jueves, 22 de agosto de 2013

CAPÍTULO 44: CRÓNICA DE UN PARTO EN CAPI´IBARY



¿Qué diferencias y semejanzas encuentras entre Paraguay y España? una de las niñas de 8º grado me preguntaba en una entrevista improvisada frente a la clase. Pocas veces los periodistas nos ponemos al otro lado y más con un público tan receptivo y exigente. Julio, uno de los chicos de la clase tomaba fotos siguiendo mis instrucciones y demostrando un instinto nato que se reflejaba en los planos de cada una de ellas. Entre la respuesta y las risas llaman a la puerta con urgencia: la hermana Yolanda me hace una señal de premura para que hable con ella: "Si quieres ver un parto vete corriendo al dispensario". 

Había posibilidades de ver un parto y para eso había venido así que sin pensarlo y sin tiempo para entrar en pánico, agarré mi bolsa y mi ordenador y salí disparada escaleras abajo hacia el otro lado  de la calle. Respiraba como si hubiera venido de correr una maratón, no por la corta distancia de la carrera sino por la expectación y los nervios; parece que todo mi cuerpo esperaba con ansia el acontecimiento. Me encontré a la hermana Cecili sonriente como siempre que salía de una habitación donde exploraba a la mamá; me invitó a tomar agua y desfatigarme: "Hay tiempo todavía".
La puerta de la habitación estaba entreabierta y pude ver a una mujer morena con una barriga prominente que gemía y lloraba de dolor. Pensé entonces que no iba a ser tan fácil soportar un parto como pensaba. La hermana Cecili me preguntó : " ¿Te vas a desmayar?". 
Mi orgullo y mi deseo de que no se tuviera que preocupar de un parto y de mí me hizo responder rápidamente: "¡No que va!(...) bueno, no creo"  La seguridad del principio me hizo caer en la cuenta de que la respuesta no era tan segura ¿cómo iba  saber si me iba a desmayar si nunca había vivido nada semejante? Pensé entonces en el gallo y la matanza y mi estómago se endureció al momento. Me fui a una sala contigua a santiguarme y rezar que por favor fuera lo suficientemente dura como para aguantar un parto en directo, de principio a fin y manteniendo la cámara en el lugar que le correspondía. Pensé entonces que como con el gallo, el objetivo me ayudaría a sentirme algo más lejana, como viendo todo a través de una pantalla, como en un película.
El ruido del ventilador y el sofocante calor hacían que el segundero del reloj se escuchara con fuerza, me sentí de nuevo como en una película en la que el protagonista ve pasar el tiempo a ralentí mientras los sonidos de ende redor aumentan.
Se abrió la puerta de la sala y vi salir a la hermana Rafaela, seguida de la mujer que iba a dar a luz y la hermana Cecili sujetando una botella de suero. No me paré a detallar a la embarazada sino que inmortalicé el momento como si no fuera a tener próximas oportunidades.
Entramos en la sala de parto y los quejidos fueron en aumento. Me costó al principio ubicarme, la embarazada no me conocía y ¿quién era yo para estar allí fotografiando un momento tan íntimo sin tan siquiera habernos presentado? Poco a poco la dinámica del parto cambió la situación y sobraban las presentaciones.
Por fin me detuve a ver  a la mamá, no era adulta, sino una hermosa joven de 19 años. Ojos verdes con vetas de colores y una carita redonda y preciosa aún empapada por el sudor frío propio del intenso dolor. Madre primeriza y soltera que ya que el padre (toda esta conversación surgía entre contracciones) ni quería saber del parto. Una situación tan común que ya ha nadie sorprende en ninguna parte del mundo. Me alegré al menos de que esta vez pasara la mayoría de edad pero su cara era la de una niña y me hizo pensar que con 5 años más que ella, en unos instantes, ella sería mamá y yo, en nuestro país, era para eso una cría todavía.
La hermana Rafaela le secaba constantemente el sudo con una gasa y el cariño de una madre o abuela. La hermana Cecili le daba indicaciones mientras acariciaba su barriga para tranquilizarla y conocer la posición en la que venía el bebé.
No era paciente de la hermana, no traía historial consigo ni análisis y sólo el informe de una ecografía de hacía tres meses servía de  referencia alguna.
Las contracciones eran cada vez más seguidas y dolorosas, me atreví a mirar la zona por la que saldría el bebé esperando encontrarme alguna señal suya como en las películas; pero nada, aquello estaba cerrado a cal y canto y pensé entonces en cómo podría una criatura salir por tan estrecho agujero.
En guaraní la hermana Rafaela acompañaba con dulces palabras y consejos a la primeriza: "Empuja como si tuvieras ganas de hacer caca, no concentres la fuerza en tu cara o en el cuello..."
La madre de la joven llama a la puerta de vez en cuando para preguntar nerviosa cómo va el parto; le ha pedido a la hermana Cecili que les apaguen la tele de la salita de espera para poder rezar ella y su marido.
Rosana (nombre ficticio para proteger al identidad de la joven), se agarra con fuerza a la estrecha camilla e incluso a veces levanta los brazos como pidiendo socorro; no llora, sólo gime y apenas se permite gritar, no me imagino cómo se puede ser tan fuerte, un instinto que va más allá de lo humano (debe ser el maternal) la lleva a empujar con tanta fuerza y tan seguido que parece que se queda dormida cuando la contracción pasa : "Es un recurso que Dios les da a las mamás para que se repongan del esfuerzo, se suelen adormecer al terminar las contracciones" me dice Cecili. Literalmente los ojos de Rosana, esos ojos verdes de increíble fuerza, se desvanecen entre sus párpados y puedo ver desde mi posición como se quedan en blanco "Sigue respirando", me digo a mí misma ante el miedo a que se desmaye del esfuerzo.
Me acuerdo de todas las películas que he visto en mi vida y lo importante que es la respiración para la mamá y el bebé y me pongo a imitar lo mismo que he visto por la tele: "Respira profundamente, coge el aire por la nariz y expúlsalo por la boca" le comento como si entendiera algo de lo que yo misma digo (lo que son los nervios).
Las hermanas le indican que debe mantener una respiración constante para que al bebé le llegue oxígeno en un momento tan importante y Rosana lo graba en su mente de tal forma que aún en los peores momentos se acuerda del proceso; parece fácil acordarse de respirar, pero en momentos de dolor y sufrimiento hasta el aire duele.
Las hermanas se ríen cariñosamente de mí porque respiro con ella igual que en una clase de preparación al parto; entonces me doy cuenta de lo sola que se debe sentir sin el padre del bebé apoyándola. "Cuando los papás están aquí, parece que los partos son más fáciles, los niños nacen de otra manera y se nota " comenta la hermana Rafaela. Es entonces cuando me sale de lo más profundo de mi alma decirle : "Ojalá vivieran ,al menos una vez ,la sensación de que un bebé les saliera por un testículo" jajajaja me río ahora porque la cara de la hermana Rafaela fue chistosa cuando solté semejante comentario. "La hermana Cecili dice que Dios se equivocó poniendo un agujero tan pequeño para dar a luz, que tenía que haber dispuesto una cremallera en la barriga" me responde ella.
Estos momentos de risas distienden el ambiente mientras el parto se alarga sin remedio.
Con mucho tacto y cariño a cada contracción de la mamá, la hermana Rafaela, pone las manos en su vientre y ejerce muy poca presión como ayudando al feto a bajar hacia la pelvis.
Es increíble como se notaba que bajaba mientras las zonas de la barriga ya vacías se iban reblandeciendo poco a poco.
Hilos de sangre corrían desde el interior del vientre hacia la pelvis como si de una menstruación se tratara mientras al fondo, parecían distinguirse los pelitos de la cabeza del bebé. Una sensación de felicidad absoluta me recorrió el cuerpo al empezar a comprender lo que estaba viendo: ahora entiendo como lo llaman "El milagro de la vida". Estaba ahí , ya llegaba era un bebé y lo estaba viendo salir de las entrañas de su dolorida y valiente mamá.
La sala de partos no es como una sala de España en la que el equipo se esteriliza y prepara con ahínco y el quirófano es impoluto, recordemos que aquí estamos en una zona humilde que bastante tiene teniendo un dispensario: una sala con una camilla con potro, un fregadero, pares de guantes y el único requisito de recogerse el pelo. 
No hay batas blancas a excepción del mandil de plástico que la hermana Cecili se coloca para no mancharse en el parto al sacar a la criatura. Sin lujos, sin nada más que el calor de una vela encendida a San Ramón (patrón de los partos) en compañía de la imagen de Ana María Javohuey y un cuadro de Jesucristo; así vienen los niños al mundo, más de 400 ya, en Capi´Bary.
Me cuenta la hermana Rafaela que una amiga suya que estudiaba medicina y vino a hacer las prácticas de urgencia, se quedaba sorprendida y sacaba fotos de todo el lugar sin comprender cómo podían trabajar así y sin ningún susto en 400 partos.
Mientras las últimas contracciones anuncian la inminente llegada de la vida, las campanas de la iglesia repican a muerto, ya van dos ancianos hoy. La vida y la muerte en perfecta consecuencia y equilibrio en la más pragmática de las metáforas.
Volviendo al parto en sí, el bebé no nace. Los partos en las primerizas suelen ser más tardíos y dificultosos pero la hermana Cecili empieza a temer por el bebé porque lleva tiempo con la cabeza en la zona pélvica pero sin seguir bajando. 
Es entonces cuando todo sucede demasiado rápido: me piden que vaya corriendo a por la ropita del bebé que ya llega.
Cuando vuelvo, la hermana Cecili, tijera quirúrgica en mano, le practica un corte en la zona para abrir el hueco y que le bebé pueda salir ya por el miedo a que tenga el cordón umbilical enrollado al cuello. Sin información sobre el embarazo o cómo está posicionado el bebé , las decisiones pueden ser de vida o muerte en cuestión de segundos.
En cuanto practica el corte y la mamá empuja por última vez el bebé junto con el líquido amniótico salen  disparados y me alegro de que no salpique la cámara mientras mi dedo se vuelve loco en el disparador para no perder detalle. En cuanto la cabeza sale entera hasta el cuello, el resto del cuerpo cubierto de líquido a modo de vaselina, sale con facilidad.
Ya le veo el cuerpo, la cara, los pies, todos sus deditos mientras sigue ligado a la mamá por el cordón umbilical que la hermana Cecili se apresura a pinzar: ¡ESTO ES LA VIDA EN ESTADO PURO!
Contengo el aliento unos instantes pero sin soltar el disparador, el bebé no llora, tiene que llorar ... en seguida Cecili le desobstruye las vías respiratorias con un pequeño bombín rojo que introduce primero en su boquita y luego en las fosas nasales, como en una película lo pone boca a bajo con una facilidad que me deja pasmada; parece tan frágil y blanquecino que yo necesitaría algodones para tocarlo.

