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domingo, 25 de agosto de 2013

CAPÍTULO 46: LA ESPECIE DE ACERO: LOS INDÍGENAS



Ayer Doña Antonia, una de las mujeres que viene al rezo de los jueves, me dijo sin yo conocerla de nada : "Mañana te vengo a buscar y nos vamos en moto a conocer el Silo". Aunque no  sabía casi ni su nombre, la propuesta parecía muchísimo más atractiva que quedarme en casa. Realmente me apetecía salir, conocer el pueblo más allá de las dos calles por las que siempre me movía y sobretodo....¡ir en moto!
A la una en punto de la tarde siguiente llamaron a la puerta, era Ña Antonia y tras los saludos (que eran casi presentaciones) me subí de paquete y comenzó la aventura. Sin casco ninguno (aquí es más raro que alguien lo use), nos adentramos por la ruta principal con la que llegué a Capi´Ibary hace casi una semana, y nos dirigimos hacia el horizonte. Antonia, madre soltera con cuatro hijas, es funcionaria en el Ministerio de Obras Públicas por las mañanas y vendedora de electrodomésticos a domicilio por las tardes. Nos vamos conociendo mejor por el camino en dirección al silo Santa Catalina donde desde donde se trata y distribuye buena parte del maíz de la región. Entramos en las instalaciones del Silo como Pedro por su casa, los empleados y familias viven en el mismo recinto en casas cedidas pro el dueño del Silo mientras dure su trabajo. El aire está cargado de polvo y maíz que te rasca los ojos y la garganta. El perro de la familia a la que visitamos tenía un quiste en el ojo que aunque no soy médico no me extrañaría que estuviera relacionado con la densa polvareda.
"Realmente en el Silo quiere trabajar todo el mundo: sueldos altos, casa incluida, gastos pagados y una gran atención por parte del dueño" me cuenta Antonia. Mientras nos alejamos de la gran estructura cilíndrica, me imagino cómo debe ser para un niño la vida en el Silo. Creo que muchos de pequeños tuvimos la fantasía de vivir en una fábrica: el misterio, las máquinas, los ruidos, los camiones y todo el bosque que la rodeaba parecía un inmenso campo de juego.
Acompaño a Ña Antonia en su ruta de trabajo por la tarde, entregando documentos y cobrando (con suerte) electrodomésticos entregados.
Cuando acabamos, me dice "¿Quieres conocer a los indígenas?" Mis ojos se iluminan de repente y me siento viva de nuevo: ¿Indígenas, guaraníes, aquí al lado?
¡Dios mío, ya estamos tardando!
La moto sirve de guía y una visión del paisaje de casi 360 grados, me permite disfrutar de los arroyos, las tierras rojas, los cerros y la vegetación. Por momentos dudo si estoy en España, ya que algunas zonas de estepa y otras de forndosos bosques, se asemejan demasiado. Esa sensación de estar en casa, se disipa cuando nos cruzamos con las gentes: esos rasgos tan característicos y cada vez más aborígenes me hace pensar que estamos cerca.

La primera parada fue en un puesto de artesanía en la carretera; bueno, puesto no exactamente, una serpiente y otra figura talladas en madera clara junto con algunas macetas echas de raíces de plantas y tierra, muy típicas de los indígenas y colocadas sobre un madero y el propio suelo. Al vernos, un par de niños que jugaban a lo lejos vigilando con celo su puesto, salen corriendo a nuestro encuentro. No dejo de hacerles fotos, son realmente preciosos: ella con dos simpáticos moños, de pelo moreno y mechones rebeldes, con una preciosa sonrisa de dientes pequeños y separados y marcas en las mejillas, me hace recordar demasiado a la imagen de Pipi Calzaslargas. Su vestido y un gran osito de peluche algo manido que agarra con fuera, completan la idílica estampa. En brazos de su madre llega el pequeño de los hermanos, un niño precioso con cara de desconfianza y rasgos asiáticos que parece mirarnos con recelo. Aunque las manualidades son baratísimas (10.000 guaraníes=1,6 euros aprox) pesan demasiado para llevármelas de regreso a España y con la misma, nos alejamos mientras Pipi Calzarlargas no deja de saludarnos con su pequeña manita.

La siguiente parada es ya en una comunidad indígena, en un poblado. Las casas de madera y los techos de paja seca o rama son lo primero que vemos.
La ONG Un Techo para Mi País, que se dedica  a hacer casas de madera (estilo prefabricadas ) para las gentes más humildes, ha llegado hasta los indígenas y muchos ya no conservan sus construcciones típicas, pero por suerte éstos sí.

