De
nuevo en el colectivo (autobús)esta vez a 3 horas de Asunción. Mientras salimos
de la ciudad rumbo a la nada más absoluta, voy recordando todas aquellas
historias, detalles que se quedaron por el camino. Así que dedicaré este
capítulo a esas pequeñas historias que por falta de tiempo se quedaron en el
tintero. Unas son bonitas y entrañables, otras mejor no olvidarlas por su
crueldad y aquellas más superficiales,
para los viajeros de paso.
LORENZA
DE LOS MILAGROS: LA NIÑA BASURA.
En
una bolsa de plástico dentro de un contenedor de hierro algo lloraba. Los
basureros que estaban recogiendo la zona abrieron pensando que era perro o un
gato, era un bebé recién nacido. Justo en el contenedor en frente de la casa de
las hermanas de San José de Cluny, en una zona con casas bastante buenas y
gente medio pudiente. En la calle carretas, en la puerta de una gran casa
apareció Lorenza.
Y es precisamente ahí en el año 2005 cuando sucedió esa
historia. Desde entonces cada diez de Agosto, los dueños de la casa organizan
una ceremonia para velar por su alma delante de la lápida donde su cuerpo
descansa. Allí en un rincón del jardín y convertida en ángel de la guarda, se
dice que protege a todos los niños de la zona que cada diez de agosto se acerca
a esa casa para visitarla y tomar una gran chocolatada en su honor. No hace
falta que aclare, que tras varios días en el hospital luchando por su vida, la
pequeña Lorenza murió.
EL
COLECTIVO, EL CAMBIO Y LAS CANTIGAS
Cuando
llegas a un país desconocido, el cambio de moneda o lo hacemos ya desde el lugar
del que partimos ,o corremos a hacerlo en el aeropuerto en cuanto aterrizamos.
En el caso de Asunción os lo desaconsejo totalmente. El puesto de cambio
situado al lado de la cinta de equipajes es un completo robo a mano armada.
Imaginaos que el cambio está a 5.450 la compra y a 5.950 la venta. Pues en el
aeropuerto os van a dar al menos 1000
menos la venta. Es decir que cambié 100 euros por cerca de 436.000 guaraníes en
lugar de casi 550.000. Os aconsejo un banco del centro y que comparéis precios
por zonas porque varía mucho. Vine a perder más de 16 euros en el aeropuerto.
En
cuanto al autobús, ya sea urbano o media distancia, va a ser una chatarra con
ruedas. Eso sí, si queréis ver algo típicamente paraguayo, el colectivo lo es. Lo es por su particular
forma y colores, por como se para y hasta por como uno se sube y se baja. Ahora
mismo, el precio de cualquier trayecto urbano son 2000 guaraníes (aunque
quieren subirlo a 2500), es decir, menos de 35 céntimos de euro. Debes saber
también que hay paradas, pero no se respetan por los usuarios. Cualquiera puede
levantar el brazo en mitad de la calle y subirse casi en marcha; y lo mismo
para bajarte, por lo que en unos 100 metros puedes parar hasta 3 veces
dependiendo de la vagancia del personal. Lo dicho, paciencia.
Las
cantigas, son pequeños puestos de comida típica : panchos, empanadas,
tortillas, etc. que hay al salir en las iglesias, mercados, rodeando una feria,
en una calle cualquiera o en algún evento o fiesta. Son lugares en los que por
50 céntimos te comes un perrito caliente pequeño y si tienes dos euros puedes
degustarlo todo.
HORRIBLES
HISTORIAS VARIAS.
Uno
en este tipo de viajes solidarios, se encuentra con realidades tan duras que
son difíciles incluso de transmitir, y la gente que lleva tiempo viviéndolas
parece que se vuelve de acero. Una de estas historias, surgió ayer durante la
comida cuando hablábamos del caso que os conté en Capi´Ibary de la niña a la
que sus padres vendieron sexualmente hablando por una caja de cerveza y un
pollo. Una de las hermanas, escuchando lo terrible de la historia se acordó de
una niña que trataron hace un par de años en el comedor, estaba en silla de
ruedas porque cuando era un bebé su padre
o padrastro (no está aclarado) abusó de ella de tal forma que le rompió
la columna vertebral. La dejó tetrapléjica.
Una
de las madres ha llegado al comedor con un ojo morado; al parecer su marido y
ellas se pelean constantemente por los celos de ella. Las palizas de ambos se
suceden, como no, delante de sus hijos, que luego llegan al comedor y no dudan
en levantarle la mano a cualquiera en
cualquier momento.
Hace
un tiempo ya, que la hermana Esther y la hermana Ilda, me contaron sendas
historias relacionadas con chicos del comedor que ya eran mayores y en las que
corrieron peligro sus vidas. Esther contaba que intentando separar a dos
hermanos ya adolescentes que casi se matan. Se abalanzó sobre la espalda de uno
de ellos para sujetarle los brazos. Éste, de la bronca que le dio de no poder
pegarle al otro, agarró una piedra y se la tiró a Esther a la cabeza. Gracias a
Dios sus reflejos fueron gráciles y apartó al cabeza. De otra forma se la
hubiera abierto sin duda alguna o algo peor.
Ilda,
por el contrario, intentaba corregir a uno de estos adolescentes, que al
parecer era muy agresivo y conflictivo. Entonces este chico se dirigió a ella,
la agarró del cuello y casi la levanta. Ella cuenta (si ahora tiene 25 y esto
fue hace años ya, imaginaos su juventud), que se quedó quieta, inmóvil y no le
miró a los ojos. Dice que sólo rezaba para que pasara rápido. Así fue, el
chaval la soltó y le dio un puñetazo a la pared.
La
ciudad ya no existe. Las casas más humildes y copetines se intercalan con las
palmeras y la estepa. Cada vez más palmeras, más estepa y un cielo gris que
augura lluvia. Nos vemos en Pozo Colorado.
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