sábado, 31 de agosto de 2013

CAPÍTULO 52: UN SANTO CORAZÓN EN EL INTERNADO.




Me despierto  antes de que suene el despertador, aunque no he dormido tanto como otras veces , la expectación sustituye al cansancio. Desayuno rápidamente pues hoy es un día especial, único digamos. ¡Hoy van a traer un corazón al internado! El corazón de San Roque González de Santa Cruz, primer Santo del Paraguay que fue asesinado por un cacique indígena (Ñezú) y su cuerpo arrojado a la hoguera. La historia que guarda el corazón es que a pesar del fuego no se redujo a cenizas y dice la historia que les habló el mismo corazón a sus asesinos para que se dieran cuenta de lo que habían hecho. Pues bien, ese mismo corazón, hoy nos visita y os podéis imaginar el revuelo que puede levantar que en un sitio donde hay tantos niños que traigan el corazón de un muerto, santo y paraguayo.
Además la radio católica de Paí Puku va a venir a hacer el programa "Los niños de Jesús " desde el internado y los que van a participar en el programa llevan desde las 5 despiertos de los nervios. Como periodista tengo ganas de vivir este día entre la radio y el corazón y ver cómo responden niños y adultos a los acontecimientos.
Los chicos de la radio llegan con algo de retraso sobre la hora esperada, el técnico y la locutora, preparan rápidamente el escenario de un despacho como sala de locución improvisada (de nuevo tantos recuerdos).
El programa empieza de forma muy espontánea, sin escaleta y con leves notas sobre un papel, los niños van interviniendo: oraciones, cantos y mini entrevistas sobre su origen y la vida en el internado. También me toca el turno a mi, que como española y voluntaria, además de periodista, soy una novedad en la zona. Muchos niños se acercan al despacho para saludar por la radio a sus familiares y amigos que tan lejos están a veces, mientras otro grupo se arremolina al rededor del coche de prensa para escuchar en la radio lo que dicen los compañeros.
Termina el programa a las 9 y corriendo nos dirigimos por grupos hacia la carretera, donde los de último ciclo recibirán el coche con el corazón y los más pequeños esperarán a recibirlo más adelante cerca ya de la escuela.
Banderines con la bandera del Paraguay y todos animando al paso del corazón con cantos y alabanzas. Desde los más chicos a los mayores, siguen al joven sacerdote que lo lleva en procesión hasta la iglesia.! Realmente es un corazón¡ Se ve perfectamente a través de los cristales de la urna portátil. Está ennegrecido y parece duro como la roca, pero definitivamente está bien definido e impresiona al verlo pasar.

Los mayores, han estado preparando la iglesia para la ceremonia con globos y guirnaldas típicas que el viento del norte se encarga de mecer con brusquedad.
Impresiona ver semejante cantidad de niños ocupando un espacio tan grande, más de 250 de todas las edades ocupan todos los bancos en una misa inusual y divertida.
Me muero de la risa en los cánticos que se vuelven berridos porque cada uno chilla más que el de al lado y parece que retumban las paredes, delante mía una pequeña se desgañita y hay veces que se cansa tanto que bosteza y canta al mismo tiempo jajaj.
Al terminar la misa, todos los niños pasan a tocar el pie del pedestal del corazón y nos dirigimos con él hasta nuestra casa. El sacerdote que lo porta, el padre Isidro comparte la comida con nosotras mientras el corazón descansa en nuestra capilla. Profesores y empleados que no han podido estar en la misa se acercan a observarlo con mucha curiosidad.
Tras la comida, me siento a charlar con el padre Isidro mientras tomamos un café. Él debe estar despierto para continuar la ruta hacia el interior del Chacho con el corazón, más de 4 horas le quedan hasta su próxima parada en la zona de Mariscal; y yo para escribir el blog y aguantar en la hora de siesta. Mientras cafetemeamos, mantenemos una conversación muy sincera y madura sobre su vocación, sobre los cambios de la Iglesia desde la subida del Papa Francisco y las polémicas que lo rodean: ¿sabíais que los jesuítas (el Papa Franciso lo es) tiene como regla no aceptar cargos de poder? Imaginaros la controversia de haber aceptado el Papado.
Nunca te acostarás sin saber una cosa más.
pd: Por desgracia la muerte también llega a estos lares. El hermano de una de las niñas y ex-alumno del internado, murió ayer con 19 años. Su tractor volcó y perdió la vida en el acto. No me imagino ser quien le diera la noticia a la pequeña. DEP

