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lunes, 29 de julio de 2013

CAPÍTULO 20: UNA HUELGA QUE PAGAN LOS NIÑOS






Cuando llegué hace una semana, aquí eran las vacaciones de invierno. Durante una semana los chicos descansan para volver con energías renovadas y así se divide el año escolar. Pero la semana acabó y hoy  se tenían que haber vuelto a llenar los patios de risas y correteos y las aulas de pequeñajos aprendiendo. Sin embargo, una huelga de profesores ha obligado a parar al menos una semana más. Si no llegan a un acuerdo, los niños seguirán sin clases. Lo peor de todo es que no son sinceros, supongo que el Gobierno busca enmascarar los problemas con el profesorado diciendo que tienen que parar por culpa del frío que hace, qué pena que no les salió bien porque los termómetros marcan casi 30 grados…
Parece que los Gobiernos son iguales en todos los países, ¡qué gran problema tienen para decir la verdad! Se creerán que el pueblo por ser pobre es estúpido… pobres de ellos que no saben que los analfabetos algún día aprenderán a luchar por sus derechos. El caso es que ( mirad semejante descontrol) el Gobierno organiza a través de una empresa que muchos colegios públicos reciban de forma gratuita la comida para sus alumnos. Todos los días un camión lleva toneladas de pan, y un menú completo para casi 700 niños de una escuela cercana para el almuerzo y la merienda. La cosa es que no han dado la orden de no llevar comida durante esta semana y sigue llegando semejante cantidad de comida para colegios vacíos. Ante esta extraña situación, nos han ofrecido la comida a nuestro comedor para que al menos no se eche una gran parte a perder. A nosotros nos viene bien, pero ¿no sería más fácil no hacer tanta comida hasta que acabara la huelga? Nadie sabe explicar por qué esa orden no se ha dado; lo único bueno es que hoy no cocinamos y nuestros niños comerán hasta saciarse.
pd: diarios del país dicen que la huelga puede prolongarse hasta por 30 días afectando a 1.400.000 pequeños. Las huelgas son necesarias para que cambie el rumbo de la injusticia, pero ¿quién lo está pagando? Por supuesto a los de arriba no les afecta...

martes, 23 de julio de 2013

CAPÍTULO 13. INVIERNO: CON EL AGUA AL CUELLO






Antes que nada, perdón por escribir tan tarde pero no hemos parado en todo el día y no he tenido tiempo de volcar el material hasta ahora. Esta mañana muy temprano he quedado con la trabajadora social del comedor, Lili, con ella y con una de las voluntarias de Madrid hemos ido  barrio abajo cerca del cauce del río a buscar a una madre que finalmente ni sus hijos sabían donde estaba. Sus hijos hace tiempo que no pasan por el comedor, no van a apoyo escolar y eso nos hace temer lo peor. Andamos durante más de dos horas callejeando hasta el río. Dos horas dan para contar muchas verdades sobre la vida en Paraguay para los más desfavorecidos. Lili nos cuenta que es invierno, ha medida que nos acercamos al río notamos el fango en los pies y las calles se vuelven un barrizal. Vemos casas hechas con maderos y uralita en medio de auténticos basureros. 

Lili nos explica que los emigrantes del campo que vienen a la capital se asientan en los terrenos baldíos de las orillas del río y que ahora en invierno deben abandonar a toda prisa esas casas debido a que las lluvias hacen crecer el caudal y todo se inunda…No hay una fecha, ni una hora concreta como es lógico, la naturaleza no avisa; puede ser de mañana o madrugada, puedes estar en la calle o en la cama cuando el agua te llegue al cuello. Nos quedamos pasmadas con lo que para ella es algo típico, normal y esperado de la vida en los barrios. De hecho, nos cuenta que el Gobierno que conoce de esta situación, habilita terrenos más hacia arriba y algunos materiales para que estas familias se puedan asentar de forma temporal hasta la bajada del caudal. Por el camino nos encontramos a Ronaldo y a su mamá; ellos no han tenido tiempo de sacar sus cosas de casa, su ropa, mantas y utensilios han quedado titaniczados hasta que las aguas vuelvan a su cauce. No tienen baño, viven entre escombros la mujer y sus dos hijos el menor de apenas 2 años. Hoy no han venido al comedor por la helada de esta noche, apenas podían moverse de la cama del frío. Sin comida, sin ropa, sin agua,etc. Nos invita a pasar a su chamizo y humildemente nos dice que no ha tenido tiempo de ordenarlo. No llega ni ha 20 metros cuadrados la casa entera, los colchones arrejuntados como camas, sofás e improvisadas mesas, las mantas arremolinadas en los agujeros para tapar el frío y poco o nada más para vivir. Aún así sonríe y nos trata con una hospitalidad asombrosa, apenas se la entiende al hablar porque le faltan los dientes de arriba, pero no hace falta…sólo con mirarla se puede ver su humildad en los ojos…eso sí, no suelta al pequeño Ronaldo de su lado ni un minuto del día; pensaréis que es lógico dad la situación, pero os sorprendería saber cuántas “madres” en la misma situación no saben ni quieren saber dónde están sus hijos. La calle: la guardería; la pelota: su maestro y la vida…la vida al parecer un macabro juego…
Entre la tierra y las callejuelas encontramos muchas historias como las de Ronaldo y peores, necesitaría 500 páginas para contarlas todas, de momento os dejo con sus caras; no las olvidéis porque todas ellas encierran mil fabulosas historias 