Apenas 10 casas una pegada a la otra, de reducido tamaño y en la ribera de un camino que conduce al interior de la montaña. Un niño que disfruta de lo que queda en su plato mientras los pollitos de al rededor, disfrutan de las migajas a sus pies.

A la derecha vemos a las gentes: un hombre de buena apariencia pero mayor viste una americana que le queda visiblemente grande y unos pantalones vaqueros. Si lo vemos de espaldas lo confundiríamos con un moderno joven , pero en realidad es ya abuelo.
Al vernos, en seguida los niños que nos encontramos se esconden y se ríen por vergüenza: la visita de lso extranjeros no es nada frecuente por estos parajes.
Ña Antonia me introduce en guaraní y el hombre nos ofrece su propio asiento: ¿una periodista y de España? un honor y acontecimiento para ellos.
A pesar del frío que sentía en la moto y que el termómetro marcaba 8 grados, aquí era distinto. Una especie de microclima se cernía sobre el lugar y las gentes, la tierra roja como el fuego parecía conservar el calor del día y las brasas y hogueras de las cocinas de paja hacían de toda la comunidad, un lugar tranquilo y acogedor que me producía cierta añoranza.
Una preciosa maternidad dándole leche a la más pequeña, me conmueve. A mi al rededor sonrisas que se esconden tras las rudimentarias construcciones, niñas hermosas que se extrañan al no esperar mi vista. Una de las mayores, se atreve a decirme su nombre: Natividad. Ojos grandes y saltones muy despiertos que me hacen pensar en la inteligencia y sabiduría de estas gentes de antaño "Son más inteligentes que nosotros" afirma Ña Antonia.
De vuelta a la carretera hacia otra comunidad, vemos que cada una tiene su escuela de materiales y bien construida, pero me sorprende descubrir que en todas, los baños parecen abandonados "Les instalan baños con agua corriente y baldosa, sanitarios y muy limpios, pero ellos acaban volviendo al monte y los baños se abandonan y pierden por falta de cuidados" cada frase de este tipo, me acerca algo más a mis conclusiones y es que no es el que nosotros veamos que el mundo debe ser de una forma, que sea una visión cierta ni universal. Ellos con sus costumbres, se encuentran más cómodos y felices siguiendo tradiciones ancestrales, que usando las moderneces de la evolución de forma impuesta.

Seguimos un camino pegado a la escuela en el que nos encontramos a dos pequeños: uno, casi un bebé, subido a un bidón a modo de camión de juegos y con la cara tan sucia que desde lejos parecería lepra. El otro, algo mayor, sonríe ante nuestra llegada y continúa jugando.
Pocos metros más nos adentramos en el bosque cuando ya asoman el mismo tipo de construcciones del poblado anterior.  Entre las casas, un árbol que da cobijo y sombra a muchos niños y niñas de diferentes edades que se arremolinan en juegos en torno a Ña Juana, amiga de Antonia y vendedora de remedios para el mate y tereré. 

Ahora sí me siento como un fotógrafo del National Geographic (no por la calidad de mis fotos), en medio de un auténtico poblado indígena, sus ropas típicas, su desnudez y sus tradiciones que nada tiene que ver con la realidad que ocurre a escasos metros hacia la carretera. Doña Juana habla en guaraní con Antonia que me va traduciendo poco de lo que se comenta a gran velocidad; en estos casos la impotencia se hace fuerte ante la imposibilidad de saber, de conocer de primera mano lo que se comenta, de mantener una conversación sin intermediarios.
El guaraní es una lengua bella, de palabras y sonidos nasales y guturales y difícil de aprender. No es romance, en nada se asemeja al castellano ni otro idioma parecido y auqne ellos me entienden a mi, yo no les entiendo a ellos.
Me cuenta Antonia que Juana es la "médico" de la comunidad y su marido Don Aurelio González, el sacerdote. Rodeados de pequeños me imagino cómo en esas condiciones de humildad habrán llegado al mundo. Hijos, nietos y ya bisnietos por doquier que desnudos de pies a cabeza parecen inmunes al frío de esta tarde de invierno. Se vuelve a repetir la escena anterior, el microclima que rodea a esta comunidad y que acuna con calor a cuantos viven en ella. 

Una imagen que me choca y espanta al mismo tiempo, las pequeñas que juegan desnudas, lo hacen entre restos de basura y animales que comen sus desperdicios del suelo. Incluso una de las pequeñas se acerca a un pequeña poza para meter sus manos, la misma de la que el cerdo y el perro están bebiendo.

