sábado, 7 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 59: LOS MENONITAS Y LA DIVISIÓN DE PARAGUAY





         
Hoy Fabi, una de las niñas, tenía visita en el otorrino. El año pasado un palo le cayó en la nariz y desde entonces tiene un bulto que en ocasiones le duele y no la deja respirar bien. Por eso, la hermana Raquel (enfermera), el director Aníbal y yo, nos dirigimos durante dos horas en coche hacia el interior del Chaco. Loma Plata, así se llama el pequeños núcleo urbano al que nos dirigimos. Dos horas de viaje dan para mucho y el director Aníbal y yo comenzamos a hablar: "Loma Plata es una comunidad de menonitas" Los menonitas son emigrantes alemanes de la segunda guerra mundial que llegaron desde Rusia y Canadá a zonas de Latinoamérica como Paraguay donde fueron acogidos. En Paraguay tienen cinco comunidades y una de ellas es Loma Plata. Curiosamente las comunidades de menonitas suelen ser las zonas más desarrolladas como la ciudad de Filadelfia, y que conservan un toque europeo fácil de distinguir.
De religión y costumbres en su mayoría protestante, han importado al Paraguay el idioma alemán (más bien una variante), sus costumbres y por su puesto, su indiscutible perfil ario.

Hablando de estas comunidades tan avanzadas me atrevo a preguntarle a Aníbal : "¿Cómo un pueblo que lleva relativamente tan poco tiempo como los menonitas en Paraguay, es más evolucionado que una sociedad que el propio pueblo paraguayo? ¿A qué se debe tanta diferencia?" Me sorprende lo abierto que es Aníbal que sin tomárselo como ningún tipo de ofensa (como debe ser) me responde: "Ellos son un pueblo muy unido, que aunque al principio pasaron muchas dificultades, eso les ha servido para organizarse fuertemente en cooperativas" "Al principio se buscaban la vida trabajando en las estancias (granjas de gran extensión) como el resto de los paraguayos, pero trabajan mucho y pronto comenzaron a adquirir tierras" "Se organizaron en cooperativas en las que iban a parar todos los ingresos que luego se distribuían en las necesidades de la comunidad(...), comenzaron así a construir sus propias fábricas, casas, hospitales, colegios y hasta sus propios centros de distribución de energía eléctrica"

¿Entonces la gran diferencia con los paraguayos es la unión? le pregunto.
 "Paraguay es un pueblo que antes de la guerra de la Triple Alianza era un pueblo unido y próspero, de hecho, era uno de los países con más proyección en vías de desarrollo de toda Latinoamérica, tanto era así, que ese fue el motivo que causó la guerra" ¿Cómo puede causar una guerra que el país prospere? continué preguntando. "Digamos que a no todo el mundo le venía bien esa prosperidad; Inglaterra (recordemos que fue junto con España , la gran reina en la época del descubrimiento de América) gran inversora en tierra y petróleo en zonas de Argentina, Brasil y Uruguay, vio que sus inversiones peligraban por culpa del desarrollo de nuestro País, (...) los historiadores dicen que ese fue el motivo principal del comienzo de la guerra" " Antes, Uruguay, Paraguay , Brasil y Argentina, teníamos un acuerdo de no invasión y respeto por los territorios vecinos para no invadirnos entre nosotros; pero Brasil comenzó a invadir territorios Uruguayos a lo que Paraguay se opuso completamente y ahí los conflictos territoriales afloraron" "Si sumamos esto a los intereses Ingleses que defendían que Paraguay era un mal ejemplo para el resto de países de América Latina, digamos que era cuestión de tiempo que se convirtieran en causas de guerra(...) Y así fue como la comenzó la guerra de la Triple Alianza que comenzó en 1865 duró 5 años y en la que Paraguay perdió parte de su población."
¿Cómo puede ser que un desarrollo como el que tenía Paraguay fuese considerado como un mal ejemplo, no se supone que ese es el fin de la evolución, mejorar?
"Sí, pero había demasiados intereses en juego para los países vecinos, que veían como el modelo de autoabastecimiento y el desarrollo de la industria paraguaya podía interferir en el comercio con Inglaterra, de ahí tanto interés de los ingleses".
Mientras conversamos, pienso en la cantidad de barbaridades que a lo largo de la historia se han cometido en nombre del dinero; dinero que mueve el mundo, dinero por el que se mata y se muere, dinero con el que se compran y se venden almas y dinero que al fin y al cabo nadie se lleva eternamente consigo.

"Todos los hombres iban a la guerra, también jóvenes y morían , así que en el país quedaron mujeres, ancianos y algunos niños y la evolución tuvo que comenzar desde 0 de nuevo(...) Tras la guerra, nunca volvimos a ser un pueblo unido; seguía habiendo un Paraguay que estaba a favor de los invasores y otro que estaba en contra y aunque los primeros gobiernos fueron favorables, hasta nuestros días, el resto sólo han sido ladrones" Noto a medida que habla que sus palabras se llenan de pasión y sentimiento "Los políticos son el mayor problema del Paraguay, unos y otros, todos se alimentan del pueblo en lugar de ser al revés".
La conversación se corta en seco, acabamos de llegar al hospital.
Por el camino ya he notado que esto no es Paraguay, no al menos estas calles que tienen nombres en alemán, ni las estructuras y materiales de las casas ni calles : el cemento y los ladrillos hacen que la madera de las construcciones típicas desaparezca. Los niños rubios de ojos azules se pasean por los agradables y floridos barrios con sus cascos y una sensación de extranjería me recorre el cuerpo.

