viernes, 30 de agosto de 2013

CAPÍTULO 50: VIAJE A POZO COLORADO: RECUERDOS DE LO QUE SE QUEDÓ EN EL TINTERO.



De nuevo en el colectivo (autobús)esta vez a 3 horas de Asunción. Mientras salimos de la ciudad rumbo a la nada más absoluta, voy recordando todas aquellas historias, detalles que se quedaron por el camino. Así que dedicaré este capítulo a esas pequeñas historias que por falta de tiempo se quedaron en el tintero. Unas son bonitas y entrañables, otras mejor no olvidarlas por su crueldad y aquellas más superficiales,  para los viajeros de paso.
LORENZA DE LOS MILAGROS: LA NIÑA BASURA.
En una bolsa de plástico dentro de un contenedor de hierro algo lloraba. Los basureros que estaban recogiendo la zona abrieron pensando que era perro o un gato, era un bebé recién nacido. Justo en el contenedor en frente de la casa de las hermanas de San José de Cluny, en una zona con casas bastante buenas y gente medio pudiente. En la calle carretas, en la puerta de una gran casa apareció Lorenza. 


Y es precisamente ahí en el año 2005 cuando sucedió esa historia. Desde entonces cada diez de Agosto, los dueños de la casa organizan una ceremonia para velar por su alma delante de la lápida donde su cuerpo descansa. Allí en un rincón del jardín y convertida en ángel de la guarda, se dice que protege a todos los niños de la zona que cada diez de agosto se acerca a esa casa para visitarla y tomar una gran chocolatada en su honor. No hace falta que aclare, que tras varios días en el hospital luchando por su vida, la pequeña  Lorenza murió.
EL COLECTIVO, EL CAMBIO Y LAS CANTIGAS
Cuando llegas a un país desconocido, el cambio de moneda o lo hacemos ya desde el lugar del que partimos ,o corremos a hacerlo en el aeropuerto en cuanto aterrizamos. En el caso de Asunción os lo desaconsejo totalmente. El puesto de cambio situado al lado de la cinta de equipajes es un completo robo a mano armada. Imaginaos que el cambio está a 5.450 la compra y a 5.950 la venta. Pues en el aeropuerto os van a dar  al menos 1000 menos la venta. Es decir que cambié 100 euros por cerca de 436.000 guaraníes en lugar de casi 550.000. Os aconsejo un banco del centro y que comparéis precios por zonas porque varía mucho. Vine a perder más de 16 euros en el aeropuerto.
En cuanto al autobús, ya sea urbano o media distancia, va a ser una chatarra con ruedas. Eso sí, si queréis ver algo típicamente paraguayo,  el colectivo lo es. Lo es por su particular forma y colores, por como se para y hasta por como uno se sube y se baja. Ahora mismo, el precio de cualquier trayecto urbano son 2000 guaraníes (aunque quieren subirlo a 2500), es decir, menos de 35 céntimos de euro. Debes saber también que hay paradas, pero no se respetan por los usuarios. Cualquiera puede levantar el brazo en mitad de la calle y subirse casi en marcha; y lo mismo para bajarte, por lo que en unos 100 metros puedes parar hasta 3 veces dependiendo de la vagancia del personal. Lo dicho, paciencia.
Las cantigas, son pequeños puestos de comida típica : panchos, empanadas, tortillas, etc. que hay al salir en las iglesias, mercados, rodeando una feria, en una calle cualquiera o en algún evento o fiesta. Son lugares en los que por 50 céntimos te comes un perrito caliente pequeño y si tienes dos euros puedes degustarlo todo.

HORRIBLES HISTORIAS VARIAS.
Uno en este tipo de viajes solidarios, se encuentra con realidades tan duras que son difíciles incluso de transmitir, y la gente que lleva tiempo viviéndolas parece que se vuelve de acero. Una de estas historias, surgió ayer durante la comida cuando hablábamos del caso que os conté en Capi´Ibary de la niña a la que sus padres vendieron sexualmente hablando por una caja de cerveza y un pollo. Una de las hermanas, escuchando lo terrible de la historia se acordó de una niña que trataron hace un par de años en el comedor, estaba en silla de ruedas porque cuando era un bebé su padre  o padrastro (no está aclarado) abusó de ella de tal forma que le rompió la columna vertebral. La dejó tetrapléjica.
Una de las madres ha llegado al comedor con un ojo morado; al parecer su marido y ellas se pelean constantemente por los celos de ella. Las palizas de ambos se suceden, como no, delante de sus hijos, que luego llegan al comedor y no dudan en levantarle la mano a cualquiera  en cualquier momento.
Hace un tiempo ya, que la hermana Esther y la hermana Ilda, me contaron sendas historias relacionadas con chicos del comedor que ya eran mayores y en las que corrieron peligro sus vidas. Esther contaba que intentando separar a dos hermanos ya adolescentes que casi se matan. Se abalanzó sobre la espalda de uno de ellos para sujetarle los brazos. Éste, de la bronca que le dio de no poder pegarle al otro, agarró una piedra y se la tiró a Esther a la cabeza. Gracias a Dios sus reflejos fueron gráciles y apartó al cabeza. De otra forma se la hubiera abierto sin duda alguna o algo peor.
Ilda, por el contrario, intentaba corregir a uno de estos adolescentes, que al parecer era muy agresivo y conflictivo. Entonces este chico se dirigió a ella, la agarró del cuello y casi la levanta. Ella cuenta (si ahora tiene 25 y esto fue hace años ya, imaginaos su juventud), que se quedó quieta, inmóvil y no le miró a los ojos. Dice que sólo rezaba para que pasara rápido. Así fue, el chaval la soltó y le dio un puñetazo a la pared.

La ciudad ya no existe. Las casas más humildes y copetines se intercalan con las palmeras y la estepa. Cada vez más palmeras, más estepa y un cielo gris que augura lluvia. Nos vemos en Pozo Colorado.




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