Sus manos y uñas están completamente negras y no cesa de meterlas en su boca. ¡Estos niños son de acero! Cualquiera de nuestros pequeños o mayores estaría agonizando debido a las infecciones o a una pulmonía severa, sin embargo, sus cuerpos indígenas curtidos por la experiencia de los siglos y la biología que los acompaña, parece hacerlos totalmente inmunes.

Sigo dándole vueltas en mi cabeza a la definición de pobreza, pensando que cualquiera que se acercase por aquí, inmediatamente quedaría horrorizado por la estampa; sin embargo, estos niños ríen, parecen sanos y felices al menos por fuera...
Una de las cosas que más me llama la atención es la falta de agua. Aunque no hay ninguna villa ni pozo, los abuelos y jóvenes beben tereré y mate sin problema. Les pregunto de dónde sacan el agua y una de las chicas (no tendrá más de 19 y ya carga con dos criaturas) se ofrece a llevarnos a un arroyo cercano de dónde sacan el agua y lavan (a duras penas) sus ropas y cuerpos.
Nos disponemos en comitiva a bajar hacia el río y todos los niños se nos unen cerro abajo: Sandra, Mochi, Achipa...

Pasamos por otra de las casas que resulta ser de una de las hijas de Doña Juana y encontramos más de lo mismo, pero esta vez, un hombre que parece el padre de las criaturas comparte la custodia de los pequeños . 
Al parecer en la religión de éstos guaraníes, el padre que embaraza a la mamá, la mantiene con toda clase de atenciones y cuidados hasta el parto, al que a veces ni siquiera se le permite asistir y luego desaparece dejando a las criaturas al cuidado de su madre y abuelos. Ya más tarde, esa mujer podrá repetir el proceso con otro y cuando sea más grande, encontrar a un hombre con el que pasar su vida. No sé qué parte de la historia es cierta, dado que me la contó una niña de Capi´ibary, pero es la única que se me ha contado.
Llegamos al arroyo tras un paseo entre cultivos quemados y senderos sinuosos. Lo hacía más grande, pero sin embargo es un pequeño caño de agua que crea una poza a modo de presa de la que se sirven para recoger agua directamente y lavar sus ropas algo más adelante. El agua, que beben tranquilos sin hervir, proviene directamente del subterráneo y para mí no tiene un color lo suficientemente transparente para dar un trago sin más cuidado.
La joven le lava la cara al niño que encontramos en el camino y parece por fin otro, es realmente un niño hermoso.
De vuelta al poblado, Antonia les explica que soy periodista y nos hacemos algunas fotos que son el mejor recuerdo de esta experiencia; antes de irnos, Doña Juana me dice que quiere que le imprima algunas fotos y se las dé de recuerdo. Quedamos en que las recogerá en casa de las hermanas y nos alejamos de nuevo en la moto mientras niños y grandes mueven sus manos despidiéndose.
En el camino de vuelta, salimos por la escuela de nuevo: hay niños dentro y fuera de clase y la puerta del aula está siempre abierta.
Durante el viaje de regreso en moto, si bien antes pensaba en los paisajes y las construcciones analizando los animales y plantas, ahora voy pensando en qué significa la pobreza.
Cualquier ONG se echaría las manos a la cabeza viendo las cosas que acabo de ver, muchos se escandalizarían pensando en la carencia de estas gentes: desde su vivienda, su comida y su lamentable aspecto físico. Pero me paro y pienso que cada una de las caras que he visto hoy me han devuelto una sonrisa sincera, que pese a todo lo que nosotros, los "privilegiados" del primer mundo pensamos que les falta, ellos son felices o aparentan serlo. 

Ateridas de frío y tiritando volvemos a Capi´ibary donde ya en casa me pongo a pensar en lo calentito que se sentía ese entorno, como si los maderos que los amparaban del frío fueran mejor aislante que el cemento y el ladrillo que me rodea en mi habitación. Rodeada de mantas y envuelta como un paquete me pregunto si ellos tendrán frío y me siento vulnerable y estúpida descubriéndome tan débil que un simple cambio de tiempo me obliga a permanecer inmóvil y tapada hasta las orejas. "Ellos son más fuertes, más inteligentes y mejor adaptados". Pienso entonces que los varemos de primer y tercer mundo deberían ser revisados; que allí donde nosotros tenemos de todo no somos felices aquí, en medio de la nada y rodeados de basura, todo son sonrisas.