Pasamos al lado de la escuela, con sus banderas ondeando al viento, sus impolutas cercas de madera blanca y sus cuidados y recogidos jardines y finalmente aparcamos frente al hospital de Loma plata. Las puertas automáticas ya nos indican que no es un hospital al uso aquí en Paraguay. Tiene  pinta de ser privado desde los cuadros de la pared hasta el papel del váter. Al entrar, dos recepcionistas perfectamente uniformadas e impolutas nos reciben con sus ojos azules y su semblante serio, tras dar los datos de la niñas nos conducen a una sala de espera que sólo conserva del Paraguay el ventilador y al madera en el techo. "¿No te da rabia que estos que acaban de llegar a tu país tengan los mejores hospi...."    "¿¡Fabiana?!" grita una enfermera desde el interior de la consulta. No me dio tiempo a terminar mi pregunta, y lo que es peor, a escuchar la respuesta cuando ya estábamos entrando en la sala de la especialista.

Una mujer de marcados rasgos asiáticos (yo diría que más coreana que china), estaba doblada en una silla con su bata blanca y rodeada de todo tipo de adelantos tecnológicos en una sala blanca como la leche. No me gustó su actitud desde el primer momento: estaba recostada en el respaldo de la silla, no se puso de pie para recibirnos, bostezó en cuanto entramos y creo que le dediqué yo más tiempo a observar el mármol del lavabo que ella a observar a  la pequeña. 
"Es un fibroma y no es grave, pero abría que extraerlo con anestesia local y coser" Para decir esto la tía cobró 140.000 guaraníes (unos 23 euros, cifra muy alta para una consulta en el Paraguay). Ni siquiera sonrió a la pequeña de 7 años que estaba algo abrumada con tanto aparato y le hablaba a la hermana Raquel como si fuera un niña de bachillerato: "Esto de aquí es piel y no hueso señora....". Eso de señora lo odio.
El caso es que salimos de allí como entramos pero con la diferencia que estábamos a otras dos horas de casa y que ni siquiera nos dijeron un simple adiós al salir. Me acuerdo del hospital al que fui en Asunción a la semana de llegar. Era un hospital atestado de gente, con ventiladores en cada esquina, con equipos viejos y paredes manchadas, con enfermeras comiendo entre los pacientes y hablando a grito pelado. Recuerdo cómo me trató el médico, qué cantidad de preguntas me hizo, lo cariñoso que fue conmigo y el tiempo que me dedicó.
Salimos de nuevo a la ruta rumbo a San Isidro mientras pienso que no hubiera cambiado el barullo y el caos de aquel hospital por la frialdad y la insensibilidad de este por mucha asepsia que hubiera. Yo los prefiero morenos y de sangre caliente. ;)

viernes, 6 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 58: LUCIÉRNAGAS EN LA NOCHE


Miré a la oscuridad del bosque al lado del tajamar, de pronto, vi una pequeña luz que parpadeaba. Parecía un linterna lejana pero con una luz más suave. Me fijé en que a su vez, cerca de ella, otra se encendía y apagaba de la misma manera. Parecían ojos mirando desde la oscuridad que de vez en cuando pestañeaban haciendo juego con las estrellas. Entonces recorrí con la mirada la oscuridad que me rodeaba y descubrí decenas de esas luces intermitentes a mi al rededor: luciérnagas que hacían que el cielo se iluminara a su paso como si fueran estrellas fugaces que podía tocar con los dedos. Bajo la luz de la luna que reflejaba su estela en el tajamar, estábamos pescando la hermana Eulalia y yo. Y allí, acunadas por el mecer de los grillos y los brincos de los peces en el agua, veíamos como la noche se apoderaba de San Isidro.
El cielo estaba tan despejado que el polvo de estrellas creaba un camino en el cielo y parecía que la estrella polar era un faro en plena noche. Muchos de los pájaros cantaban sin compás alguno: unos hacían el ruido propio de un carpintero, otros parecían más un chillido de un niño y juraría que algunos estaban charlando.
Me sentí como en una nube de felicidad rodeada de una calma muy viva mientras los niños cenaban. 
Pensé entonces en todos los países en los que he estado, las ciudades que he visitado y en como el barullo de la vida, a veces, no nos deja mirara al cielo. Recordé Italia y su Toscana que habla mientras tu permaneces en silencio escuchándola; en las playas de California, en las que los delfines acompañan a los surfistas en las primeras olas de la mañana; pensé también en Asturias y la melancolía de sus bosques; y como no, en mi dulce y añorada Galicia dónde el mar parece iluminar las noches más oscuras reflejando la luz de la luna y las estrellas mientras el olor a salitre y la brisa del mar son tan sonoros que no permiten más voces que la suya propia.
Tras la cena, algunas niñas y yo, paseamos para no sentirnos tan pesadas mientras hablamos de la vida, los amores, las amigas y el futuro. Esta noche a venido a pasear una pequeña y enamoradiza muchacha: casi no levanta un palmo del suelo pero ya tiene el corazón roto y cosido de nuevo. Dice que le gusta un niño que se llama José, pero que él primero le dijo que le gustaba ella, después una amiga suya y ahora vuelve a gustarle ella (me reía porque aunque parezca mentira, los amores de la infancia no son tan diferentes que los de la edad adulta). De vez en cuando, cuando paseábamos, bostezaba mientras se frotaba los ojos por el cansancio, y es que hoy, han jugado muchísimo.
Como en la película Air Bud (esa del niño y el perro que juega a baloncesto), la cancha de básquet de las chicas estaba hecha un completo desastre: espinas, ramas, hojas y pioja en la madera de los aros. Me dijeron que no jugaba ahí porque estaba todo abandonado. "¿Si no la usáis desde Semana Santa, cómo pretendéis que esté?" respondí. Y así fue como empezamos a jugar de nuevo al baloncesto en San Isidro. Primero calentamiento, tiros a canasta, pases y algunas normas básicas, pero lo fundamental es enseñarles lo siguiente: SOIS UN EQUIPO. 
Es normal encontrar amiguismos en un entorno tan cerrado como éste, también se suele dar la circunstancia de que las niñas no saben compartir o tienen un celo excesivo por las cosas que son de todos y por eso es tan importante que aprendan el valor y la necesidad de trabajar en equipo porque hoy lo hacen en la cancha, pero mañana lo harán en sus vidas fuera de aquí. 
A veces Marlis (una de las mayores que me ayuda) y yo nos desgañitamos diciéndoles que pasen la pelota, que la boten y que jueguen todas y no sólo algunas (las clásicas chuponas que hay en todas partes), pero merece la pena porque , cuando ya casi nos damos por vencidas esperando que el caos las gobiernes, una de ellas se para , bota la pelota, se la pasa a la más pequeña y ésta mete canasta. Es entonces cuando te das cuenta de que el esfuerzo merece la pena, porque algo aunque sea un mínima parte de lo que les intentas enseñar a lo largo del día, lo han aprendido.
Os pongo un ejemplo: Patrona es una niña de tez oscura y mirada salvaje, tiene el pelo rojizo y una expresión muy dura en la cara. Las hermanas me contaron que la sacaron prácticamente del monte y que aunque tiene 13 años, su edad psicológica no pasa de los siete: es caprichosa, rebelde, espera que otros recojan sus cosas y apenas sabe deletrear. Pues esa misma chica se paró, agarró la pelota después de botarla y se la pasó a una de las más pequeñas, Milagros, para que intentara lanzarla al aro. Patrona estaba en perfecta posición para tirar y la diferencia con el otro equipo aunque era de 4 puntos, no era seguro que ganaran el partido. Aún así, vio a la pequeña y  no dudó en darle el balón. Esa misma chica, cuando vio que otra de sus compañeras de equipo se abalanzaba sobre otra del equipo contrario para empujarle y quitarle la pelota dijo: "¡Así no!Y como buena capitana le enseñó cómo hacerlo.
Creo que todavía no se ha dado cuenta, pero hoy, no ha sido Patrona, la rebelde sin causa venida del monte; hoy ha sido la mejor jugadora de la cancha.
!Ah¡Por cierto, llevamos dos días jugando y el suelo ya es arena, no hay espinas, arbustos, ni hierba...la arena ha vuelto a adueñarse de la pista. :)

