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lunes, 9 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 61: LA SEMANERA



Hoy he dormido con las pequeñas. Por turnos cada semana una voluntaria o hermana duerme con ellas de domingo a domingo. Si os digo la verdad yo no es que quisiera dormir con ellas, es que lo estaba deseando. Las noches son traicioneras y traen consigo la melancolía, los problemas y toda clase de recuerdos que se amparan en el silencio de la noche para sonar alto en nuestra cabeza pero esta noche he dormido como un bebé. No he tenido tiempo de pensar en todo eso porque estaba pendiente de escuchar cualquier ruido que me indicara que algo les pasaba a las pequeñas. Como en las cárceles, aquí también hay riesgo de fuga sobretodo en las adolescentes que sueñan con salir de aquí y ver mundo o escaparse con su enamorado; las pequeñas sin embargo, son todo ronquidos y sueños a no ser que la tos o el dolor aparezcan en plena noche. Cuando llegué ya estaba todo en silencio, sólo algunas de las mayores estaban de camino al baño y vuelta. Agarré la linterna y me recorrí el oscuro pasillo iluminando cada habitación para asegurarme que todas dormían y estaban en su sitio. Apuntaba con la luz fría y tenue de la linterna las mosquiteras de colores e intentaba adivinar si los bultos de las camas eran niñas o mantas y almohadas. Sentía sus respiraciones y me tranquilizaba saber que estaban bien, que soñaban, que ya descansaban sin problema.
Me sentí durante el paseo como una loba con una gran camada, como una mamá postiza que cuida de los sueños de sus pequeñas. Me preguntaba qué haría si llamaban a la puerta con dolor o con miedo, si sus pesadillas las despertarían en medio de la noche y recurrirían a mis brazos...Creo que no soy tan buena escritora como para describir con palabras lo que sentí anoche, la responsabilidad pero al mismo tiempo esa sensación de protección mutua, de oír que se mueven en sus camitas, de sentir que van al baño o que se dan la vuelta y saber que esta noche no duermo sola : ¿será que cuido yo de ellas o en realidad me cuidan ellas a mi?.
La noche pasó tranquila y no hubo ninguna manita que tocara la puerta en plena madrugada. Suena el despertador a las 06:00 am y me levanto como un rayo con el ordenador en la mano para despertarlas con música. En realidad no sé si me levanto rápido para despertarlas o porque no me puedo perder verlas durmiendo y con esas caritas soñolientas en cuanto abren los ojos. Son pura ternura, son angelitos que bajaron a la tierra para alegrarnos la vida con cosas tan sencillas como dormir. !Ay madre mía si es que yo he nacido para ser mamá! ¡Me las como enteritas!
Entro en la primera habitación y las cuatro niñas siguen durmiendo en sus literas, las mosquiteras apenas se han movido desde anoche como si se hubieran quedado petrificadas en sus camas. Meto la mano por debajo de una de las mosquiteras y le hago cosquillas a la chiquitina mientras le susurro que se despierte que ya es de día. Abrió los ojitos casi al momento como sorprendida por descubrir una mano tan cerca de su cara, pero en cuanto vio que era yo, sonrió y sus desaliñados dientes lucieron como si alguien hubiera encendido la luz.
