sábado, 20 de julio de 2013

CAPÍTULO 7: AL CORRO DE LA PATATA


Si no mirara por la venana, si no supiera donde estoy juraría que oigo el patio del colegio de cualquier escuela de España. Gritos, chillidos agudos, sonidos de pelota y juegos que hacen de cada recreo una historia interminable. Estos niños no son como los que salen en los documentales, juraría oyendo sus carcajadas que no tienen problemas, que en casa los esperan sus padres, que su mayor problema son los deberes, que una tiene una cena caliente en la mesa…pero me equivoco, sólo es la fantasía de unos gritos de alegría que en nada se diferencian a los de cualquier  niños de otra parte del mundo. Quizás incluso más, quizás mejores y más agudos. No tienen móvil, no saben casi ni lo que es, y desde luego la NINTENDO para ellos es poco menos que chino. En ese sentido deberían envidiarlos los niños de lo que nosotros mal llamamos primer mundo. Me recuerda a cuando era una enana, a mi patio del colegio, al brilé , a los tazos, las combas y por muy cursi que suene; al sesesé. Son felices aquí dentro, me da igual si quienes les dan la felicidad rezan en arameo, juran en cristiano o replican en árabe; sólo sé que más allá de cualquier estúpido prejuicio están ellos,en el único lugar de la ciudad donde todavía pueden ser niños.



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