CAPÍTULO 51: UN CAMPAMENTO PERMANENTE: POZO COLORADO




En el autobús un hombre se me acerca. Casi llegando a mi destino y sin conocerlo de nada, me dice que me debo bajar en la parada próxima con él. Le pido referencias y finalmente un instinto me lleva a fiarme, o todo sale bien, o esto es el final. Extranjera, con maletas y cachibaches electrónicos en el km 280 de la ruta transchaco. Nada a la derecha, nada a la izquierda, sólo oscuridad y penumbra mientras los grillos susurran. Por suerte era cierta su historia: es un oblato y una voluntaria que se dirigen al igual que yo al colegio-internado San Isidro de los hermanos de La Salle y las monjas de San José de Cluny.
En plena noche nos quedamos en medio de una carretera casi sin nombre, esperando ver en el horizonte unos faros que nos recojan y nos lleven a algún lugar seguro. A los diez minutos, aparece un jeep, levantando polvo desde un camino de tierra; resulta que nos habíamos bajado en otro lugar diferente al que deberíamos haberlo hecho, de ahí el retraso. Entre risas y anécdotas del viaje, nos dirigimos, unos 2 kms hacia adentro de la ruta, hasta encontrarnos con el letrero que nos indica que ya hemos llegado.
No es un colegio al uso, sino que parece un terreno gigante en el que decenas de construcciones de un piso nos reciben. El oblato que me acompaña y la voluntaria se bajan primero, eso ya me hace pensar que esto es grande.
Unos metros más adelante nuestro coche nos deja en la puerta de una casa de un tono verde-azulado muy entrañable y un perro de bellos colores nos recibe en la puerta. La hermana Raquel, quien salió a nuestro encuentro con el jeep, me guía al interior de la casa donde me encuentro con el resto: la hermana Vicenta, la hermana Valentina y mi querida hermana Eulalia. Ella fue de las primeras que conocí a mi llegada a Asunción y el hecho de que se llame como yo y vengamos ambas de Galicia, la convierte inmediatamente en mi abuela postiza. Es dulce y cariñosa, entrañable y fuerte a pesar de los años. 
Con la hermana Vicenta, hacemos un mini tour por la cocina, el comedor y los edificios encontrándonos a cada paso con más cabezas pequeñas en perfecta coordinación para el turno de cena. Ya sea llevando ollas con comida, preparando las mesas o esperando que toque la campana, me sorprende ver como las niñas que me encuentro están tan bien organizadas. "Aquí desde que llegan, ya les enseñamos unas tareas. Colaborar entre todos es la clave, sino sería un caos" comenta la hermana Vicenta.
Se sorprenden al verme y algunas tímidamente se acercan a preguntarme mi nombre, increíble como en cuanto te ven ya te abrazan. No dejo de pensar cuánto extrañarán sus casas, sus padres y qué difícil debe ser la distancia cuando es impuesta. Estas niñas y niños, casi 300 entre varones y mujeres, son hijos de los trabajadores de las granjas del Chaco, aquí conocidas como estancias.
Las estancias son latifundios en los que los trabajadores viven con sus familias y se encargan del terreno, el ganado o de servir a los dueños. Dentro de las estancias no hay escuelas, lo que fuerza a estos niños a salir de sus vidas para poder formarse. Esa es la razón por la que hay varios internados en estas zonas.
Las ciudades grandes están lejos y los trabajadores no se pueden permitir ni por tiempo ni por medios llevar a sus hijos y traerlos cada día a las lejanas escuelas, por eso, los dejan en internados como este de San Isidro, dónde los recogen 15 días en las vacaciones de invierno y casi 3 meses en verano. Así desde los 6 hasta los 16,17 o 18 años, estudian, comen, viven y en definitiva crecen aquí.
Me sorprende la cocina, no había visto jamás algo como esto: una estructura de hierro con dos grandes ollas dentro de la estructura y bajo éstas, carbón incandescente casi las 24 horas para preparar en magnitudes de 30 litros, el desayuno, la comida y la cena de pequeños, profesores, voluntarios y religiosos que aquí conviven. En total, cerca de 400 personas. Mirta, la cocinera, remueve con un palo largo la cena mientras recogemos comida suficiente para nosotras en un caldero. Sigo sorprendida por el tamaño de las cacerolas.
De vuelta a casa me detengo en el salón, una foto del recuerdo de otros voluntarios españoles que conozco de oídas. Agosto de 2012 es lo único que pone en el pie de foto; pienso en qué rápidamente nos convertimos en recuerdos; en cómo de diferentes serán sus vidas un año más tarde de vivir aquí. Si en España se habrán dejado llevar por la penumbra de la crisis o si seguirán con estos 300 en el corazón...Reconozco a Pablo, uno de los voluntarios que varias veces me ha dicho cuánto desearía volver, estar ahora mismo viendo su foto desde donde yo estoy, desde el km 280 de la ruta transchaco y volver así a este campamento de verano gigante. Pablo, los niños no os olvidan, quédate tranquilo :)
Pronto me quedo dormida, esperando que llegue pronto la mañana para conocer a los pequeños.

viernes, 30 de agosto de 2013

CAPÍTULO 50: VIAJE A POZO COLORADO: RECUERDOS DE LO QUE SE QUEDÓ EN EL TINTERO.



De nuevo en el colectivo (autobús)esta vez a 3 horas de Asunción. Mientras salimos de la ciudad rumbo a la nada más absoluta, voy recordando todas aquellas historias, detalles que se quedaron por el camino. Así que dedicaré este capítulo a esas pequeñas historias que por falta de tiempo se quedaron en el tintero. Unas son bonitas y entrañables, otras mejor no olvidarlas por su crueldad y aquellas más superficiales,  para los viajeros de paso.
LORENZA DE LOS MILAGROS: LA NIÑA BASURA.
En una bolsa de plástico dentro de un contenedor de hierro algo lloraba. Los basureros que estaban recogiendo la zona abrieron pensando que era perro o un gato, era un bebé recién nacido. Justo en el contenedor en frente de la casa de las hermanas de San José de Cluny, en una zona con casas bastante buenas y gente medio pudiente. En la calle carretas, en la puerta de una gran casa apareció Lorenza. 


Y es precisamente ahí en el año 2005 cuando sucedió esa historia. Desde entonces cada diez de Agosto, los dueños de la casa organizan una ceremonia para velar por su alma delante de la lápida donde su cuerpo descansa. Allí en un rincón del jardín y convertida en ángel de la guarda, se dice que protege a todos los niños de la zona que cada diez de agosto se acerca a esa casa para visitarla y tomar una gran chocolatada en su honor. No hace falta que aclare, que tras varios días en el hospital luchando por su vida, la pequeña  Lorenza murió.
EL COLECTIVO, EL CAMBIO Y LAS CANTIGAS
Cuando llegas a un país desconocido, el cambio de moneda o lo hacemos ya desde el lugar del que partimos ,o corremos a hacerlo en el aeropuerto en cuanto aterrizamos. En el caso de Asunción os lo desaconsejo totalmente. El puesto de cambio situado al lado de la cinta de equipajes es un completo robo a mano armada. Imaginaos que el cambio está a 5.450 la compra y a 5.950 la venta. Pues en el aeropuerto os van a dar  al menos 1000 menos la venta. Es decir que cambié 100 euros por cerca de 436.000 guaraníes en lugar de casi 550.000. Os aconsejo un banco del centro y que comparéis precios por zonas porque varía mucho. Vine a perder más de 16 euros en el aeropuerto.
En cuanto al autobús, ya sea urbano o media distancia, va a ser una chatarra con ruedas. Eso sí, si queréis ver algo típicamente paraguayo,  el colectivo lo es. Lo es por su particular forma y colores, por como se para y hasta por como uno se sube y se baja. Ahora mismo, el precio de cualquier trayecto urbano son 2000 guaraníes (aunque quieren subirlo a 2500), es decir, menos de 35 céntimos de euro. Debes saber también que hay paradas, pero no se respetan por los usuarios. Cualquiera puede levantar el brazo en mitad de la calle y subirse casi en marcha; y lo mismo para bajarte, por lo que en unos 100 metros puedes parar hasta 3 veces dependiendo de la vagancia del personal. Lo dicho, paciencia.
Las cantigas, son pequeños puestos de comida típica : panchos, empanadas, tortillas, etc. que hay al salir en las iglesias, mercados, rodeando una feria, en una calle cualquiera o en algún evento o fiesta. Son lugares en los que por 50 céntimos te comes un perrito caliente pequeño y si tienes dos euros puedes degustarlo todo.