Un quejido sordo sigue a un llanto desmesurado por parte del recién nacido y por fin respiramos hondo: "Por muchos partos que uno lleve siempre está el miedo a que algo salga mal hasta el último momento" dice Cecili.
Cortado el cordón umbilical se apresuran a bañarlo y en seguida lo visten como un muñeco mientras su piel blanquecina y sus manos violáceas son la mejor certeza de lo mucho que deben sufrir ellos también el parto.
No me ha dado tiempo a pensar en todo lo vivido cuando estallo en lágrimas de alegría y voy corriendo a abrazar a la mamá que sonríe extasiada y más feliz que nunca respondiéndome al cariño recibido: "ESTÁ PERFECTAMENTE, ES PRECIOSO...¡CAMPEONA, VALIENTE!" Es lo único que atiendo a decir mientras trago saliva para seguir el momento hasta el final. Vuelvo a toda prisa hacia el vestíbulo y no dejo de sorprenderme al verlo tan pequeño, tan expresivo, ¡tan hermoso!. Tiene los ojos grandes y abiertos como platos como queriendo observarlo todo mientras su llanto se va transformando en simpáticos gorgoteos: "Va a ser muy vivo, muy listo" digo imitando lo que dijo mi madre que el médico comentó cuando vio mis ojos al nacer.
Me vuelvo loca haciéndole toda clase de fotos y el espíritu de Anne Gades me posee queriendo hacer de cada parte de su cara y sus manos un prematuro modelo.
Le agarro la manita y saco una foto sorprendiéndome de la pequeñez de sus uñitas perfectamente formadas, de las arruguitas de sus dedos, de su color blanquecino y aún así hermoso.
¡Qué ganas dios mío de tener uno de éstos entre mis brazos, uno mío! Si toda mi vida he querido ser madre, ¡ahora mismo sería madre de octillizos!
Me apresuro a mostrarle a la mamá que sonriendo ya no se acuerda de los terribles dolores sufridos, las fotos de su niño: se emociona al mismo tiempo que sonríe y se maravilla de lo realmente precioso que es. Es la primera vez que ve a su bebé y es a través de mi cámara...¡adoro mi trabajo!.
Un bebé de 3 kilos 200 gramos que es un pequeño príncipe llamado Josías Alexander con unos ojos enormes y vivos que no se cierran ante nada queriendo absorber el mundo entero por primera vez.

