domingo, 21 de julio de 2013

CAPÍTULO 9: UN COMEDOR: UNA FAMILIA



Hoy ha sido el primer día que he estado en el comedor en el que las hermanas de San José de Cluny atienden, dan cobijo, alimento y la formación que pueden a los más de 120 niños que entran y salen de sus puertas. Después del desayuno, unas colaboradoras les han explicado a los niños cómo tratarse contra los piojos. Muchos de ellos los tienen y todos los han tenido (en ese sentido no hay diferencia con los colegios españoles), pero lo que preocupa realmente es que muchos de ellos se niegan a tratarse por desconocimiento o incluso por falta de medios. Una pequeña me contaba que una amiga suya tenía tantos que se le estaba cayendo el pelo (pobre criatura). ¡Qué importante es la información y qué poco valor le damos los que la tenemos a diario!.

Después de los juegos y la catequesis, llega la hora de la comida. ¡Cómo corren hacia las mesas! Se ven las caritas de felicidad ya que el frío (aquí es pleno invierno) convierte una mañana de juegos en el patio, en una verdadera nevera gigante. Uno de los chicos va en chanclas, está lloviendo pero insiste que no tiene frío; la Hermana Ester me cuenta que ellas les han dado en varias ocasiones calcetines, pero que los venden o los pierden (creo que la desesperación humana no tiene límites). Cacerola tras cacerola el guiso de arroz, carne y frijoles se acaba, repiten, se sacian y como es el día del Divino Niño el postre es especial: galletas oreo, leche con jugo de banana y unos dulces! Todo un manjar que sin duda disfrutan mientras se ríen. Pero es increíble cómo todo lo que empieza acaba y con qué rapidez se sincronizan por turnos escritos en la pizarra para recoger los platos, lavar las cacerolas y limpiar el suelo hasta que todo queda como hace media hora cuando los bancos de madera aún estaban encima de las mesas. Veo a este chaval frotar esa inmensas cacerola en un grifo bajo la humedad de la poalla y me acuerdo de cuantas veces me quejé por meter los platos en el lavavajillas. Lección de humildad de postre para mí.

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