HORRIBLES HISTORIAS VARIAS.
Uno en este tipo de viajes solidarios, se encuentra con realidades tan duras que son difíciles incluso de transmitir, y la gente que lleva tiempo viviéndolas parece que se vuelve de acero. Una de estas historias, surgió ayer durante la comida cuando hablábamos del caso que os conté en Capi´Ibary de la niña a la que sus padres vendieron sexualmente hablando por una caja de cerveza y un pollo. Una de las hermanas, escuchando lo terrible de la historia se acordó de una niña que trataron hace un par de años en el comedor, estaba en silla de ruedas porque cuando era un bebé su padre  o padrastro (no está aclarado) abusó de ella de tal forma que le rompió la columna vertebral. La dejó tetrapléjica.
Una de las madres ha llegado al comedor con un ojo morado; al parecer su marido y ellas se pelean constantemente por los celos de ella. Las palizas de ambos se suceden, como no, delante de sus hijos, que luego llegan al comedor y no dudan en levantarle la mano a cualquiera  en cualquier momento.
Hace un tiempo ya, que la hermana Esther y la hermana Ilda, me contaron sendas historias relacionadas con chicos del comedor que ya eran mayores y en las que corrieron peligro sus vidas. Esther contaba que intentando separar a dos hermanos ya adolescentes que casi se matan. Se abalanzó sobre la espalda de uno de ellos para sujetarle los brazos. Éste, de la bronca que le dio de no poder pegarle al otro, agarró una piedra y se la tiró a Esther a la cabeza. Gracias a Dios sus reflejos fueron gráciles y apartó al cabeza. De otra forma se la hubiera abierto sin duda alguna o algo peor.
Ilda, por el contrario, intentaba corregir a uno de estos adolescentes, que al parecer era muy agresivo y conflictivo. Entonces este chico se dirigió a ella, la agarró del cuello y casi la levanta. Ella cuenta (si ahora tiene 25 y esto fue hace años ya, imaginaos su juventud), que se quedó quieta, inmóvil y no le miró a los ojos. Dice que sólo rezaba para que pasara rápido. Así fue, el chaval la soltó y le dio un puñetazo a la pared.

La ciudad ya no existe. Las casas más humildes y copetines se intercalan con las palmeras y la estepa. Cada vez más palmeras, más estepa y un cielo gris que augura lluvia. Nos vemos en Pozo Colorado.




jueves, 29 de agosto de 2013

CAPÍTULO 49: ¡QUÉ VIENEN LOS ALEMANES!







Si en los años del destape , las playas españolas se llenaban de alemanas sin complejos, hoy en día no es tanto la falta de pudor como su origen lo que sigue impresionando. Aquí, en Asunción, es todo un acontecimiento para chicos tan humildes, recibir visitas tan lejanas. Además de benefactores del comedor, éste grupo los visita cada año: los niños preparan actuaciones y teatros para entretener a los invitados que convierten cada pestañeo en una fotografía.
A las 9:00  en punto llega la profe Alicia de danza para preparar a los niños, como cuando actuaron  hace dos semanas en la parroquia, los niños se pintan se visten y se ayudan entre ellos. Parece que cada vez se organizan mejor y hay menos griterío.
Cuando estaban ensayando, a lo lejos vislumbramos unas cabezas rubias, otras canas, y una tez más marmólea de lo habitual para estas tierras. Eran ellos. Indiscutiblemente alemanes arios de ojos azules y cabellos casi todos claros.
Los niños les recibieron con un apretón de manos tan formal que no parecían ellos. Sin que nadie les dijera nada, se pusieron en fila y los fueron saludando uno por uno con una educación impecable. Después unas palabra de bienvenida y en seguida el baile: los varoncitos (como se les dice aquí) demostraron como siempre su carácter indomable y fueron los más efusivos golpeando los pies en el suelo, las guachas y ondeando el sombrero con gritos de baile. Dilan, uno de los más pequeños, hizo que por primera vez viera a un alemán enternecerse: con sólo 4 años seguía los pasos de sus compañeros como una figurita de juguete.
Por un momento los niños me dieron pena, no sé por qué pero me parecían la atracción de feria de unos turistas, que si bien es cierto que vinieron a visitarles con cariño, les hacían exhibirse. Cámaras y fotos a cada paso, a cada movimiento de los pequeños como si fueran La Mona Lisa para un chino. Pensé entonces qué me separaba de ellos, qué era lo que no me convertía a mí también en espectadora de una realidad ajena, fotografiándola y filmándola como si tuviera que ser expuesta para mí. La diferencia es que no saco fotos y me voy, detrás de cada foto hay una historia que conozco , por la que me intereso y lucho cada día. 
NO me gustaría contribuir a que estos niños fueran un escaparate al mundo, a un mundo morboso al que sólo le interesa la foto de un indígena por lo curioso y no por la realidad que representa : "Anda mira Olaya que está en una tribu, qué exótica", digámoslo así, no quiero fotos de Facebook, sólo busco reproducir historias de personas y como dice el gran Nach: "Lo que motivó el comienzo, fue que las vidas que presencio no merecen el silencio...." A veces  me pregunto por qué una foto de un gato o un blog sobre la Erasmus tiene en un día los Likes y las visitas de mi blog en un mes, me  planteo sino será que no sé contar lo que vivo, que no sé elegir las palabras con las que describo o que no llega realmente al corazón...quizás la respuesta esté en el mundo y cómo éste ha decidido moverse: en elegir lo fácil y divertido para no sufrir; en pasar por la vida de puntillas o en elegir sólo aquello que te haga reír.
Perdón que me he ido por los cerros (escribir lo que piensas no es el camino más corto para contar una historia). Estábamos en los alemanes y cómo sacaban fotos a los pequeños. Pues bien, tras el baile y los merecidísimos aplausos llegaron los regalos: los niños les regalaron pantallas (abanicos tradicionales )del Paraguay a los alemanes y éstos les respondieron con un rico bizcocho para el postre.
Uno de ellos hacía de traductor para el resto que escuchaban atentamente las explicaciones de la psicóloga Rocío sobre el trabajo en el comedor, la realidad de las criaturas y los apoyos con los que contaban.  Me gustó que a diferencia que cuando vienen a España, intentaron en la medida de sus posibilidades comunicarse en español casi todo el tiempo. Debe ser que con eso de la emigración de españoles a Germania, no les queda otra si quieren unirse a la fiesta.