pd: No puedo dejar de ver las fotos del viaje, la aparente miseria que reflejan. Mientras, ya en casa de Antonia, me cuenta que ella les ha provisto de lindas ropas y mantas a estas gentes y que no hay caso: las ensucian y se las ponen como sintiéndose así más cómodos. Igual con el calzado, para nosotros pies desnudos y vulnerables a la enfermedad y el frío, para ellos la comodidad más absoluta y el sentir de la naturaleza bajo sus pies.


lunes, 5 de agosto de 2013

CAPÍTULO 28 EL SOCIALISMO MAL ENTENDIDO: LA CREACIÓN DE LA “CLASE LIMOSNA"

Hoy toca ración doble de capítulo como la de patatas en un burguer, lo cierto es que no podía esperar a mañana para contaros esto:


El otro día, paseando por las calles de Asunción entré en una pequeña agencia de viajes para preguntar cuánto valía el pasaje para ir a las Cataratas de Iguazú. Como pasa muchas veces, nos pusimos a hablar de la vida de cada uno y me sorprendió escuchar que era un hombre con carrera de finanzas, que había estado becado en Italia igual que yo y que adoraba viajar y la cultura en general. Este hombre de apellido Ortiz, me contó una realidad bien distinta de la que yo estoy acostumbrada a escuchar, me habló de que Asunción hace poco no era como yo la veo.  Hace pocos años que este boom de inmigración del campo a la ciudad trajo consigo toda una nueva realidad social que quizás nadie supo manejar con certeza.
“Todo empezó cuando el ex presidente  Lugo, comenzó a dar ayudas sociales a las familias que se instalaban en los terrenos fiscales del río” Ortiz cuenta que hasta hace dos años no había cartoneros ni recicladores y que estaba mal visto que la mujer y los niños trabajaran en la calle “Un hombre no permitía que su familia estuviera por la calle, que sus hijos pidieran y que su mujer reciclara de sol a sol”  Este hombre me cuenta con la mirada entristecida e indignada que muchas veces es el Gobierno y muchas de estas gentes humildes las que no quieren que se salga de esta situación “Así se aprovechan de las ayudas externas…si viene por ejemplo la Embajada de EEUU y ven la situación de las familias, les da dinero, fondos , al fin y al cabo pura plata. Con este sistema se educó a la clase social más baja a no luchar por  sus necesidades sino a que todo le viene dado. “ Ortiz vino a decir básicamente que dar pena se convirtió en un hábito, que se acostumbraron al “dame esto, dame lo otro que yo soy pobre y no lo tengo” Me vino a la mente un momento cuando uno de los niños me dijo: “cuando te vayas me regalas este pañuelo, ¿verdad?. (en realidad todos los días me hacen este tipo de “sugerencias”Empezaron a surgir en mí sentimientos contradictorios, dudas y una especie de bronca que me recorrió el cuerpo pensando que si tan sólo una de esas palabras fuese verdad, sentiría que mi labor aquí y de todo el que ayuda es en parte un gran engaño orquestado. Paso, pienso y reflexiono mientras éste hombre me da el titular que tanto esperaba : “El socialismo de Lugo creó la clase obrera de la limosna”. Obviamente mi trabajo como periodista es mantener la mayor objetividad posible, pero no puedo evitar como persona que me afecte. La verdad de esta situación no la voy a decidir yo ni el señor Ortiz, ni Irma la madre coraje que pasó de niña rica a niña pobre, sino que cada uno saque con toda la información que se le brinda, sus propias conclusiones. Pero quizás si ésta realidad de la que me habla el señor Ortiz, fuese en parte cierta, empezaría a comprender el por qué de ese conformismo en la pobreza, el por qué de tener hijos sin ton ni son, el por qué de ver que un niño pida con su hermano de meses en brazos limosna de la mañana a la noche. ¿El negocio de la pobreza? No es nada nuevo si nos paramos a pensar, pero estos niños¿ crecen en ese contexto? ¿normalizan una situación tan extrema sólo porque sus padres les educaron a que de esta manera se puede ganar uno la vida?¿son conscientes del engaño? ¿son cómplices de la pobreza? ¿es la pobreza lucrativa?¿cómo aprendes a valorar algo si te lo regalan?

