La vida aquí no es fácil, eso lo escribo todos los días,
pero lo duro no es vivirlo, verlo y oírlo todo, sino seguir sonriendo. Ellos lo
hacen cada día, tienen la fortaleza de diez mil hombres sin dejar de ser niños.
Son una lección de vida cada segundo y no saben lo inteligentes, valiosos y
únicos que son. Hoy era el último día del grupo de voluntarias de Madrid. En
apenas una semana se ha visto una evolución increíble en su comportamiento, en
los deberes de la escuela…en todo. Hoy no es que me sorprendiera, es que me
quedé alucinada, el grupo que hacía matemáticas se aprendió tres tablas de
multiplicar en apenas una hora, no se equivocaron en ninguna operación y les
salieron las cuentas a la primera…¡Son cerebritos en potencia! En realidad son
como todos los niños, esponjas, pero que aquí lo único que absorben no son
conocimientos para llegar a ser algo en la vida sino que son esponjas de las
drogas, la violencia y la calle. Por eso cuando se les da la mínima oportunidad
hasta ellos se sorprenden con las capacidades que tienen. ¡Qué orgullosa estoy
de mis niños! Muchos de los padres no les apoyan para ir a la escuela o venir
al comedor, incluso una de las niñas de
9 añitos me decía hoy que se tenía que ir a limpiar la casa para que al llegar
su madre de trabajar no la riñera…la hermana Esther le preguntó : ¿Pero qué es más importante, limpiar la casa
o el apoyo escolar? La niña no supo contestar, si yo fuera un niño y me
dieran a elegir seguramente elegiría no llevarme un bofetón al llegar a casa
por muy ingeniera que quisiera ser…
A lo que voy (que con tantas historias me pierdo por los
cerros de Úbeda) es que de puertas para adentro del centro son niños, de
puertas para afuera son estorbos sociales y familiares o papás de 12 años o limpiadores
de cristales…Y por eso su esfuerzo resulta más valioso. Muchos caminan con sus
hermanitos menores hasta una hora para llegar al cole, con el frío de la mañana
y casi descalzos. No tienen despertadores y nadie les hace el desayuno…vienen
porque aquí y sólo aquí encuentran su lugar en el mundo, sólo en esta burbuja
del Centro de Desarrollo Integral Niño y Niña Feliz son única y exclusivamente
niños y como su nombre explica, niños con derecho a ser felices.
Éste es Junior, él y sus hermanos vienen al comedor cada
día. Junior tiene síndrome de down, no recibe ayuda especializada y sus
hermanos hacen de papás y mamás porque su madre los ha dejado solos hasta 22 días sin comida ni
dinero. A parte de su drama personal y de una increíble hendidura en la frente
de golpearse con todo lo que encuentra, Junior aquí pinta, juega al fútbol,
escribe y come caliente cada día…gracias al comedor sus hermanos pueden
descansar y dedicarse a aprender y divertirse mientras nosotras cuidamos de él.
Al menos durante unas horas al día Junior es un niño como los demás y sus
hermanos dejan de ser papás adolescentes para convertirse en hermanos mayores,
nada más (como si eso no fuera ya suficiente). Os cuento todo esto para
explicar el título de este capítulo, estos niños viven un calvario, pero son
más fuertes, inteligentes y responsables que muchos de su misma edad que lo
tienen todo. Es por esto que si los apoyamos y acompañamos mientras siembran
entre lágrimas, veremos como en algún momento de la vida, estos niños perdidos
y renegados de la sociedad, recogen entre canciones.
Si crees que la historia de Junior y de estos niños debe
conocerla el mundo entero compártela, opina, coméntala porque sólo denunciando
las injusticias podemos cambiarlas.
Pd: Esta no es una estúpida cadena del wap o del Fb, no se va a morir tu abuela si no lo
pasas a 12 amigos, considero que si estás leyendo esto y lo compartes, lo haces
porque quieres y lo sientes así, no por miedo a un absurdo
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