lunes, 12 de agosto de 2013

CAPÍTULO 35: PARAGUAY SE CAE A PEDAZOS.


















Ayer fue un día único en la historia del Paraguay; por primera vez las puertas del Palacio de Gobierno se abrieron a los ciudadanos. Al todavía presidente en funciones, se le aconsejó socializar los bienes del pueblo y hacerlos cercanos y accesibles. Así que tras un tiempo en restauración, este emblemático edificio del microcentro acogió a su ansioso pueblo. Se ve majestuoso  de rosa en contraste con el verde de la naturaleza que lo rodea, parece si lo aislamos de la ciudad que es un tesoro colonial rodeado de esplendor, pero no, es tan sólo una ilusión, pues la miseria se siente tan sólo al cruzar la calle.
La cola para entrar es majestuosa por no decir abrumadora, unas 3000 personas aguardan en fila su turno en las primeras horas de la tarde, por la mañana y según personal de seguridad de la entrada, han podido pasar por el edificio cerca de 15000 ciudadanos. Me alegro de que mi profesión me permita saltarme la interminable cola pues se rumorea que la fila es tan grande que ya no permiten que se sume nadie más. Ante semejante avalancha, el ejército y la policía rodean y custodian cada centímetro del edificio y el personal de seguridad se convierte en guía improvisado de la multitud que pregunta sin cesar por cada detalle que se encuentra a su paso. 
La arquitectura del edificio es bella, los suelos de mármol brillante resbalan y sirven de pista de patinaje improvisada para los pies de los más pequeños, los techos altos terminan en pinturas celestes que dibujan un cielo con matices nublados y las lámparas parecen colgar del mismísimo cielo. En la primera planta a mano derecha si nos situamos en la fachada del edificio, nos encontramos la antesala del despacho presidencial custodiada por una antigua mesa de madera, cuadros de presidentes anteriores y un par de sillas. Muchos lugareños se confunden creyendo que esta antesala es el despacho del presidente y lo emulan acercándose lo máximo posible a li que creen la silla presidencial. 
Tan sólo un espejismo pues una puerta doble a la izquierda nos abre la entrada a un inmenso salón que en este caso si se reconoce perfectamente como el despacho del presidente. Me sorprende encontrar sobre el escritorio elementos que harían pensar a cualquiera que el alguien ahí sentado ha tenido que salir a toda prisa: una botella de agua a medias, un bolígrafo y papeles informales en la parte derecha de la mesa. Pero volviendo al salón es realmente majestuoso: cortinas que cubren los inmensos ventanales de techo a suelo colgando como pliegues de tela perfectamente ordenados, banderas como guardianes del sillón presidencial y una impresionante mesa en forma de arco que parece que recuerda a los tiempos de los grandes mapas y estrategias de guerras piratas. Flores, luces de color bronce y vitrinas con tesoros de la nación. Me resulta anecdótico como en una mesita pegada a una de las paredes contiguas al la mesa, hay dos fotografías enmarcadas, una de ellas me llama poderosamente la atención, como un trofeo de un niño que admira a una ex estrella de fútbol, el presidente de Paraguay agarrado del hombro por Bill Clinton. 
Salimos de la sala hasta una larga estancia con suelos de ajedrez en la que la protagonista es una mesa de las mismas longitudes , larga hasta terminar en un inmenso espejo, una sala de reuniones con tanta solemnidad como belleza. No me deja de sorprender el tema de los espejos, por todas partes, gigantes del reflejo y custodios de cada sala sin falta. Los niños juegan a posar y sacarse fotografías asustándose de su tamaño que supera con creces la estatura de los presentes. 
