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miércoles, 31 de julio de 2013

CAPÍTULO 23. DE VIAJE A VENECIA, UN POCO DE PADDLE SURF Y UNAS COMPRAS.







¿Queréis experimentar en vuestra piel cómo es llevar una góndola totalmente artesanal por los canales más caudalosos? ¿una lección de paddle surf con tablas vintage de poliespan? ¿y terminar la tarde con un shopping por las calles de Asunción? Por un módico precio de 300 euros por persona cada turista podrá experimentar en sus carnes el riesgo y la aventura con la agencia TIMOSAPATADAS.com
Bien, este podría ser perfectamente el anuncio de cualquier agencia de viajes para realizar turismo en cualquier ciudad del mundo; lo que yo os voy a enseñar a continuación, no lo es. Es la vida real, no es un juego, no es una invención, no es un anuncio de Manos Unidas, esto es lo que vi hoy por la tarde en una intrusión por las zonas más pobres del barrio de Santísima Trinidad de Asunción donde (ya lo expliqué en el capítulo 13) literalmente el agua llega al cuello cuando el río aumenta su caudal en esta época. Si ese capítulo explicaba qué es lo que pasa cuando el río crece, en este capítulo quiero explicaros lo que pasa después: enormes barrizales donde los niños juegan descalzos, agua estancada, dengue en cada esquina donde mires, escombros y vuelta a empezar: La vida después de la crecida del río.

Aún se ven las marcas del agua que llegan a más de medio metro en las paupérrimas viviendas (si es que se pueden llamar así) de maderos y escasos ladrillos. Los más afortunados están sacando con sus manos el lodazal de sus suelos, pero otros siguen viajando en rudimentarias estructuras para poder dormir, comer o cocinar. No es sólo este el drama, si fueran los adultos los que se llevan la peor parte…pero son sus hijos por su gracilidad y porque sus padres trabajan todo el día quienes se ocupan de estas tareas. No levantan un palmo del suelo pero saben como desenfangar sus pies para seguir corriendo, mojados se acercan a las inmensas torres eléctricas para jugar o muchos de ellos viven debajo…

Lily, la trabajadora social que me acompañó en este agradable “paseo” me dijo que las antenas están puestas ahí porque son terrenos fiscales en los que no importa a quienes afecte, no importa si produce o no enfermedades a quienes los rodean, no importa si un rayo les parte la cabeza…ellos no se van a quejar y nadie le va a importar. El desdén y la maldad humana de verdad que no tiene límites, es duro escucharlo, pero más duro debe ser asumirlo y lo peor de todo normalizarlo. No es un comentario aislado, estos pobres desgraciados ribereños son deshechos de al sociedad y del gobierno que sólo interesan cuando hay que votar; un parque infantil rudimentario y un campo de fútbol con una portería sin red ni césped así lo demuestran: “Ha habido elecciones recientemente” te dicen. Supongo que es más fácil contentar a un pueblo con un parque para sus hijos que invertir en una red de alcantarillado o facilitar un lavabo portátil para menos de 10 familias…No puedo evitar el asco y la repugna que me da ver las diferencias que te puedes encontrar paseando por una sola calle, creo que es por eso que aquí todos llevan los cristales tintados…al menos de la ventanilla para adentro, en su pequeño universo, la mierda no les salpica.

Esperamos que su visita a Asunción haya sido agradable, contamos con ustedes en la próxima aventura de TIMOSAPATADAS.com

Pd: perdón por la vulgaridad de ciertas expresiones pero no encuentro palabras que suenen mejor y resuman con tanta contundencia lo que estoy viviendo.

¡Ah, se me olvidaba! ya cerca del comedor, en una de las humildes tiendecitas que las gentes de aqui montan en sus casas para sobrevivir, me han regalado esto: supongo que si ellos no la han perdido, ¿quién soy yo para perderla?

martes, 23 de julio de 2013

CAPÍTULO 13. INVIERNO: CON EL AGUA AL CUELLO






Antes que nada, perdón por escribir tan tarde pero no hemos parado en todo el día y no he tenido tiempo de volcar el material hasta ahora. Esta mañana muy temprano he quedado con la trabajadora social del comedor, Lili, con ella y con una de las voluntarias de Madrid hemos ido  barrio abajo cerca del cauce del río a buscar a una madre que finalmente ni sus hijos sabían donde estaba. Sus hijos hace tiempo que no pasan por el comedor, no van a apoyo escolar y eso nos hace temer lo peor. Andamos durante más de dos horas callejeando hasta el río. Dos horas dan para contar muchas verdades sobre la vida en Paraguay para los más desfavorecidos. Lili nos cuenta que es invierno, ha medida que nos acercamos al río notamos el fango en los pies y las calles se vuelven un barrizal. Vemos casas hechas con maderos y uralita en medio de auténticos basureros. 

Lili nos explica que los emigrantes del campo que vienen a la capital se asientan en los terrenos baldíos de las orillas del río y que ahora en invierno deben abandonar a toda prisa esas casas debido a que las lluvias hacen crecer el caudal y todo se inunda…No hay una fecha, ni una hora concreta como es lógico, la naturaleza no avisa; puede ser de mañana o madrugada, puedes estar en la calle o en la cama cuando el agua te llegue al cuello. Nos quedamos pasmadas con lo que para ella es algo típico, normal y esperado de la vida en los barrios. De hecho, nos cuenta que el Gobierno que conoce de esta situación, habilita terrenos más hacia arriba y algunos materiales para que estas familias se puedan asentar de forma temporal hasta la bajada del caudal. Por el camino nos encontramos a Ronaldo y a su mamá; ellos no han tenido tiempo de sacar sus cosas de casa, su ropa, mantas y utensilios han quedado titaniczados hasta que las aguas vuelvan a su cauce. No tienen baño, viven entre escombros la mujer y sus dos hijos el menor de apenas 2 años. Hoy no han venido al comedor por la helada de esta noche, apenas podían moverse de la cama del frío. Sin comida, sin ropa, sin agua,etc. Nos invita a pasar a su chamizo y humildemente nos dice que no ha tenido tiempo de ordenarlo. No llega ni ha 20 metros cuadrados la casa entera, los colchones arrejuntados como camas, sofás e improvisadas mesas, las mantas arremolinadas en los agujeros para tapar el frío y poco o nada más para vivir. Aún así sonríe y nos trata con una hospitalidad asombrosa, apenas se la entiende al hablar porque le faltan los dientes de arriba, pero no hace falta…sólo con mirarla se puede ver su humildad en los ojos…eso sí, no suelta al pequeño Ronaldo de su lado ni un minuto del día; pensaréis que es lógico dad la situación, pero os sorprendería saber cuántas “madres” en la misma situación no saben ni quieren saber dónde están sus hijos. La calle: la guardería; la pelota: su maestro y la vida…la vida al parecer un macabro juego…
Entre la tierra y las callejuelas encontramos muchas historias como las de Ronaldo y peores, necesitaría 500 páginas para contarlas todas, de momento os dejo con sus caras; no las olvidéis porque todas ellas encierran mil fabulosas historias