El saquito en el que han envuelto al bebé sale  de la cortinilla y la mamá y el bebé se miran a los ojos por primera vez...creo que estoy llorando de alegría al recordarlo, realmente el momento más bonito que he tenido el placer de vivir en mi corta existencia. Un rápido beso y en seguida se lo llevan a conocer a sus abuelos que se vuelven niños viendo al pequeño, sus ojos se iluminan y se respira la paz de que todo haya salido a la perfección.

En la cunita descansa el pequeño Josías mientras vuelvo con la mamá para ver el duro proceso de sacar los restos del embarazo, la placenta y el cordón umbilical que bien parecen por tamaño, otro bebé en camino: una parte no tan placentera de ver pero parte de la vida igualmente. La hermana Cecili me explica todo lo que por allí sale mientras miro atenta la cantidad de cosas que pueden caber ahí dentro: una bolsa enorme con restos del bebé, sangre y placenta por todas partes que pesan tanto o más que el propio feto. Tras la limpieza hay que coser a la mamá el corte que ha tenido que abrirse para el nacimiento. Como una costurera celosa de su traje, la hermana Cecili ejecuta su trabajo a la perfección seguido muy de cerca por mi cámara. Unos últimos consejos sobre los próximos días y cuidados y la madre se traslada por fin a la habitación donde la espera ansioso su retoño.
Tumbada en la cama le hermana Rafaela hace los honores de acercar al pequeño en brazos inseparables de su madre, ahora sí, ya es tuyo por y para siempre, y parece que nadie jamás podrá apartarlo de sus brazos.
Es entonces viendo ese cuadro cuando pienso en qué pensará un hombre para no querer vivir ese momento único, un hombre no, un padre, el padre de la cosa más bonita del mundo...realmente estoy yo participando más de la vida de ese pequeño que su propio progenitor que ni ha querido saber dónde estamos.
Me acuerdo mucho de mi padre, y pienso cuántas veces he querido que estuviera a mi lado y lo joven que lo perdí, lo poco que lo disfruté, pero eso sí, él estuvo al lado de mi madre sujetándole la mano mientras el momento más importante de mi vida estaba en proceso, mientras me veía nacer. Fue él quien me cogió en brazos por primera vez y siento ahora cuando la veo a ella que en el fondo de mi corazón hay un recuerdo que así lo conserva y que nos unirá para siempre más allá del cielo. 


Ahora siento que está a mi lado recordando ese día que parecía haber olvidado para siempre...no importa si no le dio tiempo a levantarme en caballito, sino estaba en mis cumpleaños, sino estará algún día en boda, nada importa de eso por primera vez en mi vida porque él me vio nacer.



pd: Aquí os dejo la mejor foto del día mientras veo atardecer en CAPI´IBARY, hoy el sol brilla más rojo que nunca , parece que quiere presenciar hasta el último momento el nacimiento como no queriendo que la noche lo apague. Se pone lentamente mientras el polvo de la calle se levanta para despedirlo, la noche llega despacio para acunar a Josías en el primer día de su vida.