Dicho todo lo que había que decir, entraron al comedor a almorzar con los pequeños. Era gracioso ver entre esas cabezas enanas, de repente, un gigantón alto sorbiendo fideos entre ellos.  También comprobaron en sus carnes que no siempre tratar con ellos es fácil ni divertido, en todos los grupos está el travieso, el maleducado, el que da patadas y sus caciques; pero en general fue una visita muy agradable que vino de Alemania como se fue: entre apretones de manos y caritas sonrientes.
La moraleja de la historia, esa sangre que tiene que parece de hielo a veces, derretida por instantes por el calor de la tez de estos pequeños, con sus risas, sus chistes y sus chismes.  La belleza de un grupo de alemanes solemne e inmaculado y en el medio, Luana, una niña con capucha que no le llegan los pies ni a la mitad de la pata de la silla que se sientan con total naturalidad y desparpajo sin que nadie la haya invitado. El día y la noche de dos realidades bien distintas que se han ido a encontrar más allá del mar.

miércoles, 28 de agosto de 2013

CAPÍTULO 48: NOS VEMOS EN EL MUNDO


Llaman a la puerta, 6,45 de la mañana y pego un bote en la mesa del desayuno. Oigo la voz de Yasmina, hija de doña Antonia con la que he pasado mis últimos días en CAPI´IBARY. Pensaba que no me iba a poder despedir pues el frío y  la lluvia de ayer nos habían impedido vernos (aquí cuando llueve y hace frío la vida se para).
Tropezando con la silla, corro hacia la puerta y veo el gorro de la pequeña entre los brazos de la hermana Cecili que la saluda. En cuanto la suelta, miro sus ojitos entre el gorro y la bufanda que casi le tapa por completo la cara. Esos ojitos rasgados y grandes que jamás olvidaré me miran y corro a estrecharla en mis brazos lo más fuerte que puedo sin hacerle daño. Mientras la abrazo veo a Doña Antonia aparcando la moto delante de la casa, tapada también casi toda su cara, achina los ojos y siento que me sonríe.
Pasamos  a la casa y me toca a mi darles unos regalos que les compré a toda prisa pues ellas me regalaron tantas cosas, que aunque no tengo mucho dinero, no podía no corresponderlas. Varios cuadernos de pintura, pinturas, plasti-cola y cuentos para Yasmina; una pulsera y una muñeca para Lucida; una cartera para Ña Antonia y un marco con una de las fotos que habíamos tomado en familia el día anterior para la mayor, Sabi. No sé si os he hablado de la familia al completo pero merecen una mención sincera: La señora Antonia es una madre que ha sacado a cuatro hijas ella sola, que tiene dos trabajos y un espíritu incansable. Ayuda a cualquiera que se encuentra a su paso y  hace ya cinco años, cuando su hermana murió en un accidente de moto, que se hizo cargo de su sobrina Lucía que salió ilesa del terrible suceso. Lucía es una niña callada y tímida cuando son muchos hablando, pero sí le das una oportunidad a solas, te demuestra que tiene un ángel en su garganta y que además te cuenta las cosas con un mimo y dulzura verdaderamente sobrecogedoras. No anda muy bien por un problema en las caderas pero casi no se nota. Me habla de su madre, de lo que la recuerda y la hecha de menos y no me puedo imaginar lo triste que se tiene que sentir a veces pues no conoce a su papá y no ha vuelto a ver a su hermano desde que su mamá falleció.
Sabi, es una futura periodista que estudia en Asunción, una joven de 20 años con una madurez y conversación realmente increíbles para su edad. Quiere viajar y estudiar en el extranjero, tiene unas notas buenísimas y tiene suficiente personalidad como para no dejarse comprar por ningún político o idea aunque sería el camino más fácil para conseguir una beca. Con 20 años estudia por las tardes y trabaja de mañana, sábados incluidos. Ella se paga su Universidad y sus gastos y muchas veces, su único día libre, se mete en el autobús durante 5 horas para ver a los suyos apenas un día. El domingo de madrugada regresa a Asunción con el tiempo justo de entrar en su trabajo. Realmente es increíble lo que hace.
Tanto me enrollo escribiendo que me olvido que hablábamos de la despedida. El caso es que ante ayer, ellas me sorprendieron regalándome un palo bordado de lienzo artesanal muy propio de estas tierras y la propia Sabi, se quitó su fular del cuello para que me llevara un recuerdo de ella. Aún lo llevo puesto y su perfume me recuerda a la familia entera, a las tardes en el brasero, a las risas y los juegos  y al calor de una familia que por unos días me hizo sentir más cerca de la mía propia.
Me agradecen muchísimo los regalos pero no hay tiempo para más, Yasmina debe entrar en el colegio y Antonia en su trabajo; cuando les digo unas últimas palabras y que deseo verlas en España, me doy cuenta que ya no me ven, porque sus ojos están llenos de lágrimas, Yanina se esconde en su bufanda pero los lagrimones se le caen sin remedio; pienso que es precioso pero en ese momento veo a Ña Antonia llorando también y sin poder hablar me emociono con ellas. Nos abrazamos por última vez. "Quizás no las vuelva a ver" pienso, pero jamás me olvidaré de ellas.
Sin mediar más palabras porque la voz no nos deja, movemos las manos en señal de despedida y un último y rápido abrazo que me llevaré en mi mochila. Vuelvo al desayuno que dejé a medias,  sorbo el café sonriendo sin parar, nadie a mi alrededor sabe lo feliz que me siento, pero en mi cabeza se repiten una y otra vez las imágenes de la despedida. Una de tantas pienso,  pero cada una de ellas inolvidable.

¿Qué será de ellas?¿Nos volveremos a ver?¿Se acordarán de mi cuando pase el tiempo? Por mi parte procuraré que sólo el fantasma del alzheimer me borre su recuerdo.