Así con todas mientras la música de "Arriba la Vida" sonaba a todo volumen para amenizar el duro trance de despertarse un lunes por la mañana.
Cuando todas estaba ya despiertas, acompañé a algunas a lavarse la carita. Cuando abrí el grifo y metí la mano para hacer lo mismo, me encontré con algo que ya se me había olvidado: el agua del tajamar. Salía marrón y tenía un olor nauseabundo que me llevó a pensar que más valía que me lavara la cara con barro. Sin embargo, cuando quise darme cuenta ya todas estaban echándose el agua en la cara como si fuera de un manantial de Mondariz : "Ellas están acostumbradas" pensé y me avergoncé al darme cuenta de que mis pies habían retrocedido un paso. "Si ellas lo hacen,¿ por qué yo voy a lavarme la cara con la limpia agua de mi baño?" "¿Soy a caso mejor que ellas?" . Sigo intentando responder por qué no fui capaz de lavarme la cara ahí si la niña que tenía al lado no es que se lavara la cara, es que bebió un trago sin contemplaciones. Si os digo al verdad no puedo evitar sentirme una mierda al pensar en todo lo que yo tengo y a lo que no le doy valor porque lo considero algo normal . En mi casa, muchas veces el agua corre sin problemas por los grifos y mangueras, limpia y transparente; me doy baños de agua caliente con espuma y si hay un mosquito en un vaso de agua lo tiro.
Por supuesto que cada mundo tiene unas necesidades y problemas adaptados a su evolución y que no porque estas niñas beban del tajamar directamente, los problemas del primer mundo son menos importantes, pero quizás a todos los que vivimos tan agobiados en nuestra realidad, nos vendría muy bien salir de ella para darnos cuenta de que nos hemos llenado la vida de intermediarios y conflictos que si partimos de las necesidades básicas del ser humano e intentamos volver a ella, no deberíamos tener.
¿Cómo se le pude pedir humildad a un mundo que ha perdido la capacidad de sorprenderse porque el agua del grifo salga limpia, fresca y depurada? Es sólo un ejemplo de todas esas cosas que nos han dejado de llamar la atención porque son demasiado comunes. Aquí muchas veces ocurre también, pero es quizás más grave, que lo que sea normal aquí, es que un niño trabaje y no que el agua del grifo esté depurada. Cada sociedad y su idiosincrasia, cada problema y su razón de ser, pero al menos, la capacidad de sorprendernos, la capacidad de tener  capacidad  para ver más allá de nuestras propias realidades; al menos eso, que jamás se pierda porque entonces habremos perdido nuestra propia esencia, la esencia de la curiosidad, del descubrimiento y con ella la esencia de la evolución positiva más allá de los dictámenes de una sociedad moderna y corrupta.
Suena la campana. Entre estas divagaciones mías las niñas se peinan delante del espejo. Una de ellas me pide que le desenrede el cabello. Tienen el poder de devolverme siempre la sonrisa. Como una vez me dijo alguien a quien no olvidaré jamás: "tienes de tu lado la sonrisa de los niños". Eso de momento, es más que suficiente.
pd: la semanera es la que se ocupa de dormir con las niñas cada semana. Puedo gritar a los cuatro vientos que esta semana : SOY LA SEMANERAAAAA!!!:):):)

