No
dejo de maravillarme en este sitio. Ayer escribía el blog cuando la hermana
Eulalia me dijo que se iba a pescar. Me quedé muerta, aquí no hay ríos y desde
luego al ser un país de interior el mar queda a demasiados cientos de kmts.
"Voy contigo le dije", pero me respondió que no me apurara, que ella
pescaba aquí al lado de la casa. "Sales por al puerta de atrás y me
ves". Algo extrañada seguí escribiendo el blog. Cuando terminé seguí sus
pistas y salí por la puerta trasera de la casa. Todo era seco, arbustos y el
suelo resquebrajado por la sequía. Seguí andando de frente cuando entre los
arbustos divisé un gorro de paja, propio de los pescadores de río. Ahí entonces
descubrí un aljibe, es decir un trozo de terreno socabado donde se acumula el
agua de la lluvia.
Era la primera vez que veía algo así. Era grande como del
tamaño de un campo de fútbol y en sus orillas niños y grandes pescaban. "Qué podrán pescar
aquí, pensé" "¿Cómo habrán llegado estos peces hasta aquí si no es
más que una poza gigante" ¡Qué intrigada es la ignorancia! jaja Como una
niña chica que ve Érase una vez la
naturaleza, así de intrigada me
tenía el aljibe. En esa intriga estaba yo, cuando allá al fondo en la orilla
fandangosa vi un velo que soplaba con el viento norte. "Pero ¡cómo habrá
bajado hasta ahí esta mujer que ya tiene 83 años!" Ahí estaba, sentada con
su caña artesanal, con tanza y un anzuelo
junto a una niña enseñándole los secretos de la pesca en aljibe. Más
patosa que otra cosa, bajé medio deslizándome hasta su vera. En seguida me di
cuenta de que el sol en estas tierras es traicionero y ataca con fuerza cuando
llega "Neniña, no estés al sol que
no estás acostumbrada y te va a hacer mal" me dijo Eulalia en un tono
tan cariñoso que me parecía mi propia abuela.
Me
senté a su lado y al de la pequeña. Miré a la derecha y había muchas niñas con
sus propias cañas de vara; a la izquierda, una pareja ya mayor, pescaba sólo
con tanza y protegidos bajo sus gorritos de paja. Y así pasamos la tarde, entre
aljibe y aljibe buscando la captura del día.
Muchas niñas seguían en la pesca a la hermana Eulalia que las preveía de
cebo: un trozo de carne de vaca que amablemente nos prestaron en la cocina y alguna que otra tuvo desde luego más maña que yo sacando pececillos.
El
calor sofocante me hizo tumbarme a la sombra y proteger mi cabeza con un
pañuelo. Mientras los niños corrían en la orilla y se metían hasta la cintura
para pescar, yo luchaba contra la fatiga pero la sombra y la brisa hicieron que
mis párpados sucumbieran. Así en un bienestar permanente, mecida por el viento
del norte y viendo a los chicos pescar, pasó la tarde. Eso sí, no pescamos
nada, pero como aquí todo se comparte, un sacerdote que pescó tres peces y hoy
nos dimos un festín (y yo que en Vigo no quiero pescado y lo vengo a tomar aquí
del medio de una charca, lo que es la vida).
Tras
esa idílica siesta (no llegué a dormirme pero si estaba descansando), me entró
un hambre voraz, pero es que hasta en eso este sitio es maravilloso....¡dulce
de leche con rosquitos de pan! mi merienda favorita. Imaginaos esto: un pan
recién hecho con un dulce de leche casero tan exquisito que te lo comes
directamente a cucharadas...¡Dios mío! media bolsa de pan después y 5
cucharadas soperas de dulce de leche, decidí poner fina mi banquete personal de gula....xd
Ya
por la noche, cuidé a los pequeños (hasta 10 años) en el cine. Bueno, cine es
la actividad, pero en realidad es un
pequeño televisor en una sala atestada de chiquillos sentados en sillas de
plástico con un DVD. Vimos El gato con
botas; hubo momentos de risas, de sorpresa, etc., pero lo más enternecedor llegó a partir de la
mitad de la película: muchos de los pequeños se quedaban dormidos en la misma
silla...con la postura en la que estaban viendo la tele....:)
Los
miraba acurrucados unos sobre otros, soñando como angelitos y pensaba ¡cuántos
momentos se pierden sus padres! A veces momentos irrepetibles en la vida de un
niño...es increíble que el trabajo y en definitiva el dinero sea lo que mueve
el mundo más allá de la propia sangre....
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