martes, 27 de agosto de 2013

CAPÍTULO 47: LA FÁBULA DEL LOBO CON PIEL DE CORDERO


Cuando era pequeña mi abuela me decía que tuviera cuidado con los "lobos con piel de cordero", hoy os contaré una historia sobre ellos.
Parecen realmente apacibles y mansos, hermosos y casi santos, pero todo cambia cuando nadie los ve.
Había una vez un lobo de apariencia muy fiera al que todos los aldeanos temían, al final entre todos consiguieron echarlo del pueblo. Llegaron en aquel entonces un grupo de ovejas que venían con un buen pastor a pastar en los fértiles campos de aquel hermoso pueblo. Ese pastor era tan amable y bueno que todos los aldeanos quedaron en seguida encantados con su presencia. Así como el pastor era tan bueno, las gentes comenzaron a querer también a sus tranquilas ovejas pues eran mansas y dulces con ellos. Una mañana que el pastor se alejó del pueblo a visitar a un familiar , las ovejas comenzaron a pastar y se encontraron con el feo y fiero lobo; para su sorpresa, el lobo las saludó muy correctamente y con una enorme sonrisa las acompañó de vuelta a la entrada del pueblo. Ellas fueron muy amables con él durante el camino, pero en cuanto pensaron que ya no las escuchaba y lo creyeron lejos, comenzaron a insultarle diciendo: éste lobo se arrima a nosotras para que el pueblo lo vea, es feo, va siempre con el pelo alborotado, parece andrajoso y sucio y nos ha acompañado de balde porque nosotras bien sabíamos ya el camino.
El lobo, que se había retrasado a beber agua en una fuente cercana, escuchó todo lo que las ovejas dijeron: su corazón comenzó a latir con fuerza y un nudo se le puso en la garganta. Sin poder creer que hablaran de él así  esas ovejas a las que había de acompañado de corazón para protegerlas de otros males, sus ojos se llenaron de lágrimas. Él, que ya se iba feliz pensando que aunque se había tropezado con gente mala que lo había juzgado sin conocerlo, por fin había encontrado consuelo en las ovejas, se sintió muy triste. A pesar de eso, se armó de valor pensando que las cosas no podían quedar así y se dirigió hacia ellas con paso firme y valentía.
Cuando las ovejas del buen pastor le vieron, en seguida se dieron cuenta de que lo había oído todo y sorprendidas exclamaron: ¡Hola lobo, ¿qué tal? te hacíamos ya en la profundidad del bosque. A lo que el lobo respondió: "Mal, pues he oído todo cuanto de mí habéis dicho y estoy muy apenado y decepcionado. El lobo se defendió de los insultos diciendo: Mi pelo es rudo y salvaje porque me muevo siempre en el bosque ayudando a los animales y las zarzas me lo enredan, mi cuerpo es feo porque estoy mudando el pelo y se me cae; además no soy fiero sino que sólo se ven de mí los dientes porque intento sonreír aunque no me sale. No os acompañé para que el pueblo me viera, sino porque conozco a vuestro pastor, él se hospeda en mi casa en el interior del bosque y me pidió que os acompañara para que nada malo os pasase. Hemos reído juntos, me habéis hecho alabanzas desde que me visteis y os he acompañado aunque somos diferentes con un gran placer en todos los obstáculos del corto camino."
Y diciendo esto, se volvió el lobo tragando saliva para contener las lágrimas de regreso al bosque. Cuando ya iba a mitad de camino, una de las ovejas salió a su encuentro: "Qué mal me siento lobo por lo que acaba de pasar, nuestro amo estaría muy disgustado de saber lo que te hemos hecho, no te vayas así, olvida cuando te hemos ofendido" a lo que el lobo respondió: "No hay un botón en la cabeza para borrar tan reciente sufrimiento, pero marcha tranquila que el tiempo lo cura todo. Lo único que siento es que hayáis tenido esa opinión de mi todo el camino y ninguna me la haya dicho , sólo sonrisas y buenas palabras". La oveja abrazó al lobo que no la quiso corresponder pues aún su herida era muy reciente y se fue.
Casi llegando de nuevo a casa, la segunda oveja salió a su encuentro: "Ay lobo qué apenada estoy por lo que has escuchado, de dónde tú vienes las cosas se dicen de frente ¿verdad?"  "¡No!" respondió el lobo, "No es que de allí de donde vengo las cosas se digan a la cara, es que es justo y coherente decir al prójimo si te ofendiere en qué medida y de que forma lo hace, sólo de esa forma se pueden corregir errores y conseguir una verdadera amistad" Hincando sus rodillas en el frío bosque la oveja se echó a llorar: "Perdóname, oh lobo, que hemos pecado de cobardes y hemos contradicho cuando nuestro Pastor nos ha enseñado, ¿serás capaz de perdonarnos?"
El lobo hizo levantar a la oveja ayudándola con su hocico, pues no era ningún rey para ser venerado y temía por la salud de la oveja que era la mayor de aquel rebaño. "Vete en paz hermana mía, que encontraré la fuerza para perdonarte aunque me cueste olvidar tus palabras.  Pídele a tu Pastor que te perdone y tú que tienes fe, reza por los pecados cometidos y recuerda tratar siempre a los demás como quisieras que te trataren a ti".
Allá marchó la oveja de vuelta al pueblo.
Al llegar a casa el lobo le contó al Pastor lo ocurrido y le dijo: "¡Ay pastor que tengo una pena fuerte en el corazón!, que yo no soy de tu rebaño pero te pido que me guíes para no perder la fe en el pueblo y las ovejas a pesar del daño acometido."
El Pastor, sintiendo pena por el comportamiento de sus ovejas que tan buenas y santas parecían le dijo: "No son más que ovejas, que a veces se pierden cuando les falta su Pastor, ten compasión de ellas, no las comas que aunque parece un fácil y merecido bocado, su carne no saciará la pena de tu alma" Entonces dijo el Pastor: "Yo te ayudaré a contar esta historia para que el pueblo entero sepa que no eres ni fiero, ni malo, ni feo y que sólo procuraste el bien de mis ovejas a pesar de lo mal que te trataron"  
Tanto acabó queriendo el pueblo al lobo que muchos fueron quienes lloraron cuando se marchó de él, y en la despedida una frase le dijo a las ovejas "Vuestro pastor me enseñó que he de perdo……lñlnar hasta setenta veces siete, es decir, cuantas veces me  ofendiere un hermano. Quedad tranquilas ayudando a las gentes de este pueblo, pues yo os perdono siendo más fuerte aún que antes".

Y el  que tenga oído para oír que oiga.