Ese tipo de preguntas invadían mi mente cuando regresaba a casa. Al día siguiente,  sin poder dejar de pensar en ello corrí a comentárselo a las profes. Lily me dijo, como ya me suponía, que todo el mundo cuenta la feria como le va en ella y muchos desprecian el socialismo de Lugo por ser de otro color político y que no se puede generalizar. No es que no haya quien se aproveche o se acomode mejor dicho en su situación de pobreza porque le es más fácil que otras vías que requieren más esfuerzo y sacrificio, pero que la gente necesita esas ayudas para vivir.Que las familias que atienden en el comedor son realmente necesitadas cada una dentro de su miseria.
Ambas versiones de la historia son a mi entender realidades desde un punto de vista personal y subjetivo, aunque sí que es cierto que desde entonces cada vez que uno de los niños me dice que le regale algo, no puedo evitar mirarlo con recelo…perdóname padre si he pecado.

pd: En una cosa en la que coinciden todas las versiones es que gran parte del dinero para solucionar la pobreza del Paraguay lo han ido chupando unos y otros sin dejar rastro, es una verdad consensuada que el choriceo político en Paraguay es tan real como la vida misma. Como en España, rezan aquí también que  venga el que menos robe.... 
pd2: Otra pregunta que muchos se hacen, ¿para qué sirve la Secretaría Nacional de la Niñez? linda tapadera para seguir robando...

domingo, 28 de julio de 2013

CAPÍTULO 19: EL BAILE DE UN SÁBADO CUALQUIERA








Como todos los sábados, a las 8 en punto de la mañana, las cabecitas de los niños empiezan a asomar por las rejas de la puerta. Alicia, la profe de baile los espera ansiosa. El baile no es sólo una forma de divertirse y desconectar de las tareas del colegio y los problemas del día a día sino que se convierte en una fuente más que necesaria de disciplina y trabajo en equipo. No hay tregua, si las cosas no salen bien se repiten hasta que todo sea perfecto, el mínimo error hace que todo el grupo vuelva a empezar. A veces los niños se enfadan y no lo entienden, pero es simplemente un ejemplo de la vida; te caes te levantas, algo sale mal lo repites, mejorando siempre hasta ser el mejor…sólo así tu vida no dependerá del todo del destino, dejando el menor porcentaje posible al azar.

El baile es un baile típico en el que participan niños y niñas, increíblemente los niños son más disciplinados y caballerosos al menos hoy. Parece un baile de mini príncipes y princesas, ellas con vasijas en la cabeza y ellos de rodillas esperando a sus bailarinas…más lindos!!! Merece la pena levantarse tan temprano un sábado para ver este espectáculo. Ya han ido a bailar a la embajada argentina, a concursos y festivales…lo bueno del baile es que además de ser un medio de expresión y motivación y por qué no una carrera para el mañana, también los ayuda mediante estos actos sociales a sentirse alguien, a tener un don por el que ser aplaudidos y respetados. Su autoestima es bajísima aquí porque hasta sus propios padres (muchos de ellos analfabetos) les dicen que no valen para nada; pero en el escenario, bailando, son auténticos profesionales capaces de enseñarle al mundo que más allá de las miserias de su vida, cada uno tiene un nombre y un apellido por el que serán recordados para siempre.

sábado, 27 de julio de 2013

CAPÍTULO 18: Irma, de niña rica a madre pobre. Habla la sobrina del dictador Alfredo Stroessner.


Os invito a conocer la realidad de Paraguay descrita por Irma Martiago, una mujer cuya historia es única. Su vida y vivencias de la riqueza hasta el barrio bajo de Trinidad.

Un pasado de riqueza, un sacrificio por amor, una vida de angustias y un futuro esperanzador.

  • "Soy sobrina del Alfredo Stroessner, EX-PRESIDENTE de la República de Paraguay"
  • "Mi apellido me ha traído muchos problemas"
  • "El comedor me salvó la vida"
  • "Casi perdemos a mi hijo pequeño por dos veces"
  • "Prefiero haber vivido las dos realidades para comprender la pobreza"


miércoles, 24 de julio de 2013

CAPÍTULO 15: PARAGUAY Y EL CONFORMISMO , EL LEMA DEL “DEJARSE LLEVAR…”