sábado, 7 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 59: LOS MENONITAS Y LA DIVISIÓN DE PARAGUAY





         
Hoy Fabi, una de las niñas, tenía visita en el otorrino. El año pasado un palo le cayó en la nariz y desde entonces tiene un bulto que en ocasiones le duele y no la deja respirar bien. Por eso, la hermana Raquel (enfermera), el director Aníbal y yo, nos dirigimos durante dos horas en coche hacia el interior del Chaco. Loma Plata, así se llama el pequeños núcleo urbano al que nos dirigimos. Dos horas de viaje dan para mucho y el director Aníbal y yo comenzamos a hablar: "Loma Plata es una comunidad de menonitas" Los menonitas son emigrantes alemanes de la segunda guerra mundial que llegaron desde Rusia y Canadá a zonas de Latinoamérica como Paraguay donde fueron acogidos. En Paraguay tienen cinco comunidades y una de ellas es Loma Plata. Curiosamente las comunidades de menonitas suelen ser las zonas más desarrolladas como la ciudad de Filadelfia, y que conservan un toque europeo fácil de distinguir.
De religión y costumbres en su mayoría protestante, han importado al Paraguay el idioma alemán (más bien una variante), sus costumbres y por su puesto, su indiscutible perfil ario.

Hablando de estas comunidades tan avanzadas me atrevo a preguntarle a Aníbal : "¿Cómo un pueblo que lleva relativamente tan poco tiempo como los menonitas en Paraguay, es más evolucionado que una sociedad que el propio pueblo paraguayo? ¿A qué se debe tanta diferencia?" Me sorprende lo abierto que es Aníbal que sin tomárselo como ningún tipo de ofensa (como debe ser) me responde: "Ellos son un pueblo muy unido, que aunque al principio pasaron muchas dificultades, eso les ha servido para organizarse fuertemente en cooperativas" "Al principio se buscaban la vida trabajando en las estancias (granjas de gran extensión) como el resto de los paraguayos, pero trabajan mucho y pronto comenzaron a adquirir tierras" "Se organizaron en cooperativas en las que iban a parar todos los ingresos que luego se distribuían en las necesidades de la comunidad(...), comenzaron así a construir sus propias fábricas, casas, hospitales, colegios y hasta sus propios centros de distribución de energía eléctrica"

¿Entonces la gran diferencia con los paraguayos es la unión? le pregunto.
 "Paraguay es un pueblo que antes de la guerra de la Triple Alianza era un pueblo unido y próspero, de hecho, era uno de los países con más proyección en vías de desarrollo de toda Latinoamérica, tanto era así, que ese fue el motivo que causó la guerra" ¿Cómo puede causar una guerra que el país prospere? continué preguntando. "Digamos que a no todo el mundo le venía bien esa prosperidad; Inglaterra (recordemos que fue junto con España , la gran reina en la época del descubrimiento de América) gran inversora en tierra y petróleo en zonas de Argentina, Brasil y Uruguay, vio que sus inversiones peligraban por culpa del desarrollo de nuestro País, (...) los historiadores dicen que ese fue el motivo principal del comienzo de la guerra" " Antes, Uruguay, Paraguay , Brasil y Argentina, teníamos un acuerdo de no invasión y respeto por los territorios vecinos para no invadirnos entre nosotros; pero Brasil comenzó a invadir territorios Uruguayos a lo que Paraguay se opuso completamente y ahí los conflictos territoriales afloraron" "Si sumamos esto a los intereses Ingleses que defendían que Paraguay era un mal ejemplo para el resto de países de América Latina, digamos que era cuestión de tiempo que se convirtieran en causas de guerra(...) Y así fue como la comenzó la guerra de la Triple Alianza que comenzó en 1865 duró 5 años y en la que Paraguay perdió parte de su población."
¿Cómo puede ser que un desarrollo como el que tenía Paraguay fuese considerado como un mal ejemplo, no se supone que ese es el fin de la evolución, mejorar?
"Sí, pero había demasiados intereses en juego para los países vecinos, que veían como el modelo de autoabastecimiento y el desarrollo de la industria paraguaya podía interferir en el comercio con Inglaterra, de ahí tanto interés de los ingleses".
Mientras conversamos, pienso en la cantidad de barbaridades que a lo largo de la historia se han cometido en nombre del dinero; dinero que mueve el mundo, dinero por el que se mata y se muere, dinero con el que se compran y se venden almas y dinero que al fin y al cabo nadie se lleva eternamente consigo.

"Todos los hombres iban a la guerra, también jóvenes y morían , así que en el país quedaron mujeres, ancianos y algunos niños y la evolución tuvo que comenzar desde 0 de nuevo(...) Tras la guerra, nunca volvimos a ser un pueblo unido; seguía habiendo un Paraguay que estaba a favor de los invasores y otro que estaba en contra y aunque los primeros gobiernos fueron favorables, hasta nuestros días, el resto sólo han sido ladrones" Noto a medida que habla que sus palabras se llenan de pasión y sentimiento "Los políticos son el mayor problema del Paraguay, unos y otros, todos se alimentan del pueblo en lugar de ser al revés".
La conversación se corta en seco, acabamos de llegar al hospital.
Por el camino ya he notado que esto no es Paraguay, no al menos estas calles que tienen nombres en alemán, ni las estructuras y materiales de las casas ni calles : el cemento y los ladrillos hacen que la madera de las construcciones típicas desaparezca. Los niños rubios de ojos azules se pasean por los agradables y floridos barrios con sus cascos y una sensación de extranjería me recorre el cuerpo.

