sábado, 10 de agosto de 2013

CAPÍTULO 33: SONRISA COLGATE













Sábado, día de danza y visitas. Hoy los niños han tenido la dentista de una odontóloga, una doctora que ha venido con un equipo de voluntarias a explicarles a los chicos la importancia de la salud bucodental. Les veo en el recreo jugando a la pelota, con las manos sucias se suenan, se tocan unos a otros, se las llevan a la boca y ¡hasta comen! Cuando por algún motivo hay chuches (como es una ocasión única par a ellos) se llenan los bolsillos de caramelos, piruletas, chupachups y dulces de todo tipo que en vez de administrar se comen de 10 en 10. Los problemas de caries e infecciones bucales son muy comunes, estos niños apenas usan zapatos, ¿cómo van a verle la utilidad a un cepillo de dientes? por eso la labor en el comedor es tan importante, porque es cierto que es un centro de desarrollo integral y todo lo que aprenden aqui, las oportunidades de formación y las ayudas son más que necesarias. Antes de la charla con la odontóloga, un par de canciones para entrar en calor, a estos niños les cuesta tanto centrarse como al mismísimo Rey no irse de caza, pero una vez que captas su atención los tienes ganados. ¡Tapa, tapita....TAPÓN! grita una voluntaria para hacer que atiendan. Tras eso, un teatrillo representado por las hijas de las voluntarias les muestra a los niños los hábitos erróneos de cepillado y limpieza bucal antes de que la odontóloga coja el molde que simula la boca humana para explicarles de forma práctica cómo , cuando y por qué cepillarse los dientes. La cosa no queda ahí sino que vienen ¡cargadas de regalos! unas bolsitas monísimas con lazos azules para los chicos y rosas para las chicas con dos jabones, un dentífrico, un cepillo, un champú y un acondicionador que les ha sido donado por UNILEVER para los chicos.  En seguida como no, abren las bolsitas y con un vaso de plástico con agua ensayan lo que acaban de aprender, muchos son tan pequeños que es precioso ver como los mayores, algunos sus propios hermanos hacen de maestros y guías en el arte del cepillo. Parecen padrecitos y madrecitas en miniatura cuidando los unos de los otros...Llenos de pasta hasta las orejas bromean y se ríen pero sin darse cuenta de que ya han aprendido algo nuevo, algo que para nosotros es casi innato y que muchos de ellos ya en la adolescencia desconocían...
pd: este capítulo se lo dedico a mi padre, porque el número 33 son los años que tenía cuando se fue para no volver, por desgracia el SIDA sigue siendo 18 años después una pandemia.

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