domingo, 21 de julio de 2013

CAPÍTULO 9: UN COMEDOR: UNA FAMILIA



Hoy ha sido el primer día que he estado en el comedor en el que las hermanas de San José de Cluny atienden, dan cobijo, alimento y la formación que pueden a los más de 120 niños que entran y salen de sus puertas. Después del desayuno, unas colaboradoras les han explicado a los niños cómo tratarse contra los piojos. Muchos de ellos los tienen y todos los han tenido (en ese sentido no hay diferencia con los colegios españoles), pero lo que preocupa realmente es que muchos de ellos se niegan a tratarse por desconocimiento o incluso por falta de medios. Una pequeña me contaba que una amiga suya tenía tantos que se le estaba cayendo el pelo (pobre criatura). ¡Qué importante es la información y qué poco valor le damos los que la tenemos a diario!.

Después de los juegos y la catequesis, llega la hora de la comida. ¡Cómo corren hacia las mesas! Se ven las caritas de felicidad ya que el frío (aquí es pleno invierno) convierte una mañana de juegos en el patio, en una verdadera nevera gigante. Uno de los chicos va en chanclas, está lloviendo pero insiste que no tiene frío; la Hermana Ester me cuenta que ellas les han dado en varias ocasiones calcetines, pero que los venden o los pierden (creo que la desesperación humana no tiene límites). Cacerola tras cacerola el guiso de arroz, carne y frijoles se acaba, repiten, se sacian y como es el día del Divino Niño el postre es especial: galletas oreo, leche con jugo de banana y unos dulces! Todo un manjar que sin duda disfrutan mientras se ríen. Pero es increíble cómo todo lo que empieza acaba y con qué rapidez se sincronizan por turnos escritos en la pizarra para recoger los platos, lavar las cacerolas y limpiar el suelo hasta que todo queda como hace media hora cuando los bancos de madera aún estaban encima de las mesas. Veo a este chaval frotar esa inmensas cacerola en un grifo bajo la humedad de la poalla y me acuerdo de cuantas veces me quejé por meter los platos en el lavavajillas. Lección de humildad de postre para mí.

sábado, 20 de julio de 2013

CAPÍTULO 8: SONRÍE BEBÉ, SONRÍE...


Hoy he visto la tristeza en los ojos de un niño. De varios. Pero no una pena pasajera, no una llantina o un berrinche. Esa mirada no era pasajera. No puedo quitar los ojos de los suyos esperando que sonría, ¿por qué no lo hace?. He preguntado si era tímido o si normalmente callaba y sólo miraba, pero nadie me sabe explicar qué le pasa. Me embauca a través de los ruidos del patio, lo veo cuando come, no hay alma tan vacía que la de un niño sin sonrisa. Los demás cantan, corren o ríen, pero él y ella…sólo miran al vacío. ¿Qué le habrá pasado me pregunto?¿Cómo puedo recuperar su sonrisa?No tengo palabras…sólo que no puedo dejar de mirar esos ojitos. Espero que alguna de estas veces cuando se vuelvan a cruzar con los míos se achinen, en su boquita se formen olluelos y le vea los dientes, sólo así sabré que algo ha cambiado. Si sólo consiguiera eso mi presencia aquí habría mereceido la pena. Sonríe bebé, sonríe.