jueves, 5 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 57: ¿QUÉ HAGO YO AQUÍ?




Cuando me preguntaron en España, qué era lo que podía enseñar a los niños, planteé mi proyecto al rededor de un curso de nuevas tecnologías y la creación de un periódico. En Asunción, con los niños del comedor organizamos una semana de los talentos otra del periódico con redacciones, titulares, dibujos, recortes y fotografías realizados íntegramente por los pequeños. Es difícil llevar adelante una clase de niños con años tan diferentes y edades de desarrollo completamente distintas (no es lo mismo un niño de 13 años de la ciudad , que uno que vive a la orilla de un río casi en la calle).
La mayor diferencia con los niños de Pozo es que esto es un internado. Cuando suena la campana no se van a sus casas, sólo salen de una actividad para empezar otra y así pasar el día. Por eso el trabajo de cualquier voluntario se triplica en materia , tiempo y esfuerzos.

Es frustrante como quieres abarcarlo todo pero a veces tu cuerpo te pide que pares, que ya es suficiente. Mi corazón quiere pasar las 24 horas del día con ellos pero os juro que sin 3 cafés al día no hay cuerpo que lo aguante. El ritmo aquí es frenético con el tiempo contado y medido al milímetro por las campanas y los silbatos. Las comidas son apuradas e interrumpidas por el teléfono y la puerta, igual que los desayunos, las meriendas y hasta las cenas. Así debe ser para no descuidar de los pequeños en ningún momento. A veces, estamos comiendo y el silencio se rompe por pasos que se acercan como en manada. De broma, muchas veces digo que parecen una marabunta y que el suelo tiembla, porque suelen venir corriendo al salir de las clases o del comedor.

Este ritmo de vida nos lleva a los adultos a un reparto de tareas que va desde cuidar el recreo hasta dar clase. Ahí es donde yo quería llegar. Con el director Haníbal, nos sentamos a cuadrar mi horario poco tiempo después de llegar. Y así durante 3 semanas voy a hacer lo siguiente: a los de 7º grado les voy a dar un taller de comunicación centrado en hacer entrevistas porque tienen muchos problemas de timidez y expresión verbal sobretodo en castellano (aquí el guaraní es la lengua más usada); a los de 8º les enseño taller de fotografía e imagen para que les ayude a expresarse y conocer el mundo bajo otra perspectiva más abierta que la del protegido mundo de San Isidro; y por último don los de 9º, vamos a organizar un periódico igual que en Asunción pero con mayor exigencia dada la edad y  la formación que tienen. Bueno por último no, me olvidaba de las clases de canto y las de flauta de todos los días a as 12,30 incluyendo sábados y domingos donde hay varios grupos a distintas horas. ¡Ah! y el proyecto de los miércoles con los más pequeños: juegos y actividades de ocio y tiempo libre durante dos horas y también del apoyo escolar de lunes a viernes de los chicos de 4º y 5º.

