cuando
suena la campana no se van a sus casas, sólo salen de una actividad para
empezar otra y así pasar el día. Por eso el trabajo de cualquier voluntario se
triplica en materia , tiempo y esfuerzos.
Es
frustrante como quieres abarcarlo todo pero a veces tu cuerpo te pide que
pares, que ya es suficiente. Mi corazón quiere pasar las 24 horas del día con
ellos pero os juro que sin 3 cafés al día no hay cuerpo que lo aguante. El
ritmo aquí es frenético con el tiempo contado y medido al milímetro por las
campanas y los silbatos. Las comidas son apuradas e interrumpidas por el
teléfono y la puerta, igual que los desayunos, las meriendas y hasta las cenas.
Así debe ser para no descuidar de los pequeños en ningún momento. A veces,
estamos comiendo y el silencio se rompe por pasos que se acercan como en
manada. De broma, muchas veces digo que parecen una marabunta y que el suelo
tiembla, porque suelen venir corriendo al salir de las clases o del comedor.
Este
ritmo de vida nos lleva a los adultos a un reparto de tareas que va desde
cuidar el recreo hasta dar clase. Ahí es donde yo quería llegar. Con el director
Haníbal, nos sentamos a cuadrar mi horario poco tiempo después de llegar. Y así
durante 3 semanas voy a hacer lo siguiente: a los de 7º grado les voy a dar un
taller de comunicación centrado en hacer entrevistas porque tienen muchos
problemas de timidez y expresión verbal sobretodo en castellano (aquí el
guaraní es la lengua más usada); a los de 8º les enseño taller de fotografía e
imagen para que les ayude a expresarse y conocer el mundo bajo otra perspectiva
más abierta que la del protegido mundo de San Isidro; y por último don los de
9º, vamos a organizar un periódico igual que en Asunción pero con mayor
exigencia dada la edad y la formación
que tienen. Bueno por último no, me olvidaba de las clases de canto y las de
flauta de todos los días a as 12,30 incluyendo sábados y domingos donde hay
varios grupos a distintas horas. ¡Ah! y el proyecto de los miércoles con los
más pequeños: juegos y actividades de ocio y tiempo libre durante dos horas y también del apoyo escolar de lunes a viernes de los chicos de 4º y 5º.
Ayer
di las primeras clases del taller de entrevista y del de fotografía. He de
deciros que es la primera vez que lo hago, nunca he dado clases antes y siempre
as he recibido pero algo me llama poderosamente la atención de ser profesor: el
poder de transmitir. Es fácil asumir algo que uno mismo lee y para eso están
los libros, pero un profesor no se limita (o no se debería limitar) a eso. Un
profesor es como un profeta de una pasión: debe hacer que sus alumnos se
emocionen e interesen tanto como él en la materia que imparte. En mi caso,
aunque es la primera vez, el instinto y el amor por mi trabajo hizo que de mi
boca salieran clases enteras que ni tan siquiera estaban preparadas.
Veía
a los chicos como miraban atentamente cada fotografía que les mostraba, como se
reían con cada anécdota, como respondían a cada pregunta y de repente, me sentí
al otro lado del universo que hasta ahora había vivido. Ya no soy una niña,
nunca más ocuparé el lugar que ocupan ellos ahora mismo. El tiempo de la
escuela se acabó para mi.
Una
sensación de nostalgia y buenos recuerdos se acumulan en mi mente. Recuerdo
hasta la guardería con los bocatas de chorizo y nocilla en el recreo; el
colegio antiguo en el que empecé a aprender; la secundaria, sus amores y
exigencias; el bachillerato y la presión de la universidad; la universidad y
sus libertades....así hasta llegar a hoy.
Y
hoy, eme aquí, enfrente de veinte tantos adolescentes (hace nada era yo uno de
ellos) que esperan que yo sea de quien aprendan algo en la vida. En realidad es una responsabilidad en la que
no me había parado a pensar antes de esta manera.
Desperté
de mi nube de sueño mientras ellos estaban concentrados en su tarea de final de
clase: definir qué es para ellos la fotografía ahora que les he explicado qué
es más allá de las fotos del Facebook.
Todo
empezó hace una hora, cuando les hice la misma pregunta y ninguno me supo
responder.
Tras la definición teórica les hice entender por qué la fotografía
era un arte, les enseñé las fotos del parto en Capi´ibary, les hablé de la
famosa foto del beso entre el militar y la enfermera la final de la guerra en
Times Square; de mi amigo Antonio Pampliega (periodista que entrevisté el año
pasado) y de sus experiencias en Siria fotografiando el horror de la guerra;
les hablé de la fotografía como máquina del tiempo y de cómo era una evolución
de las pinturas que hoy en día aún podemos ver en cuevas como las de
Altamira....Bueno vaya que hice un popurrí entre lo que recordaba de la carrera
y anécdotas que tengo de estos años o cosas que simplemente descubrí sobre
fotografía en el uso diario de la cámara.
Sin
darnos cuenta pasó la hora hasta llegar a la pregunta de nuevo: "¿Qué es
la fotografía? " . Esperaba que sus respuestas se ciñeran a la parte
teórica del principio de la clase, que me dijeran algo así como que era el arte
de captar imágenes con una cámara o que me describieran las partes de una
reflex. Pero me sorprendí y emocioné cuando leí la respuesta de una de las
chicas: "Para mi, la fotografía
antes eran imágenes y colores pero ahora que cuentas muchas cosas sobre la
fotografía, he entendido que las fotos son testigos de momentos bonitos, malos,
irrepetibles, de dolor, etc. que hacen llegar una historia al mundo sin tener que
vivirla. La fotografía es como un arma que sirve para tener un buen fin en la
vida"
"Un arma que sirve para tener un buen
fin en la vida" Creo que no
encuentro una definición mejor. Puede que haya una más técnica o exacta, pero
para mí no hay una mejor. Es realmente un arma: un arma contra las injusticias,
un arma de denuncia, un arma de recuerdo, un arma de emociones y sentimientos,
un arma pacífica que sin necesidad de pólvora, mecha o agentes químicos nocivos
puede cambiar el mundo.
Tengo
la suerte de enseñar y ser enseñada, de
escuchar y ser escuchada y como dijo un gran hombre que conocí aquí : "De aprender algo nuevo cada día,
porque el día que no aprendas algo, debes dejar de enseñar".
Dejadme
que muestre con mi arma cada una de sus caras, cada una de sus luchas y
emociones, sentimientos y pasiones. Dejaros llevar por sus sonrisas y sus
lágrimas, por sus aventuras y fracasos, dejad que os dispare muy adentro y no
los olvidéis nunca porque cada uno de ellos es una parte del futuro , del hoy y
del mañana. Dejad que sus ojos os cuente su cuento, dejaros emocionar y no le
tengáis miedo a sentir algo por ellos, no tengáis miedo a cogerles cariño ni a
dejaros llevar. Dejad que su recuerdo permanezca y que nadie lo pueda borrar. Éste es mi trabajo:
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