Por la tarde hemos salido a ver a Marisol, una niña con una grave infección cutánea provocada por el agua infectada que comparte junto con la gripe con el resto de sus hermanos. Como no, su casa es una casa de maderos y cartones que el río ha obligado a construir en un pequeño terreno. En la morada nos encontramos a un grupo de niños jugando a las canicas, las “balitas” como aquí lo llaman (la última moda en juegos no violentos, aunque se juegan dinero en él).  Irma, la madre de la pequeña, dirige una casa con un marido alcohólico que tose sangre por una cirrosis galopante, una hija de 15 años que ya vive con su novio en casa y con el pequeño Leonardo, al que nos cuenta emocionada que casi pierde por dos veces por culpa de la droga y la calle. Es una mujer instruida que completó sus estudios y de muy buena familia, pero que el destino ha llevado a la calle. Mañana la entrevisto por la mañana, es una de las personas más interesantes con las que me he encontrado hasta ahora. 
Con una apariencia totalmente engañadiza, casi piojosa, desaliñada y gordita nos explica las diferencias sociales y los derechos por los que lucha dentro de la comunidad en la que vive. Le viene de familia, pues su padre al que siguió hasta Paraguay desde Argentina, era conocido por ayudar a sus semejantes. Es una mujer emprendedora en un lugar extraño, quiere hacer una casa de materiales reciclados y tratados para mejorar las condiciones de vida de los chabolos donde se ubican cuando crece el río, ha luchado por tener un huerto comunal sin éxito y defiende la educación de los niños para evitar que vivan de mayores como lo hacen de niños: sin esperanzas, sin sueños, sin formación y en la calle. “El problema de Paraguay es que no nos unimos como pueblo, no luchamos por nuestros derechos, somos conformistas”.
 No ha sido la única que hoy por la tarde me ha confesado esa gran verdad. Hemos visitado más casas y en todas se percibe. Al llegar a la casa de las hermanas de San José de Cluny, el padre Óscar (paraguayo de nacimiento) me confiesa con impotencia que Paraguay es un pueblo indígena “al que siempre se le ha dado todo, un pueblo descendiente de indígenas de caza y recolectores que siempre lo han tenido todo”; que no saben luchar por mejorar y que son el pueblo del dejarse llevar…¿Para qué mejorar si ya tenemos algo? 
Conformistas y por lo tanto de sueños vacíos que muchas veces esperan que la ayuda toque a sus puertas sin pelearla. Torna los ojos al hablar y  parece que le duele decirlo, lógico, a mi me dolería de mi tierra, pero dicen que el primer paso para superar algo es reconocerlo...Nunca he visto a un cura maldecir hasta hoy, la franqueza le brota sin poder contenerla y la indignación comienza a hablar en su nombre…una gran  entrevista para próximos capítulos, mientras tanto, más historias sin nombre, más caritas que surgen del fango…

CAPÍTULO 14: VIOLENCIA EN CASA, VIOLENCIA EN LA CALLE.


“He visto una pelea con machetes” respuesta de una niña de 10 años cuando le preguntaban las voluntarias qué era la violencia en la calle. Han visto tanto, han oído demasiado…quizás hasta el punto de preferir ser sordos o ciegos. Hoy hicimos un taller contra la violencia, en dos grupos los niños tenían que hacer un mural con recortes de revistas, dibujos, etc. que reflejaran violencia en la calle y violencia en casa. Les cuesta concentrarse, hablar de ello; parece que no saben nada del tema pero es que igual saben demasiado y juegan a no recordar. Pero si es cierto que nunca los he visto tan implicados, recortan, pintan y buscan fotos como si quisieran colorear algo que no pueden contar.
 Acaban respondiendo de maravilla al taller y parece que comprenden que la violencia engendra violencia…parece porque cuando presentan sus trabajos se pegan por detrás para hablar…Les cuesta de verdad porque es lo que llevan mamando desde chicos, es el lenguaje de sus casas y de la calle: padres que les pegan a las mamás porque éstas les reclaman que trabajen que no llega la plata para comer, papás que “toman” como dicen aquí y borrachos como cubas les pegan…No recuerdo quién me lo contó ya ( son tantas historias desgarradoras que ya no recuerdo ni los nombres de los protagonistas) , pero me contaron que  a cuchillazo limpio delante de sus hijos un hombre persiguió a su mujer por la calle por celos y que una vecina tuvo que separarlo…casi la mata…las hermanas le consiguieron un billete con algún destino lejano y tuvo que volar lejos del país con sus hijos por miedo a que la matara. Por desgracia en España estos casos tampoco son tan extraños, pero aquí es que son cotidianos…quizás la miseria cuanto más cerca más macabra…
Al menos estos chicos, hoy, han visto que hay otras realidades; han aprendido que hablando se entiende la gente...parece que al salir se dan menos patadas...parece que entienden que el diferente no es el depreciado sino que es único...parece que aún queda esperanza...pena que no podamos educar a sus padres...