Pasamos al lado de la escuela, con sus banderas ondeando al viento, sus impolutas cercas de madera blanca y sus cuidados y recogidos jardines y finalmente aparcamos frente al hospital de Loma plata. Las puertas automáticas ya nos indican que no es un hospital al uso aquí en Paraguay. Tiene  pinta de ser privado desde los cuadros de la pared hasta el papel del váter. Al entrar, dos recepcionistas perfectamente uniformadas e impolutas nos reciben con sus ojos azules y su semblante serio, tras dar los datos de la niñas nos conducen a una sala de espera que sólo conserva del Paraguay el ventilador y al madera en el techo. "¿No te da rabia que estos que acaban de llegar a tu país tengan los mejores hospi...."    "¿¡Fabiana?!" grita una enfermera desde el interior de la consulta. No me dio tiempo a terminar mi pregunta, y lo que es peor, a escuchar la respuesta cuando ya estábamos entrando en la sala de la especialista.

Una mujer de marcados rasgos asiáticos (yo diría que más coreana que china), estaba doblada en una silla con su bata blanca y rodeada de todo tipo de adelantos tecnológicos en una sala blanca como la leche. No me gustó su actitud desde el primer momento: estaba recostada en el respaldo de la silla, no se puso de pie para recibirnos, bostezó en cuanto entramos y creo que le dediqué yo más tiempo a observar el mármol del lavabo que ella a observar a  la pequeña. 
"Es un fibroma y no es grave, pero abría que extraerlo con anestesia local y coser" Para decir esto la tía cobró 140.000 guaraníes (unos 23 euros, cifra muy alta para una consulta en el Paraguay). Ni siquiera sonrió a la pequeña de 7 años que estaba algo abrumada con tanto aparato y le hablaba a la hermana Raquel como si fuera un niña de bachillerato: "Esto de aquí es piel y no hueso señora....". Eso de señora lo odio.
El caso es que salimos de allí como entramos pero con la diferencia que estábamos a otras dos horas de casa y que ni siquiera nos dijeron un simple adiós al salir. Me acuerdo del hospital al que fui en Asunción a la semana de llegar. Era un hospital atestado de gente, con ventiladores en cada esquina, con equipos viejos y paredes manchadas, con enfermeras comiendo entre los pacientes y hablando a grito pelado. Recuerdo cómo me trató el médico, qué cantidad de preguntas me hizo, lo cariñoso que fue conmigo y el tiempo que me dedicó.
Salimos de nuevo a la ruta rumbo a San Isidro mientras pienso que no hubiera cambiado el barullo y el caos de aquel hospital por la frialdad y la insensibilidad de este por mucha asepsia que hubiera. Yo los prefiero morenos y de sangre caliente. ;)

lunes, 2 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 54: UN PAYASO EN MISA, LA MUÑEIRA EN PARAGUAY Y LAS FLAUTISTAS DE AMELÍN