Ayer di las primeras clases del taller de entrevista y del de fotografía. He de deciros que es la primera vez que lo hago, nunca he dado clases antes y siempre as he recibido pero algo me llama poderosamente la atención de ser profesor: el poder de transmitir. Es fácil asumir algo que uno mismo lee y para eso están los libros, pero un profesor no se limita (o no se debería limitar) a eso. Un profesor es como un profeta de una pasión: debe hacer que sus alumnos se emocionen e interesen tanto como él en la materia que imparte. En mi caso, aunque es la primera vez, el instinto y el amor por mi trabajo hizo que de mi boca salieran clases enteras que ni tan siquiera estaban preparadas.
Veía a los chicos como miraban atentamente cada fotografía que les mostraba, como se reían con cada anécdota, como respondían a cada pregunta y de repente, me sentí al otro lado del universo que hasta ahora había vivido. Ya no soy una niña, nunca más ocuparé el lugar que ocupan ellos ahora mismo. El tiempo de la escuela se acabó para mi.
Una sensación de nostalgia y buenos recuerdos se acumulan en mi mente. Recuerdo hasta la guardería con los bocatas de chorizo y nocilla en el recreo; el colegio antiguo en el que empecé a aprender; la secundaria, sus amores y exigencias; el bachillerato y la presión de la universidad; la universidad y sus libertades....así hasta llegar a hoy.
Y hoy, eme aquí, enfrente de veinte tantos adolescentes (hace nada era yo uno de ellos) que esperan que yo sea de quien aprendan algo en la vida.  En realidad es una responsabilidad en la que no me había parado a pensar antes de esta manera.
Desperté de mi nube de sueño mientras ellos estaban concentrados en su tarea de final de clase: definir qué es para ellos la fotografía ahora que les he explicado qué es más allá de las fotos del Facebook.
Todo empezó hace una hora, cuando les hice la misma pregunta y ninguno me supo responder. 

Tras la definición teórica les hice entender por qué la fotografía era un arte, les enseñé las fotos del parto en Capi´ibary, les hablé de la famosa foto del beso entre el militar y la enfermera la final de la guerra en Times Square; de mi amigo Antonio Pampliega (periodista que entrevisté el año pasado) y de sus experiencias en Siria fotografiando el horror de la guerra; les hablé de la fotografía como máquina del tiempo y de cómo era una evolución de las pinturas que hoy en día aún podemos ver en cuevas como las de Altamira....Bueno vaya que hice un popurrí entre lo que recordaba de la carrera y anécdotas que tengo de estos años o cosas que simplemente descubrí sobre fotografía en el uso diario de la cámara.
Sin darnos cuenta pasó la hora hasta llegar a la pregunta de nuevo: "¿Qué es la fotografía? " . Esperaba que sus respuestas se ciñeran a la parte teórica del principio de la clase, que me dijeran algo así como que era el arte de captar imágenes con una cámara o que me describieran las partes de una reflex. Pero me sorprendí y emocioné cuando leí la respuesta de una de las chicas: "Para mi, la fotografía antes eran imágenes y colores pero ahora que cuentas muchas cosas sobre la fotografía, he entendido que las fotos son testigos de momentos bonitos, malos, irrepetibles, de dolor, etc. que hacen llegar una historia al mundo sin tener que vivirla. La fotografía es como un arma que sirve para tener un buen fin en la vida"

"Un arma que sirve para tener un buen fin en la vida"  Creo que no encuentro una definición mejor. Puede que haya una más técnica o exacta, pero para mí no hay una mejor. Es realmente un arma: un arma contra las injusticias, un arma de denuncia, un arma de recuerdo, un arma de emociones y sentimientos, un arma pacífica que sin necesidad de pólvora, mecha o agentes químicos nocivos puede cambiar el mundo.

Tengo la suerte de  enseñar y ser enseñada, de escuchar y ser escuchada y como dijo un gran hombre que conocí aquí : "De aprender algo nuevo cada día, porque el día que no aprendas algo, debes dejar de enseñar".

Dejadme que muestre con mi arma cada una de sus caras, cada una de sus luchas y emociones, sentimientos y pasiones. Dejaros llevar por sus sonrisas y sus lágrimas, por sus aventuras y fracasos, dejad que os dispare muy adentro y no los olvidéis nunca porque cada uno de ellos es una parte del futuro , del hoy y del mañana. Dejad que sus ojos os cuente su cuento, dejaros emocionar y no le tengáis miedo a sentir algo por ellos, no tengáis miedo a cogerles cariño ni a dejaros llevar. Dejad que su recuerdo permanezca y que nadie lo pueda borrar. Éste es mi trabajo:











miércoles, 4 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 56: AGUAS FECALES


