¿Queréis experimentar en vuestra piel cómo es llevar una
góndola totalmente artesanal por los canales más caudalosos? ¿una lección de
paddle surf con tablas vintage de poliespan? ¿y terminar la tarde con un
shopping por las calles de Asunción? Por un módico precio de 300 euros por
persona cada turista podrá experimentar en sus carnes el riesgo y la aventura
con la agencia TIMOSAPATADAS.com
Bien, este podría ser perfectamente el anuncio de cualquier
agencia de viajes para realizar turismo en cualquier ciudad del mundo; lo que
yo os voy a enseñar a continuación, no lo es. Es la vida real, no es un juego,
no es una invención, no es un anuncio de Manos Unidas, esto es lo que vi hoy
por la tarde en una intrusión por las zonas más pobres del barrio de Santísima
Trinidad de Asunción donde (ya lo expliqué en el capítulo 13) literalmente el
agua llega al cuello cuando el río aumenta su caudal en esta época. Si ese capítulo
explicaba qué es lo que pasa cuando el río crece, en este capítulo quiero
explicaros lo que pasa después: enormes barrizales donde los niños juegan
descalzos, agua estancada, dengue en cada esquina donde mires, escombros y
vuelta a empezar: La vida después de la crecida del río.
Aún se ven las marcas del agua que llegan a más de medio
metro en las paupérrimas viviendas (si es que se pueden llamar así) de maderos
y escasos ladrillos. Los más afortunados están sacando con sus manos el lodazal
de sus suelos, pero otros siguen viajando en rudimentarias estructuras para
poder dormir, comer o cocinar. No es sólo este el drama, si fueran los adultos
los que se llevan la peor parte…pero son sus hijos por su gracilidad y porque
sus padres trabajan todo el día quienes se ocupan de estas tareas. No levantan
un palmo del suelo pero saben como desenfangar sus pies para seguir corriendo,
mojados se acercan a las inmensas torres eléctricas para jugar o muchos de
ellos viven debajo…
Lily, la trabajadora social que me acompañó en este
agradable “paseo” me dijo que las antenas están puestas ahí porque son terrenos
fiscales en los que no importa a quienes afecte, no importa si produce o no
enfermedades a quienes los rodean, no importa si un rayo les parte la cabeza…ellos
no se van a quejar y nadie le va a importar. El desdén y la maldad humana de
verdad que no tiene límites, es duro escucharlo, pero más duro debe ser
asumirlo y lo peor de todo normalizarlo. No es un comentario aislado, estos
pobres desgraciados ribereños son deshechos de al sociedad y del gobierno que
sólo interesan cuando hay que votar; un parque infantil rudimentario y un campo
de fútbol con una portería sin red ni césped así lo demuestran: “Ha habido elecciones recientemente” te
dicen. Supongo que es más fácil contentar a un pueblo con un parque para sus
hijos que invertir en una red de alcantarillado o facilitar un lavabo portátil
para menos de 10 familias…No puedo evitar el asco y la repugna que me da ver
las diferencias que te puedes encontrar paseando por una sola calle, creo que
es por eso que aquí todos llevan los cristales tintados…al menos de la
ventanilla para adentro, en su pequeño universo, la mierda no les salpica.
Esperamos que su visita a Asunción haya sido agradable, contamos con ustedes en la próxima aventura de TIMOSAPATADAS.com
Pd: perdón por la vulgaridad de
ciertas expresiones pero no encuentro palabras que suenen mejor y resuman con
tanta contundencia lo que estoy viviendo.
¡Ah, se me olvidaba! ya cerca del comedor, en una de las humildes tiendecitas que las gentes de aqui montan en sus casas para sobrevivir, me han regalado esto: supongo que si ellos no la han perdido, ¿quién soy yo para perderla?
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