Ayer era Domingo, como es costumbre en las comunidades cristianas hubo misa a primera hora. Como el día anterior, casi 300 niños y niñas abarrotaron la iglesia. Hoy no nos visitó ningún corazón y se notó porque estaban todos más relajados: de nuevo los cantos a grito pelado, el padre nuestro que se debió escuchar en Singapur y las caritas de sueño propias de las 8 de la mañana.  Cuando todos se sentaron para escuchar la homilía, el padre Aníbal les dio una sorpresa : "Hoy no diré la homilía yo, sino unos payasos". Nadie me había avisado de tal evento y pensé que el sueño me había jugado una mala pasada o que sería el sobrenombre de alguno de los novicios.
 De repente, cual fue mi sorpresa y la de todos los presentes, cuando ¡aparecieron dos payasos de verdad! Pelucas de colores, zapatones del 50, narices rojas...el pack completo vaya. Era la primera vez que veía  payasos en una iglesia, y más sustituyendo al cura, y más !dando la homilía!.
Primero una payasa que tiró y pateó los juguetes que traía esparciéndolos por el suelo; y luego el payaso que apareció para explicarle que eso no lo debía hacer. Así entre juegos y pantomimas, contaron historias y representaron un teatro: una vela era la protagonista del cuento. Resulta que la vela tenía miedo del fuego que prendía su mecha y la consumía, pero finalmente aceptó con gusto que esa era su misión en la vida y que nada tenía que temer y así fue encendiendo otra velas que por miedo estaban apagadas hasta llenar de luz el mundo. Creo que me estoy inventando parte de la historia porque tuve que ir corriendo con la hermana Vicenta a buscar la cámara, pero vaya una historia semejante con moraleja para los niños. Terminado el cuento, los payasos repartieron velas a los pequeños y las prendieron como símbolo de la luz que cada uno de ellos tiene y puede contagiar.
Realmente una misa diferente que hizo las delicias de los pequeños.
Al terminar la misa, los domingos, tienen deporte hasta las 11. Dos horas en las que chicos y chicas juegan al fúbol, volley o simplemente miran cómo juegan sus compañeros. De nuevo el calor me estaba apagando, cuando vinieron unas chicas de 8 º y 9º (las mayores)  a hablarme. Me dieron la vida, porque me agarraron del brazo y nos paseamos como cuando yo era alumna por todo el patio contando chismes: chicos, amigas, papás....¡todo!. En eso que nos paramos debajo de un árbol a la sombra y no me acuerdo muy bien por qué pero empezamos a bailar: ellas me enseñaron algunos pasos de la danza paraguaya (dios santo qué patosa soy) y luego yo a ellas los pocos pasos que recordaba de baile gallego.  ¡Qué cuadro intercultural! ellas con la muñeira el lalala y el tacón , punta tacón y yo con la guarania y con cuidado de que no se me enrollaran los pies para caer de morros. Y así pasaron sin que nos diéramos cuenta, las 2 horas de deporte.

Si os digo la verdad yo aquí disfruto como una enana porque es como volver a los 13, como ir a un campamento de verano.
Cuando llegué el domingo, elaboré una lista de cosas que podía hacer aquí: cursos, clases, tareas, etc. En esto, que la hermana Vicenta me preguntó si sabía tocar algún instrumento. Yo, como cuando en España te preguntan qué sabes tocar, dije la flauta y me eché a reír. 
Debí pensar antes de hablar porque no tardaron en pensar podía darles clases de flauta a las niñas. ¡Pero si no he dado clases de flauta a nadie en mi vida y sólo recuerdo las canciones del colegio! Vaya, que¡ cómo voy a dar clases de flauta tocando el Himno de la Alegría, el Cumpleaños feliz y el Ondiñas veñen ! Ahora es cuando me pregunto por qué abriría la boca....jajajjaa. El caso es que ayer por la tarde ya me entregaron las flautas y un grupo de niñas se fueron conmigo cerca del aljibe para la clase. "Y yo a estas ¿qué les enseño?" No sé muy bien cómo hice pero me las apañé para recordar mis clases de canto, la importancia de la respiración, la posición de los dedos y las notas y con eso salí del paso. Como siempre Titanic ,canción de flauta por excelencia, me salvó la vida mientras recordaba a mi profesora de música Ángeles y lo que se reiría de mi si me viera(eso va por las veces que me reí yo en su clase).  El caso es que convertida en un Amelín improvisado, me gustó tanto la experiencia que ahora buscamos un hueco para repetirla cada día: supongo que no hay nada en esta vida que no se pueda hacer si te lo propones.
Suena el pito y me toca el turno para cuidar el patio.
Aunque me toca reemplazar a la hermana Eulalia, ella se queda un rato organizando un juego para que las niñas no se aburran. De verdad la fuerza de esta mujer es increíble, hace menos de una hora estaba friendo pescado con casi 40 grados de calor en medio de un fuego y aceite hirviendo y aún le quedan fuerzas para ampliar su turno.
El juego consistía en llenar una botella de plástico de agua por equipos. Cada jugador debía correr hacia el centro, donde había un cubo de agua, llenar un vaso y correr hacia la botella para verterlo. El que la llenara antes, ganaba. Tanto jugaron con este calor que al final el agua acabó por sus cabezas  y el suelo convertido en un barrizal, pero no os puedo describir cuánto se divirtieron las enanas.  
Después, les enseñé a jugar al escondite ingles, pero creo que debí pensarlo antes: unas 30 niñas corriendo hacia la que quedaba...os puedo asegurar que impresiona bastante y más cuando sabes que en algún momento alguien gritará "chorizo" y el caos se apoderará de la pista.
Con al cena llega la calma y aún con los últimos niños dando coletazos por el patio, me siento con la hermana Eulalia a ver cómo hace adornos, pulseras, collares y abalorios de alambre y medias. Sentadas una en frente de la otra, me enseña fotos de su familia, de Galicia y compartimos historias y recuerdos de los años de su vida. Mientras, unos patitos de hilo hechos por ella nos observan desde una esquina. ¡Ay! ¡cuán entrañable es esta mujer! Me dice que me va a enseñar a hacer todas estas cosas en mis ratos libres...¡no puedo esperar a mañana!
No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso. 