miércoles, 21 de agosto de 2013

CAPÍTULO 43: 12 AÑOS Y PROSTITUIDA POR SU PROPIA MADRE


"No hay diablo en el mundo que pueda cambiar lo que estoy haciendo", éstas son las palabras de la "madre" por llamarla de alguna manera, que obliga a su hija de 12 años a prostituirse.
Todo empezó ayer a media mañana cuando una de las amigas de las hermanas, vino desesperada en busca de ayuda tras confirmar el caso con su comadre. La familia vecina estaba prostituyendo a una de sus hijas: "La primera vez fue por un pollo y una caja de cerveza" nos comenta mientras se me atraganta el tereré. La madre y el padre, alcohólicos y borrachos de forma permanente tienen 6 hijos a los que obligan a robar en el mejor de los casos para ganar el pan que ellos no ganan. "Obliga a los tres mayores a robar, les dice que al día siguiente tiene que haber mandioca y comida para que ella cocine o no comen". Cada palabra que sale por la boca de esta mujer me revuelve el hígado y un nudo de repugnancia y odio me atraganta el habla.
La chica, que pensaba que eran rumores, contactó con su comadre que le contó que desgraciadamente eran ciertos: "Todas las tardes, un hombre de 40 años (perteneciente a una secta de la zona) se acerca a la casa y mientras los padres toman (beben), él se encierra en la pieza (habitación) con la niña(...) Las primeras veces la niña no quería y su madre le decía que sabía lo que tenía que hacer con los hombres, que sabía cuál era su deber".
No salgo de mi asombro cuando la conversación continúa: "Vemos por las tardes, como él la sienta en sus rodillas y la niña se retuerce porque no quiere que la toque"
Cuando le preguntamos a la mujer por qué ésta situación ha llegado tan lejos sin que nadie intervenga en favor de la pequeña nos cuenta: "La madre dice que al que se meta en su situación le va a pegar un machetazo" . A pesar de esta amenaza que tiene coartada a la comunidad, hay testigos dispuestos a contar lo sucedido ya  que no es la primera aberración que ocurre en esta casa: "Ellos tienen antecedentes por peleas, cuando su nena más pequeña tenía un año se pegaron entre ellos y casi la matan".
Este tipo de personas conflictivas conocen mejor la ley por experiencia que a su propia madre, de tal forma que a la pequeña que se prostituye le ha dicho : "Si te llevan a la policía tienes que decirles que a ti te da gusto y que nadie te obligó a estar con ese señor" ¿Qué tipo de engendro demoniaco le ha dado permitido a esta desgraciada tener ovarios? No hay palabras para lo que escuchan mis oídos y mi mente transforma en asquerosas diapositivas la terrible historia. En silencio y sin parar de escribir notas en el ordenador casi a ciegas, sigo escuchando: "Hemos intentado hablar con la mujer y es imposible, dice que no nos metamos y que no hay demonio en el mundo que pueda cambiar lo que está haciendo, además nos avisa, de que el próximo año hará lo mismo con otra de sus hijas de 9 años".
No es sólo deplorable y asqueroso el comportamiento de estos progenitores que por la droga y el vicio no dudan en romper los límites de la razón humana, sino que ese hombre de 40 años se pasea por el pueblo comentando que "No hubo forma la primera vez y le tuvo que reñir a la chiquilla"  Ésta mujer nos cuenta que la niña no está ni tan siquiera desarrolla, que conserva un cuerpo minúsculo e infantil y que al principio sufría cada vez que la obligaban pero que parece que ahora resignada le va cogiendo gusto....Es más, si este hombre no viene, la madre obliga a su hija a mensajearle para llamar su atención y reclamarle el pago del servicio: un pollo, una caja de cerveza...
No soy capaz de comentar lo que escribo porque no tengo palabras, sólo una ira enorme que me hace pensar que el ser humano es capaz de cualquier cosa, que  no podría contenerme si en mi mano hubiera una escopeta antes semejantes atrocidades. 
Le han robado la vida a cada uno de los pequeños que han engendrado, su infancia, su cordura y hasta su alma. Los han educado en el robo, las vejaciones y la violencia que por desgracia muchos imitarán en su época adulta contribuyendo a poblar el mundo de las mismas atrocidades que han hecho con ellos, en las que los han educado y que asumirán como normales.
Un pollo y una caja de cerveza es precio irrisorio hasta para la más baja prostituta de vocación. La vida de ésta pequeña por un pollo y una caja de cerveza...y si esto es ahora ¿qué futuro le espera? ¿La venderán por un trago el día de mañana? ¿Y ella, despojada de su dignidad por sus propios padres, qué le queda más que una muerte lenta y dolorosa?.
Salgo a pasear por la mañana y aunque no la conozco de nada ni a ella ni a sus hermanos, los veo en todas partes. Una pequeña de su edad caminando con su hermana de apenas dos años me hacen preguntarme si será ella, si podría ir a preguntarle, si podría salvarla...unos niños en el mercado transportando cajas con víveres, tres hermanos del más grande al más pequeasasj﷽﷽﷽﷽﷽l mermanos del m el mercado transportando cajas con vreguntarme si serermanos, los veo en todas partes. Una pequeña deño cada uno con bolsas...todo encaja parecen ellos o quizás me estoy obsesionando. Me he ofrecido a ir allí y conseguir pruebas pero no encuentro respuesta. Mi mente no descansa desde ayer, una impotencia y una pena interior nublan mi cordura y sólo el deseo de venganza me persigue, quiero ir allí sacarles fotos escondida tras un arbusto, quiero que el mundo vea la cara del desgraciado que es capaz de violar a la pequeña, de la "madre" que la parió y del asqueroso padre que lo consiente. Quiero que se acerque a mi con ese machete y probar su valentía, quiero encontrar una manera de ayudarles pero el tiempo corre en mi contra, me quedan pocos días aquí y no hay confianza de las gentes para que me ayuden. Quiero su nombre, sus apellidos quiero hacer públicos a estos cobardes que se esconden tras la miseria y la de sus propios hijos, desearía regalarles litros y litros de alcohol para que la cirrosis hiciera el resto.
Si de algo sirve rezar, rezad por ellos, rezad por quienes se atrevan a ir en su contra, rezad por sus criaturas, rezad por mi...Justo ayer mi última reflexión después de endurecer mi estómago en la matanza del gallo auguraba este desgraciado futuro: no siempre se pueden fotografiar mariposas...
pd: No encuentro libro de periodismo suficiente, ni reflexión de ningún autor que me lleva a objetivizar esta historia, no puedo sencillamente quedarme al margen, no puedo ser un observador de paso, ya no soy periodista, soy persona en primer término...

martes, 20 de agosto de 2013

CAPÍTULO 42: DEL AMOR Y EL BAILE A LA MUERTE POR SUPERVIVENCIA.




 A las 12:50, la hermana Rafaela y yo, nos levantamos apresuradamente de la mesa para ir hacia la escuela. Sobre esa hora, los niños antes de entrar en clase, forman filas y delante de la bandera del Paraguay saludan a los profesores, rezan y cantan para empezar el turno de tarde. En este turno están los más pequeños (jardín de infancia 3 años) y los mayores. Rectos y uniformados de granate y blanco son dirigidos en este ritual por un par de niñas de los cursos superiores que se rotan por semanas: parecen pequeñas profesoras. Con voz firme y delicada ordenan a los chiquitos y éstos les obedecen con la ayuda de la hermana y de las profesoras. 
Lo más bonito llega al final, cuando los más pequeños se ofrecen cada día para cantar canciones que han aprendido: una canción sobre una hormiguita sale de esas pequeñas bocas de forma casi ininteligible. Aplauden, ríen y disfrutan antes de comenzar la rutina de las clases.
Comienzo visitando el jardín de infancia; allí los niños desde 2 añitos están sentados en pequeñas sillitas de madera que llevan sus nombres. Fiorella, una de las más obedientes, levanta su silla que en sus bracitos parece de hierro y la transporta para colocarse al lado de su compañero. Iván, otro de los niños, aprovecha que tiene un vaso de plástico en su mano para pegarle a su compañero y ver cómo suena (xd). Me sorprende conocer a un vasco entre el grupo, si sí  habéis leído bien un niño nacido en Bilbo de madre Paraguaya que regresó con su familia hace 8 meses y le encanta correr por el campo. De pelo largo y rizado, me recuerda sentado en esa pequeña silla de madera a un bailaor.
Recorro también las clases de los de 1er ciclo 6,7 y 8 añitos que están bien atentos a mi visita. Cuando paso a ver a los mayores me los encuentro trabajando en salud, por grupos preparan y ensayan los argumentos que tendrán que exponer más tarde a sus compañeros: ¡CARÓTIDA! escucho de repente, queda confirmado que trabajan duro incluso con el profesor fuera del aula. Conozco a uno de los profesores que es curiosamente compañero de oficio y locutor en la radio local. Me invita a acercarme cuando quiera y yo encantada reconozco que echo de menos moverme entre las bambalinas de un locutorio.
Pero la mejor de las visitas, sin duda, la que hice a los niños de educación especial que tienen un aula en el centro parroquial dado el poco espacio que queda en el colegio. Colores vivos en las paredes, pizarras y pinturas sobre la mesa son la carta de presentación para Juan Manuel de 20 años con una grave deficiencia visual y para Ninfa una extrovertida joven con síndrome de Down de 26 años que se convierte esa tarde en el amor de mi vida. Es increíble la cantidad de cosas de las que te enamoras en este tipo de experiencias.
La profe, que es verdaderamente encantadora , los anima a que se presenten, me enseñen sus dibujos y entren en conversación. Roto el hielo llega una tercer alumna: Estela, que más tímida pero muy activa, se une al grupo.
No me puedo creer a Ninfa, se levanta, se pone delante mío y me canta el cumpleaños feliz ¡Es una artista!, me emociono cuando me canta la canción de Los pollitos dicen pío pío pío con ese tono tan amoroso....Me muero de la risa finalmente cuando la veo bailando el Gangna Style y acabamos todos montando una improvisada discoteca. ¡No paran un segundo, tienen una energía desbordante! Yo acabo agotada por el baile y el exceso de mandioca pasa factura a mis pronunciadas cartucheras, pero ella sigue infatigable, imbatible inventando cada paso del baile. Al acabar nos abrazamos en uno de los momentos más bonitos que he tenido el placer de vivir desde que llegué, GRACIAS A ESTOS NIÑOS LA VIDA TIENE MÁS SENTIDO DE REPENTE.
La noche llegó pronto y la temprana cena trajo consigo un cansancio poco habitual, a las 8:30 me despedí de las hermanas y caí rendida en la cama.