Hay veces en esta vida en las que simplemente te quedas sin palabras. Puede pasarte por ver algo precioso o por descubrir una dolorosa realidad . Es como un golpe seco, fuerte en la cabeza, que te deja aturdido. A partir de ahí, sólo puedes pensar en eso que has visto u oído. Tus ojos aunque se mueven y miran ya no ven nada, tus sentidos se concentran repitiendo una y otra vez las imágenes en tu cerebro y todo lo que hay al rededor deja de importar. Como si caminaras , respiraras y actuaras pero sin estar realmente ahí. 
Un olor nauseabundo inundaba el dormitorio, era la primera vez que entraba en la estancia de los varones de primer ciclo, los más pequeños. A mi lado, Dani un voluntario del que os hablaré más adelante. Caminamos entre las literas y los mosquiteros hasta llegar a las duchas que se encuentran al fondo de la habitación. No están separadas por ningún tabique cerrado, no hay muro que resguarde a los pequeños de ese olor. 
Al llegar a los grifos me quedé atónita. "Esto lleva casi así desde que se construyó en el 75" comentó Dani. 
Las paredes y los suelos, comidos por las manchas del tiempo y la humedad, parecían el decorado de una película de terror. Dani abrió el grifo: "Huele esto". Me acerqué con la mano en forma de cuenca y olí el agua que sale de las canillas: "¿A qué te huele?," preguntó. "A heces" contesté. El olor de esa agua era como el que tiene una cloaca de desperdicios cuando hace calor "Pues hoy es de los días que menos huele".
Miré a mi alrededor las camas vacías que corrían a lo largo de la inmensa sala. Pensé en las noches en las que alguno de ellos se levantaría sediento a beber agua...esa agua. "Tiene 10 veces más sustancias fecales que el agua apta para consumo". "Con esta agua se duchan y se asean, lavan su ropa, sus dientes y su cabeza"." Esta agua viene  directamente del tajamar donde los animales beben, donde hay insectos y plantas en un agua que no recibe corrientes, estancada y que llega aquí sin ningún proceso de depuración"
A partir de ese momento, todo lo demás que viví  esa tarde parecía un sueño. Me quedé en silencio sin saber qué preguntar, sin que me salieran más palabras que un ¡Dios mío ! de vez en cuando. 
Entonces entendí a la perfección que la labor de Dani aquí no sólo es prioritaria sino vital: "Construir un sistema de depuración que permita limpiar y calentar el agua" Ahí me volví a quedar fría, nunca mejor dicho: los niños se duchan en agua fría todo el año, haga el frío que haga y sea el día del año que sea. 
Hay tanques preparados para calentar el agua y un sistema moderno que incluye hasta lavadoras para la ropa, pero no se puede utilizar porque se atasca de la suciedad que tiene el agua. Por eso, es tan importante la depuradora. Y así un técnico forestal que nada sabía de depuración, comenzó a investigar hasta construir lo que dentro de unas semanas será una realidad: una depuradora. 
"Hay un proyecto para reformar esta zona, pero es a largo plazo" me comenta él."Las ayudas llegan a cuenta gotas" me comentaba la hermana Vicenta al respecto. 
Dani está trabajando él solo en este proyecto, sin más ayuda que sus manos y sus pies, sin más fuerza que la de sus manos y con el tiempo y las desventuras en contra: "Si te cuento cada aventura que hemos vivido para conseguir hacer la cosa más pequeña..." se lamenta. Quedamos otro día para hablar largo y tendido sobre el tema porque tiene que seguir trabajando: por desgracia el día sólo tiene 24 horas.
Cuando lo conocí, estaba con otro español, Antonio Mompo, que lleva ya desde el 95 en Paraguay. Otro día os hablaré de él. Es una de esas personas que dejan huella. Al saber que era periodista, me dijo que mi labor era muy importante: "Porque comunicas la realidad con pasión". 
Aunque seguía en mi nube de espanto, esas palabras me hicieron despertar: "pasión es algo que no me falta" y eso no todo el mundo lo valora.

pd: cualquiera que quiera colaborar con el internado puede comunicarse conmigo para más info en olaya.lopezalonso@gmail.com

martes, 3 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 55: LLUVIA EN EL DESIERTO