No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso.
pd: Toda excusa es buena para volver a ser niño. :)

sábado, 31 de agosto de 2013

CAPÍTULO 51: UN CAMPAMENTO PERMANENTE: POZO COLORADO




En el autobús un hombre se me acerca. Casi llegando a mi destino y sin conocerlo de nada, me dice que me debo bajar en la parada próxima con él. Le pido referencias y finalmente un instinto me lleva a fiarme, o todo sale bien, o esto es el final. Extranjera, con maletas y cachibaches electrónicos en el km 280 de la ruta transchaco. Nada a la derecha, nada a la izquierda, sólo oscuridad y penumbra mientras los grillos susurran. Por suerte era cierta su historia: es un oblato y una voluntaria que se dirigen al igual que yo al colegio-internado San Isidro de los hermanos de La Salle y las monjas de San José de Cluny.
En plena noche nos quedamos en medio de una carretera casi sin nombre, esperando ver en el horizonte unos faros que nos recojan y nos lleven a algún lugar seguro. A los diez minutos, aparece un jeep, levantando polvo desde un camino de tierra; resulta que nos habíamos bajado en otro lugar diferente al que deberíamos haberlo hecho, de ahí el retraso. Entre risas y anécdotas del viaje, nos dirigimos, unos 2 kms hacia adentro de la ruta, hasta encontrarnos con el letrero que nos indica que ya hemos llegado.
No es un colegio al uso, sino que parece un terreno gigante en el que decenas de construcciones de un piso nos reciben. El oblato que me acompaña y la voluntaria se bajan primero, eso ya me hace pensar que esto es grande.
Unos metros más adelante nuestro coche nos deja en la puerta de una casa de un tono verde-azulado muy entrañable y un perro de bellos colores nos recibe en la puerta. La hermana Raquel, quien salió a nuestro encuentro con el jeep, me guía al interior de la casa donde me encuentro con el resto: la hermana Vicenta, la hermana Valentina y mi querida hermana Eulalia. Ella fue de las primeras que conocí a mi llegada a Asunción y el hecho de que se llame como yo y vengamos ambas de Galicia, la convierte inmediatamente en mi abuela postiza. Es dulce y cariñosa, entrañable y fuerte a pesar de los años. 
Con la hermana Vicenta, hacemos un mini tour por la cocina, el comedor y los edificios encontrándonos a cada paso con más cabezas pequeñas en perfecta coordinación para el turno de cena. Ya sea llevando ollas con comida, preparando las mesas o esperando que toque la campana, me sorprende ver como las niñas que me encuentro están tan bien organizadas. "Aquí desde que llegan, ya les enseñamos unas tareas. Colaborar entre todos es la clave, sino sería un caos" comenta la hermana Vicenta.
Se sorprenden al verme y algunas tímidamente se acercan a preguntarme mi nombre, increíble como en cuanto te ven ya te abrazan. No dejo de pensar cuánto extrañarán sus casas, sus padres y qué difícil debe ser la distancia cuando es impuesta. Estas niñas y niños, casi 300 entre varones y mujeres, son hijos de los trabajadores de las granjas del Chaco, aquí conocidas como estancias.
Las estancias son latifundios en los que los trabajadores viven con sus familias y se encargan del terreno, el ganado o de servir a los dueños. Dentro de las estancias no hay escuelas, lo que fuerza a estos niños a salir de sus vidas para poder formarse. Esa es la razón por la que hay varios internados en estas zonas.
Las ciudades grandes están lejos y los trabajadores no se pueden permitir ni por tiempo ni por medios llevar a sus hijos y traerlos cada día a las lejanas escuelas, por eso, los dejan en internados como este de San Isidro, dónde los recogen 15 días en las vacaciones de invierno y casi 3 meses en verano. Así desde los 6 hasta los 16,17 o 18 años, estudian, comen, viven y en definitiva crecen aquí.
Me sorprende la cocina, no había visto jamás algo como esto: una estructura de hierro con dos grandes ollas dentro de la estructura y bajo éstas, carbón incandescente casi las 24 horas para preparar en magnitudes de 30 litros, el desayuno, la comida y la cena de pequeños, profesores, voluntarios y religiosos que aquí conviven. En total, cerca de 400 personas. Mirta, la cocinera, remueve con un palo largo la cena mientras recogemos comida suficiente para nosotras en un caldero. Sigo sorprendida por el tamaño de las cacerolas.
De vuelta a casa me detengo en el salón, una foto del recuerdo de otros voluntarios españoles que conozco de oídas. Agosto de 2012 es lo único que pone en el pie de foto; pienso en qué rápidamente nos convertimos en recuerdos; en cómo de diferentes serán sus vidas un año más tarde de vivir aquí. Si en España se habrán dejado llevar por la penumbra de la crisis o si seguirán con estos 300 en el corazón...Reconozco a Pablo, uno de los voluntarios que varias veces me ha dicho cuánto desearía volver, estar ahora mismo viendo su foto desde donde yo estoy, desde el km 280 de la ruta transchaco y volver así a este campamento de verano gigante. Pablo, los niños no os olvidan, quédate tranquilo :)
Pronto me quedo dormida, esperando que llegue pronto la mañana para conocer a los pequeños.