El despertador sonó a las 06:15, las sábanas se me pegaron y apuré para llegar al desayuno. Tras el pan, la mantequilla y el bizcocho llegó la hora de la matanza. Mis tripas empezaron a revolverse cuando me dijeron que matarían un gallo para comer. Pensé en no participar de la macabra masacre, pero luego me dije: ¿Y si tienes que ver un parto?. Pensé inmediatamente que me haría más fuerte aguantar la experiencia y acompañé a la hermana Rafaela que llevó a cabo el ritual.
Cuando uno ve un filete en la mesa no piensa inmediatamente en el animal siendo cortado en pedazos, pero es , sinceramente una experiencia que te hace comprender realmente a los vegetarianos. Como buena gallega, la crianza y al matanza están ligadas a mi cultura pero aún así no es plato de buen gusto.
Hay algo entre gore, metafórico y poético en algún sentido, ver a una hermana, una monja, con el anillo de  la consagración manchado de sangre y cortando el cuello de un animal vivo en una sangrienta carnicería. Aviso que la próxima descripción no es apta para sensibles. Después de ser capturado por la hermana Cecili que no se queda a ver el sacrificio, la hermana Rafaela ata las patas del gallo con una impoluta servilleta blanca. Lo miro a los ojos por última vez en vida y rezo para que no sufra como parece. Una mano fuerte en el cuello y el gallo se va asfixiando y atontando. Primero un corte en la parte superior del cuello para que se desangre y acabe de morir. Su cuerpo aún sufre de espasmos cuando la hermana lo pone boca abajo en el cubo. La sangre corre por el caldero que hasta hace poco era blanco. Una última sacudida y pierde el conocimiento, apenas ha tardado un minuto en morir. La hermana lo mete en el caldero y lo riega con agua hirviendo para que sea más fácil quitarle las plumas, un vapor caliente comienza a nublar mi objetivo, comprendo entonces que me espera lo peor.  Pluma por pluma el gallo se queda desnudo y comienza el despiece.  
Doy gracias al cielo por no vomitar encima del cubo porque habría que sacrificar a otro pero a través del objetivo, asumo con valor lo que me espera. Un machete, un chuchillo y una cacerola serán  los maestros de ceremonia. Con mucha maña y temple la hermana corta las patas, las uñas (la impresión es grande cuando un machete desciende veloz sobre las uñas y el golpe seco desprende los huesos al chocar con la madera) Siento un ligero ardor que sube a mi boca, y un estremecimiento en mis dedos que parece que sufren en solidaridad. 
Adiós a la cabeza y ya se me hace más fácil por la costumbre de la carnicería. Una a una separa las vísceras mientras me explica los diferentes usos que le darán. La sangre y el agua caliente con los restos internos del animal tienen un olor a muerte que se pega en cada parte de la garganta cuando respiras. Me pregunto si los reporteros de guerra tendrán ésta sensación. Es sólo un gallo y no me imagino cuán duro debe ser verlo en una persona, en un niño...
Vuelvo a la ceremonia y  la hermana ,como en una clase de biología, me muestra cada órgano, lo que a comido, lo que comeremos nosotras y así el corazón, las vísceras, los intestinos y finalmente los pulmones se desprenden del animal bajo la atenta mirada de un gato que se relame. 
Los últimos pelitos son quemados y desde mi cámara descubro el mismísimo infierno, una imagen del gallo cabeza a bajo a punto de consumirse por el fuego.
Muerte para unos, alimento para otros. Hoy me costará un poco más probar bocado. Pero estas experiencias te preparan y acercan a la muerte en la más cruel de sus realidades, no siempre se pueden fotografiar mariposas...


lunes, 19 de agosto de 2013

CAPÍTULO 41: ¡UN OFTALMÓLOGO EN EL PUEBLO!




¡Hoy es un día especial! ¡Viene el oftalmólogo! Así como en España los carteles de anuncios los ocupan las grandes cadenas de comida rápida, muebles o cerveza, en Capi´Bari el anuncio de la semana es que hoy visita el oftalmólogo: bueno en este caso la oftalmóloga y su esposo que atienden desde las 7 hasta las 11,30 de la mañana hasta a 60 pacientes dependiendo de la parroquia: mujeres, ancianos, niños, todos forman fila para este acontecimiento que sólo ocurre una vez cada tres meses. 