 Comenzó de a poco como con notas musicales, gotas grandes y sonoras golpearon en el suelo. La tierra empezó a parecer manchada con círculos perfectos. Parecía una nube pequeña que se dejaba notar a su paso por el km 280 de la ruta transchaco, pero era sólo el comienzo de una tarde de tormenta. Después de un momento, las gotas comenzaron a ser más frecuentes y en las clases, la uralita ensordecía a los docentes mientras los chiquillos exclamaban: "¡Está lloviendo!".
En una zona tan seca como esta, la lluvia no es un capricho sino una necesidad vital. Del agua de aljibes y tajamares vivimos las cerca de 400 personas del internado San Isidro: duchas, aseos, agua para cocinar, beber, limpiar ,etc. todo depende de que la madre naturaleza se apiade de nosotros.
El temor de la sequía ya se sentía cerca, el calor de los últimos días y el viento del norte hicieron que  las reservas de agua bajaran considerablemente. "Necesitamos la lluvia ya" comentaban las hermanas.
Miré por la ventana mientras los chiquillos de la clase de apoyo hacían multiplicaciones: algún que otro adolescente que estaba entre clases se paseaba por la tierra aún medio seca, pero nadie podía imaginar que minutos después esa tierra se convertiría en una piscina de barro.
La lluvia respetó en silencio como esperando el fin de las clases, pero nada más tocar la campana, encima de nuestras cabezas se desató la locura. En un instante la lluvia calló como un monzón, mientras el ruido ensordecedor hacía imposible cualquier tipo de comunicación verbal. Lo único que pude decir fue "Vamos a dibujar la lluvia", en seguida los pequeños, contagiados del espíritu de la tormenta agarraron sus cuadernos y pegados a las ventanas para buscar inspiración, empezaron a pintar. De pronto, el cielo se oscureció y las luces de los relámpagos iluminaron el patio: los truenos eran tan fuertes que muchos de los niños se tapaban los oídos mientras se estremecían del miedo: "Son los ángeles que están jugando al fútbol, creo que es final de liga y por eso golpean la pelota con tanta fuerza"  dije para calmarlos. Sonrieron complacidos por mi vaga explicación y siguieron dibujando nubes negras y grandes rayas amarillas en medio, encima de una casa que representaba el colegio.
De pronto algo calló en el techo con fuerza, se sentía como si alguien hubiese tirado una piedra desde el cielo: estaba granizando. Poco a poco los golpes fueron más intensos y fuertes hasta que era tanto el ruido y la fuerza de las piedras que salimos a verlas. Fuera de clase y llamados por el mismo ruido, estaban todos los niños y profesores de las demás aulas mirando hacia el patio sorprendidos. La tierra que hace unos minutos era seca y polvorienta, estaba convertida en un campo de algodón: piedras de hielo pequeñas y medianas cubrían el patio de una capa blanquecina que derretía por momentos. 
Los niños comenzaron a correr hacia el patio para recoger las bolitas blancas que se parecían a las canicas con las que juegan en el recreo. Para mi sorpresa no era para jugar con ellas, sino ¡para comérselas!. Yo no entendía cómo se peleaban por comerse esos trozos de hielo del suelo hasta que alguien me dijo: "Para nosotros lo que caiga del cielo es una bendición, en nuestra cultura, se cree que es un remedio (curación para los males), ¡además está rico!". Entonces eso que para mi era una guarrada, meterse en la boca pedazos de hielo con tierra , se convirtió en algo realmente hermoso. A mi al rededor, los termos para el agua del tereré comenzaron a llenarse de bolitas blancas perfectamente redondas como bolas de nieve. Tapándose la cabeza con la mano, salían a recogerlas y las compartían con sus compañeros. Uno de los chicos cogió una y fue a una de las clases donde se la puso en la mano a una de las niñas que en seguida se la comió con gusto. 
Yo estoy acostumbrada, a que cuando en Galicia graniza, lo hace durante un ratito así que esperaba que aquí fuera lo mismo. Cuando ya pensaba que la tormenta amainaba, se hizo más fuerte: "Si sigue así no van a tener deporte" dijo la hermana Vicenta. Parece que el cielo estuvo de acuerdo, porque entonces una lluvia cada vez más intensa convirtió los patios en tajamares alimentados por el agua de las canaletas que no daban a basto y la intensísima lluvia. Dentro de las clases, el ruido era tan fuerte, que tuvimos que sacar a todos lo niños a la galería techada y juntos contemplar como cambiaba el paisaje y la tierra que teníamos enfrente se ahogaba.
Más lluvia, más ruido y de repente más fuerza del granizo sobre el tejado: ya no eran tiernas pelotitas como canicas, ahora eran bolas escarpadas del tamaño de una pelota de golf.  Fue entonces cuando salir en busca de esos tesoros helados se convirtió en un deporte peligroso, con la fuerza con al que caían y ese tamaño,  a cualquiera que le golpeara en la cabeza, se la abría. Pero ya os dije en varias ocasiones que estos niños deben tener una flota de ángeles de la guarda custodiándolos porque cuanto más salían y más grandes eran las pelotas, menos daño se hacían.
"Menos mal que las clases y edificios están sobre 10 centímetros por encima del suelo" pensé. A nuestro al rededor ríos, corrientes de agua y el granizo derretido, habían cercado las clases de tal forma, que parecía que un lago nos separaba del edificio de enfrente. Justo ahí, delante de las clases de los pequeños, los mayores se preparaban para liarla: les vi las intenciones y corrí con la cámara. No me dio tiempo a colocar el objetivo cuando ya estaban corriendo hacia mi. Jugaban a cruzar ese tajamar improvisado en el que se habían convertido los patios, las canchas de fútbol, de baloncesto y allá al fondo el bosque.  Los miraba tan mayores, con esos cuerpos ya de hombres y altos como pinos pero en el fondo eran peor que los niños más pequeños que los veían embarrarse por las ventanas de las clases.
La diversión llama a la diversión y  enseguida  se sumaron más chicos cruzando en carrera de un edificio a otro. El caos llegó cuando a uno de ellos se le enganchó el pie en el barro y se calló. ¡ Para qué! En seguida, cuando vieron que se deslizaban y como en un tobogán gigante de agua y barro, empezaron a dejarse caer .¡Dios , qué bien se lo están pasando y cómo me gustaría a mi hacer lo mismo! De los pies  a la cabeza empapados, chorreando, y con las ropas teñidas de marrón. Así se pasaron como poco 20 minutos hasta que un profesor se dio cuenta y cortó la fiesta de inmediato: como llevado por el espíritu de la responsabilidad, caminó entre el agua con paso firme sin dejar que sus pies se entretuvieran en el barro. Entonces, ya en cemento firme le salió de lo más profundo de su corazón empujar a dos de los mayores hacia el interior de las clases. ¡Me sentí cohibida hasta yo! xd.
Giré la cabeza a la izquierda y vi a dos de ellos duchándose literalmente debajo del agua que caía del tejado a chorros. Se sacaron la camiseta y como si estuvieran en la intimidad de su casa, se pusieron a frotar su torso a lavar la camiseta y a disfrutar de la lluvia entre más lluvia. "Como mañana no halla 20 por lo menos que tengan un resfriado, yo desisto" pensé. No es porque quiera que enfermen ni mucho menos sino porque me sorprende la inmunidad con la que resisten a cualquier cosa: y yo que tengo los pies mojados del viento y la lluvia, seguro que mañana ya necesito un ibuprofeno ¡seré floja!.
De pronto una carretilla cargada de carne y a toda velocidad seguida por un séquito de muchachos pasó en el fondo: " Es que justo acaban de matar una vaca y sí os sí se la tienen que traer" me dijo la hermana Valentina.  Allí el que más y el que menos estaba empapado de la cabeza a los pies, tanto, que parecía mejor que fuesen directamente en bañador y chanclas.
Cerca ya de la hora de la merienda así como vino, la tormenta se fue. La uralita que parecía un campo de batalla, comenzó a sonar como un xilófono con pequeños golpecitos acompasados cada vez más espaciados, y las gotas finas dieron paso a otras rezagadas que dejaban sus ondas en el agua. Los torrentes de la tuberías eran ahora hilos de agua y los primeros rayos de sol despejaron el cielo. Tocó la campana, hora de la merienda : pan con cocido (tipo de té) caliente y todos como nuevos. Para el recuerdo quedará el atardecer lluvioso del chaco y el sol intenso de la tarde reflejándose en el agua de los nuevos lagos.
Por lo que sabemos sólo llovió así  en esta zona, debe ser que cuando los niños rezan a San Roque por las noches, llegan sus plegarias antes que las de cualquier otro. Y así 50 mm de bendición en forma de agua se abalanzaron en media hora sobre sus cabezas.