lunes, 22 de julio de 2013

CAPÍTULO 12: PRESENTE INJUSTO, FUTURO INCIERTO


 Hoy ha sido un día duro. El inmenso frío y la larga caminata desde sus casas ha hecho que pocos niños vinieran al turno de mañana del comedor .He coincidido con 6 voluntarias de Madrid del colegio de La Salle que comparten la gestión de los chicos de Pozo Colorado con las hermanas de San José de Cluny. Hemos mantenido una reunión para que nos pusieran al día con las necesidades e historial de los chicos. Me ha costado mucho contener las lágrimas. Por dónde empezar: Por Ariel, un niño que tiene que trabajar, casi no aparece por el colegio y está en serio peligro de drogadicción con apenas 13 añitos o Nalia que en el cuaderno de trabajo reza a Dios para que su amiga de 14 años supere su adicción al sexo, abusos de menores, drogas, marginalidad, pobreza…sus propias abuelas trafican con drogas! Dinero fácil y miseria es una mala combinación para un niño…no escapar de la dura realidad se hace difícil y el camino más fácil es también el más dañino….Y sin embargo los ves entrando sonrientes por la puerta y no le puedes poner nombre a ninguna de esas historias porque parecen niños felices, pero muchos de ellos esconden una realidad que pocos conocen. Una de las hermanas nos cuenta la historia de Jonathan, un niño que venía de vez en cuando al comedor y que encontraron el otro día drogado por las calles. “Muy dorgadito” como dulcemente lo describen. Dice la hermana Ester que le saludó y le acarició para que notara el calor de una mano amiga, el pobre intentaba engañarse a sí mismo ocultando su drogadicción que ya era demasiado evidente…
Dios mío, ¡si son sólo niños! Qué desgraciado e injusto es el mundo que los condena y cómo engañan jugando como cualquier otro…quizás ahora llego a entender por qué Agustín no sonreía...