lunes, 22 de julio de 2013

CAPÍTULO 12: PRESENTE INJUSTO, FUTURO INCIERTO


 Hoy ha sido un día duro. El inmenso frío y la larga caminata desde sus casas ha hecho que pocos niños vinieran al turno de mañana del comedor .He coincidido con 6 voluntarias de Madrid del colegio de La Salle que comparten la gestión de los chicos de Pozo Colorado con las hermanas de San José de Cluny. Hemos mantenido una reunión para que nos pusieran al día con las necesidades e historial de los chicos. Me ha costado mucho contener las lágrimas. Por dónde empezar: Por Ariel, un niño que tiene que trabajar, casi no aparece por el colegio y está en serio peligro de drogadicción con apenas 13 añitos o Nalia que en el cuaderno de trabajo reza a Dios para que su amiga de 14 años supere su adicción al sexo, abusos de menores, drogas, marginalidad, pobreza…sus propias abuelas trafican con drogas! Dinero fácil y miseria es una mala combinación para un niño…no escapar de la dura realidad se hace difícil y el camino más fácil es también el más dañino….Y sin embargo los ves entrando sonrientes por la puerta y no le puedes poner nombre a ninguna de esas historias porque parecen niños felices, pero muchos de ellos esconden una realidad que pocos conocen. Una de las hermanas nos cuenta la historia de Jonathan, un niño que venía de vez en cuando al comedor y que encontraron el otro día drogado por las calles. “Muy dorgadito” como dulcemente lo describen. Dice la hermana Ester que le saludó y le acarició para que notara el calor de una mano amiga, el pobre intentaba engañarse a sí mismo ocultando su drogadicción que ya era demasiado evidente…
Dios mío, ¡si son sólo niños! Qué desgraciado e injusto es el mundo que los condena y cómo engañan jugando como cualquier otro…quizás ahora llego a entender por qué Agustín no sonreía...

domingo, 21 de julio de 2013

CAPÍTULO 10: Y CÓMO LA TECNOLOGÍA CAMBIÓ EL MUNDO




Si el primer día que llegué les enseñé a usar Google, hoy al ver la cámara de profesional la avalancha fue máxima. Les encanta posar, saltar y coquetear delante del objetivo. Dicen que quieren ser como Cristiano Ronaldo o Violeta (al parecer ídolo adolescente en Latinoamérica. Tipo Rebelde Way). Pero tras analizar todas las respuestas me di cuenta que todos ellos sin excepción querían una cosa o la otra, las niñas Violeta y ellos jugador de fútbol. La Hermana Ester me cuenta que estos niños no se imaginan su futuro, no se ven con 5 o 10 años más, que no tienen aspiraciones profesionales y que sólo dicen que quieren ser lo poco que conocen.

¡Qué triste! Pero,¿ qué me esperaba? si ayer salí a la calle y vi a los niños trabajando en los semáforos…No es que no tengan sueños o esperanzas de futuro, es que no conocen las opciones. Me cuentan las Hermanas que han descubierto muchas vocaciones de baile o pintura cuando han hecho talleres con los niños. Una de las voluntarias se apresura a comentar que gracias a hacer bailes con ellos, han salido muchas vocaciones para la danza.
Así que imaginaros el revuelo que se formó cuando en fila india los niños iban aprendiendo uno a uno a usar una cámara de  fotos para retratar a sus compañeros. Creo que por muchas entrevistas y artículos que he hecho y por mucho que siempre he adorado mi profesión, jamás la había sentido tan útil. Un par de ellos ya me han dicho que quieren estudiar fotografía y viajar por el mundo, ¡QUÉ PASADA! Y en sólo una hora y poco!! El lunes vamos a empezar a organizar un periódico dividiéndolos en grupos para que sean ellos quienes busquen la noticia como un juego, la redacten y mejoren sin darse cuenta la lectoescritura y como no saquen fotos o dibujos para ilustrarla…ME SIENTO ÚTIL!!:) Al menos que sepan que hay vida más allá de la calle.
Pd: Si nuestros amigos de Canon o cualquier marca, Apple etc se dejan de hacer anuncios de gente que ya lo tiene todo y eslóganes aparentemente conmovedores y quieren participara en el proyecto aquí les dejo mi email. olaya.lopezalonso@gmail.com

Podemos convertir la publicidad al igual que el periodismo en herramientas de igualdad social, que no sean sólo los programas del corazón los que anuncien Kaiku. Un saludo y hasta dentro de poco followers! J