domingo, 25 de agosto de 2013

CAPÍTULO 46: LA ESPECIE DE ACERO: LOS INDÍGENAS



Ayer Doña Antonia, una de las mujeres que viene al rezo de los jueves, me dijo sin yo conocerla de nada : "Mañana te vengo a buscar y nos vamos en moto a conocer el Silo". Aunque no  sabía casi ni su nombre, la propuesta parecía muchísimo más atractiva que quedarme en casa. Realmente me apetecía salir, conocer el pueblo más allá de las dos calles por las que siempre me movía y sobretodo....¡ir en moto!
A la una en punto de la tarde siguiente llamaron a la puerta, era Ña Antonia y tras los saludos (que eran casi presentaciones) me subí de paquete y comenzó la aventura. Sin casco ninguno (aquí es más raro que alguien lo use), nos adentramos por la ruta principal con la que llegué a Capi´Ibary hace casi una semana, y nos dirigimos hacia el horizonte. Antonia, madre soltera con cuatro hijas, es funcionaria en el Ministerio de Obras Públicas por las mañanas y vendedora de electrodomésticos a domicilio por las tardes. Nos vamos conociendo mejor por el camino en dirección al silo Santa Catalina donde desde donde se trata y distribuye buena parte del maíz de la región. Entramos en las instalaciones del Silo como Pedro por su casa, los empleados y familias viven en el mismo recinto en casas cedidas pro el dueño del Silo mientras dure su trabajo. El aire está cargado de polvo y maíz que te rasca los ojos y la garganta. El perro de la familia a la que visitamos tenía un quiste en el ojo que aunque no soy médico no me extrañaría que estuviera relacionado con la densa polvareda.
"Realmente en el Silo quiere trabajar todo el mundo: sueldos altos, casa incluida, gastos pagados y una gran atención por parte del dueño" me cuenta Antonia. Mientras nos alejamos de la gran estructura cilíndrica, me imagino cómo debe ser para un niño la vida en el Silo. Creo que muchos de pequeños tuvimos la fantasía de vivir en una fábrica: el misterio, las máquinas, los ruidos, los camiones y todo el bosque que la rodeaba parecía un inmenso campo de juego.
Acompaño a Ña Antonia en su ruta de trabajo por la tarde, entregando documentos y cobrando (con suerte) electrodomésticos entregados.
Cuando acabamos, me dice "¿Quieres conocer a los indígenas?" Mis ojos se iluminan de repente y me siento viva de nuevo: ¿Indígenas, guaraníes, aquí al lado?
¡Dios mío, ya estamos tardando!
La moto sirve de guía y una visión del paisaje de casi 360 grados, me permite disfrutar de los arroyos, las tierras rojas, los cerros y la vegetación. Por momentos dudo si estoy en España, ya que algunas zonas de estepa y otras de forndosos bosques, se asemejan demasiado. Esa sensación de estar en casa, se disipa cuando nos cruzamos con las gentes: esos rasgos tan característicos y cada vez más aborígenes me hace pensar que estamos cerca.

La primera parada fue en un puesto de artesanía en la carretera; bueno, puesto no exactamente, una serpiente y otra figura talladas en madera clara junto con algunas macetas echas de raíces de plantas y tierra, muy típicas de los indígenas y colocadas sobre un madero y el propio suelo. Al vernos, un par de niños que jugaban a lo lejos vigilando con celo su puesto, salen corriendo a nuestro encuentro. No dejo de hacerles fotos, son realmente preciosos: ella con dos simpáticos moños, de pelo moreno y mechones rebeldes, con una preciosa sonrisa de dientes pequeños y separados y marcas en las mejillas, me hace recordar demasiado a la imagen de Pipi Calzaslargas. Su vestido y un gran osito de peluche algo manido que agarra con fuera, completan la idílica estampa. En brazos de su madre llega el pequeño de los hermanos, un niño precioso con cara de desconfianza y rasgos asiáticos que parece mirarnos con recelo. Aunque las manualidades son baratísimas (10.000 guaraníes=1,6 euros aprox) pesan demasiado para llevármelas de regreso a España y con la misma, nos alejamos mientras Pipi Calzarlargas no deja de saludarnos con su pequeña manita.

La siguiente parada es ya en una comunidad indígena, en un poblado. Las casas de madera y los techos de paja seca o rama son lo primero que vemos.
La ONG Un Techo para Mi País, que se dedica  a hacer casas de madera (estilo prefabricadas ) para las gentes más humildes, ha llegado hasta los indígenas y muchos ya no conservan sus construcciones típicas, pero por suerte éstos sí.

Apenas 10 casas una pegada a la otra, de reducido tamaño y en la ribera de un camino que conduce al interior de la montaña. Un niño que disfruta de lo que queda en su plato mientras los pollitos de al rededor, disfrutan de las migajas a sus pies.

A la derecha vemos a las gentes: un hombre de buena apariencia pero mayor viste una americana que le queda visiblemente grande y unos pantalones vaqueros. Si lo vemos de espaldas lo confundiríamos con un moderno joven , pero en realidad es ya abuelo.
Al vernos, en seguida los niños que nos encontramos se esconden y se ríen por vergüenza: la visita de lso extranjeros no es nada frecuente por estos parajes.
Ña Antonia me introduce en guaraní y el hombre nos ofrece su propio asiento: ¿una periodista y de España? un honor y acontecimiento para ellos.
A pesar del frío que sentía en la moto y que el termómetro marcaba 8 grados, aquí era distinto. Una especie de microclima se cernía sobre el lugar y las gentes, la tierra roja como el fuego parecía conservar el calor del día y las brasas y hogueras de las cocinas de paja hacían de toda la comunidad, un lugar tranquilo y acogedor que me producía cierta añoranza.
Una preciosa maternidad dándole leche a la más pequeña, me conmueve. A mi al rededor sonrisas que se esconden tras las rudimentarias construcciones, niñas hermosas que se extrañan al no esperar mi vista. Una de las mayores, se atreve a decirme su nombre: Natividad. Ojos grandes y saltones muy despiertos que me hacen pensar en la inteligencia y sabiduría de estas gentes de antaño "Son más inteligentes que nosotros" afirma Ña Antonia.
De vuelta a la carretera hacia otra comunidad, vemos que cada una tiene su escuela de materiales y bien construida, pero me sorprende descubrir que en todas, los baños parecen abandonados "Les instalan baños con agua corriente y baldosa, sanitarios y muy limpios, pero ellos acaban volviendo al monte y los baños se abandonan y pierden por falta de cuidados" cada frase de este tipo, me acerca algo más a mis conclusiones y es que no es el que nosotros veamos que el mundo debe ser de una forma, que sea una visión cierta ni universal. Ellos con sus costumbres, se encuentran más cómodos y felices siguiendo tradiciones ancestrales, que usando las moderneces de la evolución de forma impuesta.

Seguimos un camino pegado a la escuela en el que nos encontramos a dos pequeños: uno, casi un bebé, subido a un bidón a modo de camión de juegos y con la cara tan sucia que desde lejos parecería lepra. El otro, algo mayor, sonríe ante nuestra llegada y continúa jugando.
Pocos metros más nos adentramos en el bosque cuando ya asoman el mismo tipo de construcciones del poblado anterior.  Entre las casas, un árbol que da cobijo y sombra a muchos niños y niñas de diferentes edades que se arremolinan en juegos en torno a Ña Juana, amiga de Antonia y vendedora de remedios para el mate y tereré. 

Ahora sí me siento como un fotógrafo del National Geographic (no por la calidad de mis fotos), en medio de un auténtico poblado indígena, sus ropas típicas, su desnudez y sus tradiciones que nada tiene que ver con la realidad que ocurre a escasos metros hacia la carretera. Doña Juana habla en guaraní con Antonia que me va traduciendo poco de lo que se comenta a gran velocidad; en estos casos la impotencia se hace fuerte ante la imposibilidad de saber, de conocer de primera mano lo que se comenta, de mantener una conversación sin intermediarios.
El guaraní es una lengua bella, de palabras y sonidos nasales y guturales y difícil de aprender. No es romance, en nada se asemeja al castellano ni otro idioma parecido y auqne ellos me entienden a mi, yo no les entiendo a ellos.
Me cuenta Antonia que Juana es la "médico" de la comunidad y su marido Don Aurelio González, el sacerdote. Rodeados de pequeños me imagino cómo en esas condiciones de humildad habrán llegado al mundo. Hijos, nietos y ya bisnietos por doquier que desnudos de pies a cabeza parecen inmunes al frío de esta tarde de invierno. Se vuelve a repetir la escena anterior, el microclima que rodea a esta comunidad y que acuna con calor a cuantos viven en ella. 