Dejando ya el primer piso, una majestuosa escalera de mármol que termina en el cielo de nuevo nos invita como en el Titanic a descubrir un segundo piso. Éste es cautivador, pero no por sus ornamentaciones ni escasas salas sino por las vistas. Una inmensa galería abierta a la ciudad que tiene por centro un balcón ovalado como el de la casa blanca, desde el cual, se ve en el horizonte otear la bandera paraguaya y como el rojo, blanco y azul de su patria se refleja en las construcciones de enfrente. En este piso un salón que goza de un trabajo de marquetería único, en el que la madera policromada dibuja arcos como separación entre las estancias; el pan de oro, los colores, los contrastes…crean una bella armonía. Sin estar terminadas las obras, los andamios y obreros interrumpen la visita con constantes paseos; desde los balcones la multitud de hormigas que pretenden entrar apenas se definen y apremiada por los guardias continúo mi visita.
 La galería trasera, una bella postal de la costanera y el río Paraguay, es el escenario que el próximo 15 de agosto acogerá la ascensión de Cartés a los anales de la historia. La sala en la que tomará posesión ya está preparada también al otro la do del pasillo con tres tronos y un largo espacio para los invitados entre los que estarán los príncipes de Asturias. Al salir me encuentra una sorpresa, como pasa muchas veces, alguien reconoce mi acento y se acerca preguntándome el origen. Me da apenas tiempo a confirmar que soy española cuando el señor saca un celular del bolsillo y marca el número de José Calvo, Consejero General de la Secretaría de Cultura, y supervisor del proyecto. Este pamplonica que aterrizó en el 86, me cuenta ya con acento paraguayo que el proyecto ha sido una obra inmensa que el pueblo no ha sabido entender, 19.000 millones de guaraníes para “poner bonito” un edifico no es la prioridad de un pueblo con tantas carencias, pero afirma que este día de puertas abiertas es una jornada de conciliación con las gentes a las que pretenden abrirle la puerta de su casa simbólica como hijos e hijas de Paraguay. 
Con mucha amabilidad nos despedimos y me dirijo a la salida pero una pareja de mujeres con cascos blancos llama mi atención: Silvia Rey, Jefa de Obras del ABH (empresa privada encargada de la construcción) repasa minuciosamente detalles de la obra con su equipo. En una rápida entrevista me confiesa que el edificio estaba en ruinas, que corría riesgo de derrumbe por una plaga de termitas y que la carcoma no había sido el más dañino de sus problemas. El escaso y malformado servicio de mantenimiento del edificio se limitaba a amontonar capas de pintura para tapar los desperfectos (hasta 12 capas se encontraron) sin reparar en las deficiencias estructurales.
 La empresa que instaló el aire acondicionado en el edificio, escavó los cimientos para meter los tubos de ventilación y algunos muros de carga quedaron con tan sólo 10 centímetros de espesor por el mismo motivo. Me quedo pasmada pensando que si esa es la profesionalidad y cualificación en la mismísima casa del presidente, que será de esas pobres gentes que confían en los arquitectos que han diseñado los pocos edificios que hay en Asunción. Silvia me comenta que la falta de formación de arquitectos especializados y de restauración en Paraguay ha obligado a contrataciones privadas y a importar talentos de fuera del país que echaran mano de semejante desastre. 
“Todo el problema está en la educación, nuestro sistema de enseñanza es muy deficiente” me comenta que los jóvenes que llegan a la universidad son tan parcos en cultura durante el curso de inmersión que el nivel con el que entran a las aulas universitarias poco tiene que envidiarle al de la primaria de cualquier otro país. “Pro cultura aquí se entiende solamente el guaraní y el pueblo indígena” “ En arquitectura y sobretodo restauración hemos dado lo básico: planos, qué es restaurar y poco más” “La especialización está en pañales  y los primeros recibidos fueron los del 2001” “Es triste que sea así, pero ésta es lastimosamente la verdad del Paraguay”. No hay ninguna sola persona con la que halla hablado que no me halla hecho referencia al problema de la educación en este país, la falta de trabajo y vocación de muchos profesores y el total pasotismo de los alumnos…y en España, ¡tanto profesor con talento peleándose en las oposiciones para entrar de sustituto, con la falta que hacen aquí….!

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