Aquí la consulta es mucho más asequible para las familias con pocos recursos y sin medios para desplazarse a una gran ciudad: 30.000 guaraníes por consulta (unos 5 euros) que las gentes reúnen gustosamente. Además de la consulta, a la salida, el marido de la doctora, Fred, expone un muestrario de gafas que si bien en otros sitios pueden costarle hasta de un millón de guaraníes (160 euros aprox.) aquí pueden adquirir a menos de la mitad, unos 400.00 guaraníes (67 euros).
Mientras hablo con él me cuenta que apenas hay 200 oftalmólogos para unos 7.000.000 de personas y que se han visto obligados a unirse en un Centro Oftalmológico para poder realizar las cirugías a los pacientes, y reunirlos así a todos en un mismo lugar para las consultas más complejas. Sino, visitan de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia para tratar de acercar a todas las gentes y ofrecer sus servicios.
Me despido por el momento y cruzo la calle para dirigirme a la escuela, la hermana Yolanda trabaja como administrativa y hace las veces de anfitriona para presentarme a la directora Angelina. Como es una ocasión especial que alguien de tan lejos los visite, no duda en interrumpir a los niños desde 3º a 5º grado que están en turno de mañana para que los conozca. Niños y profesores trabajan en cada aula que entramos con un orden y una disciplina envidiables.
Uniformados de granate y blanco, cada uno en su pupitre estudian sociales, hacen dictados o guaraní y con caras de sorpresa  y admiración escuchan que soy española, periodista y que he venido en voluntariado a visitarlos.




Me río muuuucho  con ellos porque cuando les digo que me los quiero encontrar algún día por España (viajar aquí es su sueño), se levanta uno de los chiquillos, se me acerca y me dice : ¿Y qué pasa si nuestra mamá no nos da permiso? jajajjajjajaj cómo si fueran a venirse conmigo en el momento y preocupados por lo que opinarán en casa...¡ay cielitos!
Otro de ellos, muy dicharachero y dispuesto dice de pronto y muy sentido: ¡FANTÁSTICO! cuando les digo que soy periodista (si supiera que en España muchas veces somos considerados basura...)
Me sorprende conocer a algunos niños españoles, coreanos, brasileños, que han llegado hasta esta pequeña localidad por diversos motivos. Tras la vista, me ayudan a saludarlos en mi pésimo guaraní y me despido de ellos hasta la próxima.
La directora, me enseña con paciencia algunos trabajos de los pequeños que van a exhibir en la feria de arte para recaudar fondos para la escuela a principios de octubre, increíbles.
Con la hermana Yolanda, visitamos el edificio anexo que es de formación educacional para los futuros maestros que trabajan en su vocación a partir de los 20 años. Concentrados en sus quehaceres, algunos están distribuidos por el patio haciendo los deberes, otros en las aulas, me miran atentamente al pasar como si vieran un objeto no identificado.  
De vuelta a casa acompaño a la hermana Yolanda que necesita consultar a la oftalmóloga antes de que termine su jornada. Fabiola Nuñez, que así se llama, la recibe con cariño e inspecciona lo que parece un orzuelo ya infectado.  
Tras la consulta charlamos un ratito y me cuenta que hace 5 años emprendió esta hazaña. Todo comenzó en Ciudad del Este (ciudad que linda con Brasil, Argentina y Paraguay en una triple alianza) cuando un párroco le pidió que visitara un hogar de niños y ancianos en una ocasión. Tras la visita que tuvo que durar un día más de lo esperado y en la que se atendieron más de 150 pacientes, le propusieron concertar un sueldo de 1000 dólares al mes para continuar visitando.
 Dada la desmesurada suma de dinero ella se negó y ofreció una contrapropuesta en la que aceptaría solamente 20.000 guaraníes por consulta para ayudar a la causa. 
La voz se fue corriendo de párroco en párroco y así llegamos hasta hoy, donde recorre con su inseparable esposo las zonas más deprimidas e interiores del país. Los problemas más habituales de estas gentes son los glaucomas (que muchas veces por desconocimiento y falta de medios acaban con la pérdida del ojo), las cataratas precoces (en adultos de 40 años), las alergias y los males derivados de la mala alimentación y el trato con animales.
Tanta es la falta que hacen a estas gentes que hoy le han dicho que si no vuelve a menudo cortarán la ruta (cortan la carretera principal como medida de presión y protesta) para que vuelva.
También me cuenta que a lo largo de estos 5 años ha tenido que aprender la cara más amarga de estas gentes, que no valoran lo que se les regala y protestan cuando los medicamentos que se les dan de forma gratuita se acaban: "Ahora llamo para preguntar cuántos pacientes quedan y doy orden de no admitir más cuando las medicinas escasean porque se enfadan en desmesura".  
Al igual que casi todas las gentes que conozco me han comentado el famoso conformismo del paraguayo, también casi todos han coincidido en lo desagradecidos que son cuando algo se les regala: " No saben apreciar lo que se les da".
No todos, claro, como en cualquier sitio te encuentras gentes de todo tipo, pero por desgracia, éste problema de educación viene ligado a las gentes más humildes. Parece que la única solución posible, es enseñarles como bien decía la hermana Gloria antes de mi salida de Asunción: "Seamos pobres, seamos ricos, todos tenemos que dar y recibir".