Una imagen que me choca y espanta al mismo tiempo, las pequeñas que juegan desnudas, lo hacen entre restos de basura y animales que comen sus desperdicios del suelo. Incluso una de las pequeñas se acerca a un pequeña poza para meter sus manos, la misma de la que el cerdo y el perro están bebiendo.

Sus manos y uñas están completamente negras y no cesa de meterlas en su boca. ¡Estos niños son de acero! Cualquiera de nuestros pequeños o mayores estaría agonizando debido a las infecciones o a una pulmonía severa, sin embargo, sus cuerpos indígenas curtidos por la experiencia de los siglos y la biología que los acompaña, parece hacerlos totalmente inmunes.

Sigo dándole vueltas en mi cabeza a la definición de pobreza, pensando que cualquiera que se acercase por aquí, inmediatamente quedaría horrorizado por la estampa; sin embargo, estos niños ríen, parecen sanos y felices al menos por fuera...
Una de las cosas que más me llama la atención es la falta de agua. Aunque no hay ninguna villa ni pozo, los abuelos y jóvenes beben tereré y mate sin problema. Les pregunto de dónde sacan el agua y una de las chicas (no tendrá más de 19 y ya carga con dos criaturas) se ofrece a llevarnos a un arroyo cercano de dónde sacan el agua y lavan (a duras penas) sus ropas y cuerpos.
Nos disponemos en comitiva a bajar hacia el río y todos los niños se nos unen cerro abajo: Sandra, Mochi, Achipa...

Pasamos por otra de las casas que resulta ser de una de las hijas de Doña Juana y encontramos más de lo mismo, pero esta vez, un hombre que parece el padre de las criaturas comparte la custodia de los pequeños . 
Al parecer en la religión de éstos guaraníes, el padre que embaraza a la mamá, la mantiene con toda clase de atenciones y cuidados hasta el parto, al que a veces ni siquiera se le permite asistir y luego desaparece dejando a las criaturas al cuidado de su madre y abuelos. Ya más tarde, esa mujer podrá repetir el proceso con otro y cuando sea más grande, encontrar a un hombre con el que pasar su vida. No sé qué parte de la historia es cierta, dado que me la contó una niña de Capi´ibary, pero es la única que se me ha contado.
Llegamos al arroyo tras un paseo entre cultivos quemados y senderos sinuosos. Lo hacía más grande, pero sin embargo es un pequeño caño de agua que crea una poza a modo de presa de la que se sirven para recoger agua directamente y lavar sus ropas algo más adelante. El agua, que beben tranquilos sin hervir, proviene directamente del subterráneo y para mí no tiene un color lo suficientemente transparente para dar un trago sin más cuidado.
La joven le lava la cara al niño que encontramos en el camino y parece por fin otro, es realmente un niño hermoso.
De vuelta al poblado, Antonia les explica que soy periodista y nos hacemos algunas fotos que son el mejor recuerdo de esta experiencia; antes de irnos, Doña Juana me dice que quiere que le imprima algunas fotos y se las dé de recuerdo. Quedamos en que las recogerá en casa de las hermanas y nos alejamos de nuevo en la moto mientras niños y grandes mueven sus manos despidiéndose.
En el camino de vuelta, salimos por la escuela de nuevo: hay niños dentro y fuera de clase y la puerta del aula está siempre abierta.
Durante el viaje de regreso en moto, si bien antes pensaba en los paisajes y las construcciones analizando los animales y plantas, ahora voy pensando en qué significa la pobreza.
Cualquier ONG se echaría las manos a la cabeza viendo las cosas que acabo de ver, muchos se escandalizarían pensando en la carencia de estas gentes: desde su vivienda, su comida y su lamentable aspecto físico. Pero me paro y pienso que cada una de las caras que he visto hoy me han devuelto una sonrisa sincera, que pese a todo lo que nosotros, los "privilegiados" del primer mundo pensamos que les falta, ellos son felices o aparentan serlo. 

Ateridas de frío y tiritando volvemos a Capi´ibary donde ya en casa me pongo a pensar en lo calentito que se sentía ese entorno, como si los maderos que los amparaban del frío fueran mejor aislante que el cemento y el ladrillo que me rodea en mi habitación. Rodeada de mantas y envuelta como un paquete me pregunto si ellos tendrán frío y me siento vulnerable y estúpida descubriéndome tan débil que un simple cambio de tiempo me obliga a permanecer inmóvil y tapada hasta las orejas. "Ellos son más fuertes, más inteligentes y mejor adaptados". Pienso entonces que los varemos de primer y tercer mundo deberían ser revisados; que allí donde nosotros tenemos de todo no somos felices aquí, en medio de la nada y rodeados de basura, todo son sonrisas.

pd: No puedo dejar de ver las fotos del viaje, la aparente miseria que reflejan. Mientras, ya en casa de Antonia, me cuenta que ella les ha provisto de lindas ropas y mantas a estas gentes y que no hay caso: las ensucian y se las ponen como sintiéndose así más cómodos. Igual con el calzado, para nosotros pies desnudos y vulnerables a la enfermedad y el frío, para ellos la comodidad más absoluta y el sentir de la naturaleza bajo sus pies.


viernes, 23 de agosto de 2013

CAPÍTULO 45: 22 DE AGOSTO, DÍA DEL FOLCLORE PARAGUAYO. DE LOS MITOS Y OTRAS TRADICIONES.