lunes, 2 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 54: UN PAYASO EN MISA, LA MUÑEIRA EN PARAGUAY Y LAS FLAUTISTAS DE AMELÍN




Ayer era Domingo, como es costumbre en las comunidades cristianas hubo misa a primera hora. Como el día anterior, casi 300 niños y niñas abarrotaron la iglesia. Hoy no nos visitó ningún corazón y se notó porque estaban todos más relajados: de nuevo los cantos a grito pelado, el padre nuestro que se debió escuchar en Singapur y las caritas de sueño propias de las 8 de la mañana.  Cuando todos se sentaron para escuchar la homilía, el padre Aníbal les dio una sorpresa : "Hoy no diré la homilía yo, sino unos payasos". Nadie me había avisado de tal evento y pensé que el sueño me había jugado una mala pasada o que sería el sobrenombre de alguno de los novicios.
 De repente, cual fue mi sorpresa y la de todos los presentes, cuando ¡aparecieron dos payasos de verdad! Pelucas de colores, zapatones del 50, narices rojas...el pack completo vaya. Era la primera vez que veía  payasos en una iglesia, y más sustituyendo al cura, y más !dando la homilía!.
Primero una payasa que tiró y pateó los juguetes que traía esparciéndolos por el suelo; y luego el payaso que apareció para explicarle que eso no lo debía hacer. Así entre juegos y pantomimas, contaron historias y representaron un teatro: una vela era la protagonista del cuento. Resulta que la vela tenía miedo del fuego que prendía su mecha y la consumía, pero finalmente aceptó con gusto que esa era su misión en la vida y que nada tenía que temer y así fue encendiendo otra velas que por miedo estaban apagadas hasta llenar de luz el mundo. Creo que me estoy inventando parte de la historia porque tuve que ir corriendo con la hermana Vicenta a buscar la cámara, pero vaya una historia semejante con moraleja para los niños. Terminado el cuento, los payasos repartieron velas a los pequeños y las prendieron como símbolo de la luz que cada uno de ellos tiene y puede contagiar.
Realmente una misa diferente que hizo las delicias de los pequeños.
Al terminar la misa, los domingos, tienen deporte hasta las 11. Dos horas en las que chicos y chicas juegan al fúbol, volley o simplemente miran cómo juegan sus compañeros. De nuevo el calor me estaba apagando, cuando vinieron unas chicas de 8 º y 9º (las mayores)  a hablarme. Me dieron la vida, porque me agarraron del brazo y nos paseamos como cuando yo era alumna por todo el patio contando chismes: chicos, amigas, papás....¡todo!. En eso que nos paramos debajo de un árbol a la sombra y no me acuerdo muy bien por qué pero empezamos a bailar: ellas me enseñaron algunos pasos de la danza paraguaya (dios santo qué patosa soy) y luego yo a ellas los pocos pasos que recordaba de baile gallego.  ¡Qué cuadro intercultural! ellas con la muñeira el lalala y el tacón , punta tacón y yo con la guarania y con cuidado de que no se me enrollaran los pies para caer de morros. Y así pasaron sin que nos diéramos cuenta, las 2 horas de deporte.

Si os digo la verdad yo aquí disfruto como una enana porque es como volver a los 13, como ir a un campamento de verano.
Cuando llegué el domingo, elaboré una lista de cosas que podía hacer aquí: cursos, clases, tareas, etc. En esto, que la hermana Vicenta me preguntó si sabía tocar algún instrumento. Yo, como cuando en España te preguntan qué sabes tocar, dije la flauta y me eché a reír. 
Debí pensar antes de hablar porque no tardaron en pensar podía darles clases de flauta a las niñas. ¡Pero si no he dado clases de flauta a nadie en mi vida y sólo recuerdo las canciones del colegio! Vaya, que¡ cómo voy a dar clases de flauta tocando el Himno de la Alegría, el Cumpleaños feliz y el Ondiñas veñen ! Ahora es cuando me pregunto por qué abriría la boca....jajajjaa. El caso es que ayer por la tarde ya me entregaron las flautas y un grupo de niñas se fueron conmigo cerca del aljibe para la clase. "Y yo a estas ¿qué les enseño?" No sé muy bien cómo hice pero me las apañé para recordar mis clases de canto, la importancia de la respiración, la posición de los dedos y las notas y con eso salí del paso. Como siempre Titanic ,canción de flauta por excelencia, me salvó la vida mientras recordaba a mi profesora de música Ángeles y lo que se reiría de mi si me viera(eso va por las veces que me reí yo en su clase).  El caso es que convertida en un Amelín improvisado, me gustó tanto la experiencia que ahora buscamos un hueco para repetirla cada día: supongo que no hay nada en esta vida que no se pueda hacer si te lo propones.
Suena el pito y me toca el turno para cuidar el patio.
Aunque me toca reemplazar a la hermana Eulalia, ella se queda un rato organizando un juego para que las niñas no se aburran. De verdad la fuerza de esta mujer es increíble, hace menos de una hora estaba friendo pescado con casi 40 grados de calor en medio de un fuego y aceite hirviendo y aún le quedan fuerzas para ampliar su turno.
El juego consistía en llenar una botella de plástico de agua por equipos. Cada jugador debía correr hacia el centro, donde había un cubo de agua, llenar un vaso y correr hacia la botella para verterlo. El que la llenara antes, ganaba. Tanto jugaron con este calor que al final el agua acabó por sus cabezas  y el suelo convertido en un barrizal, pero no os puedo describir cuánto se divirtieron las enanas.  
Después, les enseñé a jugar al escondite ingles, pero creo que debí pensarlo antes: unas 30 niñas corriendo hacia la que quedaba...os puedo asegurar que impresiona bastante y más cuando sabes que en algún momento alguien gritará "chorizo" y el caos se apoderará de la pista.
Con al cena llega la calma y aún con los últimos niños dando coletazos por el patio, me siento con la hermana Eulalia a ver cómo hace adornos, pulseras, collares y abalorios de alambre y medias. Sentadas una en frente de la otra, me enseña fotos de su familia, de Galicia y compartimos historias y recuerdos de los años de su vida. Mientras, unos patitos de hilo hechos por ella nos observan desde una esquina. ¡Ay! ¡cuán entrañable es esta mujer! Me dice que me va a enseñar a hacer todas estas cosas en mis ratos libres...¡no puedo esperar a mañana!
No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso. 

