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miércoles, 24 de julio de 2013

CAPÍTULO 14: VIOLENCIA EN CASA, VIOLENCIA EN LA CALLE.


“He visto una pelea con machetes” respuesta de una niña de 10 años cuando le preguntaban las voluntarias qué era la violencia en la calle. Han visto tanto, han oído demasiado…quizás hasta el punto de preferir ser sordos o ciegos. Hoy hicimos un taller contra la violencia, en dos grupos los niños tenían que hacer un mural con recortes de revistas, dibujos, etc. que reflejaran violencia en la calle y violencia en casa. Les cuesta concentrarse, hablar de ello; parece que no saben nada del tema pero es que igual saben demasiado y juegan a no recordar. Pero si es cierto que nunca los he visto tan implicados, recortan, pintan y buscan fotos como si quisieran colorear algo que no pueden contar.
 Acaban respondiendo de maravilla al taller y parece que comprenden que la violencia engendra violencia…parece porque cuando presentan sus trabajos se pegan por detrás para hablar…Les cuesta de verdad porque es lo que llevan mamando desde chicos, es el lenguaje de sus casas y de la calle: padres que les pegan a las mamás porque éstas les reclaman que trabajen que no llega la plata para comer, papás que “toman” como dicen aquí y borrachos como cubas les pegan…No recuerdo quién me lo contó ya ( son tantas historias desgarradoras que ya no recuerdo ni los nombres de los protagonistas) , pero me contaron que  a cuchillazo limpio delante de sus hijos un hombre persiguió a su mujer por la calle por celos y que una vecina tuvo que separarlo…casi la mata…las hermanas le consiguieron un billete con algún destino lejano y tuvo que volar lejos del país con sus hijos por miedo a que la matara. Por desgracia en España estos casos tampoco son tan extraños, pero aquí es que son cotidianos…quizás la miseria cuanto más cerca más macabra…
Al menos estos chicos, hoy, han visto que hay otras realidades; han aprendido que hablando se entiende la gente...parece que al salir se dan menos patadas...parece que entienden que el diferente no es el depreciado sino que es único...parece que aún queda esperanza...pena que no podamos educar a sus padres...

lunes, 22 de julio de 2013

CAPÍTULO 11.DOMINGO: EL SILENCIO TIENE NOMBRE




Hoy es un día tranquilo en el comedor, los niños no vienen hasta el lunes y las hermanas se dedican a sus quehaceres. Yo he estado enseñando a Perico a bailar reguetton (sé que muchos lo consideráis música pero a Perico y a mi nos encanta). Cuando la actividad cesa es cuando te pones a repasar mentalmente todo lo vivido y los detalles vuelven a tu cabeza, las imágenes se repiten y las palabras parece que suenan con más fuerza. Decido que cada semana voy a entrevistar a una hermana para que me dé su visión del comedor y de la labor que hacen aquí. Hoy es el turno de la Hermana Esperanza, (cargo) que es realmente como la directora de un concierto sin la cual los instrumentos no tocan a la perfección. Tiene un espíritu y una vitalidad que me deja pasmada. Se levantan a las 5 de la madrugada y no para en todo el día! Siempre activa, siempre dispuesta, siempre corriendo. Realmente es una parte importante del alma de este sitio. Se ve en la entrevista, como vive y se emociona con cada frase, cómo expresa lo que siente sin tapujos o miedos. Habla de política, de denuncia social, de la situación de los niños, de las hermanas y de su labor aquí con una fe que es envidiable. Me refiero no sólo a fe espiritual sino a fe en lo que hace, en su labor en su trabajo. Supongo que una fe a la que muchos aquí se agarran para seguirPor la tarde salgo a dar un paseo mientras las hermanas organizan las medicinas que les donan para el centro, muchas cajas son muestras, otras están caducadas y hay que tirarlas, resulta paradójico lo difícil que es aquí conseguir una aspirina. Como en todas partes, quien tiene posibles lo paga y lo tiene, quien no, agoniza y espera con resignación a que le toque su turno. El paseo es extraño, una mezcla de soledad y abandono a cada paso que doy: niños solos por las calles, calles vacías, el miedo a encontrarte paseando sola y que anochezca…no puedo imaginarme lo que será ser una niña en estas calles, una niña sola, rodeada de desesperados y babosos…al parecer un abuso bastante común en esta zona.  Estoy deseando que anochezca, el lunes el patio y el comedor volverán a llenarse de risas. Mejores mil veces que el silencio.