Tierra de indígenas, cultivos y tradiciones, Paraguay, presenta mil formas de conocer un país tan rico a través de sus tradiciones.
Los estudiantes del Instituto de Formación Docente preparan por la mañana, por grupos, una pequeña e improvisada feria de comida y productos típicos paraguayos. 
Vestidos con trajes típicos, me invitan a degustar las empanadas, los pasteles mandio (empanadillas ellas de mandioca y fritas), las croquetas y una gran variedad de comidas típicas acompañadas de un fresco tereré para paliar el calor y la pesadez de estómago.
Ya os he hablado del Tereré tan típico y propio de sus gentes que nada tiene que ver con las tradiciones argentinas, pero hoy haremos un repaso a través de los demás elementos que unen cultura y tradición.
El Ñandutí (tela de araña) una forma de hilado tan fino y majestuoso que parece el duro trabajo de este arácnido es adornado de formas y colores diversos y nos lo podemos encontrar en cuadros, posavasos y manteles y un sinfín de objetos más. Este tejido que se realiza sobre bastidores tiene su origen en la ciudad de Itaguá.
Una de las artesanías que personalmente más me gusta es la típica hamaca Paraguaya, de nudos firmes, destaca por su calidad y comodidad. Según los artesanos si encuentras la firma Made in Paraguay en una hamaca es seña y signo de que descansarás como un rey.
Hablemos ahora de música, porque si bien la guitarra española tiene nuestro sello de origen aquí la guitarra paraguaya y sorpresivamente el arpa, son los instrumentos que no pueden faltar en ninguna celebración típica que se precie.
Todos conocemos las filigranas como un adjetivo o nombre que le damos a esos trabajos complejos y delicados, a las piruetas más imposibles o a las monerías de pequeño tamaño con las que se nos cae la baba; sin embargo, la filigrana es el trabajo con hilos de plata que da lugar a las joyas más delicadas y minuciosas. El epicentro de esta artesanía es Ciudad de Luque y la admiración por este arte es tal que extranjeros de todo el globo valoran y buscan estos trabajos.
Obviamente en un lugar con tanta tradición musical , la danza tenía que ir de la mano y es por ello que la polca encuentra un lugar especial en la tradición paraguaya por la dificultad de sus bailes y la preciosa indumentaria que lucen mujeres y hombres. Tanto es así, que su correcta ejecución se considera un arte sin parangón. Si habéis leído capítulos anteriores os acordaréis de la actuación que hicieron los pequeños del comedor en Nuestra Señora de la Ascensión, pues bien, tanto el baile como el vestuario era una representación de la música y danza paraguaya.
Hablando de música, la guarania dicen los paraguayos que están fuera de su tierra, que te transporta inmediatamente al rojo, blanco y azul con un irremediable sentimiento de añoranza o como lo conocemos los gallegos, morriña, por la tierra.

Una parte fundamental de la tradición y folclore paraguayo que ha sido transmitida de abuelos a nietos mediante historias y cuentos, son los mitos. Si sí como los de la antigua Grecia, en los que se explicaban diferentes fenómenos al pueblo por parte de representaciones semi-humanas para que fuesen fácilmente asumidos . De la misma manera, la religión guaraní ha identificado a 7 mitos, hijos deformes castigados de Keraná y Tau. 

Cuentan las historias que Keraná era una bella y dormilona joven de una tribu que fue secuestrada por Tau, un espríritu malo, que perdió su pelea con Katupyry (espíritu bueno) por el amor de la joven. Por este acto, Arasy maldijo a sus hijos que nacieron como monstruos o fenómenos que han llegado convertidos en mitos hasta nuestros días. Tuvieron 7 hijos que fueron los siguientes:
Teju Jaguá (teju :lagarto, jagua: perro) :el primer hijo que tuvieron Tau y Keraná. Es representado como un lagarto gigante con 7 cabezas de perro que se considera el guardián de las riquezas guaraníes. Unos hablan de que era pacífico y se alimentaba de frutas y miel; y otros lo consideran una criatura feroz y abominable.
Mboitu´i (mbói: víbora y tuí: loro) : Una serpiente con cabeza de loro, lengua viperina y dientes que es el protector de los anfibios, otros animales del bosque como las abejas y el rocío.
Moñai:  cuerpo de serpiente corta y cabeza de carnero diabólico con dientes afilados y grandes cuernos. Se le considera protector de los malos, ladrones y pícaros.
El Jasy Jateré: es un hermoso joven de cabello rubio y ojos azules que tiene una varita en la mano con la que atrae a los niños. Su canto se confunde con el de un pájaro y sólo se le puede complacer regalándole dulces, pues es un niño. Dicen que en horas de siesta, rapta a los pequeños que se adentran en el bosque para jugar o matar pájaros con las ondas. En algunas representaciones se acompaña de una sandía como defensor de los cultivos y es considerado por muchos una especie de Cupido guaraní.
Kurupí: una criatura fea, peluda y petiza que vaga por los bosques a la hora de la siesta. Su cometido es buscar a jóvenes y bellas muchachas a las que raptará para llevarlas a un claro del bosque y abusar de ellas hasta volverlas locas e  incluso causarles la muerte. Es por eso que las mamás advierten a las jóvenes no salir solas por la tarde.

Ao Ao: éste mito con cuerpo de oveja y cabeza de lobo, se mueve en manadas y se alimenta de cuerpos humanos. Para escapar de él, lo único que se puede hacer es trepar a una palmera (se dice que las hojas de palma, al estar benditas por el Domingo de ramos, son un la única protección posible). Si buscas amparo en cualquier otro árbol, te devorará sin remedio.
Luisao: Es el lobishome u hombre lobo de otras muchas culturas. Se representa como un gran perro fiero a veces musculado y con pelo y otras delgado y con una gran boca llena de dientes afilados. Se dice que protege los cementerios y a los muertos; por eso las mamás advierten a sus hijos que no vayan a hacer "macanadas" a los cementerios. Es una criatura propia de la noche. Es el séptimo hijo de la pareja y se dice por tanto que si en una familia nacen 7 varones consecutivos, el séptimo será Luisao y si nacen siete mujeres consecutivas será bruja. Pierde el maleficio durante el día y se dice por Paraguay que los séptimos hijos son ahijados del Presidente.


Se dice de estos mitos que un día el paí los convocó para una gran fiesta en la gruta del cerro de Yaguarón (perro grande o padre de los perros porque parece un perro tumbado) y cuando estaba todos dentro, cerró la entrada con una gigantesca piedra y les prendió fuego.  
Esa cueva, que existe, de verdad en el cerro de Yaguarón, es de difícil acceso y dicen quienes han intentado penetrar en ella que sólo son capaces de dar un par de pasos desde la entrada porque en seguida algo les invita a salir despavoridos. Contaba el profesor, que en una de las salidas educativas que hizo cuando estaba estudiando para docente, una pareja de amigos suya entraron no con muy buenas intenciones. A los pocos segundos salieron despavoridos como si los llevara el diablo y que dos abejas del tamaño de una mano los persiguieron cerro abajo hasta expulsarlos de la montaña. 
Dicen que en esa gruta existen grandes tesoros de oro y plata pero que todo aquel que sea descubierto en la misma entrada con intenciones de apoderarse de ellos, será castigado de forma terrible por los misterios y fuerzas malignas que se esconden en su interior.
pd: ¿No os recuerda a la gruta de Aladín? ¡Cómo me gustaría ir y comprobarlo!