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lunes, 2 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 54: UN PAYASO EN MISA, LA MUÑEIRA EN PARAGUAY Y LAS FLAUTISTAS DE AMELÍN




Ayer era Domingo, como es costumbre en las comunidades cristianas hubo misa a primera hora. Como el día anterior, casi 300 niños y niñas abarrotaron la iglesia. Hoy no nos visitó ningún corazón y se notó porque estaban todos más relajados: de nuevo los cantos a grito pelado, el padre nuestro que se debió escuchar en Singapur y las caritas de sueño propias de las 8 de la mañana.  Cuando todos se sentaron para escuchar la homilía, el padre Aníbal les dio una sorpresa : "Hoy no diré la homilía yo, sino unos payasos". Nadie me había avisado de tal evento y pensé que el sueño me había jugado una mala pasada o que sería el sobrenombre de alguno de los novicios.
 De repente, cual fue mi sorpresa y la de todos los presentes, cuando ¡aparecieron dos payasos de verdad! Pelucas de colores, zapatones del 50, narices rojas...el pack completo vaya. Era la primera vez que veía  payasos en una iglesia, y más sustituyendo al cura, y más !dando la homilía!.
Primero una payasa que tiró y pateó los juguetes que traía esparciéndolos por el suelo; y luego el payaso que apareció para explicarle que eso no lo debía hacer. Así entre juegos y pantomimas, contaron historias y representaron un teatro: una vela era la protagonista del cuento. Resulta que la vela tenía miedo del fuego que prendía su mecha y la consumía, pero finalmente aceptó con gusto que esa era su misión en la vida y que nada tenía que temer y así fue encendiendo otra velas que por miedo estaban apagadas hasta llenar de luz el mundo. Creo que me estoy inventando parte de la historia porque tuve que ir corriendo con la hermana Vicenta a buscar la cámara, pero vaya una historia semejante con moraleja para los niños. Terminado el cuento, los payasos repartieron velas a los pequeños y las prendieron como símbolo de la luz que cada uno de ellos tiene y puede contagiar.
Realmente una misa diferente que hizo las delicias de los pequeños.
Al terminar la misa, los domingos, tienen deporte hasta las 11. Dos horas en las que chicos y chicas juegan al fúbol, volley o simplemente miran cómo juegan sus compañeros. De nuevo el calor me estaba apagando, cuando vinieron unas chicas de 8 º y 9º (las mayores)  a hablarme. Me dieron la vida, porque me agarraron del brazo y nos paseamos como cuando yo era alumna por todo el patio contando chismes: chicos, amigas, papás....¡todo!. En eso que nos paramos debajo de un árbol a la sombra y no me acuerdo muy bien por qué pero empezamos a bailar: ellas me enseñaron algunos pasos de la danza paraguaya (dios santo qué patosa soy) y luego yo a ellas los pocos pasos que recordaba de baile gallego.  ¡Qué cuadro intercultural! ellas con la muñeira el lalala y el tacón , punta tacón y yo con la guarania y con cuidado de que no se me enrollaran los pies para caer de morros. Y así pasaron sin que nos diéramos cuenta, las 2 horas de deporte.

Si os digo la verdad yo aquí disfruto como una enana porque es como volver a los 13, como ir a un campamento de verano.
Cuando llegué el domingo, elaboré una lista de cosas que podía hacer aquí: cursos, clases, tareas, etc. En esto, que la hermana Vicenta me preguntó si sabía tocar algún instrumento. Yo, como cuando en España te preguntan qué sabes tocar, dije la flauta y me eché a reír. 
Debí pensar antes de hablar porque no tardaron en pensar podía darles clases de flauta a las niñas. ¡Pero si no he dado clases de flauta a nadie en mi vida y sólo recuerdo las canciones del colegio! Vaya, que¡ cómo voy a dar clases de flauta tocando el Himno de la Alegría, el Cumpleaños feliz y el Ondiñas veñen ! Ahora es cuando me pregunto por qué abriría la boca....jajajjaa. El caso es que ayer por la tarde ya me entregaron las flautas y un grupo de niñas se fueron conmigo cerca del aljibe para la clase. "Y yo a estas ¿qué les enseño?" No sé muy bien cómo hice pero me las apañé para recordar mis clases de canto, la importancia de la respiración, la posición de los dedos y las notas y con eso salí del paso. Como siempre Titanic ,canción de flauta por excelencia, me salvó la vida mientras recordaba a mi profesora de música Ángeles y lo que se reiría de mi si me viera(eso va por las veces que me reí yo en su clase).  El caso es que convertida en un Amelín improvisado, me gustó tanto la experiencia que ahora buscamos un hueco para repetirla cada día: supongo que no hay nada en esta vida que no se pueda hacer si te lo propones.
Suena el pito y me toca el turno para cuidar el patio.
Aunque me toca reemplazar a la hermana Eulalia, ella se queda un rato organizando un juego para que las niñas no se aburran. De verdad la fuerza de esta mujer es increíble, hace menos de una hora estaba friendo pescado con casi 40 grados de calor en medio de un fuego y aceite hirviendo y aún le quedan fuerzas para ampliar su turno.
El juego consistía en llenar una botella de plástico de agua por equipos. Cada jugador debía correr hacia el centro, donde había un cubo de agua, llenar un vaso y correr hacia la botella para verterlo. El que la llenara antes, ganaba. Tanto jugaron con este calor que al final el agua acabó por sus cabezas  y el suelo convertido en un barrizal, pero no os puedo describir cuánto se divirtieron las enanas.  
Después, les enseñé a jugar al escondite ingles, pero creo que debí pensarlo antes: unas 30 niñas corriendo hacia la que quedaba...os puedo asegurar que impresiona bastante y más cuando sabes que en algún momento alguien gritará "chorizo" y el caos se apoderará de la pista.
Con al cena llega la calma y aún con los últimos niños dando coletazos por el patio, me siento con la hermana Eulalia a ver cómo hace adornos, pulseras, collares y abalorios de alambre y medias. Sentadas una en frente de la otra, me enseña fotos de su familia, de Galicia y compartimos historias y recuerdos de los años de su vida. Mientras, unos patitos de hilo hechos por ella nos observan desde una esquina. ¡Ay! ¡cuán entrañable es esta mujer! Me dice que me va a enseñar a hacer todas estas cosas en mis ratos libres...¡no puedo esperar a mañana!
No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso. 

