Hoy ha sido un día duro. El inmenso frío y la larga caminata desde sus casas ha hecho que pocos niños vinieran al turno de mañana del comedor .He coincidido con 6 voluntarias de Madrid
del colegio de La Salle que comparten la gestión de los chicos de Pozo Colorado
con las hermanas de San José de Cluny. Hemos mantenido una reunión para que nos
pusieran al día con las necesidades e historial de los chicos. Me ha costado
mucho contener las lágrimas. Por dónde empezar: Por Ariel, un niño que tiene
que trabajar, casi no aparece por el colegio y está en serio peligro de drogadicción
con apenas 13 añitos o Nalia que en el cuaderno de trabajo reza a Dios para que
su amiga de 14 años supere su adicción al sexo, abusos de menores, drogas,
marginalidad, pobreza…sus propias abuelas trafican con drogas! Dinero fácil y
miseria es una mala combinación para un niño…no escapar de la dura realidad se
hace difícil y el camino más fácil es también el más dañino….Y sin embargo los
ves entrando sonrientes por la puerta y no le puedes poner nombre a ninguna de
esas historias porque parecen niños felices, pero muchos de ellos esconden una
realidad que pocos conocen. Una de las hermanas nos cuenta la historia de
Jonathan, un niño que venía de vez en cuando al comedor y que encontraron el
otro día drogado por las calles. “Muy dorgadito” como dulcemente lo describen.
Dice la hermana Ester que le saludó y le acarició para que notara el calor de
una mano amiga, el pobre intentaba engañarse a sí mismo ocultando su
drogadicción que ya era demasiado evidente…
Dios mío, ¡si son sólo niños! Qué desgraciado e injusto es
el mundo que los condena y cómo engañan jugando como cualquier otro…quizás ahora llego a entender por qué Agustín no sonreía...
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