CAPÍTULO 9: UN COMEDOR: UNA FAMILIA



Hoy ha sido el primer día que he estado en el comedor en el que las hermanas de San José de Cluny atienden, dan cobijo, alimento y la formación que pueden a los más de 120 niños que entran y salen de sus puertas. Después del desayuno, unas colaboradoras les han explicado a los niños cómo tratarse contra los piojos. Muchos de ellos los tienen y todos los han tenido (en ese sentido no hay diferencia con los colegios españoles), pero lo que preocupa realmente es que muchos de ellos se niegan a tratarse por desconocimiento o incluso por falta de medios. Una pequeña me contaba que una amiga suya tenía tantos que se le estaba cayendo el pelo (pobre criatura). ¡Qué importante es la información y qué poco valor le damos los que la tenemos a diario!.

Después de los juegos y la catequesis, llega la hora de la comida. ¡Cómo corren hacia las mesas! Se ven las caritas de felicidad ya que el frío (aquí es pleno invierno) convierte una mañana de juegos en el patio, en una verdadera nevera gigante. Uno de los chicos va en chanclas, está lloviendo pero insiste que no tiene frío; la Hermana Ester me cuenta que ellas les han dado en varias ocasiones calcetines, pero que los venden o los pierden (creo que la desesperación humana no tiene límites). Cacerola tras cacerola el guiso de arroz, carne y frijoles se acaba, repiten, se sacian y como es el día del Divino Niño el postre es especial: galletas oreo, leche con jugo de banana y unos dulces! Todo un manjar que sin duda disfrutan mientras se ríen. Pero es increíble cómo todo lo que empieza acaba y con qué rapidez se sincronizan por turnos escritos en la pizarra para recoger los platos, lavar las cacerolas y limpiar el suelo hasta que todo queda como hace media hora cuando los bancos de madera aún estaban encima de las mesas. Veo a este chaval frotar esa inmensas cacerola en un grifo bajo la humedad de la poalla y me acuerdo de cuantas veces me quejé por meter los platos en el lavavajillas. Lección de humildad de postre para mí.

sábado, 20 de julio de 2013

CAPÍTULO 8: SONRÍE BEBÉ, SONRÍE...


Hoy he visto la tristeza en los ojos de un niño. De varios. Pero no una pena pasajera, no una llantina o un berrinche. Esa mirada no era pasajera. No puedo quitar los ojos de los suyos esperando que sonría, ¿por qué no lo hace?. He preguntado si era tímido o si normalmente callaba y sólo miraba, pero nadie me sabe explicar qué le pasa. Me embauca a través de los ruidos del patio, lo veo cuando come, no hay alma tan vacía que la de un niño sin sonrisa. Los demás cantan, corren o ríen, pero él y ella…sólo miran al vacío. ¿Qué le habrá pasado me pregunto?¿Cómo puedo recuperar su sonrisa?No tengo palabras…sólo que no puedo dejar de mirar esos ojitos. Espero que alguna de estas veces cuando se vuelvan a cruzar con los míos se achinen, en su boquita se formen olluelos y le vea los dientes, sólo así sabré que algo ha cambiado. Si sólo consiguiera eso mi presencia aquí habría mereceido la pena. Sonríe bebé, sonríe.


CAPÍTULO 7: AL CORRO DE LA PATATA


Si no mirara por la venana, si no supiera donde estoy juraría que oigo el patio del colegio de cualquier escuela de España. Gritos, chillidos agudos, sonidos de pelota y juegos que hacen de cada recreo una historia interminable. Estos niños no son como los que salen en los documentales, juraría oyendo sus carcajadas que no tienen problemas, que en casa los esperan sus padres, que su mayor problema son los deberes, que una tiene una cena caliente en la mesa…pero me equivoco, sólo es la fantasía de unos gritos de alegría que en nada se diferencian a los de cualquier  niños de otra parte del mundo. Quizás incluso más, quizás mejores y más agudos. No tienen móvil, no saben casi ni lo que es, y desde luego la NINTENDO para ellos es poco menos que chino. En ese sentido deberían envidiarlos los niños de lo que nosotros mal llamamos primer mundo. Me recuerda a cuando era una enana, a mi patio del colegio, al brilé , a los tazos, las combas y por muy cursi que suene; al sesesé. Son felices aquí dentro, me da igual si quienes les dan la felicidad rezan en arameo, juran en cristiano o replican en árabe; sólo sé que más allá de cualquier estúpido prejuicio están ellos,en el único lugar de la ciudad donde todavía pueden ser niños.