No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso.
pd: Toda excusa es buena para volver a ser niño. :)

lunes, 22 de julio de 2013

CAPÍTULO 12: PRESENTE INJUSTO, FUTURO INCIERTO


 Hoy ha sido un día duro. El inmenso frío y la larga caminata desde sus casas ha hecho que pocos niños vinieran al turno de mañana del comedor .He coincidido con 6 voluntarias de Madrid del colegio de La Salle que comparten la gestión de los chicos de Pozo Colorado con las hermanas de San José de Cluny. Hemos mantenido una reunión para que nos pusieran al día con las necesidades e historial de los chicos. Me ha costado mucho contener las lágrimas. Por dónde empezar: Por Ariel, un niño que tiene que trabajar, casi no aparece por el colegio y está en serio peligro de drogadicción con apenas 13 añitos o Nalia que en el cuaderno de trabajo reza a Dios para que su amiga de 14 años supere su adicción al sexo, abusos de menores, drogas, marginalidad, pobreza…sus propias abuelas trafican con drogas! Dinero fácil y miseria es una mala combinación para un niño…no escapar de la dura realidad se hace difícil y el camino más fácil es también el más dañino….Y sin embargo los ves entrando sonrientes por la puerta y no le puedes poner nombre a ninguna de esas historias porque parecen niños felices, pero muchos de ellos esconden una realidad que pocos conocen. Una de las hermanas nos cuenta la historia de Jonathan, un niño que venía de vez en cuando al comedor y que encontraron el otro día drogado por las calles. “Muy dorgadito” como dulcemente lo describen. Dice la hermana Ester que le saludó y le acarició para que notara el calor de una mano amiga, el pobre intentaba engañarse a sí mismo ocultando su drogadicción que ya era demasiado evidente…
Dios mío, ¡si son sólo niños! Qué desgraciado e injusto es el mundo que los condena y cómo engañan jugando como cualquier otro…quizás ahora llego a entender por qué Agustín no sonreía...

sábado, 20 de julio de 2013

CAPÍTULO 7: AL CORRO DE LA PATATA


Si no mirara por la venana, si no supiera donde estoy juraría que oigo el patio del colegio de cualquier escuela de España. Gritos, chillidos agudos, sonidos de pelota y juegos que hacen de cada recreo una historia interminable. Estos niños no son como los que salen en los documentales, juraría oyendo sus carcajadas que no tienen problemas, que en casa los esperan sus padres, que su mayor problema son los deberes, que una tiene una cena caliente en la mesa…pero me equivoco, sólo es la fantasía de unos gritos de alegría que en nada se diferencian a los de cualquier  niños de otra parte del mundo. Quizás incluso más, quizás mejores y más agudos. No tienen móvil, no saben casi ni lo que es, y desde luego la NINTENDO para ellos es poco menos que chino. En ese sentido deberían envidiarlos los niños de lo que nosotros mal llamamos primer mundo. Me recuerda a cuando era una enana, a mi patio del colegio, al brilé , a los tazos, las combas y por muy cursi que suene; al sesesé. Son felices aquí dentro, me da igual si quienes les dan la felicidad rezan en arameo, juran en cristiano o replican en árabe; sólo sé que más allá de cualquier estúpido prejuicio están ellos,en el único lugar de la ciudad donde todavía pueden ser niños.