lunes, 19 de agosto de 2013

CAPÍTULO 41: ¡UN OFTALMÓLOGO EN EL PUEBLO!




¡Hoy es un día especial! ¡Viene el oftalmólogo! Así como en España los carteles de anuncios los ocupan las grandes cadenas de comida rápida, muebles o cerveza, en Capi´Bari el anuncio de la semana es que hoy visita el oftalmólogo: bueno en este caso la oftalmóloga y su esposo que atienden desde las 7 hasta las 11,30 de la mañana hasta a 60 pacientes dependiendo de la parroquia: mujeres, ancianos, niños, todos forman fila para este acontecimiento que sólo ocurre una vez cada tres meses. 


Aquí la consulta es mucho más asequible para las familias con pocos recursos y sin medios para desplazarse a una gran ciudad: 30.000 guaraníes por consulta (unos 5 euros) que las gentes reúnen gustosamente. Además de la consulta, a la salida, el marido de la doctora, Fred, expone un muestrario de gafas que si bien en otros sitios pueden costarle hasta de un millón de guaraníes (160 euros aprox.) aquí pueden adquirir a menos de la mitad, unos 400.00 guaraníes (67 euros).
Mientras hablo con él me cuenta que apenas hay 200 oftalmólogos para unos 7.000.000 de personas y que se han visto obligados a unirse en un Centro Oftalmológico para poder realizar las cirugías a los pacientes, y reunirlos así a todos en un mismo lugar para las consultas más complejas. Sino, visitan de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia para tratar de acercar a todas las gentes y ofrecer sus servicios.
Me despido por el momento y cruzo la calle para dirigirme a la escuela, la hermana Yolanda trabaja como administrativa y hace las veces de anfitriona para presentarme a la directora Angelina. Como es una ocasión especial que alguien de tan lejos los visite, no duda en interrumpir a los niños desde 3º a 5º grado que están en turno de mañana para que los conozca. Niños y profesores trabajan en cada aula que entramos con un orden y una disciplina envidiables.
Uniformados de granate y blanco, cada uno en su pupitre estudian sociales, hacen dictados o guaraní y con caras de sorpresa  y admiración escuchan que soy española, periodista y que he venido en voluntariado a visitarlos.




Me río muuuucho  con ellos porque cuando les digo que me los quiero encontrar algún día por España (viajar aquí es su sueño), se levanta uno de los chiquillos, se me acerca y me dice : ¿Y qué pasa si nuestra mamá no nos da permiso? jajajjajjajaj cómo si fueran a venirse conmigo en el momento y preocupados por lo que opinarán en casa...¡ay cielitos!
Otro de ellos, muy dicharachero y dispuesto dice de pronto y muy sentido: ¡FANTÁSTICO! cuando les digo que soy periodista (si supiera que en España muchas veces somos considerados basura...)
Me sorprende conocer a algunos niños españoles, coreanos, brasileños, que han llegado hasta esta pequeña localidad por diversos motivos. Tras la vista, me ayudan a saludarlos en mi pésimo guaraní y me despido de ellos hasta la próxima.
La directora, me enseña con paciencia algunos trabajos de los pequeños que van a exhibir en la feria de arte para recaudar fondos para la escuela a principios de octubre, increíbles.
Con la hermana Yolanda, visitamos el edificio anexo que es de formación educacional para los futuros maestros que trabajan en su vocación a partir de los 20 años. Concentrados en sus quehaceres, algunos están distribuidos por el patio haciendo los deberes, otros en las aulas, me miran atentamente al pasar como si vieran un objeto no identificado.  
De vuelta a casa acompaño a la hermana Yolanda que necesita consultar a la oftalmóloga antes de que termine su jornada. Fabiola Nuñez, que así se llama, la recibe con cariño e inspecciona lo que parece un orzuelo ya infectado.  
Tras la consulta charlamos un ratito y me cuenta que hace 5 años emprendió esta hazaña. Todo comenzó en Ciudad del Este (ciudad que linda con Brasil, Argentina y Paraguay en una triple alianza) cuando un párroco le pidió que visitara un hogar de niños y ancianos en una ocasión. Tras la visita que tuvo que durar un día más de lo esperado y en la que se atendieron más de 150 pacientes, le propusieron concertar un sueldo de 1000 dólares al mes para continuar visitando.
 Dada la desmesurada suma de dinero ella se negó y ofreció una contrapropuesta en la que aceptaría solamente 20.000 guaraníes por consulta para ayudar a la causa. 
La voz se fue corriendo de párroco en párroco y así llegamos hasta hoy, donde recorre con su inseparable esposo las zonas más deprimidas e interiores del país. Los problemas más habituales de estas gentes son los glaucomas (que muchas veces por desconocimiento y falta de medios acaban con la pérdida del ojo), las cataratas precoces (en adultos de 40 años), las alergias y los males derivados de la mala alimentación y el trato con animales.
Tanta es la falta que hacen a estas gentes que hoy le han dicho que si no vuelve a menudo cortarán la ruta (cortan la carretera principal como medida de presión y protesta) para que vuelva.
También me cuenta que a lo largo de estos 5 años ha tenido que aprender la cara más amarga de estas gentes, que no valoran lo que se les regala y protestan cuando los medicamentos que se les dan de forma gratuita se acaban: "Ahora llamo para preguntar cuántos pacientes quedan y doy orden de no admitir más cuando las medicinas escasean porque se enfadan en desmesura".  
Al igual que casi todas las gentes que conozco me han comentado el famoso conformismo del paraguayo, también casi todos han coincidido en lo desagradecidos que son cuando algo se les regala: " No saben apreciar lo que se les da".
No todos, claro, como en cualquier sitio te encuentras gentes de todo tipo, pero por desgracia, éste problema de educación viene ligado a las gentes más humildes. Parece que la única solución posible, es enseñarles como bien decía la hermana Gloria antes de mi salida de Asunción: "Seamos pobres, seamos ricos, todos tenemos que dar y recibir".

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