Si
no mirara por la venana, si no supiera donde estoy juraría que oigo el patio
del colegio de cualquier escuela de España. Gritos, chillidos agudos, sonidos
de pelota y juegos que hacen de cada recreo una historia interminable. Estos
niños no son como los que salen en los documentales, juraría oyendo sus
carcajadas que no tienen problemas, que en casa los esperan sus padres, que su
mayor problema son los deberes, que una tiene una cena caliente en la mesa…pero
me equivoco, sólo es la fantasía de unos gritos de alegría que en nada se
diferencian a los de cualquier niños de otra
parte del mundo. Quizás incluso más, quizás mejores y más agudos. No tienen móvil,
no saben casi ni lo que es, y desde luego la NINTENDO para ellos es poco menos
que chino. En ese sentido deberían envidiarlos los niños de lo que nosotros
mal llamamos primer mundo. Me recuerda a cuando era una enana, a mi patio del
colegio, al brilé , a los tazos, las combas y por muy cursi que suene; al
sesesé. Son felices aquí dentro, me da igual si quienes les dan la felicidad
rezan en arameo, juran en cristiano o replican en árabe; sólo sé que más allá
de cualquier estúpido prejuicio están ellos,en el único lugar de la ciudad
donde todavía pueden ser niños.
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