CAPÍTULO 40: CADA COMUNIDAD, SU ESPÍRITU. MESARIO DE LLEGADA







 Paisajes que me recuerdan a mi tierra, plantaciones de bananas quemadas esperando a las lluvias para brotar de nuevo, vacas unas flacas otras jorobadas y chanchos del tamaño de caballos. 
Una ruta singular que no te deja indiferente. Pisamos Capi´Bary cerca de las 4 y media de la tarde. Una pequeña caminata y por fin en casa.
 Digo por fin en casa porque realmente así me sentí, una cálida bienvenida y un cartel que en mi mesa de escritorio así me lo recordaba. Hace un año que la comunidad construyó esta hermosa casita a las Hermanas, tres, que ayudan como administrativas en la escuela, como parteras y enfermeras en el dispensario y como madres de muchas familias de la zona.
Es como una casita de juguete: techos de madera, un lindo jardín con flores y gallinas y, en definitiva, un remanso de paz que sólo se ve alterado de vez en cuando por los canes de los vecinos y los ecos de los niños de la escuela que están justo en frente. Parece realmente un pueblo de Pin y Pon: la casa parroquial, el colegio, el centro de formación docente y el dispensario uno enfrente del otro y rodeados de la calle comercial y principal de Capi´Bari que linda con la ruta (carretera principal).
Después de conocer la casa y a las hermanas Rafaela y Yolanda, dejo el equipaje en la habitación y en seguida me pongo a sacar fotos como una loca: la acogedora capilla, el patio, las gallinas, las flores... todo es hermoso con la luz del atardecer. 
Poco después la Hermana recibe la llamada que nos invita al festejo del cumpleaños de un abuelo de la comunidad, que cumple hoy 80 años. Llegada la noche nos dirigimos hacia el festejo, la música resuena ya desde nuestra puerta y al entrar nos encontramos en el patio de la casa con toda la familia: el cumpleañero Don Carlos que aparenta no más de 60, sus hijos, nietos y bisnietos que no han querido perderse esta única ocasión.
Es un ambiente que ya echaba de menos por mi juventud: la música, el baile, alguna que otra alegría para el cuerpo, gente de mi edad y un calor de familia que va desde los pequeños, pasando por los jóvenes como yo y hasta los más ancianos.
En seguida las hijas del cumpleañero, reciben a las hermanas como una bendición, (más tarde durante la cena me contarán que más que una bendición, las reciben como a sus propias mamás, en una de las conversaciones más tiernas y sinceras que recuerdo). Mucho se las quiere en esta zona.
Cecili y Rafaela insisten en que salga a bailar con los jóvenes. 
Muerta de vergüenza me arrastran literalmente al escenario improvisado donde un grupo de música ameniza la noche. Me siento realmente como en una película de viajes, donde la extranjera ríe y baila y se enamora de cuanto tiene a su alrededor mientras las palmas, y las canciones típicas hacen de banda sonora: ¡guión de Hollywood a full! (como dicen aquí). 
En seguida conozco a la gente de mi edad, Carlos de 22 años estudia obras públicas y quiere viajar por el mundo; mientras bailamos me presenta a Luis, un español de 25 años que se casó con una de las nietas de Don Carlos y que aunque  se le distingue de los demás por su rubio platino y ojos azules y aunque es madrileño de pura cepa, parece haberse entregado por completo al Paraguay: su acento, su felicidad y hasta unos kilos de más (cuando llegó era muy flaco)por la mandioca  le delatan: "La buena vida y la poca vergüenza" comenta a las hermanas.
Pero pronto llegó el momento más dulce de la noche: Una de las nietas de Don Carlos, cerca ya de celebrar sus 15, le ha preparado una presentación en Power Point con fotografías desde sus años mozos, su familia y un precioso texto que acompaña a la emotiva música. 
La pequeña, como una auténtica profesional y sin vergüenza ninguna, coge el micrófono mientras se prepara la pantalla y el proyector y dice: "Querido Abuelo, éste regalo no es tan sólo ni un 20% de todo lo que te queremos, por tus años, por tus recuerdos ¡porque eres el mejor!" Desde luego éste gesto que haría emocionarse al más duro, conmovió al abuelo que emocionado y acompañado de toda su familia, revisaba cada fotografía con sentimientos contenidos: su esposa que falleció 9 años y 6 meses atrás pero de la que nunca se olvida (única mujer a la que le debe un baile pues ni su nieta a conseguido sacarle a   bailar desde que murió), las épocas de hombre más joven en las que lucía una cazadora de cuero y una camisa blanca mientras sostenía una cerveza entre risas, viajes familiares, etc. Si esto es pobreza, ¡cuánto querría ser pobre! 
Ahora mismo miro a esta familia tan unida, festejando desde la mañana, todos colaborando y sintiendo realmente un profundo amor y respeto por su anciano progenitor; ninguno busca excusas para marcharse temprano con sus amigos, no hay otros planes ni trabajo que quieran usarse de pretexto para marcharse de aquí.  Recuerdo los tiempos en los que mi casa se parecía a ésta...la nostalgia es imposible de evitar.

Una vaca de 110 kilos ha sido sacrificada para la ocasión, la carne espetada en varas de madera gigantes, se cocina lentamente en las brasas del suelo, allo spiedo, como en Italia. Miro constantemente hacia las hermanas que comparten risas y bailes con los lugareños como una más de la familia, hasta la hermana Cecili se apunta cuando suena la música de Olimpia (club de fútbol). 
La hospitalidad es tal que no existe un vaso de uno sólo sino que la bebida es común y ofrecerla a los de al lado es una tradición no apta para escrupulosos.
 Carlos me sirve una especie de coco loco que disfruto como nunca. Pasamos al comedor porque para las hermanas se acerca la hora de acostarse, para compartir el asado con las hijas de Don Carlos que sacan una de las varas de carne del fuego expresamente para nosotras: mandioca, chimichurri, costilla...todo un banquete de asado que se ameniza con una preciosa conversación. Una de las hijas de Don Carlos nos cuenta la alegría de su padre porque hayan venido las hermanas, para él una mezcla de devoción y fe  a la memoria de su fallecida esposa. 
La historia es preciosa, sin duda, un amor más allá de la propia muerte: Doña Ida, esposa de Don Carlos, era una mujer muy devota, catequista y entregada durante 38 años al trabajo con la Iglesia. Pero nunca consiguió que su marido la acompañara a misa por más que rezó en vida. Sin embargo el día de su muerte su marido se confesó y desde ese momento no hay domingo que no sea el primero en la Iglesia. En honor a su mujer sigue el camino que ha ella le hubiera gustado que llevara en vida pero que finalmente consiguió. Dice su hija que hasta a sus nietos les riñe cuando no adoptan una postura correcta en el rezo o no están a lo que están.
Ésta historia me hace recordar a mis propios abuelos que por orden y necesidad de mi abuela tuvieron su primera cita yendo a misa. Imaginaros a un joven y apuesto muchacho (el más ligón del pueblo porque ya de aquella tenía moto) con la moto aparcada como fianza en el bar de la madre de mi abuela hasta que regresara con mi abuela de misa: mucho nos hemos reído contando esa historia.
Quién los ha visto y quién los ve, cuánto en común tienen estos dos abuelos que separados por miles de kilómetros ni se conocen, pero adoran a sus esposas por encima de cualquier credo: quizás ese sea el verdadero poder de creer en algo, que la fe mueve las más duras montañas...