No recuerdo un día que me halla pasado más rápido desde que llegué, creo que me lo paso yo mejor que ellas incluso.
pd: Toda excusa es buena para volver a ser niño. :)

domingo, 1 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 53: UN MUNDO EN MINIATURA




 No dejo de maravillarme en este sitio. Ayer escribía el blog cuando la hermana Eulalia me dijo que se iba a pescar. Me quedé muerta, aquí no hay ríos y desde luego al ser un país de interior el mar queda a demasiados cientos de kmts. "Voy contigo le dije", pero me respondió que no me apurara, que ella pescaba aquí al lado de la casa. "Sales por al puerta de atrás y me ves". Algo extrañada seguí escribiendo el blog. Cuando terminé seguí sus pistas y salí por la puerta trasera de la casa. Todo era seco, arbustos y el suelo resquebrajado por la sequía. Seguí andando de frente cuando entre los arbustos divisé un gorro de paja, propio de los pescadores de río. Ahí entonces descubrí un aljibe, es decir un trozo de terreno socabado donde se acumula el agua de la lluvia.
Era la primera vez que veía algo así. Era grande como del tamaño de un campo de fútbol y en sus orillas niños  y grandes pescaban. "Qué podrán pescar aquí, pensé" "¿Cómo habrán llegado estos peces hasta aquí si no es más que una poza gigante" ¡Qué intrigada es la ignorancia! jaja Como una niña chica que ve Érase una vez la naturaleza, así  de intrigada me tenía el aljibe. En esa intriga estaba yo, cuando allá al fondo en la orilla fandangosa vi un velo que soplaba con el viento norte. "Pero ¡cómo habrá bajado hasta ahí esta mujer que ya tiene 83 años!" Ahí estaba, sentada con su caña artesanal, con tanza y un anzuelo  junto a una niña enseñándole los secretos de la pesca en aljibe. Más patosa que otra cosa, bajé medio deslizándome hasta su vera. En seguida me di cuenta de que el sol en estas tierras es traicionero y ataca con fuerza cuando llega "Neniña, no estés al sol que no estás acostumbrada y te va a hacer mal" me dijo Eulalia en un tono tan cariñoso que me parecía mi propia abuela.
Me senté a su lado y al de la pequeña. Miré a la derecha y había muchas niñas con sus propias cañas de vara; a la izquierda, una pareja ya mayor, pescaba sólo con tanza y protegidos bajo sus gorritos de paja. Y así pasamos la tarde, entre aljibe y aljibe buscando la captura del día.  Muchas niñas seguían en la pesca a la hermana Eulalia que las preveía de cebo: un trozo de carne de vaca que amablemente nos prestaron en la cocina y alguna que otra tuvo desde luego más maña que yo sacando pececillos.
El calor sofocante me hizo tumbarme a la sombra y proteger mi cabeza con un pañuelo. Mientras los niños corrían en la orilla y se metían hasta la cintura para pescar, yo luchaba contra la fatiga pero la sombra y la brisa hicieron que mis párpados sucumbieran. Así en un bienestar permanente, mecida por el viento del norte y viendo a los chicos pescar, pasó la tarde. Eso sí, no pescamos nada, pero como aquí todo se comparte, un sacerdote que pescó tres peces y hoy nos dimos un festín (y yo que en Vigo no quiero pescado y lo vengo a tomar aquí del medio de una charca, lo que es la vida).
Tras esa idílica siesta (no llegué a dormirme pero si estaba descansando), me entró un hambre voraz, pero es que hasta en eso este sitio es maravilloso....¡dulce de leche con rosquitos de pan! mi merienda favorita. Imaginaos esto: un pan recién hecho con un dulce de leche casero tan exquisito que te lo comes directamente a cucharadas...¡Dios mío! media bolsa de pan después y 5 cucharadas soperas de dulce de leche, decidí poner fina  mi banquete personal de gula....xd
Ya por la noche, cuidé a los pequeños (hasta 10 años) en el cine. Bueno, cine es la actividad, pero en  realidad es un pequeño televisor en una sala atestada de chiquillos sentados en sillas de plástico con un DVD. Vimos El gato con botas; hubo momentos de risas, de sorpresa, etc.,  pero lo más enternecedor llegó a partir de la mitad de la película: muchos de los pequeños se quedaban dormidos en la misma silla...con la postura en la que estaban viendo la tele....:)
Los miraba acurrucados unos sobre otros, soñando como angelitos y pensaba ¡cuántos momentos se pierden sus padres! A veces momentos irrepetibles en la vida de un niño...es increíble que el trabajo y en definitiva el dinero sea lo que mueve el mundo más allá de la propia sangre....