domingo, 18 de agosto de 2013

CAPÍTULO 39: PARTIENDO A CAPI´BARY

Ayer por la tarde me surgió una idea viendo a la Hermana Cecili : ¿Y si me fuera con ella?. De repente , se me iluminaron los ojos  pensando en que pudiera cumplirse. La Hermana Cecili, de origen indio e increíbles experiencias vitales, trabaja como partera en el dispensario que las hermanas de San José de Cluny tienen en la comunidad de Capi´Bary. Todo empezó cuando este fin de semana, llegaron algunas de las hermanas de otras comunidades de la región para una reunión de Consejo Regional. No la conocía de nada, pero comenzamos a hablar de su vida, de la mía, de su trabajo como partera y sus ojos se iluminaban mientras me contaba lo feliz que es en su trabajo: traer niños de familias pobres al mundo. 
Sus experiencias y fortaleza no sólo me encantan como profesional sino como persona me han contaminado para no perderme la oportunidad de vivirlas con ella. Así que una india de nacimiento y una gallega de corazón parten en apenas una hora hacia Capi´Bary, donde ya la esperan desde hace dos días las pacientes a las que entrega no sólo su tiempo y profesionalidad sino su amor y entrega. 
Quien me conoce bien sabe cómo me gustan los chiquillos y tener la oportunidad de ver en un entorno tan diferente a mi realidad del primer mundo cómo nace la vida, de verdad es un orgullo como profesional y como persona. No se sabe muy bien cuándo volveré y partiré hacia la segunda parte de mi viaje: el internado de Pozo Colorado. Aquí los planes y horarios inflexibles no valen de nada y la mejor solución es tener la maleta siempre en la puerta. 5 horas de viaje en autobús (colectivo), 30.000 guaraníes, es decir, unos 5 euros que me acercarán a  280 kms de Asunción. Las hermanas me han invitado a este viaje, estoy impaciente, feliz y con ganas verlo, oírlo y sentirlo todo de nuevo. 
No me he despedido de los niños del comedor ¿preguntarán por mi? Espero que mucho, y volver pronto para darles una sorpresa y volver a tenerlos en mis brazos.
pd:Mamá si me estás leyendo, quiero que sepas que estoy bien, que como siempre me he embarcado en una nueva aventura y que se me estropeó el móvil.¡ Voy a ver nacer a un bebé!¡Voy a asistir a un parto! Soy feliz mami. Cuidaros mucho que vuelvo pronto. Os amo.
pd3: A ti si me lees, sabes quien eres. Te llevo a mi lado inseparable de mi mente, constante tu reclamo. 
pd2: espero no desmayarme en medio de un parto, sería más estorbo que otra cosa. Encomiendo mi estómago a un perro callejero.

sábado, 17 de agosto de 2013

CAPÍTULO 38: DESPUÉS DE LA TORMENTA SIEMPRE LLEGA LA CALMA


¡Al fin! sábado de descanso después de una feliz e intensa semana cargados de chiquillos. Se les adora, pero su consumo en exceso puede ocasionar pérdidas graves de energía. 
Así que la Hermana Esther me arrastró literalmente a lo que fue una mezcal entre tour turístico y recados de fin de semana. Dentro de poco, se organiza una rifa para recaudar fondos para el comedor y por eso nos hemos recorrido parte de las calles del microcentro de Asunción para recoger los premios que han donado amigos y colaboradores de empresas:  un equipo de fútbol de Cerro, una Biblia para niños y seguimos esperando una licuadora que no acaba de llegar. 
Tras la recogida, nos acercamos a la Plaza de la Democracia donde los artesanos que perduran de la semana del folclore (el pasado 22 de julio) exponen hasta el 6 de agosto sus hermosas creaciones: cántaros, trabajos en cuero, punto artesanal, tricota, ganchillo, hilo, amacas...todo un universo de colores y texturas en el que es muy fácil perderse. 
De pronto, el sonido de tambores y música de desfile nos distraen y acercan al gentío que marcha calle abajo con banderas y trajes típicos.

Sin saberlo nos habíamos encontrado con la celebración de 50 aniversario de AFS, una de las asociaciones de programas interculturales con más historia, que opera en 50 países acercando a jóvenes voluntarios a otras culturas para trabajar en entornos en proceso de desarrollo.

Banderas de Chile, Ecuador, Alemania, Argentina, EEUU...eché en falta mi rojo amarillo y rojo pero me aseguraron que por ahí debía de andar. Gritos, bailes y festejos de personas de muy diferentes nacionalidades por las calles de Asunción.

Justo el desfile se paró en la puerta del Panteón de los Héroes y nos dio la excusa perfecta para conocer el emblemático monumento en honor y recuerdo. En el centro al entrar, una fosa que muestra protegidos por banderas los restos de soldados, niños y generales que descansan desde la Guerra de la Triple Alianza y la Guerra del Chaco. 


Dentro del recinto se encuentra el oratorio de la Virgen de nuestra Señora Santa María de la Asunción y  todas las paredes que lo forman están repletas de placas honoríficas de reconocimiento a Generales, Armada Paraguaya, Fuerzas Aéreas etc, llegadas de todos los rincones y estamentos del mundo para velar por la memoria de los caídos en las guerras. En el centro del panteón, la inscripción "Mi Fe, Mi país" ,escrita en latín, es el mejor resumen de las hazañas de todos los que allí descansan en paz.

Salimos de nuevo a la calle con el jolgorío residual de los jóvenes que han quedado rezagados; volvemos a introducirnos en el mercado para unas últimas compras. 

Es increíble cómo éstas gentes hacen de todo cuanto les rodea un arte tan valioso: con la chala del maíz, vestidos y trajes típicos para muñecas y esculturas de barro; con el alambre, juegos de inteligencia para entretenerse intentando descifrarlos durante horas; semillas y algo de barro para emular a los cántaros cargados en miniatura; patas de cabra para la buena suerte convertidas en chupiteros y eso sí, los colores de Cerro y Olimpia en cada paño, toalla y flor si es preciso.

Pero lo mejor del lugar son sus maravillosas y acogedoras gentes: cariñosos, amables y ¡sin ánimo de lucro! quiero decir, obviamente si venden pues mejor que mejor, pero me refiero a que se puede mantener una maravillosa conversación sobre sus obras sin verse forzado a un intercambio económico. Niños lijando, papás bordando y gentes al fin y al cabo, pasando una divertida tarde de sábado. La humildad es algo que se lleva en la sangre.